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Sábado, 02 Julio 2016 09:58

El postríbulo, un rinconcito para pecar con dulzura

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Este negocio nació como un pequeño emprendimiento que buscaba darles una opción con sabores caseros a los fines de semana, pero afortunadamente ese impulso creció y de qué manera.

Cerca de los parques El Salitre, Simón Bolívar y del Jardín Botánico, en lo que se puede llamar el ombligo geográfico de Bogotá queda el barrio Bosque Popular y en él se ubica el famoso Postríbulo, un negocio en dónde se rompe o se incumple con la dieta porque el portafolio de postres, dulces, helados y amasijos tientan hasta al más estricto monje tibetano.

Esta empresa es una tesis afortunada que las pequeñas y medianas empresas son viables, prospectivas y rentables, qué tan solo necesitan de tres factores preponderantes, un capital base, trabajo en armonía y perseverancia. A todo lo anterior se suma inventiva e imaginación para hacerse cada vez más sugestivos.

El Postríbulo nace por allá en 1994, exactamente un 26 de mayo es decir hace 22 años. Todo fue una iniciativa de la señora, Emma Marín, quien luego de ver desfilar desde su ventana las decenas y decenas de familias que caminaban en plan dominical, pensó que las delicias que acopiaba el recetario familiar podría ser una opción para niños, niñas, padres de familia y los abuelos que siempre añoran ese dulce especial con sabor a antaño y a buena mesa, el mismo que se perdió con el relevo generacional.

En ese tiempo el negocio abrió poniendo en oferta avena, masato, mantecada y almojábanas luego se fortaleció la carta con postres que eran, ni más ni menos que las recetas caseras preparadas con leche de la mejor calidad, harinas óptimas, huevos, mantequilla pura y todo un relicario de ingredientes, entre ellos frutas y productos del campo que garantizaban la elaboración de postres y dulces de mucha diversidad, pero muy sanos e inocuos toda vez que no llevaban ni llevan colorantes, preservativos o sabores artificiales. La regla era estricta para el presente y el futuro, todo rico, impecable y muy natural.

Una de las mujeres que ha estado detrás del éxito del Postríbulo es Paola Marín, una amable y sonriente bogotana de cabellos catiros y ojos expresivos matizados por esa tonalidad café. Ella, con su singular encanto y respeto habló con Diariolaeconomia.com y dijo que indiscutiblemente en la vida no hay cosas imposibles sino personas incapaces porque todo con dedicación, responsabilidad y amor sale adelante.

El nombre del negocio nació en medio de la mofa y del buen humor de los colombianos, con el Postríbulo quedó ratificado ese humor negro y fino de los bogotanos que de manera impredecible sacan una risa prolongada o una sonrisa perenne. En este caso se jugó con el doble sentido y la interpretación a tal punto que cámaras de televisión y directores de medios decidieron que el tema no solo era llamativo por el nombre del negocio sino por la propuesta mercantil y empresarial.

“La experiencia ha sido espectacular porque es alegrar la vida de muchísimas personas con tan solo preparar los postres y otras delicias que ofrecemos. Es muy significativo que la gente que desfila por este negocio pida un postre, lo pruebe y vaya a la barra a buscar al personal para decirle que el preparado o dulce es muy, pero muy rico, eso nos llena, nos compromete aún más y nos obliga a no bajar la guardia ni a desmejorar jamás lo que hacemos tan bien y con tanto empeño”, declaró la señora Marín.

En esta pequeña, pero dinámica empresa se vive el día a día como en cualquier factoría, hay momentos de mayor demanda, de picos altos, de caídas y en fin, el negocio se mueve al ritmo de la economía. De hecho se siente el mayor precio de las materias primas, la escasez por el cambio climático que conlleva a sequías y exceso de lluvias, pero el Postríbulo sabe jugar con eso y por fortuna el producto es tan tradicional y autóctono que generalmente depende de los precios del producto interno, todo lo que se compra se cosecha en los campos colombianos y no hay impactos por el tipo de cambio porque nada se importa.

Quizás el efecto se mide cuando las personas pierden su empleo, cuando la situación interna se hace más difícil por las tasas de interés y otras variables de la economía, pero más allá de las coyunturas la gente busca el postre, el sabor dulce y delicioso para ponerle dulce a la vida. Por ser un negocio de la familia para las familias el producto es accesible, de buen precio y de mucha variedad.

Por dura que esté la situación, la gente llega y llena el local, hace la fila con un retozo paternal o maternal mientras llega el turno de pedir ese postre tan anhelado a lo largo de la semana. Cuando papá está fuera de casa es la mami quien asume el gasto y si todo está complicado surge la invitación del abuelo que deja en muy buenas manos una pequeña parte de su pensión. El sitio se llena y es porque al Postríbulo llegan familias de todos los estratos que ya saben que hay un sitio amable en dónde se endulza la vida. Eso es visible porque un fin de semana es fácil ver carros de todos los estilos y todas las marcas haciéndole fila al Postríbulo mientras la familia aguarda el momento de complacer de manera inmejorable el paladar.

Un aspecto a tener en cuenta es que el negocio prospera no solo por los ricos postres o por las deliciosas mantecadas, también por el servicio y el respeto con el que se trata al cliente quien recibe una atención muy buena.

“Fuimos una empresa muy pequeña y estábamos muy estrechos, pero una vez fuimos creciendo en ventas fue posible tomar todo el primer piso lo cual nos permitió ampliar el establecimiento”, comentó Paola Marín.

Esta respetable empresaria dijo que en el mundo de los negocios no hay nada fácil, pero reconoció que con un plante con un excelente producto y con muchas ganas de progresar todo se hace más sencillo.

Esta empresa inició labores con cuatro empleados y hoy la nómina va en ocho personas con lo cual se corrobora que desde las pyme se genera empleo y se le ayuda a mejorar su calidad de vida a quienes no tenían un trabajo. El Postríbulo es otro buen ejemplo de apuesta económica, pero paralelamente de impacto social favorable.

“Aquí todos hacemos de todo excepto postres porque esas son recetas de la abuela que no se pueden revelar”, anotó Paola Marín.

Pensando en plan de expansión

Los buenos resultados del negocio han hecho que sus dueños estén pensando en un plan de expansión que podría darse en principio por Bogotá. La primera etapa que era la ampliación y mejora locativa en el Bosque ya se dio, pero ganar terreno y expandirse es un paso que podría darse más adelante, el tema está sobre la mesa y por fortuna hay un producto y una experiencia que avalan cualquier decisión.

“De lograrse todo este cronograma de evolución de producto y marca sería algo muy interesante por el nombre”, afirmó la dulce entrevistada.

Los postres más vendidos son la bandeja paisa, el matrimonio y el divorcio, igualmente los clientes piden de manera importante el postre de tres leches y el merengón en lo que el Postríbulo es muy fuerte. “Si alguien quiere comer algo fresco rico y especial deben venir a este negocio, con toda seguridad van a volver porque somos los mejores en postres, estoy segura”.

Esta empresa de 22 años es consciente que el emprendimiento es vital dentro de las transformaciones que está experimentando la economía global y nacional porque ya las grandes compañías se automatizaron y le dejaron espacio a nuevas ofertas y a la creatividad. El Postríbulo nació con un componente de compromiso, fe y dedicación, es por eso que los dulces y ofertas gastronómicas de este negocio están a la mano de las familias casi que 365 días al año, tan solo descansan una semana.

Una tendencia es que los niños consumen postre, pero muy condicionados a que este lleve helado, de todas maneras hay toda clase de oferta acompañada con ese rico producto frío que nació en las partes altas de la milenaria China.

Uno de los tantos productos de calificación excelente es la mantecada porque es hecha de maíz y es elaborada con ingredientes del campo, muy sanos y de elevada calidad, es imposible no pedir una y acompañarla con avena o un espumoso y rico capuchino porque la firma además maneja todo tipo de bebestibles a base de café.

Según Paola, a la hora de pensar en una empresa o en un negocio lo importante es hacer un buen estudio de mercado y contar con un sitio estratégico que garantice flujo de consumidores y ventas por consiguiente.

“En este mundo de los negocios lo importante es siempre ir hacia adelante, no desfallecer y como dice el dicho para atrás ni para coger impulso, hay que ir con toda”, apuntó.

Una explicación del por qué es tan ganador el concepto empresarial del Prostíbulo es que hoy está situado en una zona que en los últimos diez años se ha consolidado como eje de comidas para la familia y ese factor contribuyó también de manera significativa a que muchos que salían de almorzar querían un buen complemento y qué mejor que un postre bien preparado, rico y caserito, el del Postríbulo.

En un comienzo las personas se deleitaban con su dulce, con su merengón y su postre en el carro, en el andén o en el negocio, pero últimamente optó por llevar el producto a la casa en dónde sigue de largo con la endulzada. Los productos de esta empresa ahora llegan a los hogares reemplazando la torta de cumpleaños, sirviendo de complemento o acompañando las cenas, almuerzos, asados y todo tipo de invitaciones de perfil familiar.

El nuevo producto familiar consiste en el postre grande con receta especial que cuesta 77.500 pesos, le sigue el postre mediano familiar que vale 56.000 pesos y el pequeño que se lleva al hogar por tan solo 48.500 pesos. Con este nuevo producto en portafolio quien lo lleva no solo disfruta de un manjar almibarado y supremamente rico sino que queda bien con sus comensales e invitados.

Dentro de las opciones destacamos postres como “Relación Abierta” que consiste en natilla, arequipe y dulce de fresa, el Matrimonio lleva cuajada fresca, arequipe y dulce de mora. El divorcio es una natilla acompañada de arequipe y dulce de mora.

El entendible antojado cliente puede pedir el postre “Fantasía” que es un rico pudín con melocotón y crema de leche, no podía quedar por fuera el “Borracho” que es una deliciosa mantecada con islas flotantes, salsa de licor y dulce de mora.

El postre fuerte de la casa es la Bandeja Paisa que está compuesto por cuajada, arroz de leche, brevas, dulce de fruta y arequipe.

En total hay unos 40 postres y todo tipo de combinaciones en sabor y color natural con la garantía de óptimo sabor, frescura garantizada y todo tipo de sueño dulce por hacer realidad.

Todo esto demuestra que después de una semana dura en el trabajo, en la oficina o en colegio y universidades lo mejor es ir a disfrutar de los encantos batidos, dulces y aromáticos de El Postríbulo.

Para esos domingos en la tarde que se tornan grises, nostálgicos, aburridores y deprimentes por fortuna les llegó el antídoto, una pasada por el negocio de dulces y postres que están tan de moda en el occidente de Bogotá, como diría el recordado, Cristóbal Américo Rivera, “póngale la firma”.

Conociendo la historia de El Postríbulo y hablando plácidamente con Paola Marín, llega como anillo al dedo una frase afortunada de Voltaire que dice, “Todo les sale bien a las personas de carácter dulce y alegre”.

Historia con dulzura

Cabe precisar que el concepto de postre que es un bocadillo ligero, dulce o agridulce que va después de las comidas fuertes tiene sus orígenes en la Roma de los cesares que lo llamaban secundae mensae.

En esos tiempos, la mesa, después de las reiteradas comidas era surtida con frutas de cosecha o bizcochos. A decir verdad las opciones no eran muchas, pero el preferido del imperio era el conocido y pedido Panettone que consistía en un exigente fermento, miel y frutos secos, productos de buena oferta en los tiempos de la pujante Roma. Hay que decir que los romanos habían mejorado su repostería y otras preparaciones por las lecciones recibidas de los griegos.

Con el tiempo y con el descubrimiento de la miel y el azúcar van apareciendo garrapiñadas, mazapanes, y el petit fours. Cabe traer a colación que el azúcar se descubrió 8.000 años antes de Cristo y en ese tiempo se usaba para decorar jardines, pero casi que de inmediato pasó a la boca de los humanos.

Solo hasta 4.500 antes de Cristo la caña de azúcar se traslada de su lugar de origen, Nueva Guinea, Oceanía, a los cultivos de China y Oriente próximo.

Los postres han sido de alguna manera la expresión de las revoluciones sociales, industriales y tecnológicas, sus mejoras encontraron respuesta en las invasiones por cuanto Grecia logró importar cerezas y otros frutos de Asia. Luego con el comercio y el intercambio, la creatividad en la cocina fue creciendo y fue así como se le abrió la puerta a las más sabrosas ideas.

Lo propio pasó en América en donde la variedad de productos permitió de alguna manera mejorar combinaciones y ofrecer platillos o bocadillos de inmejorable sabor. Prueba de ello es el manjar blanco o los alfajores por citar algunos.

Los postres por lo general están compuestos de frutas, leche, huevos, grasas y azúcar. Son preparaciones dulces expresadas en cremas helados, tartas, pasteles, bombones o galletas. Se consumen fríos, calientes, helados o en una mixtura que agrade al paladar.

Unos son preparados con anticipación, pero otros se hacen en el momento, todo de acuerdo a las exigencias de quienes los reclaman.

Con los años los postres y las elaboraciones dulces fueron mejorando, pero fue solo hasta el siglo veinte con la tecnología, la refrigeración, los electrodomésticos y otras herramientas de cocina que este tipo de ofertas gastronómicas fueron ganando terreno e inventiva. De todas maneras, antes o después, en el tiempo que haya sido el postre fue el mejor punto final de una buena y generosa comida. Como dicen muchos era cerrar de manera suculenta con broche de oro.

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