Domingo, 03 Diciembre 2017 13:56

Bauer, todo un compendio de lujo y exclusividad en Colombia

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Esta casa de joyas y lujo atiende un mercado desde hace 125 años cuando su fundador vió en Bogotá una ciudad de ensueño y pletórica de oportunidades amen del frío de noches y madrugadas y de los procesos de amoldamiento político.

El lujo sin duda alguna ha acompañado al ser humano en todas sus etapas, desde el homo sapiens hasta la gran modernidad, expresada en la era electrónica-digital. A partir de la antigüedad, los imperios se median por posición política, tenencia de tierras, prendas exclusivas y desde luego joyas hechas por los más cotizados artesanos.

En la Roma pujante de los césares no solamente el tono púrpura decía quién era de la aristocracia y de las altas esferas sino la indumentaria de hombres y mujeres que brillaban por doquier toda vez que brazos, piernas, manos y cuellos se convertían en toda una vitrina de oro y piedras preciosas. Hablando de Roma y lujo hubo momentos de la historia que al abordar esta mixtura aterra, y un ejemplo era el emperador Calígula que le dio todo tipo de lujos a su caballo de carreras más amado, se trataba de Incitato que traducido del latín significa impetuoso.

Este equino que fue cónsul en la Roma Imperial tenía caballerizas en mármol y pesebreras hechas en marfil. Su dieta no fue menos suntuosa porque en su alimentación estaba una muy fina avena que era mezclada con delgadas hojuelas de oro. El caballo cónsul bebía del mejor vino, comía manjares y tuvo hasta esposa, sí, es raro, pero Incitato contrajo nupcias con una bella esclava llamada Penélope que debía atender todas las necesidades de su señor marido del que se decía literalmente, se la pasaba relinchando.

Por fortuna de esa unión no hubo familia, y se convirtió en uno de los caprichos de amor, lujo y estolidez más grandes en la historia de la humanidad.

De todas maneras, el lujo ha estado con el hombre, en las grandes culturas y en los imperios más admirados, hizo presencia en Roma, en la Grecia bella de Alejandro Magno, en el enigmático Egipto de los faraones y en fuerzas guerreras de gran reconocimiento como los Visigodos, Ostrogodos, Celtas, Otomanos, Persas y hasta en la fea cara de Atila y sus temerarios y asesinos hunos.

En América Latina el lujo también marcó la fina nota y fue así como los zipas y los altos jerarcas de la cultura Muisca dejaron una huella por decir única de artesanía y combinación magistral de oro y esmeraldas. No en vano esos atuendos dorados y derrochadores llamaron la atención de los conquistadores que optaron por exterminar los aborígenes para llevarse su oro, sus esmeraldas y toda su riqueza, que no era poca.

Hoy abordaremos el tema del lujo y su uso desde una perspectiva más consecuente en una sociedad que demanda marcas y calidad garantizada por encima de todo. El lujo es un merecimiento, puede ser el pago de un duro esfuerzo y el reconocimiento a una posición económica más confortable que se logró a base de mucho trabajo y sacrificio. El lujo ha cambiado sus objetivos y ahora, una prenda muy exclusiva no puede ser sinónimo de poder sino de buen gusto o atracción por la calidad extrema.

Qué mejor invitado para este tema en Diariolaeconomia.com que el Gerente de la firma Bauer, Ricardo Kling, todo un experto en el tema de lujo y miembro de una dinastía muy reconocida en el comercio especializado y exclusivo del lujo.

La joyería Bauer dio sus primeros pasos en 1891, tiempo en el que Christian Bauer un alemán proveniente de Pforzheim, deja su tierra y desembarca en Colombia. Al ser todo un hombre imaginativo, vio los cerros tutelares de la capital colombiana y de inmediato se enamoró de la Bogotá bonita, pero incipiente, esa ciudad encumbrada en las partes altas de la cordillera oriental.

Esta empresa con más de 125 años le ha regalado lujo y joyería de la más alta calidad a sus distintivos clientes que empezaron a disfrutar del verdadero encanto del lujo en 1893. En ese tiempo Colombia venía de una transacción toda vez que estrenaba la época republicana, ya quedaba atrás el proceso de colonización antioqueña y el café desplazaba de manera importante los cultivos de cacao, quina y añil.

“El señor Bauer, un comerciante visionario, encantado con la ciudad, decide establecer en Bogotá la joyería que abrió sus puertas en 1893. Pocos años más tarde se le une el señor Reinhard Kling, quien con su gran conocimiento convierte la joyería Bauer en pionera de la producción de joyas finas y la importación de artículos de lujo a comienzos del siglo XX. Gracias a los joyeros expertos de Bauer, quienes desde un principio trabajaron el oro, platino y las piedras preciosas de manera ejemplar, las piezas producidas por la Joyería Bauer siempre se han caracterizado por su destacado contenido artístico, estético y su excelente calidad”, declaró el señor Kling.

Sobre este mercado Ricardo Kling precisó que hasta hace uno o dos años, Bogotá era el nuevo destino de lujo, después de Ciudad de México y Sao Paulo, pero aclaró que las últimas decisiones tributarias no afectaron las ventas pese a que un IVA del 19 por ciento, siendo una tarifa considerable, no es más alta que a nivel mundial.

Dijo que este tipo de medidas que castigan el consumo redundan en que muchas personas decidan hacer sus compras en otros destinos, pero destacó que por fortuna Colombia tiene acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, con Estados Unidos y con Suiza. Para el caso de los relojes, explicó, hay arancel cero, aspecto que hace que el mercado de este tipo de prenda sea muy competitivo.

Indicó que el mercado con Suiza lleva en vigor ya varios años. Afirmó que Con Estados Unidos no hay problema porque con ese país no se manejan productos de lujo, aclaró que tan solo algunas piedras preciosas como el diamante y otras, pero recalcó que esas gemas están con arancel cero también.

Dijo que lo relacionado con el IVA, la empresa optó por absorberlo de una parte de sus ventas contra el margen para seguir siendo competitivos en el mercado internacional. Una ventaja es que los precios de la joyería por el proceso de globalización de la economía están muy a la par, fenómeno que también han visto las casas de relojería tipo Rolex que publica sus precios en la Internet razón por la cual no puede cobrarse un reloj de esa y otras marcas por encima de lo trazado por la casa matriz.

El precio de los relojes en América Latina hoy por hoy es el mismo que el de Estados Unidos, variación que se puede dar por los porcentajes del IVA.

“El lujo hay que definirlo antes de entrar a analizarlo, porque lujo pueden ser los vidrios eléctricos en un carro, puede ser una costura adicional en un vestido más no unos aretes de bebé, una medalla, una argolla de matrimonio porque esos son bienes de joyería normales. Lujo es según mi criterio, todo lo extra sobre lo básico, pero más que eso, es el amor por el detalle, aclarando que aquí entra un punto muy filosófico. En eso que llamamos lujo está la búsqueda de la perfección y la manera como se hacen bien las cosas. El lujo se puede encontrar en cualquier parte, pero hay que decir que en Colombia se produce muy buen lujo pues no en vano las producciones de moda tienen sello propio en esa categoría y de igual manera hay unos orfebres que producen el mejor tallado como es el caso de nuestro taller en donde los mejores producen las más bellas joyas de Colombia que son vendidas en el mercado interno y en el exterior”, apuntó Kling.

El mercado de lujo expresó el empresario, no se ve tan afectado por el tema tributario o impositivo sino más por un tema de percepción o de acción emocional. Indicó que como en todo caso de euforia, las joyas se asemejan a la champaña porque se disfrutan en momentos especiales y más si son el regalo para la esposa, para un ser muy querido o el simple hecho de adquirir un buen reloj para lucirlo y disfrutarlo.

Agregó que por fortuna en la cultura colombiana hay preferencia por regalar joyas en las tantas ocasiones especiales que suelen haber. En ese orden de ideas, comentó, lo que más puede afectar las ventas de lujo es la incertidumbre porque si una persona es muy acaudalada, pero experimenta indecisión y preocupación por el entorno, eso sin duda frena la decisión de compra, pero no solo en Colombia sino en cualquier lugar del mundo.

De todas maneras, el empresario reconoció que el enfriamiento de la economía golpeó la demanda de lujo en ciertos renglones y en determinadas franjas de mercado, pero en el segmento medio y medio-alto, las ventas permanecen iguales.

“Si se ha reducido el ritmo porque nosotros personalmente hemos cerrado dos tiendas este año, una que teníamos en Pereira y otra en Unicentro, lo cual se dio por ajustes porque los mercados van cambiando. En el mercado objetivo de lujo, los clientes de Unicentro cambiaron su perfil porque hay desde luego otros centros comerciales y en Pereira como es apenas obvio cambió el negocio, pero mientras esto pasó, abrimos otra tienda en Cartagena en donde estamos muy contentos pese a la competencia y a un turismo demasiado mezclado”, afirmó el vocero de joyería Bauer.

A la empresa le ha ido bien y hay satisfacción porque una cosa suple la otra, motivo que da tranquilidad para aseverar que el año terminará positivamente, empero hay reservas por lo que pueda pasar en 2018 que será un año político, electoral y de mucha incertidumbre.

Kling, dijo que igualmente el mundo ha cambiado porque ese boom de lujo que hubo hace unos ocho o diez años con China también mostró otros escenarios porque el mercado chino se paralizó bastante tal y como ocurrió con los mercados árabes y europeos.

“Por primera vez en la historia de las marcas de lujo vemos casi una tormenta perfecta en donde todos los mercados están afectados porque anteriormente cuando no funcionaba un mercado se dinamizaba otro, pero hoy toda la economía mundial está muy golpeada salvo Estados Unidos que puede ser la excepción porque los negocios están funcionando muy bien ya que esa economía se reactivó muy fuerte”, afirmó el Gerente de Bauer.

Aseguró que Colombia es por fortuna un mercado estable lo cual se ve con marcas como Patek Philippe, Rolex y otras. De todas maneras, recomendó mucha cautela porque como su señor padre dijo algún día, no debe temor a la falta de ventas sino al exceso de gastos.

A criterio de Ricardo Kling, mientras un empresario tenga el control de su negocio, lo esté monitoreando y sepa lo que está haciendo, seguramente que no le va a ir mal porque si ese inversionista maneja los costos y los gastos, las utilidades pueden permanecer iguales así las ventas se reduzcan un poco.

“En esas estamos, pero en términos generales creemos en Colombia, nosotros llevamos 125 años aquí, somos una empresa colombiana fundada por mi bisabuelo que vino de Pforzheim, la capital joyera de Alemania. Esta es una de las pocas empresas que ha mantenido esa línea de familia y para el caso nuestro ya vamos para la quinta generación, vamos para adelante y yo confío en todo esto”, manifestó el joyero.

La empresa también tiene joyerías en Ecuador, pero la base de sus operaciones es Colombia en donde han pasado las buenas y las malas, pero eso sí en medio de mucha fe.

La empresa no contempla de momento un plan de expansión porque el mercado norteamericano lo ven como muy complicado y el de Panamá es un mercado que está a la baja, el cual está muy golpeado por toda la situación política y financiera manifestada en los Panamá Papers en donde muchas familias se vieron comprometidas con el no reporte de sus ingresos reales.

El negocio de Bauer está dividido en tres partes porque una gran parte de la empresa está representada en relojería de gama alta en donde hay representaciones exclusivas desde hace muchísimos años como es el caso de Patek Philippe, Rolex, Audemars Piguet, Chopard y otras marcas de joyería como la misma Chopard, Gucci, Mikimoto y Chimento. De todo el portafolio, hay una gran producción de Bauer en donde son diseñadas y producidas joyas de alto valor y calidad. La firma crea más de un 60 o 70 por ciento de la producción tal y como pasa con los anillos de matrimonio y con los diseños exclusivos y piezas únicas.

Bauer le apuesta a la exclusividad, lo que explica por qué no hay producciones masivas y de igual forma ha experimentado una buena dinámica con la venta de accesorios de grandes marcas y de la industria relojera.

Esta empresa compra oro, esmeraldas y piedras preciosas de manera permanente, pero lo hace por la vía legal en donde cada lote de piedras u oro esté debidamente certificado y garantizado.

Reiteró que un problema que sigue en la industria es la falta de oro porque el Banco de la República dejó de venderles el mineral a los joyeros lo que, en opinión de Kling, fue una muy mala movida que sigue afectando de manera importante a las casas joyeras que siguen comprando oro local.

Sobre las diferencias en el oro, el experto que este mineral sea extraído en Italia o en Colombia es el mismo porque es una materia natural. Dijo que el llamado oro 999 o de 24 quilates es el mismo en todas partes del mundo y es transable en todas las bolsas.

Según Kling la mejor esmeralda es la colombiana porque tiene un color, un brillo y unas características únicas que cautivan lo cual hacen que estas piedras no tengan competencia en el mundo. Este mercado, el de la esmeralda se ha dinamizado con el correr del tiempo porque hay tendencia en la moda con esta gema.

Otro factor que ayuda es la formalización de la minería verde que brinda mayores garantías lo cual es positivo porque le quita el espectro tenebroso que tuvo en alguna ocasión cuando se hablaba de las piedras manchadas con sangre. Ese aspecto en Colombia dijo, por fortuna lo hemos manejado bien y es por eso que la esmeralda está de moda en el mundo.

Kling admira de gran manera el capital humano colombiano porque en todas sus facetas hay personas muy profesionales y con arte en sus manos lo cual le pone sello a la casa.

Dentro de los recuerdos lamentables está el infausto nueve de abril cuando con cargo al “Bogotazo”, la joyería fue quemada, asaltada y saqueada cuando la sede quedaba en la calle 12. Otros tiempos aciagos vinieron con el terrorismo cuando los coches bomba estallaban sin medir impactos. Esas cosas feas, asegura el Gerente de Bauer, se olvidan con la fidelidad y la lealtad de los clientes y de un país maravilloso que sabe de resiliencia.

Bauer es una casa que se afianzó como un ícono en Colombia y que, a criterio de sus dueños, es una empresa no de una familia sino de toda una nación que sabe de la historia que precede este negocio de lujo y joyería.

El señor Ricardo Kling dijo que los hombres colombianos son proclives a regalar muchos aretes lo cual va muy en el ADN del colombiano que ha sido joyero desde épocas precolombinas y por eso ha usado aretes toda la vida, lo que no es común en Europa. En Colombia la joyería masculina no es tan popular como en otros países.

Por temas de seguridad o inseguridad el colombiano se crio con la filosofía de no mostrar, es decir, es un ciudadano muy discreto, lo que a su vez le dio al colombiano un toque de elegancia en donde el lujo es un bien secreto.

Bauer es una empresa muy seria y amiga de la transparencia que trabaja muy de la mano con la Unidad de Análisis Financiero lo que ha hecho que la tradición de hacer las cosas bien y con calma se mantenga como el gran activo de la casa.

Esta es la firma Bauer, una legendaria empresa de joyería que nació por amor y confianza de un alemán tozudo y decidido que le dio vida a una empresa enorme para gente enamorada de lo mejor y de la exclusividad. Hoy, y lo escribo gratamente, la gran familia Bauer y los especiales miembros de la saga Kling, no quieren saber de otro país que no sea Colombia, porque aprendieron a amar la patria que los vio crecer empresarialmente y afectivamente en medio de tantas vicisitudes y de tantas circunstancias.

Al salir de la impactante empresa de lujo en medio de un torrencial aguacero, le llega a los más inquietos una divagación, “tanto que buscaron o persiguieron la leyenda de El Dorado en América, y viéndolo bien si existió, estaba en Bogotá, al amparo de Bauer”.

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