Por el momento, sin embargo, la nueva administración de Jair Bolsonaro no ha tocado el tema y, en general, se ha posicionado con cautela en relación con los proyectos que involucran a Pekín. Se trata de un proyecto ferroviario que atravesaría Brasil, Bolivia, Paraguay y Perú, y cuyo costo se estima en 10.000 millones de dólares. El ferrocarril tendrá una longitud de 4.000 kilómetros y podría beneficiar considerablemente la economía de Brasil y otros países de la región, ya que el corredor le permitirá acceder al Océano Pacífico y al mercado asiático.
Marcus Vinicius Freitas, experto en Relaciones Internacionales y profesor visitante de la Universidad de Relaciones Internacionales de China, habló con Sputnik sobre el tema. Según el experto, China está en una fase de transición. El país deja gradualmente de ser una fábrica global y se convierte en el mayor mercado de la historia de la humanidad.
Ya se ha convertido en el mayor consumidor del mundo, y para seguir este camino, necesita externalizar la fabricación, por ejemplo, en países como Brasil. En este caso, el hecho de que Brasil tenga acceso al Atlántico y al Pacífico sería muy atractivo para Pekín.
"Si llevan la producción a Brasil y el país tiene acceso al Atlántico, en este caso a los países de Europa, así como un mayor acceso a Asia y Australia, automáticamente llegaría a ser un punto importante para las inversiones", subrayó el experto.
El Gobierno actual, sin embargo, le está dando la espalda a China, debido a la alineación de Brasilia con Washington. Por esta razón, los proyectos conjuntos con Pekín pueden verse perjudicados.
"Lo que importa y lo relevante es la posibilidad de abrir los mercados a los países que tienen un déficit en relación con lo que producen. Ninguno de estos países, además de Brasil, tiene productos de primera calidad que puedan competir en el mercado internacional. Así que esta exposición a los mercados internacionales beneficia a la producción local que mejorará su calidad", opinó Freitas, quien también recalcó la buena influencia que pueden tener las tecnologías de punta chinas en la producción latinoamericana.