Sábado, 17 Junio 2023 00:15

Rafael Enrique Amaris Ariza: la mejor vida, agricultura, ganadería y vallenato

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Bajo el fuerte sol de la Costa Norte colombiana, el propietario del rancho Ariguaní aseguró que la ganadería es prospectiva, solo si se avanza en mejoramiento genético y repoblamiento bovino.

Resulta más que placentero desarrollar esta nota en una hacienda emblemática en Bosconia, Cesar, pero con inicios en San Juan del Cesar, Guajira, ese lugar sagrado y lírico que tiene escalas hacia la Sierra Nevada por Valledupar, pasando por el río Badillo y el espectacular corregimiento de Patillal en donde los cantantes, acordeonistas y compositores más famosos permanecen inmarchitables en el tiempo ya que hay placas y recordatorios de quienes engalanaron el vallenato desde la reconocida cuna de juglares y exponentes de un folclor único, tierra fundada en 1784 y que fue utilizada por los conquistadores para darle cimiento a la ganadería extensiva y de ceba con pasturas.

En esta ocasión, el invitado representa o encarna esa historia ganadera y agrícola que viene desde los ancestros, todo un tributo a una actividad de cría vacuna que empezó a construirse en 1493 con la llegada de bovinos a la Isabela y que en Colombia escribió sus primeros capítulos con la internación de animales entre 1525 y 1536 por Santa Marta tras la iniciativa de Rodrigo de Bastidas.

En sus inicios la ganadería no fue rentable, tan solo suministraba alimento a los colonizadores y con el tiempo, más exactamente en la Colombia reportó un proceso de expansión bastante interesante, era un momento incipiente de país que nacía y se formaba por etapas, con tan enorme retraso que las grandes plantaciones no se veían y los ganados llamaban la atención más por el cuero y otros componentes de la res que por su carne, como es apreciable, todo empezó de a poco, pero con un repunte década por década.

En el Cesar la apuesta decidida por el hato bovino fue ganando terreno de manera exponencial y la desafiante actividad certificó crecimiento económico y progreso como también facetas diversas en la región como la épica narración de Francisco el Hombre, el acordeonista que con notas majestuosas derrotó al diablo quien retó al juglar bajo el oscuro manto de la noche y al que el campesino doblegó luego de rezar el Credo al revés, acto que le permitió una inspiración única para entonar esa melodía celestial con la cual venció al rey de las tinieblas.

En los últimos años, y puntualmente en el periodo pos-pandemia llegó un momento especial para el sector ganadero porque debió afrontar con decisión un periodo complejo en donde mermó la demanda de proteína, entre tantas razones por el cierre masivo de restaurantes, pero igual por los efectos de la crisis global logística que disparó precios, condujo al desabastecimiento de medicinas e insumos, a ello se sumó la dificultad de exportar las reses. Como si fuera poco vino la invasión de Rusia Ucrania, acompañada de sanciones, restricciones y ordenanzas que terminaron disparando los indicadores de inflación en el mundo entero.

De todas maneras, y no se puede negar, los ganaderos han hecho la tarea y fue así como lograron exportar bóvidos a diferentes países en donde la carne es apreciada por su condición de pastura y levante en potrero.

 

 

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el propietario de la Hacienda, Rancho Ariguaní, Rafael Enrique Amaris Ariza, un hombre curtido en la ganadería y dueño del reconocimiento, aprecio y respeto de múltiples regiones de la Región Caribe, aseguró que la actividad ha tomado una marcada relevancia como resultado de hacer mejor las cosas pues diferente a tiempos anteriores, hay inversión, compromiso y avances.

Destacó que aparte de todo lo alcanzado en genética y sostenimiento del rebaño, igual se notan los logros en materia ambiental con los sistemas silvopastoriles y la ganadería regenerativa, lo cual muestra que existe consciencia y compromiso por darle mejor trato a los ecosistemas, un punto trascendental porque hace parte de la trazabilidad y de las exigencias de los distintos mercados en el planeta.

Reconoció que sin bien, apenas se está comenzando con el cambio de chip, si hay avances en el desarrollo de una ganadería ambientalmente más responsable y con su hoja de ruta bien definida en ese sentido. Expuso que ahora es determinante seguir con explotaciones ecológicamente rentables y llevarlas a feliz término en toda su dimensión.

Agregó que en lo atinente a la sanidad, el país y la Costa Norte han avanzado de manera notable por las acciones de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, y los recursos que se administran para mejorar el hato desde el Fondo Nacional del Ganado, utilizados en el control de enfermedades que comprometen las ventas internacionales como la Fiebre Aftosa, Brucelosis y rabia. Tan en serio se ha tomado el asunto que hoy el país es mucho más atractivo para los clientes del mundo y para quienes miran la ganadería local porque perfectamente el país reporta un 98 por ciento de vacunación o más, dejando claro que en este momento está en vigencia un nuevo ciclo de inoculación de bovinos.

De todas maneras, aclaró Amaris Ariza, cumplir con los ciclos de vacunación genera confianza y hace más posibles los mercados exógenos porque se cumple con un requisito fundamental en admisibilidad puesto que hay que tener en cuenta que las exigencias son grandes en el extranjero, pero una vez hecha la tarea, las oportunidades de exportar carne crecen considerablemente.

 

A criterio del productor de ganado Brahman en las versiones gris y rojo, pero igualmente de diversos cruzamientos que lo hacen muy fuerte y todo un referente de levante, ceba y lechería, Colombia debe seguir con las exportaciones de bovinos en pie ya que después de mucho tiempo y grandes esfuerzos, se fueron conquistando unos mercados que no se pueden perder pues si eso pasa otros llegan y ocupan el lugar que con tanta dificultad logró el país ganadero, al que le quedará un lío estimable por caída en las ventas y al país por menos ingreso de divisas y de la riqueza que fomenta el sector pecuario.

Sobre el tema, el prestigioso ganadero manifestó que desde el Gobierno debe actuarse con el mayor cuidado pues quedó claro que parar una exportación y llevar perjuicio a un sector productivo vital como la ganadería, no se puede hacer por decreto o ley. Se mostró en total acuerdo con adelantar los embarques con el mayor cuidado y la rigurosidad del caso para lo cual ya hay vistos buenos tanto del país de origen, para este caso Colombia, como de los destinos que siguen endureciendo sus requerimientos para transportar novillos, pero igual las clausulas en sanidad animal.

A la ganadería le han correspondido y al parecer le vendrán unos tiempos buenos porque el sector tiene muy identificado los puntos en donde se debe mejorar y hacer énfasis con el fin de contar con una ganadería próspera, pero amigable con el medio ambiente. Muy a pesar que 2023 inició con caídas del 25,06 por ciento en las exportaciones del mercado ganadero de carne y leche, hay expectativa por la mejora en la demanda en vista que los precios empezaron a corregirse y el impacto de suministro cedió. Los países que siguen comprando carne colombiana son Rusia, Líbano, Chile, Egipto, Libia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Angola, Jordania, Turquía y Curazao.

 

Mejoramiento genético, un activo de gran valor

 

 

Al avanzar en la plática, el ganadero Rafael Enrique Amaris Ariza, manifestó que afortunadamente durante varios años, en Colombia se ha hecho un juicioso trabajo en mejoramiento genético habida cuenta que se ha sacado buen provecho de las razas Bos Indicus o cebuinas para potenciar cruces con estirpes europeas mejorando la obtención de carne y leche.

Resaltó el rendimiento y éxito logrado con la raza Brahman, tanto gris como rojo, pero igual con linajes de lujo como Gyr, Guzerá o Nelore que han sido razas que han venido entrando con el tiempo al país, haciendo enormes aportes en mejoramiento genético, una apuesta de los empresarios del sector que han invertido en castas puras para optimizar cruces y optimizar los rendimientos en carne y leche.

 

“Es necesario tener claridad en lo que verdaderamente queremos y ser muy conscientes en el trabajo que vamos a hacer o estamos haciendo desde la ganadería, unos menesteres no sujetos al corto plazo que demandan constancia, exploración y mucho esfuerzo para darle el mejor producto a los compradores, especialmente en carne y por ello es perentorio ver los cruces de mejor comportamiento y adaptabilidad en el trópico, unos ganados logrados a partir del mejoramiento, que como ya se ha visto a nivel mundial, son los que garantizan los cortes de carne fina, con alto valor agregado y por consiguiente mucho más rentables. Este tipo de corte de elevada exigencia en los consumidores solo es factible con la genética y para ello está el Brahman que ha mostrado excelentes resultados al ser mezclado con razas Bos Taurus, bien sea para aumentar rendimientos en leche o en carne”, declaró el señor Rafael Enrique Amaris Ariza.

 

Actualmente, Colombia cuenta con ganaderías muy exitosas en Brahman gris, rojo y blanco, más toda una base genética de Cebú que llegó a Colombia en 1913 cuando fueron importados unos ejemplares a Zambrano Bolívar por el señor Adolfo Held, acomodados en predios de la hacienda Jesús del Río.

 

 

Según Amaris Ariza, lo hecho en un comienzo dio muy buenos resultados, aclarando que después, en 1927, desembarcó, oriundo de Brasil un pie de cría Nelore puro liderado por el famoso toro Palomo y cuatro hembras. El hato según la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Cebú, Asocebú, logró catapultarse, de tal manera que en 1957 se contaban 15.000 bovinos entre puros y de alto mestizaje. Lo anterior, apuntó el ganadero, habla bien de lo hecho con los animales ideales para trópico bajo, pues años más adelante el país se fue por la línea de los americanos que fueron los creadores de la raza Brahman, la que ha desarrollado Colombia por varias décadas, lo que le permite al país ser considerado como uno de los de mayor trabajo y población de este tipo de bovino, todo gracias a la labor y el compromiso de Asocebú que se encargó del manejo de los registros del Brahman, pero de otras categorías, verbigracia Gyr, Nelore y Guzerá.

 

“Por el empeño, lo realizado y la disciplina, podemos decir que tenemos el mejor Brahman del mundo”, puntualizó el ganadero.

 

En leche igual, el ganado Cebú ha dado encomiables saltos de calidad porque de las vacas llamadas siete colores que producían entre dos y tres litros por día, se pasó a hembras como el Gyr que producen 15 o más litros, todo en favor del grande, mediano y pequeño productor.

En ese asunto, sostuvo el empresario, el mundo le debe mucho a Brasil que ha sido un país que supo manejar el cebú en todas sus razas, y dentro de eso, con el Gyr, que incursionó hace años en Colombia se pudo hacer cruce con Holstein de donde salió la Girolanda, todo un logro de los genetistas brasileros, que llevó a menores cantidades de vacas por hato a unas, en menor volumen, con mucha más productividad e inobjetablemente con mayor calidad en leche que impactó favorablemente el mercado local.

 

 

Sobre el Fondo Nacional del Ganado en manos de Fedegan, el contertulio acentuó que se ve desde el ente un trabajo intenso en lo educacional, técnico y sanitario, una labor notoria, con un rebaño mucho mayor y de mejores expectativas por lo que pueda solicitar el mundo en proteína. Dijo que el fondo en manos de Fedegan ha mostrado eficiencia y un trabajo que se ve en sanidad animal, vacunación oportuna y asistencia para los ganaderos. La erradicación de la fiebre aftosa, subrayó, no es nada fortuito, no, es el resultado de invertir y hacer las cosas al derecho.

Recordó que cuando se le quitó a Fedegan la administración de los recursos del Fondo Nacional del Ganado, FNG, vino un caos porque llegó la aftosa y el país perdió por un tiempo el estatus sanitario. Hoy con la institucionalidad ganadera manejando la parafiscalidad ganadera retornó la tranquilidad sobretodo en momentos en los que creció el hato y se hace más exigente la vigilancia, la vacunación y los cuidados, unos aspectos que demandan más recursos máxime si se suma todo lo atinente a trazabilidad e inocuidad.

Hay mucho por hacer, señaló el propietario de la Hacienda, Rancho Ariguaní, pero fue consciente que la ganadería no se puede salir de los presupuestos trazados o establecidos por ley de los fondos parafiscales que son determinados por Estado y tienen un monto que no puede ser sobrepasado porque iría en contravía de la legislación, luego el sector sabe que debe ser respetuoso con una responsabilidad encomendada, que tiene todo el blindaje porque quien preside el FNG la ministra de Agricultura, un punto de serenidad como también de consenso, porque los recursos en mención están al servicio de la ganadería nacional, lo que a juicio de Amaris Ariza se está viendo.

Recalcó que la ganadería debe mantener el hato, pero seguir con el mejoramiento genético para procurar razas de mayor calidad y un aumento en productividad. Defendió las razas criollas las que consideró esenciales porque tienen potencial y requieren trabajo y atención pues son visibles los atributos en el Costeño con Cuerno, Romosinuano, Blanco Orejinegro, BON, Hartón del Valle, Casanareño, Velásquez y otras que merecen retoñar.

Hay que precisar que la ganadería se desarrolla en 620.807 predios aproximadamente y contabiliza en promedio 29´642.539 bovinos, un incremento del 1.2 por ciento frente al cierre de 2022. En Colombia la ganadería se concentra principalmente en diez departamentos, Antioquia, Córdoba, Meta, Casanare, Caquetá, Cesar, Santander, Magdalena, Cundinamarca y Bolívar aunque la actividad se da con mucha dinámica en otras regiones como Tolima, Huila, Putumayo, Sucre, Vichada y otras zonas del país en donde hay razas de muy buenas condiciones.

 

Ganado y acordeón

 

 

Rafael Enrique Amaris Ariza nación en San Juan del Cesar, Guajira, un municipio de más de 37.000 habitantes fundado en 1701. Desde la colonia los españoles y americanos sacaron renta de las fértiles tierras y por eso fueron erigidos enormes ranchos o fincas muy apropiadas para la agricultura y la cría de ganado. En tiempos del Magdalena Grande o del Estado Soberano del Magdalena, creado al amparo de la Constitución de 1886 con provincias como Santa Marta, Riohacha y Valledupar, la zona era muy llamativa para las labores agropecuarias. En los inicios del siglo XX San Juan del Cesar fue uno de los lugares más florecientes en su economía, pero con la escisión pasó a comandar la prosperidad en la Guajira.

Por las calles de aquel pueblo afortunado corrió en su infancia y juventud Amaris Ariza, seguramente en ese valle del río Cesar, en medio de las estribaciones de la Sierra Nevada y la solemne Serranía del Perijá, su corazón se aceleró viendo a la bella sanjuanerita, entre las flores de la Guajira, la más divina, blanca como las aguas como la arena de su provincia.

En medio de las vicisitudes políticas y sociales, explicó el empresario, San Juan del Cesar sigue teniendo una notable importancia y un sentido de pertenencia trascendental ya que tiene una sociedad civil muy bien conformada y una entidades con encargo desde donde brota institucionalidad y respeto por la Constitución Política al igual que por los valores y las buenas costumbres, un cúmulo de factores que entrelaza familias y apellidos muy de la región, seguramente con historias fabulosas y ancestrales.

San Juan es de igual manera Cuna de compositores, cantantes, juglares y acordeoneros, igual aflora en una primavera constante la belleza en sus mujeres. Es larga la lista de cantautores y maestros, pero llega a mi mente súbitamente, ese tremendo tema inmortalizado por la voz autorizada de “Poncho” Zuleta “Luna Sanjuanera”, rubricado por Roberto Calderón y tomado como himno del Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata.

 

 

Allí, dicen los wiwa, arhuacos y Kankuamos, todavía canta en las enormes montañas de los esplendorosos sistemas montañosos el Cacique de La Junta Diomedes Díaz, quien sigue en los corazones sanjuaneros como un emblema, como una leyenda.

No sobra decir que el Festival Nacional de Compositores es un evento imperdible puesto que allí se dan cita los mejores exponentes del folclor vallenato, todo un viaje por el pasado en donde en cada estación quedan sonrisas, nostalgias, lágrimas y anhelos por esos amores huraños, unos, negados otros, o simplemente imposibles, los que seguramente eran viables.

En ganadería como en vallenato todo cambia, unos fueron los tiempos de cría, vaquería y corral en medio de las voces y los acordeones de Juancho Polo Valencia, Enrique Díaz, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Leandro Díaz, el Viejo Emiliano Zuleta y muchos exponentes más de la época, a la ganadería de los tiempos de los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Emilio Oviedo, el Binomio de Oro, Diomedes, Silvio Brito, Juan Piña, Iván Villazón, los Hermanos Molina y tantos que fueron saliendo y evolucionando el folclor del Valle del Cacique Upar y sus alrededores que vieron nuevas ganaderías, jugosas inversiones y toda la innovación, sencillamente se dejó la cría vacuna para entrar al mundo empresarial, en donde los conceptos de cría bovina despuntaron, crecieron y se globalizaron sobre el entendido de economías de escala, competitividad, valor agregado, cadenas productivas y responsabilidad ambiental, entre otros.

El sector ganadero, a tono con la cuarta revolución industrial, anotó Amaros Ariza, muestra una tecnología de punta en diversos planos agrícolas y ganaderos que acorta caminos y hace más eficientes las labores agropecuarias, por precisión, autonomía, lectura de suelos y rastreo satelital o vía dron de los ganados. A eso se adicionan los avances en laboratorio y los logros genéticos que siguen multiplicando en una industria muy exigente.

Don Rafael es de una época de parranda vallenata, esa que se disfrutaba más que los incipientes conciertos junto a las familias de la comarca y en santa paz porque imperaba el respeto y el apego a Dios, pero también a la buena música, a los acordeonistas magistrales, a las voces con excepcional registro y desde luego a las letras que cosecharon con manos mágicas y mentes grandilocuentes, los idílicos compositores.

 

Parranda generosa

 

 

Son interminables las narraciones del ganadero Rafael Enrique Amaris Ariza, comentó que era tanta la pasión por las parrandas vallenatas, las que no se programaban ni tenían un día específico en la semana, que él y otros empresarios reunían dinero y mandaban comprar acordeones en Maicao para regalarlos y cultivar talento y folclor, el día de la entrega se establecía casi que al azar para darle comienzo a una parranda de dos, tres o cuatro días.

Cuando eso, rememoró el señor Rafael, no había costo de nada, nadie cobraba, tan solo se disfrutaba del vallenato en armonía y sacando pecho por una música que le puso sello a la región. Cada interpretación iba cargada de mucho cariño y de todo el apego por las gentes buenas de la provincia. “así fue como empezó el vallenato, con parrandas”.

A juzgar por los antecedentes, quienes fundan y hacen grande el vallenato fueron los parranderos, dentro de ellos don Rafael que como decía Diomedes, dejaron el alma en un acordeón.

 

"Se oye un canto en la madrugada, ensenado en la lejanía, entre notas de un acordeón, versos que me parten el alma, han llegado hasta una ventana expresando una gran pasión”

 

Este amable señor, hijo de San Juan del Cesar, cantó en sus momentos, fruto de la euforia y la alegría que producía una voz o un acordeonista de lujo, que en ese momento eran todos, el amor por el vallenato fue y es gigante, su pasión real fue la ganadería, la que le sabe mejor con una buena melodía, de esas que muestran águilas furtivas, mujeres conformes, diosas coronadas, polacas, ríos crecidos, ríos secos y toda una magia macondiana.

Padre de cuatro hijos, don Rafael es un enamorado de la vida, del trabajo y las jornadas en sabana y corral, su “Matilde Lina” es Margarita Gutiérrez de Piñeres de Amaris, una fémina comprometida con el campo, con vena ancestral y descendiente de los dueños de la Hacienda Santa Bárbara de las Cabezas, una monumental propiedad en la Costa Norte adquirida en 1742, con actividad hasta 1942 y que pudo tener 76.000 hectáreas, sin duda de las enormes del Magdalena Grande, nada más y nada menos.

Esta hacienda fue de vocación ganadera y mantiene su ADN porque en ese tiempo participó del activo otra finca igualmente enorme, San José de Mata de Indio, con labores afines y una cría exigente de bovinos que con el tiempo entra a hacer parte de la hacienda Agropecuaria, Rancho Ariguaní, ubicada en Loma Colorada en jurisdicción de Bosconia Cesar.

 

 

Entre ganados, vallenatos y cuitas, don Rafael camina por los valles que reverencian a las sublimes serranías, pletórico de nostalgia porque al mirar picos de montañas, cielos despejados y nubes viajeras, retorna a los tiempos de la niñez, de la juventud y de las parrandas inolvidables, igual mantiene fresco el retrato de Pueblo Bello, Cesar, ese municipio puesto por deidades en la Sierra Nevada de Santa Marta, en donde sus padres tuvieron una casa de campo en donde fueron inolvidables las espléndidas vacaciones, pero igual en el cual se fortaleció una historia que contaría este noble guajiro a través de la agricultura porque fue algodonero y arrocero, hoy sigue muy vigente con palma de aceite y ganadería.

 

“El campo será el arma más poderosa que habrá de aquí en adelante y con referente 2050 porque la ruralidad está llamada a alimentar al mundo, es decir que no habrá necesidad de bombas, misiles o desarrollos bélicos, sencillo, el país que tenga comida es el que va a sobrevivir con su población de la mejor forma posible”, sentenció Amaris Ariza.

 

Hoy este empresario apostó por la palma de aceite y aparte de siembras tiene una extractora y es socio de una planta de biodiesel, un complemento que le permite seguir activo en el campo, fomentando empleo y tejido social, algo que crecerá si llegan a buen puerto unos proyectos que dependen de las garantías que dé el ejecutivo para seguir invirtiendo en el campo.

Por haber tenido tantas satisfacciones en la vida, Rafael Enrique Amaris Ariza no escoge entre agricultura o ganadería porque las dos han sido el perfecto complemento y además la fuente de ingreso para el bienestar y desarrollo de la familia, un patrimonio construido a fuerza de trabajar y sacrificar sobre unos pilares campesinos que adquirieron conocimiento y apego por la tierra y la productividad, eso sí, en tiempos en que no existía nada, ni energía eléctrica, menos vías, tampoco comunicación, fueron los momentos estelares del burro, la mula y el caballo, igual del toldillo porque quien no lo usaba donaba sangre a los inagotables e insaciables zancudos, los que trasnocharon e hicieron llorar a muchos cuando no llegaba ni siquiera el vetusto Menticol.

El tema se sintetiza en una frase obvia, en medio de la imposibilidad y de los más inexorables retos, el amor y el compromiso todo lo puede, un niño campesino no solo sembró o engordó ganados, no, miró más arriba, aprendió de la vida y llegó muy lejos, siendo miembro de diferentes juntas directivas de agremiaciones agrícolas y ganaderas trascendentales en el desarrollo rural. Una historia grata que empezó en San Juan del Cesar, Guajira, según la autoridad turística uno de los pueblos que enamoran.

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