Llegamos al municipio de Turmequé sobre las once de la mañana, el cielo azul estaba despejado y los campesinos buscaban sombra o refrescos en los negocios ubicados en el marco de la plaza en dónde se alza imponente y hermosa una iglesia, punto de encuentro de la comunidad católica que es prácticamente toda. El clima se hace más insoportable, el sol brilla y envía ráfagas de calor que son insoportables en este municipio boyacense de tierra fría, pero golpeado por el cambio climático y hecho trizas por el fenómeno de El Niño que está en boga.
El astro rey hace que la estatua dorada de uno de los caciques más famosos brille con más fuerza y resalte la importancia de la familia Muisca.
Como pasa en todos los municipios, hay problemas, no hay conformismo con lo que se hace desde el ejecutivo y muchos critican las gestiones de los nuevos mandatarios que se hicieron elegir y se alejaron de las comunidades.
Un caso muy particular pasa en la muy bonita Turmequé, población de Boyacá, sito que quedó marcado por la huella de esa tierra precolombiana, la misma del ADN aborigen que es motivo de orgullo de toda una población. Allí el Alcalde es amigo de todos y a decir verdad, la gente se siente muy identificada con él y con su proyecto de gobierno. Quizás eso pasa porque el mandatario supo entender que los grandes líos de su comunidad están en la ruralidad, como también comprende que la solución está en ese mismo escenario.
El Alcalde de Turmequé, Geovani Vela, habló con Diariolaeconomia.com y aseguró que la población pasa por serias dificultades como consecuencia de la crisis agropecuaria de la cual no escapan los productores que ya han visto perder cosechas y rendimientos en leche.
Aseguró que la realidad del campo en su jurisdicción se resume fácilmente en una palabra, quiebra, lo cual es muy delicado si se tiene en cuenta que el noventa por ciento de la población vive de lo que da la tierra.
El sector agropecuario es la principal variable de desarrollo económico y por eso hoy con cargo al fenómeno de El Niño y a otros factores de índole gubernamental, hay una problemática que tiende a agravarse por los tratados de libre comercio así como por las expectativas que hay en comercialización e intermediación.
“No podemos decir mentiras ni llamarnos a engaños, el campo está muy abandonado y muestra de ello es que de los últimos diez años, siete han sido de total pérdida lo cual se refleja en la situación socioeconómica del municipio”, indicó el Alcalde de Turmequé.
Lo que acontece en Turmequé es una radiografía de lo que pasa en Colombia y por ello ir a este municipio fue vital porque el ministerio de Agricultura, la Presidencia de la República y las fuerzas vivas se darán cuenta que hay serios inconvenientes en el campo que tienen amenazada la seguridad alimentaria de los colombianos con el agravante que la situación rural se mira con desdén y poco aprecio.
Los campesinos de Turmequé viven de la agricultura, de la ganadería, de las frutas y de la horticultura, pero por el clima han tenido que afrontar una serie de contingencias que tienen diezmada la utilidad. En algunas veredas hay reportes de pérdida total en los cultivos, pero aún no se ha cuantificado el daño real, sin embargo hay problemas con siembras de papa, arveja, frijol y frutas.
La situación ha hecho que el municipio se articule con el ministerio de Agricultura para llevar ayuda a los productores de leche los cuales están recibiendo un ensilaje que lamentablemente no es suficiente. Las ayudas llegan también de la Oficina de Gestión de Riegos y de la Gobernación de Boyacá.
Calificó las ayudas como paliativos que no serán suficientes ante la magnitud del problema en vista que la sequía ha sido inexorable. En materia de ensilaje fue entregado un contingente de 140 toneladas a los ganaderos de manera gratuita y se espera otro de 300 toneladas para abril pues el ganado necesita alimento y suplemento.
La población de Turmequé cuenta hoy con 7.200 habitantes, pero esta población bajó en los últimos años por cuanto contaba 14.000 habitantes que se fueron atraídos o absorbidos por cascos urbanos de mucha importancia como Tunja o Bogotá. La emigración masiva se dio y se sigue dando en las personas más jóvenes que estaban destinadas al trabajo rural, pero que decidieron la vida metropolitana agudizando el problema del campo en el mediano y largo plazo porque la población adulta y adulta mayor es la que sigue sembrando, es decir que el cambio generacional de la agricultura está en veremos porque se invirtió la pirámide poblacional.
Dijo que si bien hay una mixtura que golpea al campo, lo cierto es que hay todo un contexto macroeconómico que no ayuda y que caso contrario perjudica las variables de la ruralidad. Agregó que no se explica cómo en los últimos años, desde la apertura económica de 1991, fueron importadas más de siete millones de toneladas de alimentos anuales, aspecto muy grave para el campo y el agro-negocio.
El TLC no es una puerta, es un problema
Según el Alcalde de Turmequé, Geovani Vela, el tratado de libre comercio con Estados Unidos y los demás ya en vigor fueron una tragedia para el campo colombiano porque el gobierno en las llamadas negociaciones entregó prácticamente todo y permitió la importación de alimentos con lo cual se dañó el negocio en Colombia y con ello el crecimiento económico, el ingreso y desde luego la demanda de bienes y servicios.
“Nosotros pensábamos que íbamos a inundar a Estados Unidos con uchuvas, arándonos, fresas, otras frutas, alimentos y hasta llaveros dentro del mercado de la nostalgia, pero hoy la realidad es otra, no es conveniente y literalmente estamos por fuera del llavero.
Dijo que medidas como el TLC prácticamente tienen el campo condenado a desaparecer tal y como lo reveló el censo agropecuario que da cuenta de la precarización campesina y del aumento en la concentración de la tierra. Expuso que cualquier gobierno se espanta con una cifra o un estudio que señala que después de 50 años el campo colombiano no creció sino que por el contrario retrocedió.
Vela añadió que el escenario es aún más lamentable porque muchas fincas dejaron su vocación productiva para transformarse en sitios de descanso, condominios o en suelos para urbanizar. Dijo que ese fenómeno es muy visible en las zonas lecheras del Valle de Ubaté en dónde el 45 por ciento de los hatos dejaron el pasto y la producción lechera por el cemento y los ladrillos. Paralelo a este fenómeno está el hecho que con los cambios o los giros del Plan de Ordenamiento Territorial, ahora un campesino que ordeña vacas debe pagar servicios públicos al mismo nivel que el dueño del apartamento que se construyó en la otrora finca.
“Hoy tenemos problemas difíciles de resolver en materia de soberanía alimentaria, hay banca rota en el campo y el asunto contrario a lo que uno podría pensar está empeorando”, declaró.
Dentro de las soluciones anotó Vela, deben venir medidas coyunturales y estructurales, pero sostuvo que para que las medidas que vengan surtan efecto debe plantearse una disposición de coyuntura que dirija la evolución rural y la replantee sobre la base de un cambio en el modelo económico sin que esto implique volcarse al comunismo, al socialismo o a cualquier modelo que no sea benéfico. Precisó que por ejemplo Estados Unidos y otros países de Europa y Asia tienen sistemas de economía que son bastante progresistas y de avanzada sin entrar en el cuento marxista, pero tampoco cometiendo el error de matricular sus economías en el temible Consenso de Washington, el mismo que tiene Colombia y otras naciones de la región a dónde va con órdenes el Fondo Monetario Internacional, FMI.
El gobierno no entendió en su momento, pero debe entender hoy que el entorno macroeconómico no es viable y que competir con Estados Unidos es un imposible si se tiene en cuenta que ese país invierte más de 100.000 millones de dólares en subsidios para su sector agrícola.
“Mientras Colombia no busque medidas que blinden al sector productivo no será posible competir ni con asociatividad, ni con cooperativas ni con ningún esquema, sencillamente porque el precio del producto extranjero entra a más bajo costo reventando nuestros precios. Nosotros tuvimos la experiencia con la mermelada de mora que la fabricábamos a un precio de 2.800 pesos para que fuera rentable, pero la importada entraba a 1.800 pesos, eso se vino a pique por no tener en cuenta la variable estructural que es el asunto macroeconómico. No contemplamos ayudas,
amparos estatales de la competencia y por eso si no hay una verdadera política para el campo, este tiene su futuro muy opaco”, dijo Vela.
Aseguró que con el TLC Colombia quedó expuesta a las medidas antidumping así como a los vaivenes de la tasa de cambio lo cual no es sano porque genera incertidumbre y poca confiabilidad.
Un país que desconecta el agro es estúpido
A criterio del Alcalde de Turmequé, Geovani Vela, no cabe duda que un país que desconecta su agricultura es un país estúpido y carente de sentido común porque el hoy y el futuro del mundo se regirá por quien más tenga reservas de agua y alimentos, ni el petróleo ni las piedras preciosas llenarán estómagos y quien no cuente con su alacena llena estará condenado a desaparecer.
Dijo que es necesario trabajar en un desarrollo sostenible y no pecando en concentrar todo el esfuerzo y los recursos en la minería y el petróleo porque pasará lo que ya pasó, vendrá no solo una quiebra fiscal sino un problema grave de alimentación de la población.
“Hay casos complejos en el vecindario, hay ejemplos que debemos ver y es que algunos países de la región desactivaron su productividad agropecuaria y hoy están desabastecidos y con serios problemas de nutrición. Otro ejemplo es que en el norte de África hubo una producción de trigo importantísima, hoy con el libre comercio ya no se siembra el cereal y hay todo tipo de problemas, para no ir tan lejos miremos los casos de hambre del Chocó o de la Guajira”, comentó.
Recalcó que si no hay un cambio en el modelo económico, muy a la colombiana y sobre la base de la producción agropecuaria, será imposible tener un país viable y próspero porque la única opción de crecer en el mercado doméstico y en el internacional está en los alimentos, pero con una política de estado para el campo, es decir con productividad, competitividad, sanidad, buenas prácticas, inocuidad y créditos blandos entre otras soluciones.
“Quienes hemos tenido una voz crítica o hemos expuesto inconformismo con las políticas del gobierno fuimos tildados de marxistas, de comunistas y hasta de guerrilleros. El gobierno, y lo digo en este medio, debe saber que en nosotros tiene un aliado, pero en la medida en que haga las cosas bien y pensando en bienestar, soberanía y futuro para todos. Nosotros tan solo pedimos condiciones mínimas de producción y queremos política, que de hecho la hay, pero no para el servicio de los productores”, apuntó.
Expuso el alcalde que muchos desde el gobierno y el Congreso miran al sector primario como una peste o una plaga con el agravante que se cumple una de las teorías de Sócrates en el sentido que el hecho de desentenderse de las políticas es se dejarse gobernar por los peores hombres. Aseveró que el problema de Colombia no lo es tanto el hambre, la corrupción y el abandono que de hecho son gravísimos, sino la falta de un cambio en la política que le devuelva protagonismo al campo, a las industrias y a los trabajadores
Deploró todo el proceso de marchitamiento del campo y el poco aprovechamiento de situaciones como el vanguardismo, toda vez que Colombia fue el primer país en importar maquinaria para optimizar las siembras y el proceso del trigo. En la década de los setenta dijo, Colombia se codeaba con los más fuertes productores, pero con el cambio Constitucional de 1991 se desmontó el aparato productivo y se le dio vía libre a la apertura económica, en ese momento el país pasó de la gloria al infierno. “Todo esto demuestra que vamos por el sendero equivocado, que no se caminó por la ruta correcta”.
Sobre la negociación de paz, el Alcalde dijo que es anhelo suyo y el de la comunidad de Turmequé tener un país en paz y productivo, pero dijo que será muy complicado tener paz con el actual modelo económico el cual es excluyente y maltratador.
“Colombia Siembra puede ser una buena herramienta, pero si hay equivocaciones puede dejar a más de uno quebrado” concluyó Vela.
Las voces de la vereda
Salimos para una de las veredas de Turmequé, puntualmente para Teguaneque. Hay que decir que el paisaje verde de esta tierra es relajante y toda una terapia para el espíritu.
Se observan montañas sembradas con árboles y unos valles extensos listos para la agricultura, de todas maneras hay preocupación porque se nota que el pasto amarillo y quemado por el sol ha mermado la producción de alimentos, ha dañado otras y tiene la ganadería de leche en veremos.
En un rancho construido con bloques de adobe, ya viejo y deteriorado que deja ver que con los golpes se fue desmoronando hasta permitir ver los trozos de paja y matorral que tenían la arcilla en el momento de sus moldeado y secado, van legando varios labriegos para hablar de la situación campesina y productiva la cual califican de muy grave.
Bajo unas tejas de lámina, ya opacas y oxidadas tras muchos veranos y aguaceros, los abrigados hombres del campo precisaron que están nostálgicos porque sienten que el campo está en sus últimas etapas productivas y aseguraron que no ven luz al final del túnel.
Henry Moreno, es un campesino nacido hace 52 años en Turmequé y dice que con el verano se está trabajando a pérdida como es el caso de la papa y los frutales. Las curubas, tomates, la gulupa, la manzana y la pera no salen o pierden su calidad porque no ha llovido en meses y las siembras prácticamente se perdieron.
Lo poco que sale del campo lo pagan al precio que quieren en las centrales de abastos lo que quiere decir que estamos trabajando a pérdida y allí el negocio le queda al intermediario porque ni siquiera gana el consumidor.
En medio del frío más intenso, llueva truene o relampaguee, don Henry se levanta de su cama a las cuatro de la mañana a sembrar, a arar o a lo que le toque, lo triste de tanto esfuerzo es que no gana mucha plata sostener a su familia compuesta por su esposa y cinco hijos. Este hombre se queja de la falta de dinero o de un sueldo que le permita vivir tranquilo para cubrir necesidades básicas.
“Yo le pido al Gobierno que le ponga más atención al campo porque los que estamos en esta vereda somos prácticamente los de la tercera edad los jóvenes se están yendo para las ciudades y no hay quien trabaje, somos pocos los que estamos en el campo”, dijo el señor Moreno.
Precisó que la agricultura fue mucho más rentable antes de la apertura económica y afirmó que esos fueron buenos tiempos porque había buenas cosechas y la vida era más llevable, de todas maneras dice que la vida del campesino ha sido muy dura y poco reconocida.
Cambiamos de tercio y charlamos con Olivo Ureta, otro campesino curtido en los menesteres del agro. Empezó a trabajar casi a los diez años y desde entonces no sabe hacer otra cosa que meter las manos en la tierra para sembrar o recoger cosechas.
Tiene 40 años y lleva 30 trabajando en los campos después de aprender esas labores de su señor padre. Aclaró que los TLC no son vistos con buenos ojos por el campesino y dijo que por fortuna el labriego cuenta con el pan coger con lo cual asegura su alimentación y evita que este pase hambre.
“Necesitamos que nos ayuden y nos colaboren desde el gobierno porque esta sequía fue muy brava y nos dejó mal, muy mal”, afirmó Ureta.
Consideró que la paz es viable y deseable, pero fue claro al decir que si el país quiere paz debe invertir muchos recursos en el campo porque solo con trabajo y sembrando alimentos y vida es posible que muchos dejen las armas. Aseguró que ya hoy existe un problema por la falta de gente para el campo, pero vaticinó momentos muy difíciles a futuro cuando los que comen en las grandes ciudades vean los campos totalmente vacíos.
Cuestionó el hecho que el Gobierno ayude más a quienes tienen dinero que a los campesinos que son ni más ni menos que la base de la economía campesina. Hay que dejar de ayudar con más subsidios a los que reciben ayudas, a los que tienen ingresos o pensión, la ayuda debe ser para ese labriego pobre que ni siquiera pide plata de Familias en Acción porque afortunadamente sabe trabajar para vivir.
Un poco tímido y con una voz algo escondida, don Hernán Muñoz, dijo que lleva toda su vida en el campo. Dijo que los habitantes de la vereda siempre han vivido de la agricultura y de la ganadería, actividades hoy en mala condición por el intenso verano.
“Ahora mismo las vaquitas no están dando leche porque los pastos no están buenos y eso nos tiene perjudicados y pidiéndole ayuda al gobierno”, adujo.
Este hombre que no sabe a qué más temerle, si al TLC o al clima, anota que cualquiera de los dos conduce rápido y sin piedad a la ruina.
La población de Turmequé fue fundada el 20 de junio de 1537 por el adelantado, Gonzalo Jiménez de Quesada quien tomó estas tierras para la corona española. Su nombre viene del vocablo Rurmequé que en el idioma Muiscal significa “Jefe Vigoroso”, también se le conoce como“Valle de las Trompetas”. Algunos dicen que se le daba este significado por la flor de borrachero y otros historiadores aseguran que el terminó lo inspiró las trompetas que fabricaban los españoles y que hacían sonar para espantar a los curiosos indígenas.
Este municipio hace parte de la provincia de Márquez y se caracteriza por su potencial agropecuario, además por la historia que guardan sus verdes y fértiles montañas. Fue una aldea tributaria del Zaque de Hunza que siempre disfrutó de la calidad de sus tierras. Turmequé fue uno de los asentamientos indígenas más importantes.
En Turmequé nació el juego popular conocido como tejo y dicen los que han averiguado sobre la cultura prehispánica que este deporte empezó de manera exclusiva para las mujeres que debían introducir un disco de oro en una vara. La ganadora, aseguran, se llevaba el premio mayor, era desposada por el cacique o el Zipa.
Don Diego de Torres es su personaje más ilustre en vista que era hijo de padre español y de madre aborigen. Fue un defensor de los derechos indígenas y redactó un memorial de agravios para reivindicar los derechos de las comunidades indígenas. Fue educado en España y murió en el exilio.
Esta es la población de Turmequé la tierra de la papa, las habas, el maíz, el frijol, la cebolla, la arveja, el trigo, la cebada y frutas de todo tipo. En este municipio sus personas buenas, se santiguan frente a la parroquia y le piden a Dios todo poderoso que les devuelva lo que tanto necesitan la fe y el agua.