Sábado, 19 Junio 2021 00:40

Geopolítica hace que en comercio todo sea incierto: Leonardo Sicard Abad

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Geopolítica hace que en comercio todo sea incierto: Leonardo Sicard Abad Imagen de Hamuraj en Pixabay

Quién fuera otrora, director del Incomex, indicó que los pasos que se han dado en apertura de mercados son admirables porque abren el relicario de opciones para Colombia.

Si bien es cierto que Colombia ha ganado terreno importante en materia de comercio exterior, también es incuestionable que hubo entidades y personas pioneras claves en esa misión de abrir el camino para que el país entrara a las grandes ligas de los mercados y de la globalización.

Anteriormente el gobierno de Bogotá tan solo se ocupaba de la Comunidad Andina de Naciones, de la papa caliente que implicaba el Arancel Externo Común y de observar procesos de integración como el CAFTA y el NAFTA, pero igual de todo el reacomodamiento europeo cuando optó por afianzar un bloque económico y político con una moneda única, el Euro.

En medio de ese viaje en el vetusto tren del recuerdo llega el Instituto Colombiano de Comercio Exterior, Incomex, entidad creada el cuatro de diciembre de 1968 gracias a la iniciativa que existió al interior del gobierno del entonces Presidente de la República Carlos Lleras Restrepo, que lo erigió, dejándolo como el bordón de desarrollo a partir de las importaciones y las exportaciones.

En el momento de su liquidación, que hizo parte de la famosa reestructuración del estado, el Incomex contaba con 18 oficinas a lo largo y ancho del país, 13 de ellas pasaron al ministerio de Comercio Exterior y cinco sedes fueron suprimidas. Los expertos aseguran que acabar el instituto costó en promedio mil millones de pesos.

La entidad que pasó a los anales de la historia en el inicio del milenio, en pleno 2000 tras operar por espacio de 32 años llevó a cabo numerosos programas y estrategias entre los que se contaban el Plan Vallejo, una herramienta de desarrollo económico que le permitía a los empresarios importar materias primas, insumos y bienes de capital, totalmente libres de derechos aduaneros, todo a cambio de exportaciones equivalentes. El creador de dicho plan fue el eterno ministro Joaquín Vallejo Arbeláez, el empresario y economista que estuvo al servicio de la Junta Militar.

En estos tiempos en los que el comercio avanzó hacia la globalización económica hay cientos de temas que engrosan la agenda colombiana y uno de ellos tiene que ver sin duda alguna con los acontecimientos en el planeta, sus impactos y sus repercusiones en el modelo de economía abierta, entre otras cosas, el punto final a la Guerra Fría.

 

Leonardo Sicard Abad

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el exdirector del Incomex, Leonardo Sicard Abad, indicó que, sin vacilación alguna, la geopolítica hace que en el mercado globalizado reine la incertidumbre y que todo sea incierto porque los países y el mundo van direccionándose hacia donde apunten los efectos de la geografía humana y la física sobre la política y las relaciones internacionales.

El tema es trascendental, puntualizó el profesional en comercio internacional, porque la geografía política muestra escenarios variables en los países que hoy pueden comercialmente estar abiertos y mañana completamente cerrados, todo de acuerdo con quienes los gobiernen, al criterio que tenga el mandatario sobre el manejo de la economía y la internacionalización.

La geopolítica, expresó Sicard Abad, cambio de manera tajante las condiciones, algo que va a pasar muy seguramente con la Alianza del Pacífico en este momento de cambios y mentalidades contrarias al engranaje de la política económica y comercial.

Un análisis para considerarse, repisó Sicard, es la susceptibilidad del mercado o los mercados a los virajes políticos. Un ejemplo claro, insistió, es la Alianza del Pacífico, hoy en medio de la incertidumbre porque con la llegada del nuevo presidente, no hay certeza de que las cosas sigan fluyendo como pasó años atrás cuando la clave del desarrollo peruano estaba fincado en la globalización de sus productos.

 

“En cuestión de segundos y por efectos políticos, el tema comercial puede cambiar completamente y uno no sabe que pueda pasar en Colombia de aquí a mañana porque si el país cambia su dinámica y quien llegue al poder tiene otra concepción sobre la política comercial, todo puede dar la vuelta lo cual conlleva a echar para atrás, a renegociar y a retomar muchas cosas, pero ese es el ciclo de la economía y la política, todo con sus efectos e impactos”, declaró el señor Sicard Abad.

 

La situación es deplorable desde la observación hecha por quien fuera exitoso director del Incomex, porque al cambiar el rumbo de Perú al interior de la promisoria Alianza del Pacífico, se desmoronan las perspectivas frente a lo que pudo haber sido el reemplazo de la querida Comunidad Andina, que tanto tiempo duró, y en donde muchos trabajos se hicieron, pero con temas como Venezuela y Ecuador se fue atomizando, obligando a Colombia a buscar otros horizontes, que aparecieron con la sonada Alianza que hoy con los cambios esperados en Perú, se hacen ilusiones y sin saber a dónde irá a parar todo.

Todo ese contexto, precisó el experto, exige que, a nivel interno, el país adelante una política clara y coherente en materia de infraestructura, así como de competitividad, todo acompañado de un programa de subsidios, que facilite el traslado de las políticas externas a las internas de comercio en un momento dado, sin que eso conlleve a cerrar el país pues de ser así sería, a criterio de Sicard Abad, un completo fracaso.

 

Los momentos de comercio con Venezuela fueron inolvidables

 

Imagen tomada de Vanguardia

 

Un instante grato en la vida comercial y bilateral de Colombia fue el que experimentó con Venezuela. El socio natural al que se abastecía por sumas importantes que empujaban el crecimiento económico y la dinámica productiva.

Venezuela llegó a ser el segundo socio comercial y casi el primero en ocasiones porque las exportaciones anuales sumaban 5.000 millones y al cierre de la etapa de intercambio más de 7.000 millones de dólares, una bendición que le permitió a los productores colombianos poner producto y proyectar mejores ejercicios económicos.

Para Leonardo Sicard Abad, la pérdida del comercio exterior con Venezuela implicó un revés de lado y lado de la frontera, toda vez que Colombia se apartó del mejor cliente en la región y Venezuela perdió un abastecimiento seguro, fresco y de primera calidad. Era, dijo, un mercado complementario e ideal porque movía industria y agricultura.

Evocó que en los buenos tiempos hubo un trabajo intenso en programas para la operación en frontera del comercio, todo un plan de facilitación que afianzaba esquemas de integración y articulación.

 

Recuerdo que por allá en 1988 o 1989, la Comunidad Europea nos hizo una invitación a varios organismos públicos y privados de Colombia para conocer el comercio fronterizo en el Viejo Mundo. Nunca olvidaré la manera vertiginosa como fluía el comercio que en su momento era una pretensión de la Comunidad Andina que buscaba destrabar los pasos fronterizos, a tal punto que hubo reciprocidad en el trabajo y entre transportadores que dejaban ver camiones de un país a otro, con un sistema logístico antiguo, pero de alguna manera atractivo por algunas cosas que pasaron en el momento”, comentó Leonardo Sicard Abad.

 

Otra imagen que le quedó plasmada en la mente al reconocido docto en comercio exterior, fue la frontera de Colombia y Venezuela en Cúcuta en donde las filas de camiones de un país a otro en los puentes internacionales Simón Bolívar o Francisco de Paula Santander, eran interminables, dejando ver un comercio potente y bastante rentable por lo que implicaba, no solo en lo económico sino en el frente social.

Dijo que aquí nuevamente hay una tesis sustentada que la geopolítica cambia los manejos y los momentos. Hoy, agregó, el país está dependiendo de una adecuada preparación académica para que los jóvenes de hoy le den una verdadera ruta al comercio internacional del futuro. Un anhelo de Leonardo Sicard Abad, un célebre y acreditado hombre del comercio exterior, es que las cosas cambien para bien en favor de Colombia y de la región porque hay de por medio seres humanos, sueños y esperanzas.

 

Colombia, un comercio con cuitas regionales

 

 

Después de la caída del muro de Berlín en diciembre nueve de 1989 y del gran salto a la economía capitalista China iniciada por Deng Xiaoping y llevada a la práctica en 1977, el llamado arquitecto general de la reforma y la apertura de china, el mundo empezó a inyectar nuevos cambios que con los años darían de qué hablar. A todo lo anterior se suma la Perestroika o reforma económica, reservada para el desarrollo de una nueva estructura intrínseca en la Unión Soviética. Con la iniciativa del líder Mijaíl Gorbachov en 1985, Rusia recupera su nombre e ingresa a un contexto de economía de mercado que bien acompañó de tecnología, innovación y propuestas mercantiles, gracias a las gigantes reservas de petróleo y a otros potenciales expresados en el sector agropecuario.

En esos momentos, Colombia y la región ya registraban un comercio, de alguna manera incipiente y basado en las políticas de la Comunidad Andina, anteriormente Pacto Andino que fue fundado en 1969 en cumplimiento de la Junta del Acuerdo de Cartagena. Esta fue una instancia jurídica que nació con los claros objetivos de promover el desarrollo equilibrado y armónico de los países miembros, en su momento, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia. Venezuela ingresó en 1973, luego de muchas vicisitudes y acontecimientos políticos la Comunidad se fue evaporando y hoy la conforman Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú que siguen luchando para alcanzar metas afines y en beneficio de la región, pese a los nuevos retos que impone la globalización y las nuevas políticas proteccionistas.

El experto en mercados internacionales manifestó que en esos momentos del comercio en pañales, ya se trabajaba de cara al futuro y por ello eran abordados temas como el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, GATT, el G-2, asuntos de origen y otros que desprendían de ejemplos grandes de integración como lo fue en su momento la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA, que entró en vigor el primero de enero de 1994 y otros que eran un referente para Colombia.

En opinión de Sicard Abad, hay un tema actual, y es que no se le quiso dar la fuerza y la debida continuidad a las negociaciones bilaterales, multilaterales o a los mismos tratados de libre comercio, decisión que se dio, posiblemente, para potenciar los actuales convenios rubricados por Colombia porque claramente se ve que unos sirvieron, otros no fueron aprovechados y que el país estuvo marcado por firmar muchos acuerdos de comercio, pero sin concentrase en algunos específicos, de todas maneras, expuso, en el actual Gobierno, ya de salida, la política fue no más TLC, y en cambio se inclinó por aprovechar y avanzar en los ya existentes que inclusive demandaban fortalecimiento.

A criterio del también ex director de la Zona Franca de Bogotá, antes las circunstancias y todos esos embrollos en Colombia y el mundo, los TLC han estado quietos, sin mayores avances y carentes de la dinámica que de los pactos se esperaba.

 

“Este no es un caso netamente colombiano, igual sucede en el mundo y basta ver a Estados Unidos con las políticas que llegó a tener el presidente Donald Trump e incluso las actuales del Presidente Joe Biden, posiciones que llevaron a replantear y a hacer cambios en el tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, que eventualmente podría ser nuevamente examinado. Lo propio pasa con los países de la Alianza del Pacífico que después de firmar acuerdos, quedan supeditados a temas políticos, dejando por debajo el interés comercial, una realidad que hace extrañar el comercio exterior de vieja data cuando el abordaje era técnico, origen, Arancel Externo Común, cláusulas de salida en los tratados, dumping, comercio desleal y muchas otras cosas que siguen existiendo, pero que ya no son tan profundas en su desarrollo como lo fueron en su momento, todo por la agenda política del mundo actual y obviamente con el mismo entorno en Colombia agregando pandemia, sin dejar la coyuntura regional y su reacondicionamiento democrático e ideológico”, señaló el conocedor en temas de comercio.

 

Las épocas del Incomex, insistió, llegaron a ser maravillosas desde el punto de vista del verdadero comercio internacional, pero apuntó que es optimista porque vuelvan los años dorados, cuando hayan pasado los líos de moda y demás, abriéndole paso nuevos aires políticos en los países del continente y así apostar por una verdadera competitividad para poder, por lo menos, hacer goce y uso de los tratados de libre comercio que tiene Colombia hoy en día, y que las exportaciones locales, producto de nuevos lineamientos, tengan la posibilidad de llegar a esos mercados, favoreciéndose con los arreglos y reglamentos que se hicieron, muchos que no se aplicaron y otro tanto que no se están aplicando. El análisis del ayer y el hoy en el escenario comercial, afirmó Sicard, trae una nostalgia apenas consecuente, que hacen parte de la dinámica del mundo y de los ciclos económicos y de corte político que van y vienen.

En su mirada a la globalización, consideró que ni Colombia ni ningún país puede o debe estar cerrado ya que, con la nueva propuesta comercial, llena de oportunidades y de intercambio resulta muy conveniente estar abiertos y creciendo en competitividad. Manifestó que hay expectativa e incertidumbre por la manera cómo lleguen los nuevos gobiernos a Latinoamérica, de los cuales espera no arriben con el candado en la mano para cerrar las economías.

 

El comercio es viable con obras públicas y competitividad

 

 

Cuando se habla de TLC, por lo general hay quienes critican la manera o la forma como los convenios fueron negociados porque dejaron a muchos sectores al borde de la quiebra y su total desaparición como los subsectores agropecuarios. Pero tal y cómo reza el dicho a papaya puesta, papaya partida, algunos muestran errores e incumplimientos por lo pactado en la agenda interna de competitividad y por todo lo dicho en el inolvidable para muchos, cuarto de al lado. Después del gran negocio, Colombia se conformó con la firma y siguió con unas vías lamentables, un campo desconectado y todo un retraso alarmante, en síntesis, el país mató el tigre y se asustó con el cuero, por usar otro adagio popular. Sobre ese particular, Sicard Abad, dijo que indudablemente el país se quedó en temas relevantes como infraestructura, vías secundarias y terciarias, logística y facilitación del comercio internacional. Además de ello no hubo un desarrollo vertiginoso de un sistema multimodal de transporte que pusiera trenes y vías fluviales a mover el comercio y el progreso del país.

Opinó que para alcanzar niveles elevados de competitividad, el país debe retomar la agenda y entrar por la senda de una infraestructura adecuada lo cual demanda puertos mucho más eficientes, ferrocarriles y barcos que le den celeridad al comercio local y al que tiene como destino los muelles del mundo. El debate no es mínimo, aseveró, porque están de por medio almacenes y centros de acopio, instalaciones de muy alto perfil para poder proyectar exportaciones e importaciones.

 

“Una medida que desde la tribuna pública y privada pide el país a gritos, en aras de facilitar el comercio, pasa por la simplificación de procedimientos para que no haya tanto problema a la hora de obtener permisos, autorizaciones y demás. Ese será un juego eterno porque lo difícil para un estado y un gobierno de turno, es guardar ese equilibrio entre el control y la facilitación, Colombia tiene ese gran problema generado por prácticas irregulares de comercio exterior, lo cual invita a ser muy coherente y preservar esa proporción”, dijo el ex director del recordado Incomex.

 

En la parte agrícola, el versado precisó, que existen asuntos por replantear porque las condiciones cambian, y dijo que debe tenerse en cuenta la nueva forma de negociar alimentos producidos a gran escala, terminando en commodities y todo un vaivén de medidas que hacen que las preferencias otorgadas a un país lastimen la economía local. Es allí, subrayó, en donde hay que saber buscar el equilibrio, manejar las simetrías existentes y todo lo concerniente a la protección sin que se llegue al extremo de la industria nacional, razón por la cual se hace urgente manejar escenarios de apertura y blindaje, todo, guardadas las proporciones.

El análisis de Sicard dice que si hay algo por revisar tiene que ver con temas de origen, sobre-aranceles y muchos otros aspectos que pueden ayudar para que el sector agrícola salga adelante en un contexto de comercio internacional. Un norte que no puede perder el agro es el valor agregado que exige el país y el mundo, lo cual debe ir acompañado de una sólida y audaz agroindustria, toda una complementación de los sectores empresariales con la producción primaria, que de hacerse bien, abre muchas oportunidades para quien cultiva o vive de la ruralidad.

Conceptuó que las importaciones no deben satanizarse ni cuestionarse porque per se, no son malas y caso opuesto son adecuadas porque permiten internar bienes o alimentos que el país no tiene por diversos aspectos, entre ellos habida cuenta que no hay capacidad productiva. Otro análisis, es que para poder llegar a un producto final, hay industrias que necesitan materia prima importada o bienes de capital, igualmente adquiridos en el mercado internacional lo cual indica progreso y que las cosas se están haciendo bien porque hay a la mano verdaderas herramientas, todo un equilibrio.

 

Un gran logro, desnarcotizar la agenda comercial

 

Imagen de Hessel Visser en Pixabay

 

Sí algo importante consiguió el país matriculándose en los grandes mercados fue quitarle ese estigma a la producción nacional y desnarcotizar una agenda que estaba ceñida a la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga, ATPDEA, un mecanismo que autorizaba el acceso de productos libres de aranceles a una extensa lista de bienes con oferta exportable.

Hubo momentos de cambiar el rumbo del comercio en la región, ampliando de hecho el radio del comercio lo cual le dio alas al Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Llegó el asunto de negocios con Estados Unidos que ya no era con el narcotráfico en la mira sino un interés totalmente comercial.

Por fortuna, señaló Sicard Abad, el narcotráfico dejó de ser un asunto de primera línea, el país estaba distraído y pudo, sin bajar la guardia en la lucha contra los cultivos ilícitos, entrar en otra tónica, totalmente de mercados, dejando atrás la cooperación y las ayudas enfocadas en la erradicación de las drogas. Aseguró que la agenda dio un giro, el tema comercial fluyó tras largas jornadas y arduos trabajos, sin embargo, reconoció que fue posible separar dos temas importantes, pero totalmente opuestos.

 

“Vino la negociación del G-3 cuando México, Colombia y Venezuela, un ejercicio interesantísimo porque era espectacular tres grandes países en su momento, negociando en bloque al unísono. Todos esos temas desnarcotizaron la agenda en un momento trascendental”, expuso el conspicuo consultor.

 

Mercosur, ¿tan solo el nombre?

 

 

Muy poco quedó en el tintero, el tema del Mercado Común del Sur, Mercosur, fue igualmente auscultado, bloque que en su momento y a criterio del experto era una especie de oposición a la Comunidad Andina, CAN.

En ese tiempo de nacimiento y fervor, explicó Leonardo Sicard, publicaban notas, resoluciones o decisiones del Mercosur que iban en contra de lo que hacía la Comunidad Andina en un momento determinado. Jamás se le olvidará al especial invitado, la famosa resolución ocho, del tema de origen y productos elaborados en zona franca porque iba en contravía del régimen franco de la CAN, pero esa era una constante, discrepar del bloque andino.

Dijo que Mercosur murió, a pesar que en el tiempo hubiera durado un poco más que la misma Comunidad Andina y allí, obviamente entra a escena el tema geopolítico, puesto que vinieron ciertos gobiernos en el Cono Sur, y para rematar al vecino le dio por tocar puertas por ese lado, haciendo colapsar la figura. Acentuó que la gran opción tras el revés de los mercados regionales era la Alianza del Pacífico, la cual Sicard, espera, no se desbarate por las nuevas directrices que asuma Perú.

De otro lado especificó que la Comunidad Andina, cuyo Secretario General es colombiano, se redujo a administrar un comercio bilateral, es decir los negocios entre Ecuador y Colombia, una actividad que al reducirse con unas normas andinas que a la fecha son desuetas, dejan la histórica alianza caminando por el borde del abismo. Esa normatividad, aseguró el profesional en comercio exterior, no son atendidas debidamente por los dos países en mención.

 

“De la Comunidad Andina tan solo queda un gran edificio en Lima y una buena intención”, sostuvo quién fuera director del Incomex, Leonardo Sicard Abad, uno de los patricios del gran comercio y del arribo de Colombia al mercado global.

 

Puerto de Buenaventura

 

Atrás quedan los recuerdos, un comercio exterior hecho con entrega, compromiso y disciplina, en esas épocas de arduo trabajo en los años ochenta y noventa fueron de igual manera quedando nombres, hombres y hechos. Leonardo Sicard Abad, Jorge Ramírez Ocampo, Javier Díaz Molina, Gustavo Ardila Latiff, Carlos Ronderos, Juan Manuel Santos, Mauricio Reina.

Esos fueron los tiempos del Consejo de Usuarios del Transporte de Carga Nacional e Internacional, CUTMA, en donde se ganaron unas luchas como la privatización portuaria y la reserva de carga que incluía operaciones y el sistema de la Flota Mercante Grancolombiana. Con la apertura económica, agonizó la reserva de carga lo cual tuvo como consecuencia el acabar con la marina mercante del país. Cabe anotar que las marinas mercantes a nivel mundial y expresamente en América Latina sucumbieron por estar arraigadas al monopolio que con la llegada de la apertura fueron cayendo porque no sabían vender.

Finalmente, dijo Sicard, un tema que sigue asustando al mundo es el precio de los fletes marítimos porque un viaje que de China a Colombia costaba entre 800 y 1.000 dólares, hoy fácilmente supera los 5.000 o 6.000 dólares, un exabrupto.

 

“El tema de los fletes en el mundo está bien enredado y complicado. Mirando el capítulo Colombia el asunto es peor con toda la debacle de los paros y bloqueos puesto que las navieras no quieren llegar a nuestros puertos, lo cual conlleva a hacer transbordos en Panamá, México o Estados Unidos. Hay carga, pero no hay quien la traiga o quién la lleve. El asunto es delicado, pero soy optimista y creo que la vida nos permitirá ver un país recuperado y dinámico, estoy seguro”, concluyó Leonardo Sicard Abad.

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