Sábado, 21 Diciembre 2019 00:38

Tributaria, favor a los ricos con factura a pobres y clase media: Sarmiento

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El analista indicó que al proyecto de ley que cambió el estatuto tributario le faltó consulta y concertación porque se hizo prácticamente a espaldas del país. Una reforma más y treinta años de equivocaciones.

El haber consolidado la propuesta de reforma tributaria que finalmente recibió su bendición en el Congreso de la República no fue visto con buenos ojos por muchos colombianos que ven el paquete tributario como un aporte más a la exclusión y al maltrato de los colombianos más vulnerables, a los que nuevamente se les quita de los bolsillos muchos billones de pesos y a cambio se les da caramelo como tres días sin impuesto al valor agregado, IVA, lo cual resulta miserable, tacaño y deshonesto frente a los billones que la propuesta le quita a los ciudadanos.

Al hacer este trabajo, algunas personas consultadas aseguran que repetidamente sienten la traición de un Congreso que fue elegido por el pueblo y que de nuevo agradeció el voto de confianza entregando en bandeja de plata los intereses de la nación a los dueños del poder. Muchas voces insisten en una convocatoria popular para lograr cambios de fondo y así hacer de Colombia un país unicameral, con notables sentados en las curules, y no una cantidad de personas, muchas de ellas sin propuestas o sin voz. La gente asegura que Colombia parece el libreto de inspiración de la obra Robín Hood, en donde los más pobres son abusados pues se les persigue y se les quita hasta la última moneda, pareciera, dicen los discurridos, que al igual que el tirano rey en Inglaterra, al estado colombiano le molesta la tranquilidad, la comodidad y la felicidad de los ciudadanos que gobierna.

En charla con el analista económico, Eduardo Sarmiento Palacio, el egregio comentarista le precisó a Diariolaeconomia.com, que la reforma tributaria aprobada, como todas, es la operación económica más sencilla que se pueda hacer porque consiste en bajarle los impuestos a los ricos para aumentar la demanda de la economía, operación que prácticamente se hizo a lo largo de 2019 sin que funcionara porque el ejecutivo había propuesto que reactivaría la economía para hacerla crecer al 3,6 o cuatro por ciento y ahora el tema es que las metas ambiciosas, entre comillas, no son posibles porque el crecimiento será del tres por ciento lo cual se aplaude como un logro.

Con la nueva reforma tributaria que se convierte en algo histórico porque por primera vez los ricos reciben un cheque por más de ocho billones, casi nueve billones de pesos con cargo a la gente más vulnerable y desde luego a la clase media que pagará los platos rotos de los compromisos gubernamentales con los acaudalados. Después del craso error viene una pregunta apenas obvia, con semejante azote a los bolsillos de las franjas medias y populares, ¿habrá margen real de crecimiento?

El asunto tiene muy disgustado a un país que luego de la protesta social encontró respuesta inmediata por parte del Congreso y del ejecutivo con una reforma tributaria totalmente regresiva, anacrónica y de hinojos al gran capital. Las personas están reclamando acciones sinceras del gobierno, pero queda claro que en Colombia el argumento eterno que todos mandan menos el Presidente, toma validez porque de nuevo ganó el poder económico, ese que paga campañas y pone mandatarios.

Para Sarmiento, la reforma aprobada deja muy descontentos a los colombianos toda vez que con la reforma, esa promesa de empleo puede resultar un perjurio tal y como pasó con la reforma laboral en tiempos del Presidente, Álvaro Uribe, esa que desconoció derechos adquiridos.

 

“Eso qué va a estar bien, si ellos desde el gobierno arrancaron con una economía creciendo al 2,2 por ciento y todo lo que han hecho es subirla al punto ocho por ciento, de manera tal que ahí no hay ninguna reactivación, pero lo más alarmante es que es una reactivación de cifras que no tienen ninguna representación en el mercado laboral pues al mismo tiempo hay un alarmante aumento del desempleo ya que este cae a razón del tres por ciento anual. Este es un crecimiento sin empleo el cual sigue concentrado en los bancos y en los márgenes de comercialización de las importaciones”, comentó el señor Sarmiento Palacio.

 

Lo anterior demuestra, dijo, que la economía no puede reactivarse ni normalizarse dentro del modelo actual porque la operación de bajar impuestos no redunda en demanda y no le llega a los sectores de menores ingresos y caso opuesto hay un deterioro del empleo que es la consecuencia de un errado y perverso modelo económico pues la falla no está en el sector fiscal sino en la balanza de pagos en donde hay un monumental déficit en cuenta corriente que tiene como contraparte el desplazamiento del empleo lo cual lleva a que la mayor parte de los bienes no se adquieran en el país sino en el exterior.

Sostuvo que todo ese fenómeno puede mostrar algún tipo de bonanza en determinados sectores que aumentan el consumo, pero ese es un consumo de bienes importados que generalmente no le dan empleo a la mayoría de la población. Recalcó que lamentablemente Colombia le sigue apostando de manera grave a un modelo económico que fracasó en el sector externo porque a través del desarrollo minero se le puso talanquera al desarrollo de otras actividades generadoras de divisas y de igual manera, subrayó, porque el consumo se hace con productos importados.

 

“Aquí montaron una economía en donde todo se adquiere afuera, logrando unos índices artificiales dando como resultado final una economía que no crece y en donde las cifras de desarrollo terminan siendo un espejismo porque de acuerdo con las mismas cifras del Banco de la República, la cifra será del tres por ciento, un número supremamente adulterado porque de manera paralela hay una caída en el empleo del tres por ciento y la causa de esa situación está claramente relacionada con el fracaso de la apertura económica que le dio lugar a una organización en donde hay consumos que se hacen con mercancías adquiridas en el exterior, castigando la productividad rural, las empresas y unos sectores que se fueron marchitando, enterrando las posibilidades, entre ellas la de un puesto de trabajo digno”, apuntó el analista.

 

Dentro de las cifras de crecimiento, hay que anotar, no está el impacto del narcotráfico que sigue moviendo la economía y de manera importante al igual que la demanda adicional de la población venezolana que dicho sea de paso, recibe unos giros semanales que para el caso de Cúcuta supera los 3.500 millones de dólares, es decir que hay factores transversales que están indexando una economía que de no contar con el factor suerte estaría muy por debajo del tres por ciento.

Todo lo anterior invita a reflexionar, a explorar salidas y a corregir porque las cosas no se están haciendo bien y el país va camino a una tragedia económica y social de unas proporciones inimaginables, aclarando que todo el proceso de postración y exposición se hizo al amparo de gobiernos de derecha que son los únicos responsables a futuro del colapso que ya empieza a evidenciarse, tal y como pasa en Chile, casa del neoliberalismo en América Latina en donde lloran la cruda realidad social y los desequilibrios económicos porque sin exagerar el modelo les falló, claro está enriqueciendo a unas minorías que ya eran ricas y gozaban de buena salud.

Para Sarmiento, el devenir no resulta halagüeño porque el gobierno se conforma con unas cifras de crecimiento que no son nada espectaculares y que finalmente resultan nocivas porque al tener ese matiz de artificial no tienen una corresponsabilidad en el empleo lo cual dice que los consumos y la leve mejoría, si así se le puede llamar, está concentrada en sectores de alto consumo de importaciones que no se reflejan en el país porque ese empleo se genera en el exterior, como quien dice que el estado cumplió con los TLC y el libre comercio cuando afirmó que le daría una mano al campo, lo que no especificó, dijo el analista, es que era al agro de Estados Unidos y Europa porque el productor colombiano terminó en banca rota y hoy amenazado con desaparecer esos tsunamis de importaciones que ya asoman por la entrega del país a través de esos precariamente negociados acuerdos en dónde todo fue SÍ y jamás se escuchó reparo alguno.

 

La reforma tributaria, una más y como de costumbre tóxica

 

El analista económico y experto en temas de macroeconomía, Eduardo Sarmiento Palacio, cuestionó la nueva reforma tributaria y dejó claro que los reclamos no son un capricho porque a la luz de la verdad el gobierno y el Congreso le mintieron al país y le hicieron una jugada que conduce al detrimento social, con la gravedad que se hizo con arrogancia, soberbia y poco sentido común.

La tributaria, expresó, tan solo se aprobó para hacer favores dejando de lado una solución profunda a los agudos líos fiscales que tiene el país por el famoso y oscuro Consenso de Washington, un patrón espurio que única y exclusivamente llevaron a la ruina, al desempleo, a la entrega de los activos y a ofrecer la casa y sus muebles por unas migajas.

En opinión de Sarmiento, la tragedia tributaria bajo el esquema neoliberal no debe sorprender porque sintetiza treinta años de reformas tributarias anuales que se volvieron un mecanismo de compensación y de encajes para algunos sectores lo que finalmente afianzó una estructura tributaria inequitativa y regresiva que no llega a los sectores que realmente deberían pagar más. Colombia, dijo, tiene un sistema impositivo que no le mejora las condiciones de vida a la población lo cual quedó vergonzosamente ratificado en el coeficiente de Gini en donde la distribución antes y después de impuestos es igual, mostrando que la desigualdad es aberrante en Colombia.

Según Sarmiento, el país cuenta con unos impuestos que no son progresivos porque quienes tienen más no pagan más y el universo de la obligación proporcionalmente paga algo parecido, pero lo grave, indicó, e que esos recursos tributarios cuando se canalizan, no llegan a los sectores más necesitados pues una buena parte se queda en las empresas intermediarias, la otra parte llega a la capa de altos ingresos como es el caso de las pensiones de tal manera que la política fiscal en cierta manera refleja las mismas inequidades de consumo y del ingreso individual lo que muestra que el modelo no ha funcionado y que el país lleva treinta años de fracasos con una tesis visible en una estructura fiscal que no atiende a los sectores más necesitados y que no contribuye a la reducción de los índices de desigualdad que hay en la sociedad colombiana sino que refuerza lo que se da a nivel de ingresos individuales.

Un problema que empieza a hacerse notorio en Colombia es el éxodo de empresas para países de la región Andina o el Caribe porque no ven condiciones en el territorio y ese fenómeno no solo implicará menos puestos de trabajo sino menos ingresos fiscales y todo un reparo de la sociedad y la misma comunidad internacional que ve con angustia la poca fe que hay en el sector real con un mejor futuro como consecuencia de unos correctivos a tiempo. El drama de la gente, puntualizó el experto, pasó al sector empresarial que para el caso de las pyme y los emprendimientos no ven salidas o estímulos sino castigos tributarios.

 

“Preocupantemente en Colombia no se arreglan los problemas en donde están porque en lugar de buscar las soluciones en la estructura de la economía y en el comercio internacional, esos temas pasan por debajo de la cerca y por ello las empresas toman decisiones ya que hoy están en condiciones muy desfavorables con relación a las de exterior y aparte de ello son víctimas de las excesivas importaciones. Las soluciones tampoco se exploran en el manejo del Banco de la República, y todo lo que se hace en política económica es cada dos años promover una reforma tributaria que se vuelve un mecanismo para satisfacer a unos y afectar a otros. En un momento de protesta social se hace una reforma que les significa más de diez billones de pesos a las empresas, es decir que hay ayudas para quienes tienen mayores ingresos de la economía, ello al amparo de un modelo económico que no se toca en medio de sus desaciertos y equivocaciones”, afirmó el versado en temas económicos.

 

En medio de lo discrecional, en Colombia la estructura impositiva está hecha para que los que más ganan o tienen mejores posibilidades paguen menos en tanto que quienes menos tienen pagan más a través de unos impuestos indirectos que hace que todos paguen de manera proporcional a sus ingresos propiciando unas desigualdades de los ingresos individuales lo cual reproduce el sistema fiscal.

La reforma, insistió, no distribuye y no propicia el desempeño de las empresas en el exterior porque contrario a eso que sucedía en el pasado había incentivos para exportar y generar empleo.

Dentro de los artículos propuestos estuvo el de crear un fondo para las empresas prestadoras del servicio eléctrico en todo el país para que éstas puedan pagar sus deudas. Esa medida deja muchas preguntas y sobre todo la de quién pagará ese cruce. De igual manera se le dio vida al fondo FONSE que le otorgará a Electricaribe dos billones de pesos anuales a partir del siguiente año. A este artículo, puntualmente el 142, se le sustrajo la palabra “privadas” con el fin de evitar que en la eventualidad que un privado gane la subasta por Electricaribe, el dinero no se transfiera en préstamo.

Según este precedente, en Bogotá, Medellín, Cali o cualquier otra ciudad puede promoverse una cultura de NO pago porque ese incendio lo apaga una ley de la república. Si la capital y otras ciudades pagan lo que no deben de Electricaribe, lo lógico es que en la Costa Norte igual paguen los incumplimientos de Bogotá y otros cascos urbanos. Como bueno el cuento. Democratizar la mala fe.

Retomo las pláticas con la gente en la calle, hoy dicen algunos, desde el gobierno quieren ver un país en andrajos, totalmente arruinado, sin margen de compra y posiblemente sin ingreso, un tema para pensar porque la industria, el comercio y el campo viven de la demanda interna y sin exageraciones, hoy por hoy la gente no tiene la solvencia de hace treinta o cuarenta años cuando en la mesa había sopa y seco, los dos platos con carne. El tiempo pasó y como reza un canto llanero para que un colombiano pueda comerse un huevo, tiene que ponerlo. Tremenda vaina.

Poco aprendió Colombia de mejoras y nada quedó de las grandes enseñanzas milenarias, de Roma por ejemplo, tan solo fue adoptada la cultura de pan y circo y la malsana tozudez de Cesar. Con laureles marchitos, pero al fin Cesar. En síntesis, hay mucho por hacer y por enderezar en un país y en una región en donde todo se hace al revés, eso sí acatando los mandatos de los organismos internacionales que ven riqueza y abundancia en la miseria, a tal punto que aconsejan recortar salarios y subir impuestos.

Alguien, tarde o temprano, tendrá que abrir los ojos, hacer cuentas y ver que fracasó un modelo que matriculó al país en la desigualdad y en la injusticia social. Alguien llegará a promover el campo como empresa, a las empresas como máquinas exportadoras y a los capitales como fuente sana de productividad, crecimiento y progreso. Nadie puede satanizar el capital, ni más faltaba, pero en lo que sí hay que razonar es en ponerse la mano en el pecho y hacer de Colombia una patria pujante, de ideas, totalmente empresarial, incentivada y al margen de la corrupción y los pillos de cuello blanco que terminan saliendo caros, sumamente caros.

En tiempos navideños y en coyunturas complejas les dejo apartes de un poema de todo un emblema de Arauca, del maestro Rafael Martínez, “la Plegaria Humana”, la verdad queda uno lelo al escucharlo y sí que tiene que ver con todos nosotros, eriza cuando dice que hay seres humanos que se acuestan sin comer mientras la noche taciturna avanza:
Y la política señor por otra parte es otra cosa de lo más precaria, al pueblo nos arrean como cochinos y nos ofrecen la reforma agraria, pero después que llegan al poder hasta nos quitan el uso a la palabra.

Reuniones más reuniones y reuniones de medio día, de tarde, en la mañana porque se vuelven unos tiburones que se reparten lo que el pueblo gana.

Ayúdame señor los pobres indios, esos que habitan los montes del Arauca, los que viven allá en el Orinoco que les quitaron sus tierras y su casa.

Por tu santa palabra y tu obra maestro seguirás semillando sobre el alma y tú no puedes tener oídos sordos ni dejar en el olvido a quien te llama.

 

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