Domingo, 09 Febrero 2020 01:18

Al cooperativismo injustamente le dieron calabaza: Unicossol

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Los analistas consideran que por desidia, falta de visión y la defensa de un modelo económico totalmente colapsado y mandado a recoger, el país le cerró las puertas al desarrollo al poner las cooperativas en planos inferiores.

Mientras las grandes potencias en el planeta y las economías desarrolladas enarbolan con orgullo y agradecimiento la bandera del cooperativismo, a Colombia le quedó grande amoldarse a este modelo de desarrollo, pensando que la respuesta al progreso estaba única y exclusivamente en las manos del sector financiero, de los intermediarios que arruinaron al sector primario y de unas multinacionales que ponen y quitan precios de acuerdo a su acomodo, verbigracia el café y otros commodies.

Es triste ver que Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, China, Australia y otras naciones de gran capacidad económica fundaron su crecimiento sobre bases solidarias, cooperativas y una inclusión social que terminó siendo la gran aliada de los repuntes productivos y de los espectaculares indicadores empresariales. Estas naciones que apalancaron toda su historia económica en el cooperativismo le dieron ejemplo a muchas otras que hoy saborean esas mieles, pero Colombia sigue obstinada y viviendo con una estructura lucrativa muy parecida a la mita y al resguardo, todo esto acompañado de una larga lista de impuestos y obligaciones parafiscales que frenan cualquier propósito o proyecto estatal de adelanto.

Consultor Carlos Julio Pineda
Foto Diariolaeconomia.com

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el Presidente de Consultorías de la Corporación Unicossol, Carlos Julio Pineda, expuso que responder el por qué a Colombia le quedó grande la economía cooperativa es un asunto complejo toda vez que hay muchos factores que hicieron del sector solidario una herramienta desestimada en el país. El reconocido analista quién es considerado toda una autoridad en la materia manifestó que en el desarrollo cooperativo hubo desidia y hasta miopía por parte de los gobiernos, de los mismos dirigentes cooperativos y de la sociedad, que optaron por mirar con desdén un verdadero vehículo para el progreso.

Explicó que el tema se puede remontar a los orígenes del cooperativismo porque en Colombia en un hecho trascendental con la ley 134 de 1931 se inició el proceso de creación e impulso de las cooperativas, pero aclaró que este sector infortunadamente se inclinó por el ahorro y crédito, haciendo que ese tipo de economía haya quedado como una tradición porque en las cooperativas predomina el trasegar financiero de colocación y captación de recursos, dejando ver la ausencia de una voluntad política toda vez que no hubo respuesta en los gobiernos como tampoco en la dirigencia cooperativa para promover y fomentar otras líneas de desarrollo cooperativo como sí aconteció con las cooperativas agropecuarias, las de producción, comercialización, transporte y acopio entre otras.

 

“Si no hacemos un viraje hacia allá para regular y promover el desarrollo agropecuario, el de la producción y el agroindustrial a través de formas cooperativas, pues permaneceremos con esta herramienta medianamente desarrollada porque el sector financiero cooperativo tiene muy buenos recursos, pero los canaliza a crédito de consumo, entonces no hay unas políticas internas del sector en el sentido de decir que va a promover la producción y la economía campesina o rural pues cuando eso se dé y haya una voluntad política por parte del ejecutivo de apoyar estos procesos, pues el rumbo podrá cambiar”, indicó el experto.

 

En su observación, Pineda dijo que el modelo neoliberal y de capitalismo salvaje le puso talanqueras a las cooperativas, omitiendo la importancia que este esquema había tenido en el crecimiento y la consolidación de las potencias o las grandes ligas de la economía. Expresó que en ese sentido hay una parte importante a considerar y es la fórmula mágica del desarrollo de las cooperativas en el mundo por medio de la educación porque si se adolece de una formación orientada a crear cultura cooperativa y a que las comunidades se apropien de las ideas cooperativas, el país seguirá siendo un grupo más de asociados y de consumidores porque no se hace diferencia sobre qué es pertenecer a una cooperativa y qué es solicitar un crédito o un servicio en una entidad comercial o financiera común y corriente.

En ese orden de ideas el consultor lamentó que al cooperativismo, como a quien rechazan cuando propone amor sincero, le dieron calabaza, y de manera injusta porque no le han dejado ver las enormes capacidades que tiene el esquema para cautivar a una sociedad que requiere equidad, inclusión y mejores oportunidades para hacer de la vida algo digno, grato y rentable. Ese beneficio cooperativo que trae implícito la propuesta solidaria, comentó, hace parte de los derechos que están plasmados en la Constitución Política, porque en sus páginas se advierte del derecho a la vida, al trabajo y al desarrollo en condiciones de decencia, bajo parámetros de justicia y respeto.

Añadió que la invitación para sellar una relación estrecha y fructífera entre las cooperativas y la comunidad fue tristemente expulsada y hasta excomulgada por parte del estado en tiempos de apertura, dejando de lado un cúmulo de oportunidades que tanto bien le hubiesen hecho a un país que tuvo la fórmula del éxito en la mano y escogió la intermediación, la banca multiplicadora y las ganancias exuberantes para repartir entre muy pocos. Con la figura cooperativa, subrayó, hoy habría un campo mucho más productivo, unas empresas más sólidas y unas personas desde luego más dinámicas en oferta y demanda de bienes y servicios porque en un país de propietarios como reza en la Carta Magna, cooperativa a todas luces, todos tendrían acceso a una inmejorable calidad de vida por ingresos y por condiciones  porque a los colombianos se les dijo que las riquezas del subsuelo por ejemplo pertenecen a todos, pero hoy nadie decide, aparte del estado, sobre el manejo de esa riqueza y sobre unas políticas que garanticen que los recursos no salgan del país sin que dejen utilidad económica y social expresada en vías, respaldo al campo, educación, salud y fortalecimiento de las pymes, por decir algo.

Especificó que así las cosas, el asociado es para las cooperativas lo que suelen ser los clientes en las otras formas empresariales en vista que no hay ni identidad, sentido de pertenencia ni una responsabilidad de los asociados frente a sus instituciones y lo mismo de sus dirigentes y administradores para fomentar esa cultura y ese sentido de pertenencia de esas empresas hacia la comunidad.

 

“Lamentablemente hay una distancia entre la comunidad asociada y los niveles superiores, sin dejar de lado que igual sucede con los altos directivos de las organizaciones”, declaró el señor Pineda.

 

Cooperativismo, ¿de pantalón corto o aventura en pañales?

 

En opinión del Presidente de Consultorías de la Corporación Unicossol, Carlos Julio Pineda, la economía cooperativa en Colombia sigue de pantalón corto porque mientras otras economías, inclusive vecinas lograron alcanzar su desarrollo y un crecimiento con verdaderas cooperativas y gestiones de asociatividad con fuerte impacto social, Colombia sigue como párvulo sin hacer lo posible por crecer y caminar adultamente con pantalón largo porque indiscutiblemente se adolece de cambios de verdadera profundidad en la orientación y manejo de la política cooperativa tanto por el propio sector como por parte del gobierno.

Recalcó que las cooperativas son entidades enfocadas mucho más al servicio, pero reconoció que no marcan una verdadera diferencia entre lo que es producir, hacer y servir a una comunidad asociada que producir, hacer y servir en un ente privado o público tradicional. Por eso, agregó, hay que hacer una tarea importante para llegar con mejores argumentos a la masa o al público que quiere ver más acción y mayor empuje en las cooperativas.

A criterio del conocedor hay otra misión importante en este momento y es apostarle a la tecnología y a la innovación porque mientras los otros sectores avanzan a los vertiginosos ritmos de la globalización y de la cuarta revolución industrial, las cooperativas todavía siguen en el siglo pasado haciendo que las entidades que fueron exitosas en esas épocas, si hoy no cambian, indiscutiblemente desaparecen.

Un punto a favor de lo que se hace en Colombia es que hay buenos ejemplos para copiar, pero infortunadamente por la envidia natural del colombiano, no se reconoce los grandes logros de cooperativas muy afortunadas en el ámbito local tal y como pasa con Colanta, Coomeva, Coolechera, La Equidad Seguros, Los Olivos, las cooperativas cafeteras y muchas otras que han trabajado con seriedad y mirando permanentemente el foco que desarrollan alcanzando enormes avances y mucho por mostrar y compartir.

Para el versado en economía solidaria es perentorio fortalecer el modelo cooperativo con la trasferencia de conocimiento y de experiencias exitosas más cuando se habla de la marca compartida, concepto del cual el sector cooperativo hace caso omiso incurriendo en grave falta y carencia de estrategia porque de poder compartir sello para muchas cosas, la fortaleza cooperativa iría dándose de una manera evidente y rápida.

Un retoque en el modelo económico que ponga las cooperativas en otro contexto de política dirigida, muy seguramente pondría al sector solidario en un contexto real de progreso en toda la dimensión de la palabra porque habría profesionalización permanente y mayor ambición a la hora de potenciar portafolio.

De todas maneras y es claro, las cooperativas en Colombia han avanzado, pero al hacer la comparación, que resulta incómodo, salta a la vista que falta mucho, que hay un recorrido largo y pendiente lo cual hace ver que en algunos aspectos el modelo cooperativo esté apenas con pantalón corto o lo que resulta aún más apremiante que el esquema está en pañales.

 

Con el cooperativismo se va a cielo

 

Un tema en el que ha venido trabajando Pineda en el último tiempo podría marcar un cambio y una notoriedad para las cooperativas y las formas asociativas pues propone hablar de la asociatividad en las múltiples opciones y posibilidades que ésta tenga. Durante treinta años el experto ha venido hablando y diciendo que la asociatividad es lo que va a imponerse en el siglo XXI sin importar la forma porque a juicio del interlocutor, pueden ser cooperativas, fondos de empleados, asociaciones mutualistas y otras formas que pueden dar una respuesta acorde a la época por la que se transita con el fin de resolver problemas de grandes comunidades y pueblos.

Para no ir tan lejos, aseveró, Colombia se negó el derecho al desarrollo por no hacer una tarea juiciosa y deploró que muy a pesar de tener una herramienta valiosa y eficaz a la mano, el país la sigue mirando con indiferencia.

De todas maneras y pese a la coyuntura, el consultor cree que aún hay una oportunidad de repotenciar, revitalizar y ubicar el modelo cooperativo en Colombia hasta llevarlo al puesto que el país se merece ya que de lo contrario se corre el riesgo de desaparecer paulatinamente hasta pasar a ser cinco o diez entidades que han descollado y que permanecerán puesto que se mantienen fuertes.

Hoy en día, dijo, las cooperativas pequeñas y medianas están muy preocupadas porque no saben qué futuro les viene, pero igual y pese a la angustia, no son proactivas en desarrollar iniciativas, en hacer innovación en sus procesos y es allí en donde se quedan patinando porque es evidente que hay una problemática por demás visible.

Un propósito a tener en cuenta es que se hace necesario convencer al gobierno, a la banca y a otros sectores de la economía que las cooperativas no son solamente útiles y determinantes en el progreso sino un complemento vital para el desarrollo.

Por ello, anotó, hay que invitar a la alta dirigencia cooperativa, a las diferentes instituciones de representación a motivar una unión y un planteamiento conjunto al alto gobierno para que se tenga en cuenta al cooperativismo como una verdadera herramienta para el progreso y en donde es claro que no solamente el capitalismo cabe sino también otras formas empresariales que con gestiones novedosas, innovadoras y participativas, pueden también ayudar a resolver las difíciles situaciones por las que atraviesa actualmente Colombia.

 

“El punto es convencer a muchos que los términos utilidad o ganancia pueden ir de la mano con la renta social potenciado con excedentes o beneficios que fortalecen el balance socioeconómico en donde las cooperativas de igual manera tienen que mostrar con mayor calidad sus impactos en ese rubro social tan importante para crecer y para propender por equidad, inclusión e igualdad. Hoy algunos están muy agradecidos con sus entidades porque han solventado miles de problemas a los colombianos, pero muchos no sienten su entidad como propia porque los han alejado como dueños”, subrayó el consultor Carlos Julio Pineda.

 

Insistió en la necesidad de contar con unas cooperativas de avanzada, dinámicas y muy comprometidas con el tejido social y la inclusión, activos importantes que dijo, hay que rescatar.

La Corporación Unicossol está muy interesada en fomentar una serie de tertulias que les permitan a sus miembros y allegados conversar y retomar esa temática filosófica y doctrinaria, orientada por personajes que han vivido la experiencia cooperativa y que por ello saben de la idiosincrasia y del texto cooperativo que potencian entre otras cosas los principios y los valores para hacer empresas. El cooperativismo, concluyó, debe ser un credo.

Cabe anotar que la Corporación Unicossol es una red colombiana de profesionales, investigadores e instituciones en economía solidaria y social que tiene como objetivos la producción, aplicación y difusión de conocimiento para contribuir así con el desarrollo sostenible del sector solidario en Colombia adelantando un trabajo sinérgico, autónomo y de autogestión con proyección nacional y mundial obviamente desde la articulación de personas y comunidades académicas dedicadas a la investigación sobre pilares de economía solidaria.

La corporación Red es sencilla y llanamente el resultado de un juicioso y entregado trabajo que se realizó en común acuerdo con varias universidades y centros de investigación que a partir de 2004 optaron por unirse al amparo de la gremialidad para poner todo el talento y los esfuerzos para potenciar el sector cooperativo al que decidieron acompañar para verlo robustecido, fortalecido y desarrollado por tratarse del tercer sector de la economía.

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