El comercio es tan añejo como la misma sociedad, con el neolítico y la fundación de la agricultura llegan unos excedentes con la evolución en las práctica agrícolas que hacen que las actividades humanas empiecen a diversificarse y dentro de las opciones llegó el trueque y el comercio. El hombre como especie sigue avanzando y pasó de las seguras cavernas y la amplias sabanas a la caza, la pesca y la labranza, pero fue encontrando nuevas culturas y con ellas hizo que la compra y venta fuera alcanzando un mayor auge porque empezó a tomar forma el poder de compra y las bondades de ofertar y adquirir bienes ya fueran alimentos, armas, piezas de animales, herramientas o pieles.
Una institución vital en el impulso del comercio fue la familia ya que con la organización de las sociedades y el crecimiento de las poblaciones empezaron a surgir nuevas necesidades básicas como alimento, vivienda y vestuario. Justo en ese momento la actividad comercial abrió puertas porque con insuficiencias había que buscar algo en los sitios, inicialmente de trueque. Los siglos pasan y el comercio va encontrando un olimpo especial habida cuenta que arranca el transporte como la más útil e incipiente solución logística, actividad hecha a lomo de hombre, de camellos o animales domesticados de corte bovino o equino.
El hombre no fue conforme y logró conquistar los mares, con lo cual dio inicio a las navieras y a una mayor dinámica comercial que a la postre resultó definitiva en el desarrollo de las grandes y milenarias culturas. Los avances fueron dándose a pasos agigantados y ante la saturación de productos, el intercambio dejó de ser una opción, la economía necesitaba otra alternativa y fue así como el hombre le da inicio a la moneda, en este caso, antiquísimo, con el uso de metales o piedras de gran valor. Después el oro y la plata entraron al sistema monetario con valores nominales.
Este es el comercio, vender bienes y servicios por dinero, en donde el ejercicio para quien ofrece la solución de poner productos en góndola o vitrina termine en una utilidad que premie su trabajo, apuesta y esfuerzo. El comercio fue supliendo necesidades y no se quedó en implementos o alimentos, no, esta actividad económica vio oportunidad de ganancia en la venta de innovación, ciencia y tecnología. Los trabajos en hierro y bronce fueron llenando espacios en las improvisadas tiendas. En esos comercios fue posible negociar avances que inclusive hoy están en deuda con los inventores de las diferentes épocas ya que vino la invención de la rueda, vital para la vida humana y desde luego para el comercio, la arquitectura ofertó un revolucionario urbanismo y algunos más inquietos idearon el torno, la navegación y la escritura.
En su rápido girar, el mundo siguió explorando y es así como son descubiertas nuevas fuentes de comercio que inclusive le dieron motivo a grandes conflictos bélicos. Las rutas comerciales se fueron potenciando y cada vez era mayor la necesidad de tenerlas para satisfacer la demanda europea de lujo. Por ello florece la ruta de la seda y otras sumamente interesantes como las de pimienta, sal y tintes, esenciales en las importaciones y el comercio exterior. Allí quedó la marca de Alejandro Magno, general que ingresó a oriente con inicios prometedores, pero con un final trágico.
En pleno furor de un capitalismo mercante aparecen líos de marca mayor porque justo en esos tiempos llegaba el fin de los hunos como base del gran imperio Mongol, termina el imperio Bizantino y toma fuerza y volumen el otomano. En 1400 después de Cristo las rutas con oriente quedan prácticamente selladas y ello hace que busquen nuevas rutas, las de la India, en donde fueron exitosos los marinos españoles y portugueses.
Los bancos que nacieron gracias a los caballeros templarios entre los siglos XII y XIII luego de darle forma a un sistema financiero basado en pagarés y letras de cambio. Estos sitios, fortín de los cambistas fueron seguros, el negocio creció y Europa puso en lo alto de la banca a pioneros con enormes apellidos, pues siguen en la historia los Médici, igual la familia Fugger y la Welser.
El descubrimiento de América potenció el comercio y con él llegó un boom en las finanzas del Viejo Mundo luego de saquear pueblos indígenas y explotar sin piedad oro, esmeraldas y plata entre tantos metales y piedras preciosas. En las américas, abre sucursal la banca de Ámsterdam, de Suecia e Inglaterra, el festival de riqueza era total.
Hablar de comercio, tiendas y negocios implica ir a oriente, a los países de la Mesopotamia, India, Azerbaiyán y el Cáucaso en general, igual Pakistán, Afganistán, Turquía y los de oriente próximo. El comercio es inherente al ser humano y por eso la vida del homo sapiens, en su gran mayoría estuvo matizada por la compraventa.
Hoy en Colombia hablar de tiendas es hablar de formatos pequeños que suplen necesidades básicas de la canasta familiar y productos inmediatos del hogar, generalmente en las localidades y centros urbanos. En el país la tienda tradicional es la consecuencia de la elevada informalidad y las tasas de desempleo. Así las cosas, la famosa tienda de barrio es una unidad productiva en donde el núcleo familiar participa con trabajo y recursos para viabilizar su proyecto de ingreso.
Sin lugar a dudas la tienda como esencia del comercio minorista, actualmente enfrentado a las grandes superficies, empiezan a recuperar terreno porque la gente encuentra más cercanía, mayor acompañamiento y familiaridad con la tienda del barrio. En esa tribuna del comercio informal, los clientes disfrutan de una corta visita, de la actualización con la vida del vecindario y con el resumen de la novela de moda, en fin la tienda es como en sus principios en oriente, un oasis en el desierto.
A la fecha más de siete millones de colombianos no están bancarizados y esa condición les pone todo tipo de trabas a las familias con ansias de impulsar un negocio o emprendimiento. Es por ello que la firma de intermediación financiera, Finsocial, llegó como anillo al dedo a una franja de personas que necesitaban dos cosas, dinero y confianza, gracias a ello hay tiendas avaladas por Finsotienda mejorando la calidad de vida y haciendo de mujeres emprendedoras, propietarias y personas con proyección.
En charla con Diariolaeconomia.com, la Gerente Corporativa de Finsocial, Carolina Vélez, aseguró que Finsotienda en su corta vida tiene unos impactos más que halagüeños porque se trata del desarrollo de un programa que propende por la inclusión y el tejido social en su máxima expresión, todo con unas señales demasiado positivas para el país.
Dijo que el solo hecho de estar pensando en consolidar una red de mujeres emprendedoras para que ellas y sus familias puedan salir adelante, es un beneficio inmenso que Finsocial a través de su programa Finsotienda le está aportando a la sociedad.
“Este es un programa que lo venimos trabajando de la mano con una línea de crédito en Finsocial llamada Finsotienda y por eso todas esas mujeres que cuentan con una vivienda de un primer piso pueden acceder y participar de este espectacular programa”, expuso la muy amable señora Vélez.
En la oficina de la entidad en Barranquilla, la también líder de Finsotienda, explicó que llegar al programa es muy fácil por cuanto todo inicia con el contacto que por la pandemia resulta mucho más fácil hacerlo por la página web de Finsocial que es www.finsocial.co o en la página de tu tienda en casa diseñada para facilitar los procesos, tutiendaencasa.com.co
En esa plataforma las mujeres que están interesadas en tener una tienda en su casa registran toda su información, por ejemplo nombre, dirección, cédula y en sí datos generales. Después de analizar la información y validarla, Finsotienda contacta a las personas para preparar todo lo concerniente a la aprobación y puesta en marcha del nuevo negocio. Actualmente el programa opera en todo el departamento del Atlántico y por ello el producto ha venido creciendo en los diferentes municipios pues no en vano el año va a cerrar 2020 con no menos de 100 tiendas.
“Este es un proyecto muy lindo y de alto impacto que adelantamos con la Gobernación del Atlántico y desde luego con la Secretaría de la Mujer. Las llamadas son interminables porque hay un interés muy grande de tener una tienda en casa”, precisó Carolina Vélez.
Finsotienda, a despachar en Bogotá
Como las cosas van viento en popa en Atlántico, la idea es llevar el programa a Bogotá, para lo cual la entidad está en conversaciones de alto nivel y muy importantes, eso sí, con la participación de la Cámara de Comercio de Bogotá que quiere dar un espaldarazo decidido porque el plan le suena y de buena forma al sistema cameral capitalino que lo ve como una inmejorable opción de ingreso y oportunidad para las mujeres que residen en la metrópoli.
En términos generales se viene aterrizando el tema para Bogotá, teniendo en cuenta que la operación de Finsocial es a nivel nacional, una oportunidad muy valiosa para seguir creciendo y consolidar el novedoso mercado en la capital colombiana.
Dijo que los proveedores y distribuidores, vitales para el plan de expansión, le dieron vía libre al programa para adelantar el plan en una ciudad de las magnitudes de Bogotá. El tema es hacer las cosas paulatinamente y por ello al cerrar este periodo, Atlántico, arrancará la nueva operación a partir del próximo año en el Distrito Capital.
Vélez explicó que la idea no es adelantar un plan de expansión de manera multitudinaria porque no se busca llegar a todas las zonas del país, sino que se irá abriendo pausadamente, y de acuerdo a los resultados y al cumplimiento de las metas con las nuevas tenderas, el proyecto seguirá creciendo.
“La idea es cumplirles a las emprendedoras porque no se trata solamente de entregar una línea de crédito y listo, sino que a través de “Tu Tienda en Casa” la meta es poder conceder un negocio consolidado a nivel nacional”, comentó Vélez.
Cabe anotar que en la primera etapa a las mujeres favorecidas se les hace entrega de toda una tienda, es decir, el abastecimiento, el producto, los muebles, los avisos y además se les da capacitación permanente a través de la Fundación Finsocial que siempre está presta a responder cualquier inquietud y a disposición de las tenderas para lo que demanden. En las Tablet, nuevas propietarias encuentran fácilmente todos los programas, es decir manejo de inventarios, manejos contables y otros métodos que incluyen educación financiera.
Es bueno resaltar que Finsocial se ha enfocado en el tema de inclusión y educación financiera, una promesa hecha ante la sociedad pues resulta grato contar con un programa que beneficia a toda una comunidad.
Con los nuevos manejos de las tiendas hechos con unos estándares profesionales y contables habrá mayor dinámica en las tiendas que tendrán todas las herramientas para crecer sobre la base de un negocio con dinero contante y sonante, es decir que el cuaderno de la fiada quedó mandado a recoger. En esos manejos, recalcó Carolina Vélez, las tenderas tienen que ser supremamente organizadas y por ello se les entrega la Tablet para que adelanten a diario el registro de ventas.
Las mujeres tenderas deben solicitar sus inventarios, documento que le llega directamente al distribuidor o proveedor de esos víveres, si el inventario no está pago durante esa jornada, la solicitud se cae y tendrá que hacerse al siguiente día, es decir que con el proyecto Finsotienda no solamente se habla de llevar o montar unas tiendas a las mujeres que quieran mejorar su estilo de vida sino que se les enseña, con el fin de que aprendan y entiendan, el manejo de las herramientas tecnológicas que cada día cobran mayor importancia.
Una recomendación habitual es el tema del ahorro porque si esas mujeres atesoran mes a mes, con seguridad podrán pagar más rápido y fácilmente el crédito que diligenciaron para su tienda, además van generando una cultura que les proyectará el gasto personal, haciendo de la reserva en dinero, una solución eficiente y a la mano.
En el primer desembolso las mujeres reciben los muebles y la adecuación con surtido incluido de su tienda, pasados tres meses el programa les entrega un desembolso adicional para el abastecimiento de las tiendas y solamente a partir del cuarto mes es que Finsocial empieza a cobrar la línea de crédito que suele ser muy económica con la ventaja que paga la misma tienda y desde luego el trabajo de las tenderas.
“Hay otro programa muy útil que está en revisión con la Fundación Finsocial y es con el que se quiere impactar barrios o zonas muy vulnerables, un plan que está diseñado para el Atlántico, pero igual listo para ponerlo a funcionar a nivel nacional. Con este programa, las mujeres que han dedicado parte de su vida a ejercer la mendicidad en las calles con sus hijos, podrán acceder a una tienda a menor escala en donde ellas vendan productos confiables, evitando el permanecer en un andén o en un semáforo, en muchas ocasiones con bebés en los brazos. El asunto es impulsar a la mujer que quiere trabajar con dignidad, pero igual queremos tener un impacto favorable en la familia y en el bienestar de los niños”, apuntó Vélez.
Finsocial, señaló, tiene una cantidad de iniciativas que no paran pues hay consciencia del compromiso adquirido con la sociedad, un motivo muy grande para trabajar, ver colombianos felices y crecer todos cada día más. Uno de los requerimientos que hacen los fondos internacionales cuando la compañía va a recibir dinero es el impacto social, una experiencia única para Finsocial porque hay muchas historias por contar que muy seguramente dejará satisfechos a los inversionistas o a la banca multilateral.
Hoy Finsocial está mostrando productos y portafolio que no son única y exclusivamente microcrédito, el trabajo pasa por educar, formar y mejorarle la vida a las personas con proyectos de pequeña empresa que redunda en fidelización, compromiso y una cartera sana porque hay negocio, acompañamiento y seguimiento ya que está de por medio y de manera clara, la minimización de riesgo.
En este momento la credibilidad de Finsocial es muy alta, las calificadoras avalan un trabajo juicioso y responsable que redunda en impacto social. Recientemente Fitch Ratings ratificó su calificación como administrador primario de activos financieros de crédito, manteniendo su perspectiva positiva.
El buen trabajo y el prestigio, permitió que Finsocial saliera al mercado con unas titularizaciones que permitieron colocar 50.000 millones de pesos y estar en el tema de bonos a través de la Bolsa de Valores de Colombia.
“Somos una entidad que tiene muchas certificaciones, no por tenerlas o para el registro, no están como retos para seguir creciendo e ir adelante. El hecho de ser una compañía Big Cost, le da un gran valor a Finsocial porque en términos de responsabilidad social y ambiental hace que cada día estemos más fortalecidos demostrando que no solamente somos una financiera en donde se mueve dinero de manera exclusiva, no aquí el compromiso es muy firme con la responsabilidad, con la sociedad y con el país”, apunto la Gerente Corporativa.
Finsocial, subrayó, no se queda en el ejercicio económico, pues el tema es trabajar eficientemente para darle mayor valor al portafolio, pero el tema no se queda ahí porque la firma está igual haciendo gestión por todo lo que implica tejido social y una Colombia verde y preservada. El edificio en el norte de Barranquilla donde funciona Finsocial tiene características de inteligente pues administra recursos como agua y luz para evitar el desperdicio y darle mayor oportunidad al planeta.
La innovación está en el ADN de Finsocial, la empresa es amiga del cliente y maneja diversas líneas de crédito que actualmente la tiene punteando en colocaciones. En 2020 los resultados pintan muy bien, la empresa supo trabajar con la pandemia y productos como Finsocrédito que es la libranza digital que dio un vuelco muy grande a la compañía porque trabajar de la mano con Colpensiones fue gratificante y muy valioso.
El portafolio sigue dinámico, las líneas llegan a un público que agradece y que permite mirar al rio Magdalena entrando raudo al mar Caribe, con la tranquilidad que brinda el deber cumplido. Es por eso que el grado de felicidad en los trabajadores de Finsocial es de 99.7, un resultado mucho mejor que estar en casa, gracias a unas oficinas cómodas, modernas y agradables, que hacen parte de un entorno laboral inigualable en donde todos están dando más del cien.
Las cosas van bien en Finsocial, pero lo mejor está por venir porque vienen anuncios importantes que marcarán un hito y todo por el trabajo, el empeño, la fe y el amor por hacer las cosas bien, sin perder jamás el sentido social.
El tema es no parar y seguir con el credo de insistir, persistir y nunca desistir. La felicidad en Finsocial es un común denominador porque hay diferenciación, innovación y profesionales disruptivos.
Indiscutiblemente quien no sueña no llega lejos, pues si bien el trabajo ganador es el que apela al método, hay cosas en la mente que permiten volar, crear y adaptar como empresa, pero sin pensar que la firma es lo único en el mundo, puesto que afuera hay gente que necesita la mano amiga de Finsocial en los buenos tiempos y en las dificultades. Siempre incondicional y con sentido de país.
Esta es la bonita realidad de Finsotienda, un proyecto que lleva sonrisas y esperanza a las familias colombianas.
La tienda es toda una historia, las hubo en las orillas de los grandes ríos, en los desiertos y en las maravillosas ciudades de oriente en donde cada creación era un toque de magia. La sola Ruta de la Seda logró diseminarse por toda Asia ya que articuló a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.
De las tiendas orientales salieron alfombras voladoras, lámparas con genios y todo un compendio que puede bien leerse en “las Mil y Una Noches”, recopilación de cuentos que hacen parte de la tradición de Oriente Medio. Las historias salieron mágicamente de un antiguo libro persa conocido como Hazár Afsána, mil leyendas.
El texto fue inspirado en el libro o colección árabe con orígenes al parecer en el año 850, pero lo cierto es que la lectura maravilló al mundo por su narrativa, color y descripción.