La Economía colombiana lleva años dando bandazos, por alguna razón no encuentra un derrotero que la ponga en el camino correcto y según algunas personas dedicadas a estudiar las variables y los números, el país ha pecado en imitar modelos sin resolver de tajo el problema estructural de sus finanzas. No es un secreto que hubo errores, equivocaciones groseras en el manejo de la economía porque hizo curso la idea que encarecer el país para los industriales y las pymes, llevando cargas absurdas a los trabajadores y a una clase media totalmente atomizada.
La idea no es el obsequio, lo coherente es crear tarifas pagables, dentro del rango de la normalidad que inviten a pagar, y no fijar unas tablas irrisorias, como gran mecanismo, que desde el comienzo empieza a ser víctima del engaño y el famoso quite.
Sentido común, las economías se mueven y dejan ver vigor con plata en el bolsillo de la gente, de lo contrario la prosperidad no deja de ser la bella palabra en las tarjetas de fin de año. La pregunta recurrente es, ¿cómo pongo dinero en la cuenta del público?, sencillo, abaratando el país, bajando un Impuesto al Valor Agregado, IVA, sumamente elevado y anti-técnico, acabando diferenciales, borrando todo tipo de exenciones y gabelas y desde luego poniendo en marcha un plan de disciplina y austeridad fiscal ya que Colombia sigue gastando mucho y en tiempos de pandemia y crisis financiera, hay lujos que como en cualquier hogar, no se pueden admitir. Sencillo.
Los números que acompañan al país en este momento son de miedo, apocalípticos y temerarios, a tal punto que invitan a la sensatez, porque hizo igual carrera dilapidar las bonanzas y después echar mano de lo que venga sin mirar a quien se afecta, un fenómeno que en cadena arrastra con toda una economía, de manera fría, calculada e inexorable. Visible.
El tema no es seguir asustando, sino explorar salidas y estrategias que le den al país la pista que demanda para crecer, generar riqueza y luego con empleo, oferta y demanda, mucha más riqueza, una solución integral con balances positivos para todos, es decir bien la economía y mejor los indicadores sociales sin que el gobierno tenga que regalar plata. Todos al unísono tienen que ganársela y demostrar que sí son ese capital humano del que también se habló décadas atrás. Posible.
El economista y analista, Luis Guillermo Vélez Álvarez, le dijo a Diariolaeconomia.com, que un obstáculo que se venía superando de cara a la reactivación de la economía son las cargas tributarias, porque está demostrado hasta la saciedad que dichas obligaciones que impactan terriblemente a las empresas distorsionan el sistema de precios, inhiben la inversión y generan demasiados problemas.
Manifestó su preocupación, puesto que, si la pasada reforma impositiva había reducido dichos gravámenes, el nuevo proyecto de ley para reformar el estatuto tributario mantiene un altísimo nivel tarifario en las compañías, situación que dificulta y obstaculiza gravemente la inversión extranjera en el país.
Anotó, que ese mito de que no se puede gravar el consumo y que no es posible repartir las cargas de IVA queda revaluado con las experiencias en otras latitudes y precisó que es inadmisible la figura de devolución de dicho impuesto que podría migrar a una tarifa generalizada para devolverle dinero a la gente y tener mejor recaudo, pero insistió que el sistema tributario en Colombia en anacrónico y lejano a la inversión, la misma que desincentiva. Paralelo a ello, dijo, hay un régimen laboral que no facilita la contratación de personal.
Una propuesta que no llega es el de eliminar las consideraciones por condiciones, es decir un IVA por debajo del 19 por ciento y unas tarifas coherentes para el empresario. En el momento en que el país logre ser más barato, automáticamente aumenta el recaudo, llega la inversión y las cosas mejoran, sin embargo ha costado aplicar una política tributaria que sume y que no siga restando.
Colombia, estimó el economista, demanda una reforma tributaria virtuosa, pero eso, cuestionó, no lo analizó ni lo diagnosticó la Comisión de Expertos Tributarios. Dijeron, expuso, que la fuga al sistema tributario sumaba 90 billones de pesos anuales, 75 billones que corresponden a los problemas que plantea la multiplicidad de tarifas y las exclusiones del intocable IVA.
El economista propuso crear una tarifa única de IVA del 12 por ciento, de manera general y sin diferenciales para aumentar considerablemente el recaudo y así conjurar una serie de problemas fiscales que requerirían medidas paralelas. Solo así se le haría la devolución a quien haya que hacérsele y financia más del sesenta por ciento de los ingresos tributarios requeridos por la nación.
“Necesitamos un IVA con una tarifa uniforme y plana, pero igual un impuesto de renta moderado a las empresas y hacia allá debe avanzar el país porque de lo contrario cada reforma al estatuto tributario será más de lo mismo sin que resuelva problemas agudos y de enorme dificultad para el desarrollo. Como aquí se acobardan, se llenan de miedo y no le explican a la gente cómo son en realidad las cosas, abriéndole la brecha al mito que el IVA es contra los pobres, los inconvenientes seguirán puesto que se trata de una mentira. Lo que importa a la hora de la verdad es lo que se haga eficientemente con el recaudo, pero es inadmisible dejar de pagar una tarifa justa, disfrutar de las exenciones al gravamen sobre un montón de productos, solo por evitarles incomodidad a los pobres, los mismos que pueden tener mejor trato y oportunidad si la plata no se evapora con evasión o elusión, el tema es que nos corresponde pagar y hacer de Colombia un país viable para todos”, declaró el señor Vélez Álvarez.
Recalcó que la única manera de tener un país factible es con una tarifa del 12 por ciento que aplique absolutamente para todo, un impuesto de renta moderado del 20 por ciento, igual para empresas y personas naturales.
El país está maltrecho y no aguanta paros ni bloqueos
Un tema que no puede pasar por debajo de la cerca es el paro y los bloqueos, sencilla y llanamente porque antes que aportar le dejaron a Colombia un problema superlativo en comercio exterior, un pérdida injusta en la producción primaria y una inflación que pagaron las amas de casa y los hogares, empezando por los de los jóvenes de la autodenominada primera línea.
En opinión de Vélez, una expresión de esas, tan prolongada, no solo dejó destrucción, vandalismo y alteración del orden público, saldos que dejaron en entredicho la protesta social para la cual no hubo restricciones ni límites. El tema, apuntó Vélez, demostró que la violencia y la poca concertación deslegitima un gobierno y las instituciones.
Reconoció que, aun así, la economía, lo cual incluye trabajadores, empresarios y todo un universo productivo, tiene gran resistencia y fortaleza, porque entre más oscuro estuvo el panorama volvió a salir, a ponerle el pecho a la brisa. En opinión del analista, la economía interna se venía recuperando a unos niveles asombrosos en los primeros meses, un asunto que ratificó el dato de crecimiento del primer trimestre de 2021 que vino de la mano con una variable importantísima como lo es la inversión extranjera directa que llevaba una curva inesperada a tal punto que cerró el periodo con más de 3.000 millones de dólares, cifra comparable con los primeros períodos de los mejores años en materia de inyección de capital foráneo.
Desde su análisis, la mayor parte de los problemas que tiene la economía son causados por los gobiernos que tratando de ayudar con los indicadores tan solo se enredan conllevando a una dificultad apremiante para recuperar ingresos, dinámicas y todo lo que suma en el PIB. Vélez manifestó que en primer lugar hay que tener en cuenta que el régimen laboral colombiano no encaja en el entorno del país porque por buenas intenciones que haya, los industriales se resisten a ofrecer contratos laborales formales habida cuenta que las condiciones para quien fomenta empleo no son las mejores, todo es incertidumbre.
“La legislación laboral ha convertido el contrato de trabajo en algo tan insoluble como un matrimonio católico, todo un problema porque dichas normas laborales impiden la rápida recuperación del empleo formal y caso opuesto, incentivan la infracción en los elementos de contratación. Igual es una obstrucción a la reanimación económica”, expuso Luis Guillermo Vélez Álvarez.
El versado tildó el salario mínimo legal uniforme para todo el país como un absurdo porque sobre la premisa de proteger a los más débiles o vulnerables, el legislador crea leyes que acaban por castigar a quien busca trabajo. Apuntó que es ilógico pensar que una cafetería de Quibdó pague el mismo estipendio básico que otra en Bogotá, eso no tiene sentido, resaltó, porque no atiende las diferencias y conlleva a mayor desempleo y repunte en la informalidad.
Colombia, un país con temas por resolver
Para el docente y consultor, si bien existen falencias en infraestructura así como en otros frentes, hay que reconocer que en obras públicas, los últimos gobiernos hicieron muchas cosas, a tal punto que recuperaron un terreno que se había perdido en el tiempo. Anotó que hubo inversiones en autopistas gracias a unos sistemas de concesión que están ayudando y le ayudarán aún más al país. El impresionante atraso vial, examinó, se fue superando y proyectó obras a futuro, con tan vertiginoso desarrollo, que el devenir en obras será más que bueno.
El tema en infraestructura, dijo, muestra serios inconvenientes en puertos y ferrocarriles, pero acentuó que en vías el país logró dar un salto estimable.
Reconoció que hay muchas inversiones pendientes y obras por desarrollar para lograr altos puntos en competitividad, pero reconoció que hay temas que exigen claridad en reglas de juego, estudios técnicos y contractuales y el mismo apoyo de la inversión que ve en Colombia una buena oportunidad para adelantar proyectos en diversas áreas del transporte y la logística.
Agricultura, otro cuento
Al entrar al tema rural, el analista aseveró que la agricultura se ha afianzado como otro mito y puntualizó que en algunos sectores la actividad agrícola está muy protegida. Cuestionó gente y sectores que siguen pidiendo más salvaguardia y acciones por ese estilo, algo que queda en el balcón de los cuestionamientos al ver y analizar la balanza comercial agropecuaria que es de por sí positiva.
Dijo, que el valor de las exportaciones agrícolas y de alimentos, supera el de las importaciones con origen en el sector primario. No negó que hay renglones que tienen dificultades para exportar, empero señaló que la agricultura se ha movido durante años en esa tónica o característica, lo cual hace pensar que no hay motivos para reclamos o peticiones.
Enfatizó que la economía colombiana necesita abrirse con mayor amplitud, porque la competencia mejora la productividad y es desde luego mucho más rentable innovar y ponerse a punto que reclamar auxilios o subsidios, caballo de campaña de algunos políticos que viven de sostener el cuento del daño que hacen las importaciones.
“Los políticos viven de dos cosas, primero de hacerse creer que sin las transferencias o los subsidios de la nación no pueden vivir y de convencer a los productores que no son viables sin políticas u orientaciones del estado. Allí el gobierno se va haciendo grande y gigantesco, metiéndose en todas las áreas de actividad lo que no resulta positivo para la economía”, precisó Vélez.
Hay que retocar el modelo
En el plano económico el mundo ve en Milton Friedman y al austriaco Friedrich Hayek los promotores y patricios del neoliberalismo, una corriente que propende por limitar la intervención del estado en asuntos de corte jurídico y económico. Igual el planeta conoció de las propuestas del profesor John Maynard Keynes, el economista de Reino Unido, uno de los más importantes del siglo XX. El llamado keynesianismo basó su tesis en la intervención del estado en aras de defender la política económica como el más versátil instrumento para dejar atrás las crisis económicas.
Según Keynes, era ideal aumentar el gasto público con el fin de estimular la demanda agregada y por esa vía disparar los indicadores de producción, inversión y empleo.
La situación actual contrario a enfrentar los argumentos de un lado y el otro, convoca a extraer lo mejor de cada uno y así darle forma o diseño a un modelo económico acorde con las falencias y requerimientos de cada país para sintonizar sus cifras con lógica, trabajo, competitividad, desarrollo, abastecimiento, innovación y un trabajo mancomunado que lleven el barco del crecimiento a buen puerto.
Para Luis Guillermo Vélez Álvarez, innovar el modelo y hacerlo una verdadera hoja de ruta del progreso es posible, sin embargo, advirtió que eso solamente se logra, fundamentalmente exponiendo al país a las fuerzas de la competencia, teniendo más tratados de libre comercio. Un ejemplo de la importancia de estar en el contexto exógeno, afirmó, es la evolución de las empresas que lograron catapultarse en producción, ventas y fidelización de marca.
A manera de ejemplo, la apertura económica de 1991, hizo de empresas como la Nacional de Chocolates y Noel, grandes conglomerados del calibre de Nutresa, toda una multinacional con presencia en muchos países, es decir que algunos empresarios antioqueños le sacaron provecho a la apertura económica. Destacó la importancia de permitir la movilidad de capital y de inversiones para apalancar crecimiento.
Con los bancos, expuso, pasó lo mismo pues el Banco Industrial Colombiano, BIC, la media naranja de muchos, “un banquito pequeño”, pasó a ser Bancolombia, una multinacional de banca, un logro que se registró luego de que los accionistas dieran el gran paso hacia Wall Street en la Gran Manzana y le proporcionaran herramientas, portafolio y forma al emblemático Bancolombia, un grupo internacional que dejó ver la gran transformación financiera tal y como pasó con el Banco de Bogotá y otras estructuras financieras de gran calado.
Medellín encontró en el gran reto aperturista nuevas oportunidades y opciones, totalmente tangibles como se vio con el comercio, la industria, la banca y los seguros, pues la empresa Suramericana, “unos tigres en protección” logró igual proyectarse a nivel internacional para migrar al grupo Sura, también avanzaron las empresas del sector energético como ISA y EPM, firmas que se consolidaron como multilatinas.
“En eso hay que seguir, lo tenemos que hacer y debemos continuar, el país debe darle mayor importancia a la globalización e internacionalización de los mercados para no seguir con empresitas sino con grandes conglomerados, matizados por la musculatura financiera y el poder de expansión. La gente no es consciente de las transformaciones que llegaron por la apertura económica del entonces Presidente, Cesar Gaviria”, subrayó Vélez.
Las pymes, razonó, tienen que entrar en el baile de la globalización, deben innovar, transformarse e internacionalizarse. A las micro, pequeñas y medianas empresas hay que darles lo que se le suministra a todo el universo de factorías, condiciones tributarias blandas y oportunidad porque para el consultor, debe aplicar una política lo más neutral posible, porque no le corresponde al Gobierno decidir quién se salva o no, llámese empresa o sector, el tema es que hay gravámenes iguales para todos, con el fin de evolucionar y encontrar mercados, dinámicas y todo el apalancamiento competitivo y productivo para la sostenibilidad, pero todo dentro de unas metas corporativas.
Asistencialismo debe ser transitorio porque resulta perverso
No podía quedar por fuera de la plática el controvertido tema del asistencialismo que hoy cuesta mucha plata, una ayuda que sale del bolsillo de los contribuyentes y de quienes trabajan para subsidiar a quien no hace absolutamente nada. Tan malo resultó, que el plan de ayudas le quitó mano de obra al campo y a muchas empresas que no consiguen trabajadores, mucha gente está en la casa esperando que llegue el dinero del ejecutivo, fruto del esfuerzo de un cúmulo de familias.
Un asunto que no puede obviarse es que el estado debe garantizar seguridad, orden y libertades porque con el pasado paro quedó demostrado que la violencia soslayó la esencia de la protesta para volverla anárquica. El trabajo igual debe apuntar a fortalecer una justicia que a la fecha está muy mal, pese a que en medio de las turbulencias, el país progresó.
No menos importante es la defensa del territorio, pero de igual manera la salud y la educación, un reclamo que no entiende el contertulio porque si algo tiene Colombia es que cuenta con educación primaria, secundaria y superior sin obviar guarderías, dicho con otras palabras, las posibilidades de educación hoy son muy amplias.
El país sigue con matrículas gratis, una política de vieja data para la educación superior. En formación Colombia avanzó de manera importante, entre otras cosas porque sumó el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, como otra opción de formación para el mercado laboral.
El gran problema, manifestó, es que la educación pública está en manos de la Federación Colombiana de Educadores, FECODE, un inconveniente tenaz para el país. En salud, dijo Vélez, el sistema de seguridad social montado con la ley 100 es una maravilla.
“El país cuenta con un indicador que debe conocerse de mejor manera ya que la canasta del IPC en donde los bienes que se ingresan están sujetos a las variaciones de precios que generalmente se encarecen, terminan con un ejercicio para nada desestimable. La ponderación de salud es de 1,8 por ciento y la de educación se ubica en 4,1 por ciento, esto quiere decir que por cada 100 pesos que gasta el colombiano de a pie, un peso con 80 centavos equivale a salud y cuatro pesos con diez centavos a educación, lo que señala que la cobertura del sistema público en estos dos frentes es altísima, un tema en el que se avanzó y que debe mantenerse”, agregó Vélez.
Un sistema que se montó para atender la para entonces difícil situación de desempleo se llamó Familias en Acción, que tenía como propósito mantener a los niños en la escuela, evitando que los enviaran a pedir limosna a los semáforos. La cobertura arrancó en 300.000 familias, porque la tasa de desempleo se ubicaba en el 20 por ciento, ese indicador cayó por debajo del 10 por ciento y justo en ese momento ya había más de tres millones de familias amparadas por ese programa de asistencia social, algo totalmente ridículo porque se trataba de una ayuda temporal. Expresó que los subsidios son como las muletas, tan solo se les dan a las personas mientras tienen dificultades para caminar, no puede ser una colaboración eterna.
Familias en Acción, denunció Vélez Álvarez, se convirtió en un mecanismo corrupto y en un sistema en donde a punta de trámites muchos ganan y acaban con la plata de la nación. El plan, recalcó, es un método de corrupción legalizado igual que el Programa de Alimentación Escolar, transferencias y subsidios en servicios públicos.
A criterio del investigador, las transferencias desestimulan el sentido de responsabilidad y la orientación de la gente al trabajo, el lío es tal, que hay empresas que están buscando personas para trabajar y no las encuentran porque para muchos es más fácil vivir de Familias en Acción y transferencias, un atentado a la laboriosidad, factor que peligrosamente crea una población dependiente, la misma demandante de todos los favores y amparos del estado, totalmente proclive al asistencialismo y a una izquierda socializante, algo muy tenebroso.
“Ese fue el camino de Venezuela, no hay nada que hacer. Los dos gobiernos de Santos se mecatearon los recursos de la mayor bonanza petrolera que tuvo el país por precio, hubo burocracia, casas gratis y política con el presupuesto nacional. Lo más grave es que no solamente se gastaron la plata sino que optaron por endeudarse más, no hubo ahorro y con esa administración el endeudamiento externo pasó del 15 al 35 por ciento, por ello cuando llegó la pandemia no había margen para actuar, ese fue el origen de la crisis fiscal que agudizó los líos que aterrizaron con el Covid-19”, precisó el experto.
Criticó el asistencialismo, los aplausos que este sistema malsano recibió y concluyó que se hace urgente hacer una evaluación de las viviendas gratis, porque hay poblaciones en donde las casas regaladas están desocupadas, unas en arriendo y otras destruidas o saqueadas porque la gente, a juicio de, investigador, no valora lo que se le regala.
Vélez Álvarez es economista de la Universidad de Antioquia, doctor en economía de la Universidad de París X. Cuenta con una experiencia que supera los 30 años, acreditando todo el conocimiento y las capacidades en regulación investigación y docencia.