La imaginación colombiana afortunadamente no tiene límites, y la inventiva de los más versados y reconocidos de la industria panificadora ha puesto un fino detalle de coquetería que mejora los ingresos y la perspectiva de negocio.

Los panificadores coinciden en afirmar que el libre comercio es una realidad de la que no se puede huir, pero aseguran que están tranquilos porque el ejercicio de internar marca ya se hizo y el colombiano se quedó con lo que le gusta, lo de la casa.