Domingo, 06 Diciembre 2020 01:31

El Restrepo, de eje manufacturero por excelencia a barrio chino

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Industrias de vieja data como Calza Bien aseguran que las ayudas para empresarios y el nacionalismo comercial son pura paja. Siguen las quiebras.

Los empresarios del emblemático y casi en el recuerdo barrio El Restrepo, dijeron que la situación económica de los industriales que aportaron riqueza y generación de empleo sigue precarizándose, a tal punto que muchos continúan liquidando fábricas, sacando personal y procurando honrar unas deudas que son casi impagables. Para los fabricantes de calzado, de nada sirvió marcar un hito en la historia productiva colombiana pues con la llegada de la pandemia murieron más empresas y con ellas muchos creadores que partieron en medio de la agonía de las UCI, sin ver cristalizado el sueño de retomar la grandeza y el papel protagónico de los zapateros y artistas del cuero.

Desde la apertura económica de 1991 y con las gabelas que vienen dando los tratados de libre comercio, el panorama no es el mejor para un sector que viene soportando problemas de competencia desleal, dumping, subfacturación y lavado de dinero. Son muchos los inconvenientes y muy tibia la acción estatal porque no pocos industriales terminaron arruinados, sin capital, sin activos y totalmente quebrados en la parte anímica y humana.

Otros casos son mucho más espinosos y contristan porque algunos artesanos y respetables artistas del calzado, nunca tuvieron una oportunidad, las importaciones volvieron añicos el empleo y esas personas que vivían del día a día terminaron como habitantes de calle, sumándose al agudo problema de descomposición social, pero mientras eso acontecía, el gobierno de turno firmaba orondo los nuevos acuerdos comerciales, que a juicio de quienes conocen el tema de comercio exterior, le pusieron los Santos Oleos a la agricultura, a las pymes y en el mediano plazo a las grandes empresas porque europeos y americanos no han movido todavía sus fichas, el tema es de tiempo.

En plática con Diariolaeconomia.com, el Gerente de Calza Bien, Miguel Ángel Gómez, aseguró que preocupantemente, la reactivación económica avanza a paso muy, pero muy lento. Las ventas, reveló, son apenas el 25 o 30 Miguel Ángel Gómezpor ciento frente a las de 2019, una cifra casi precisa porque fue el fruto de un análisis mes a mes que arrojó datos poco halagüeños.

Desde que fue posible reabrir el comercio, las ventas han salido mal libradas porque hubo días en los que no era posible vender un par de zapatos, generando una situación devastadora y un problema sumamente grande para fabricantes y comerciantes.

 

“La situación del calzado ya era difícil, los vientos que soplaban en la economía no daban para el optimismo y como si fuera poco llegó la pandemia y arrasó con lo único que quedaba porque les quitó a los empresarios el escaso aire que tenían en el tanque y los acabó. Uno no sabe qué hacer, con tantos negocios cerrados y con la tendencia a seguir liquidando empresas, estoy pensando que me llegó la hora de bajar la persiana, migrar, irme de la industria porque a la fecha no se justifica tener una fábrica porque a duras penas garantizan la comida, pero no dan para pagar arriendo y si se cumple con la renta, el plato en la mesa está seriamente comprometido. Seguir en esas condiciones es supremamente difícil porque las pérdidas son incalculables”, declaró el señor Miguel Ángel Gómez.

La situación del calzado ya era difícil, los vientos que soplaban en la economía no daban para el optimismo y como si fuera poco llegó la pandemia y arrasó con lo único que quedaba porque les quitó a los empresarios el escaso aire que tenían en el tanque y los acabó.

Es complejo digerir la situación porque El Restrepo pasó de ser el gran barrio del calzado y la calidad para convertirse en un sitio de rebusque en donde lo único que prospera es la venta de productos importados de muy bajo costo. El empresario, en las actuales condiciones, está en el rebusque y tratando de comer.

En los cálculos de Gómez está una cifra dramática y es que del total de empresas que funcionaban en marzo, antes de la pandemia, perfectamente se fueron a la bancarrota el 30 por ciento o más. Muchos de los industriales que acabaron con sus plantas y actividad económica salieron para Estados Unidos, España, México y otros países. Los que no usaron la visa para huir de la ruina, murieron como consecuencia del Covid-19, enfermedad que segó la vida de muchos fabricantes.

 

Los nacionalismos no funcionan, la gente sin plata compra lo que sea

Hay una campaña que invita a los colombianos a comprar producto nacional para estimular a los fabricantes y premiar el esfuerzo de quienes diseñan, crean, innovan y ponen en vitrina lo mejor de la moda, para el capítulo confecciones y manufacturas en cuero. Sin embargo, los empresarios lamentaron que en Colombia hizo curso la cultura de comprar producto importado.

El país, manifestó el empresario, terminó agotado con la falta de acciones hacia el sector real y el bajo estímulo a los empresarios, mientras las fábricas pedían a gritos ayuda y una política de estado contundente para la industria, la respuesta fue la apertura económica, el libre comercio y un país que fue olvidando que Colombia tuvo, de manera merecida y bien ganada, fama de excelentes productores de calzado, a tal punto que era producto de exportación y la consolidación de un sector que aportó empleo, crecimiento y una dinámica económica muy importante, pero como las flores que se van cortando, las factorías fueron marchitándose y con ellas los puestos de trabajo y la tranquilidad.

 

En El Restrepo ya hay almacenes que en extensión van de lado a lado, con productos de 5.000, 10.000, 15.000 y 20.000 pesos máximo, en esos términos nadie mira el producto nacional, en esos enormes sitios la gente hace fila para ingresar y comprar cosas que en un 40 o 50 por ciento hacen parte de contrabando, una situación que muchos conocen, pero que extrañamente no genera acciones, investigaciones o pesquisas. La gente no tiene consciencia de nada y por una mínima suma compra cualquier cosa, venga de donde venga por más que haya ingresado de manera cuestionable. Así es muy difícil, mientras el gobierno saca pecho con campañas de compre nacional, por otro lado, los grandes negocios no venden producto hecho en Colombia, impactando la economía y jugando con cartas marcadas en detrimento del empresariado formal, del que paga salarios e impuestos sin rebaja alguna”, sostuvo el industrial.

 

En Bogotá y en Colombia los únicos que venden producto nacional son los negocios pequeños porque tienen vocación artesanal, han estado toda la vida en el negocio, lo recibieron como herencia de los ancestros y porque no tienen como competir con importaciones. Existe la sospecha que la mayoría de tiendas de gran formato con ventas de producto extranjero, venden contrabando, por lo menos así lo piensa Miguel Ángel Gómez, quien asegura que la consciencia nacionalista en el país no existe ya que es “pura paja”.

Agregó que la gente hoy deja de calzarse unos zapatos de calidad que pueden valer 75.000 u 80.000 pesos por adquirir producto chino de 25.000 pesos, así la compra termine en lamentables condiciones a los cinco días.

Como si el problema no fuera suficiente, a los negocios de manufactura, los bancos no les prestan ni un centavo pues la irrigación de dinero de la que habló el gobierno, fue entregada a los grandes empresarios del país, es decir se la dieron a los que no necesitaban la plata. Los dineros baratos y a largo plazo tuvieron un destino diferente a promover las pymes que históricamente han sido las generadoras de empleo por excelencia.

El fabricante denunció que las condiciones eran extremas porque la industria venía de unos momentos aciagos y vio con las partidas giradas por el ejecutivo una opción de reiniciar, pero lamentablemente los empresarios que tenían deudas no fueron sujetos de crédito y a cambio recibieron la lápida para su empresa, aunque ni siquiera pagaron la funeraria porque más de uno ya tenia la losa encima.

Recalcó que con las políticas actuales no habrá futuro para la industria porque hay abandono, desidia y desagradecimiento. Su pensamiento es que una cosa es la que dice el gobierno y otra bien distinta la realidad del país, que para el caso del sector real es cruda y oscura. Esa indiferencia, la falta de oficio y la pasión aperturista, explica por qué hay tanta informalidad en Colombia.

 

Estamos en un país de informales, basta con ver las grandes ciudades con gente en la calle viviendo del rebusque, bien sea vendiendo empanadas, tinto o cualquier cosa, la situación es más que complicada y la pregunta es ¿a quién le piensa cobrar impuestos el gobierno con tanto empresario en bancarrota y con tanta gente sin empleo?, este es un país de supervivencia en donde solo producen los grandes negocios que generan jugosos dividendos y que patrocinan campañas políticas. Hay que reconocer que los últimos gobiernos desde 1991 a la fecha hicieron algo muy bien, y hay que reconocérselo, acabar con la economía local, arrasar el agro y mandar la gente de la pobreza a la miseria, en eso fueron exitosos, no hay duda”, apuntó el empresario ya al borde de la extinción.

 

En Colombia, dijo, hay que cambiar muchas cosas, uno la economía y su modelo mandado a recoger porque fracasó desde que se impuso, dos la manera de elegir políticos en cargos públicos de importancia en donde la plata no debe salir de empresas ni de amigos porque los compromisos son la cuota inicial de la corrupción y de la pignoración del país. El fabricante reconoció que hay mucho por hacer en innovación y en rejuvenecer sectores vitales como el campo y la manufactura, pero indicó que no es un imposible cuando la voluntad estatal existe.

Llamó la atención de los medios que manejan información y tildan de grandes empresarios a personas que no conocen y que por su recorrido dejan mucho que desear. Los reconocimientos, manifestó, son buenos, pero primero los entrega el trabajo, la sociedad y la verticalidad, un reconocimiento en donde prevalecen las buenas personas y después los capitalistas.

 

“Con mucha plata cualquiera gana premios, sale en televisión y es un buen ejemplo para el país. Esos son los que reciben los millones para paliar su tragedia mediática, dejando por fuera una masa empresarial, básicamente de las pymes que fueron las grandes empleadoras en Colombia y que hoy están bien jodidas. El negocio pequeño no tiene doliente, no tiene medios y adolece de comprensión porque no es importante para nadie, empezando por el gobierno. En mi modesta opinión, todos, absolutamente todos los empresarios colombianos somos héroes”, dijo.

 

Calza Bien fue una empresa con buenos números, llegó a emplear gente que ganó dinero y tuvo como llevar el pan a la mesa. La calidad en diseño sigue siendo el principal activo de una empresa que fue resintiéndose con el contrabando, las importaciones y todo tipo de práctica desleal. Hace un año les pagó salario a dos empleados que no pudieron sostener por la caída en las ventas, actualmente atienden el negocio él, su hijo y su esposa.

Al abordar el tema país y el devenir, Gómez dijo que no puede esperarse mucho para 2021, posiblemente más cierres, menos empresas, menos comercios y una banca rota nacional que le costará al gobierno presente y al que venga, porque la deuda heredada es de unas magnitudes inimaginables. Para generar empleo, recalcó, el gobierno debe dar condiciones y brindar apoyos, pero hoy no se ve luz al final de túnel, el estado no girará plata para los pequeños fabricantes y el país seguirá igual, arrancando año, y peor más adelante, es apenas consecuente.

 

La cruda realidad del barrio chino

Hace un par de años los empresarios asistieron a la iglesia de Nuestra Señora de la Valvanera en el sector de El Restrepo a la misa de réquiem por el sector calzado. No dudaban cual iba a ser el triste final de la industria literalmente en calzas prietas por la presencia de producto chino que derrumbó la industria hasta llevarla a su mínima expresión. La gente, resaltó, no sabe de calidad, no entendió la apuesta nacional y compró cualquier cosa, pero ese es el país y el empresario debe entenderlo así sea desde el silencio prolongado que acompaña la tragedia.

Es triste decirlo, pero los empresarios así lo comparten, el gran eje del calzado y de la moda, el simbólico Restrepo dejó su garbo, su fama y su historia para entrar a afianzarse como el barrio chino de Bogotá, en donde la gran mayoría de productos comercializados vienen del Lejano Oriente, eso sí a parrandearse la industria nacional.

Infortunadamente, sentenció, los gobiernos están dejando que la memoria histórica del Restrepo desaparezca, esa imagen que llevaba la gente al sector está desapareciendo del público y en el ático están quedando el prestigio, la calidad, la exquisitez de manufactura y el empleo porque hubo momentos en que el taller más pequeño empleaba varios obreros y los almacenes rotaban inventario y lanzaban productos reiteradamente porque había poder de compra y eso también le dio empleo a las mujeres vendedoras. El Restrepo y su reputación están muriendo, hoy solo quedan almacenes gigantes con muchísimos productos importados.

Los que llegan pagan un local de 25 millones de pesos de un empresario que quebró y a los pocos días aparece una feria de importados que pueden costar hasta 2.000 pesos. Cada vez son menos los almacenes de buen calzado, unos desaparecieron y otros están en las últimas. El Restrepo será un barrio chino en donde todo quedará borrado porque no hay nada que mostrarle al visitante, hoy el mercado es asiático y todo un compendio de industria sigue paulatinamente evaporándose.

La quiebra económica es sinónimo de quiebra social, el tejido social que impulsó el calzado quedó totalmente desbaratado y como se dijo muchos empresarios quedaron sin empresa, sin máquinas y sin plata, los trabajadores igual terminaron en la pobreza y luego dieron el salto a la miseria. La gente que sobrevivió a todo el terremoto económico producía algo hace un año, hoy no está fabricando nada, llegó un agudo detrimento que repercutirá en las nuevas generaciones por más de 15 o 20 años.

 

“Vendrán inconvenientes, habrá más pobreza, muchos no podrán pagar el costo del semestre en las universidades y el deterioro social estará a la orden del día, en Colombia vamos para abajo y la verdad no sé cómo aguantamos los empresarios en este país, tenemos mucho valor y aguante, pero todo se agota por resiliente que uno sea. Es triste decirlo, pero no veo margen de seguir en el mercado, no me han sacado del local porque no han querido, ya debo seis meses de arriendo que ya es mucho y a eso hay que sumarle otras deudas que por la coyuntura, no hay como pagarlas, no porque no quiera, simplemente porque no vendo, no gano y no puedo, se sale de mis manos. Como van las cosas, en menos de un año no voy a tener absolutamente nada, es muy lamentable, estoy solo, entendí que las ayudas y la plata solo llega a los grandes empresarios de este país, es un golpe muy fuerte para mí y para otros que se atrevieron a fundar empresa, a ser verticales y quebraron un día cualquiera”, narró con voz resquebrajada el empresario.

 

Un aspecto que agravó la crisis actual fue precisamente la falta de una política empresarial ambiciosa que le hubiese facilitado recursos a las industrias, de todos los tamaños para dejar pronto la nube negra. Si hubiese existido, señaló Miguel Ángel Gómez, el país ya estaría saliendo del problema.

Una noticia que cayó mal fue el incremento en los fletes de Asia a Latinoamérica porque las navieras optaron por sacar provecho la circunstancia. Las materias primas para el caso del calzado están llegando a unos precios exageradamente altos, factor que impacta el costo del producto terminado en Colombia. Esa situación, dijo el gerente de Calza Bien, impide que la industria nacional despegue más fácil porque está comprando insumos a valores muy elevados, restando competitividad y complicando el contexto productivo.

 

“Aquí hay políticas en contravía del progreso y el desarrollo, todo se hace más difícil y no hay quien lea con acierto el inconveniente, no ha habido una persona inteligente que diga que el problema queda conjurado, aliviando a los productores nacionales e impulsándolos para que exporten y vendan bien, y no llenándoles los bolsillos a los fabricantes extranjeros, eso no lo he podido entender. Infortunadamente no tuvimos los grandes economistas que pensábamos, nos han quedado debiendo, y mucho. No hay que seguir creyendo en mensajes y propaganda falsa para subir la moral cuando la realidad es una sola, empero bien acompañada, banca rota y olvido”, precisó Gómez.

 

La industria está atravesando por un periodo económico muy duro, pero además hay materias primas que no se consiguen por todo el tema pandémico y de fletes. La solución es acudir a los proveedores nacionales, pero al igual que todos los empresarios, dejaron de verse, desaparecieron porque no tienen como operar.

Como siempre, en los últimos meses, en el vetusto Restrepo, tan solo queda desazón, tristeza, melancolía y todo sinónimo que lleve fácilmente a deprimirse porque ya no se llena la retina de productos colombianos sino el alma de añoranza y pesar por un empresariado injustamente inmolado, el gran centro comercial a cielo abierto con calzado fino made in Colombia, empezó a irse, sus calles ya no tienen el aroma del pegante bóxer, del cuero curtido o el de las tintas, no, ahora no hay fragancia ni actividad, el famoso Restrepo, ya tiene perfil fantasmal.

Como aquella tarde noche, fría y lluviosa en la Valvanera, queda el eco de contestatarios empresarios cerca al púlpito, hoy lejanos de la actividad productiva y manufacturera, “brille para la industria la luz perpetua”… la tenían clara.

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