Sábado, 27 Abril 2019 08:40

Colombia, cerca de una aguda crisis industrial: Cámara de Confecciones

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En los últimos años el país perdió en solo textiles y confecciones unos 600.000 empleos dejando ver una precarización de los indicadores económicos y sociales. Las importaciones no son una solución.

Las empresas de la cadena textil y confecciones alertaron por la complicada situación que las rodea a causa del contrabando, el narcotráfico y los bajos aranceles, escenario que las pone en máximo riesgo más si se tiene en cuenta que el costo país y las dificultades competitivas hacen parte del vademécum de amenazas.

La situación es tan difícil que en los últimos diez años el sector ha perdido unos 600.000 empleos directos impactando el crecimiento económico, el progreso y el tejido social, afectado por el cierre de empresas que al verse acorraladas por el ingreso de producto chino, asiático, africano y de otras latitudes, prefirieron cerrar en vista que no es viable competir con verdaderos monstruos de la industria de la confección y de los textiles.

La confección y los textiles de Colombia carecen de competitividad por varias razones entre las que se cuentan los costos financieros, la pésima infraestructura, los valores de la energía y las mismas normas laborales que exigen salarios relativamente altos frente a los de países con los que debe competirse.

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el Presidente de la Cámara Colombiana de la Confección, Guillermo Elías Criado, aseguró que la industria textil y de confecciones pasó de los buenos instantes productivos a una pesadilla que les puso el candado a no pocas empresas. En los últimos años las empresas registradas en Cámaras de Comercio pasaron de 100.000 a 70.000, es decir que aproximadamente 30.000 desaparecieron por la avalancha de productos exógenos que entraron a competir de manera desleal.

El directivo agregó que el contexto es apremiante, alarmante y desolador que sirve de punto de partida a los retos que tendrán que enfrentar empresarios y gobierno para salvar factorías, empresas centenarias y empleos. La idea de un trabajo conjunto que le brinde garantías a la industria, explicó, es no solo salvar puestos de trabajo sino recuperar los que fueron atomizados con las importaciones.

“Estamos muy esperanzados en trabajar y en esperar que la palabra del Presidente, Iván Duque se cumpla para seguir adelante con el empleo y la producción nacional, factores muy a favor del bienestar de los colombianos”, subrayó.

Recalcó que es lamentable ver el escenario social de hoy lo cual es consecuente porque el crecimiento económico va sin duda de la mano del crecimiento de la producción nacional y del empleo pues si no hay producción, no hay empleo y si no hay ocupación o remuneración, inobjetablemente no hay consumo, es decir que el comercio y las industrias entran al peor de los mundos en donde los inventarios acosan y atormentan. Lo grave del tema, afirmó, es que si no hay crecimiento tampoco hay inversión y el gris pasa a un plano muy, pero muy oscuro.

Un punto a favor es que Colombia maneja valores agregados como calidad, innovación, diseño, inventiva, color y creatividad, un sello que el país logró de la mano de grandes diseñadores que hoy desfilan orondos por las pasarelas del mundo. Pese a esto hay un ingreso alarmante de prendas de muy bajo costo y a través del contrabando técnico que pone a las empresas en punto de vulnerabilidad porque con mayores volúmenes del mercado exógeno, la industria local no tiene otra opción que cerrar.

Destacó la labor de las universidades y centros de formación que han hecho una tarea encomiable a nivel técnico y a nivel profesional, oficio que forjó talento tal y como pasó con el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, que puso en el mercado de la moda más de 400.000 talentos en los últimos diez años.

Amén de las circunstancias, Colombia a fuerza de talento logró imponer su moda y fue así como conquistó mercados de alta exigencia a donde llegan los diseños colombianos manufacturados por mujeres y hombres colombianos que logran mejorar su calidad de vida gracias a que coadyuvan con la confección de país.

Dijo que los indicadores actuales de la industria textil dejan ver que sin duda hay asomos de una gran crisis industrial ya que hay decrecimiento en la producción nacional de textiles, tal y como ocurre en otros sectores de la manufactura por las importaciones de los países asiáticos y africanos.

Para el dirigente los líos son apenas obvios puesto que hay mucho por hacer en aduanas, sin desconocer que ha habido avances, los bajos aranceles y un narcotráfico que lava en cantidades campeando en medio del mayor confort. Todo lo anterior, apuntó, se refleja en una mezcla de precios irrisorios y aranceles bajos, combinación perversa que está devastando la industria nacional.

Dentro de las soluciones para la Cámara Colombiana de la Confección está subir el umbral de 10 dólares a 20 dólares el kilo. El umbral actual, explicó el vocero, fue realizado con los promedios inferiores de la mercancía importada de Asia, sin tener en cuenta los costos nacionales.

De igual manera dentro de las medidas que podrían dar una mano está el establecer un arancel del 37,9% para aquellas prendas de vestir importadas por debajo de 20 dólares el kilo. En la norma vigente, aclaró, está en el 40%, máximo permitido por la OMC.

“Como se lo dije al Presidente de la República en una carta, es necesario de igual manera implantar un arancel mixto para las prendas de vestir importadas de 20 dólares en adelante, las cuales pagarán el 10% ad valorem más tres dólares el kilo. La norma vigente es del 15%”, comentó el señor Guillermo Elías Criado.

Una serie de medidas como las solicitadas generaría un sinnúmero de beneficios que se reflejarían en el aumento del recaudo conllevando a un favor tributario.

Una medida así de ambiciosa, expresó, castiga al importador que le hace trampa al fisco nacional, que aprovechando el umbral bajo declara mercancía a precios irrisorios para no pagar el arancel que corresponde; y que en muchos casos la diferencia entre el precio declarado y el precio real de origen se cubre con dineros de actividades ilícitas. La iniciativa contribuye al crecimiento económico y al bienestar de los colombianos. La industria textil, reiteró, es una de las más importantes en generación de empleo en zonas rurales y urbanas, especialmente en mujeres madres cabeza de familia.

Implantar medidas drásticas para defender la industria y ponerle talanquera al narcotráfico que usa las importaciones para el lavado, reduce el déficit en la balanza comercial generada por la importación proveniente de países asiáticos y africanos, con los cuales no hay tratados de libre comercio y no compran ni el 1% de las exportaciones colombianas.

“No es cierto que los precios al consumidor bajen por las importaciones de Asia y África. Este argumento es falaz. La realidad es que hoy los bajos precios no llegan al consumidor final y sí están devastando el empleo en la industria nacional. Tampoco es cierto que con las propuestas del sector textil-confección en el PND se dispare el contrabando, pues el problema real es el lavado de dólares”, insistió el dirigente cameral.

En opinión del Presidente de la Cámara, si el gobierno nacional apoya estas propuestas sectoriales sin elegir ganadores y perdedores vendrá toda la prosperidad en Colombia pues el beneficio de tales medidas redundaría en el país, pues fortalecería la producción nacional, no solo manteniéndola, sino impulsándola, e incentivaría su fundamental capacidad de creación de empleo, contrarrestando así las nefastas consecuencias de los aranceles bajos a precios mínimos provenientes de Oriente y África que destruyen la competitividad de la industria local.

Especificó que solo el 0,8% en 2017 y el 0,9% en 2018 de los importadores pagaron el arancel máximo permitido en la normativa vigente por la OMC fijado en el 40% para confección importada a precios inferiores al umbral de 10 dólares el kilo. En el año 2017, anotó, fueron importados al país 584 millones de prendas y en el 2018, 675 millones.

Por otra parte, hay que sumar la mercancía que ingresa al país por medios ilícitos como el contrabando y/o lavado de activos. El arancel promedio aplicado a todas estas importaciones de confección en el 2017 fue del 13.1% y en el 2018 del 13.5%. Porcentajes ambos que están muy por debajo de los establecidos por gobiernos de países con vocación textilera como Brasil que aplica el 35% y México con el 30%, y que se ven a sí mismos como facilitadores de la creación de valor y la generación de empleo.

“La ecuación que defienden los importadores y sus gremios de umbrales y aranceles bajos más precios de origen irrisorios no da como resultado precios favorables al bolsillo de los colombianos. Además, estos gremios defienden aranceles altos para materias primas importadas como hilos y colorantes que encarecen el producto nacional. Es decir, defienden que se proteja al importador encareciendo y debilitando la producción nacional”, conceptuó Guillermo Elías Criado.

El Presidente de la Cámara lamentó que las decisiones del gobierno anterior favorecieran más a las importaciones, que al desarrollo y el éxito de las empresas locales, razón por la cual muchas marcas colombianas se vieron avocadas a importar para poder competir con marcas extranjeras que confeccionan en los países asiáticos y africanos.

“Contamos con las personas, el talento y las competencias necesarias. Tenemos el mercado nacional y 950 millones de habitantes del continente americano como mercado potencial. Por todo lo anterior, necesitamos del apoyo del ejecutivo y del congreso a esta suplica del sector textil-confección; sector que aspira a continuar la labor que ha llevado a cabo durante los últimos 100 años, ayudando al proceso de construcción del país, aportando empleo, divisas y bienestar para los colombianos”, estimó el Presidente de la Cámara Colombiana de la Confección.

La Cámara indicó que en materia de inversión siempre hubo interés por firmas extranjeras por absorber fábricas colombianas gracias al prestigio que muchas factorías alcanzaron y desde luego a un mercado que como el colombiano llama poderosamente la atención de los capitalistas. Dijo que Colombia y Bogotá cuentan con una posición geográfica ideal que les permite atender sin ningún inconveniente el mercado regional que ya camina a los mil millones de habitantes tanto en Norte, como en Centro y Suramérica, muchas de estas emergentes y muy en el foco de la inversión extranjera.

El modelo económico no sirvió, hay que revisarlo

Muchos han dicho que si el modelo económico fuera ganador y le sirviera a Colombia nadie estaría quebrado, nadie se quejaría y nadie estaría marchando. Algunos analistas sostienen que el modelo colombiano soportado sobre el consenso de Washington fracasó ya que cambió la industria, la agricultura y el empleo por importaciones, asunto que de hecho es cierto a tal punto que logra reflejarse en los indicadores paupérrimos de la economía colombiana.

Del desacreditado modelo no pocos afirman que si fuera tan bueno lo tendrían economías como la de Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón y otros sistemas económicos que de manera legítima defienden los activos de cada país y los intereses de sus nacionales sobre argumentos sólidos y admirables. Tristemente las economías pobres y en vía de desarrollo deben someterse a los vejámenes de un sistema que solamente sabe restar en beneficios para las empresas, en apoyos para el campo y para la clase trabajadora, de manera increíble ese modelo abre las puertas a una inversión que en ocasiones resultó injusta y corrupta, verbigracia Odebrecht.

Mientras todo esto ocurre las personas en la calle se siguen preguntando, ¿si el modelo no es probo, ecuánime e incluyente y en lugar de poner quita y maltrata, por qué persiste?, lo dijo la reina, “averígüelo Vargas”.

Para la Cámara de la Confección y a juzgar por el Brexit y el proteccionismo americano, es hora de mirar los tratados y sus ventajas, o los errores de los mismos y la tragedia de una economía que era pobre y ahora está en línea de miseria.

Su Presidente dijo que las autoridades económicas deben analizar la situación, medir los alcances de una realidad que no es la mejor y tomar medidas para salvar lo poco que queda y con ello los empleos que subsisten porque no sería justo acabar con un sector como el de la confección o el textil que llevan más de cien años de historia económica, no en vano fue muy dinámica en el siglo XIX y en los inicios del siglo XX.

Finalmente Guillermo Elías Criado invitó a los colombianos a consumir productos hechos en Colombia, con mano de obra calificada y artesanal. Dijo que el producto colombiano al ser de muy buena calidad merece el apoyo de cada uno de los nacionales porque primero están el empleo, el crecimiento económico y el desarrollo de un país que no puede seguir fomentando quiebras porque está de por medio el futuro de millones de familias que dependen de un trabajo estable o de un producto confiable y orgullosamente manufacturado con lujo de detalle en la tierra del café.

“Aquí por fortuna no hay temores, nosotros no le estamos pidiendo plata al estado, tan solo exhortamos por unas garantías y unas condiciones para generar riqueza, empleo y crecimiento económico”, nada más, tan solo apelamos al sentido común y a la cordura”, concluyó.

El palo no está para hacer cucharas

A su turno el analista económico y docto en temas de comercio, Aurelio Suárez Montoya, indicó que Colombia camina hacia una debacle industrial casi que de manera sistemática porque da la impresión que desde el estado esta condición fuera una loable meta. El tema es que hay sectores reventados, cargados hasta más no poder de impuestos y compitiendo en desigualdad de condiciones con otros países en donde la industria contrario al caso colombiano es una política de estado.

Al hablar de las razones arancelarias y el mercado global de confecciones y textiles. Argumentó que los antecedentes van desde el acuerdo multifibras de 1970 a 1995 y luego prorrogado hasta 2005 por la Organización Mundial del Comercio, OMC. Dijo que tarifas arancelarias y cuotas, en los últimos 50 años ha sido más un mercado regulado que de libre comercio.
“Lleva así solo 15 años y a los tres años, en 2008, vino el infarto de Wall Street. Al acabarse el Acuerdo los países asiáticos pasaron de tener 43% al 78% del mercado de Estados Unidos”, afirmó Suárez.

Denunció que el nuevo diseño no es algo natural sino estructurado por las grandes corporaciones, es decir marcas y comerciantes transnacionales que vienen de países, que subsidian a sus fábricas productoras, pero que ingresan con marcas. Aseveró que en ese juego se puede percibir una alianza de unos con otros en vista que las firmas construyeron la estructura internacional de la cadena, para lo cual le dieron valor a las marcas y al diseño, deslocalizando la producción fabril, al mismo tiempo que controlan las redes de distribución de los productos de la cadena.

“Corporaciones multinacionales, marcas, con apalancamiento financiero, han estructurado el mercado acorde a la optimización de sus rentas globales y pongo cinco ejemplos: Nike opera con fuente completa tercerizada en 38 países; ZARA con 40% propio y resto en Asia y Marruecos; VF Corporation 75% Asia y resto en Centro América, Polonia y Turquía; Hanesbrands tiene 52 plantas regadas en el mundo y Phillips-Van Heusen PVH con 176 proveedores de manufactura en 26 países. Caso CROCS, Uber en calzado. Con marcas propias y en la misma lógica operan comercializadoras como WAL-MART, Macys, Marks y Spencer, pero igual lo hacen Target y J. C. Penney”, explicó el analista.

Indicó que todo este comercio lo hacen desde China, Estados Unidos, Turquía, Vietnam, India, Bangladesh, México, Indonesia, Vietnam, Cambodia y Sri Lanka. Excepto China, Turquía y México soportados en salario de menos de 65 centavos de dólar por hora.

Los competidores de Colombia en textiles, manifestó Suárez Montoya, cuentan con todas con subsidios e incentivos estatales; en China, dijo, se devuelve al exportador IVA hasta del 17%; Bangladesh paga los servicios públicos y créditos subsidiados a exportadores; en Vietnam el gobierno reestructura la producción moviendo textiles a parques industriales y prendas de vestir a las zonas rurales, alentando a las grandes empresas a establecer relaciones a largo plazo con importadores extranjeros o en India donde el gobierno ofrece incentivos financieros, préstamos de bajo costo y créditos, para fabricantes nacionales que requieran actualizar su tecnología.

El estudio presentado por Suárez muestra que el valor global en 2019 es de 1,41 billones de dólares y el de textiles valió 768 mil millones de dólares el año anterior. Apuntó que el 57 por ciento del vestuario consumido es femenino, el 37% masculino y el resto es infantil.

El 65 por ciento de las exportaciones tuvieron como origen países asiáticos en 2017 frente al 48 por ciento de una década anterior, el tema es que Asia solo consume el 25 por ciento de la producción mundial aunque vale 300 mil millones de dólares al año y aspira a llegar a 350 mil en 2022.

Los análisis dicen que sin duda alguna hay excedentes en Asia y por consiguiente una alarmante superproducción. China, la Unión Europea (UE28- extra), Bangladesh y Vietnam continuaron siendo los cuatro mayores exportadores más importantes del mundo en 2017. En total, estos cuatro principales representaron el 75.8% de las cuotas del mercado mundial en 2017.

“En el marco del actual diseño global de mercado, que reemplazó acuerdos mundiales vigentes hasta 2005, estructurado por las grandes marcas para optimizar sus rentas, por cada tres dólares de vestuario que se producen en el mundo, dos van a los propios mercados internos y uno a la exportación; o, desde otra perspectiva: las importaciones son la tercera parte del consumo total de los países. Para 2019 se prevé el mantenimiento de dicha tendencia. La deuda de las empresas no bancarias equivale al 37 por ciento del PIB, mayor que en Argentina, México y Brasil y menor que en Europa y los más importantes economías de Asia”, expuso el señor Suárez.

El analista sostuvo que otra barrera competitiva tiene que ver con los costos de la mano de obra teniendo en cuenta que en Colombia el 70 por ciento representa egresos por salario medio.

En ese sentido, estimó, hay dumping laboral porque las liquidaciones se hacen con dólares de poder adquisitivo de 2017 para trabajadores de prenda. Añadió que Colombia es 308 en salario mínimo mensual; China: 270; India 255; Vietnam 248; Indonesia 231; México 207; Indonesia 231; Bangladesh 197 y Sri Lanka 194.

Al abordar el espinoso tema del contrabando, Suárez especificó que esa medición se hace con base en cuatro factores: la política pública del gobierno en ese campo; el ambiente doméstico que alienta o desalienta el suministro y la demanda de bienes ilícitos; la transparencia y el comercio y la eficacia en una economía de la gestión del servicio de aduanas en su doble mandato de facilitar el comercio lícito y al mismo tiempo prevenir.

Se midió en 2018 y sobre 80 países y un puntaje total de 100, Colombia ocupó el puesto 43 con 61,6 puntos, casi empatado con China, mientras, el primero, Finlandia tuvo 85,6 puntos y por debajo de Chile, Argentina y Uruguay.

Remarca el Informe que tanto en la zona libre de Belice como la de Colón en Panamá hay autoridades laxas con fondos insuficientes, “resultando en un contrabando desenfrenado”. Así mismo, el informe incluye a Colombia en los países que son indiferentes o activamente negligentes con las prácticas ilícitas con el fin de continuar cosechando beneficios económicos, unos como centro logístico regional, donde nombra, entre otros a Panamá, a China por ser una de las fábricas del mundo al igual que Vietnam, y se refiere duramente a Colombia como fuente principal de narcóticos.

En el interesante informe presentado por Aurelio Suárez Montoya se precisa que la producción nacional asume un enorme costo-país, de puertas para afuera de la fábrica o de la plantación. Explica que tiene el costo de capital más elevado, frente a los mayores competidores globales en confecciones y textiles; también el de energía y la actual estructura de comercio propicia el dumping laboral y ambiental. Así mismo, señala, el contrabando rampante, por fallas protuberantes de política y por corrupción, golpea en forma severa a la economía nacional.

Parte de esos factores y otros adicionales evaluados han hecho que entre 40 países estudiados en el Índice Global de Competitividad Industrial, Colombia esté en el puesto 36, peor que mediocre, con 35 puntos sobre 100, con una calificación bajísima, también por debajo de los nombrados competidores.

Una mirada al mercado nacional

El sector de las confecciones produjo en 2017 (EAM-DANE) 7,72 billones de pesos entre 243 billones; fue el 3,2% del PIB industrial; el 10,3% del empleo; el 4,2% del valor agregado del total de $87,6 billones; el 1,6% de los activos; el 1% del consumo de la energía industrial y un coeficiente técnico de 60,1 (relación insumo-producto) un puesto intermedio entre los sectores más altos alrededor del 90% y los de menor de como bebidas del 32,3% y la productividad multifactorial ha crecido 45 puntos de Índice en lo corrido del siglo XXI. Los salarios y prestaciones son 18% de la producción y el consumo intermedio el 52%.

Ha sido un comportamiento histórico, en 1970 era el 3,4%; en 1980 el 3,3%, en 1991 el 3,7% y el 1998 el 4,1%.

Los textiles produjeron 2,7 billones de pesos, 1,1% del PIB industrial; el 2,7% del empleo; el 1,25% del valor agregado; el 2,2% del empleo; el 1% de los activos y el 1,6% del consumo de energía y un coeficiente técnico de 57,4. Tuvo en 2017 un desempleo de 7,4%. Los salarios son el 17% y el consumo intermedio es el 60%.

Del consumo intermedio, el 88% son materias primas y el 2% energía y el resto mantenimiento y otros.

Contrario a las confecciones, los textiles han decaído en alto grado en su participación en el PIB industrial: el 1970 eran el 14,3%; en 1980 el 10,2%; en 1991 el 7,4% y en 1998 el 6,7%.

Son sectores complementarios, de cadena, la demanda de confecciones arrastra la de textiles, su principal insumo. En el caso de los textiles hay dependencia de materiales primos como algodón, que es el 40% de las utilizadas a nivel global así como 40% de fibras sintéticas. El valor agregado se reparte en la cadena y la creación de valor de algodón a confecciones es de 21,4 veces. Haber desaparecido el algodón en Colombia priva al país de tal valor agregado; en 1991 se sembraron 247.800 hectáreas, en 2014 fueron solo 28.881, la décima parte. La dotación en kilos por habitante pasó de 9,7 en 1990 a 0,75 en 2016.

El estudio deja ver que al sumar los consumos nacionales de 137 referencias, que son el 88% del total, el resultado es que la producción de ellas alcanza a $6,84 billones y 303’754.608 unidades. De ella se causaron ventas por $6,68 billones y 288’220.196. De allí se infiere que el gasto por habitante es de 140 mil pesos y seis prendas a un promedio de 24.000 pesos por prenda.

Las exportaciones, en el año 2000 valieron 521 millones de dólares hasta subir en 2007 al record de 1.352 millones de dólares y en 2018 solo llegaron a 452 millones. Debe notarse la pérdida del mercado de Venezuela y el TLC con Estados Unidos, donde las confecciones llegaron a ser el 22 por ciento de las ventas totales a ese país. Esa pérdida, dijo Suárez, como ha sucedido con otros sectores, NO se ha compensado con ningún TLC.

Por su parte las importaciones de confecciones registradas para 2018 valieron 695 millones de dólares, equivalentes a 2,15 billones de pesos.

Al sumar, producción nacional e importaciones, el gasto de Colombia en confecciones se aproxima máximo a nueve billones de pesos y no obstante, al confrontar esa suma con los datos de firmas especializadas de consumo que asignan el gasto anual de confecciones por habitante de 300.000 millones, según RADDAR, aparecen sin explicación al menos cuatro billones de pesos del gasto en este sector.

Ese resultado se corrobora por la vía del gasto estadístico del DANE donde cada hogar gasta en promedio el 3,7 por ciento de sus ingresos en vestuario. De un ingreso mensual promedio de 2,1 millones de pesos, daría un gasto total de 12,06 billones de pesos. Es decir, explicó Aurelio Suárez, por distintas vías aparece un gasto inexplicado mínimo de cuatro billones.

Al final, se configura un mercado formal con siete billones de producción nacional más dos billones de importaciones registradas. Igual entran en esta suma cuatro billones de pesos de mercado informal es decir contrabando en distintas modalidades; con unas exportaciones que no logran compensar lo entregado del mercado nacional a dichas compras externas, legales e ilegales. En resumen, dijo Suárez, por cada dólar producido ingresan 0,85 centavos de dólar y por cada dólar exportado hay cuatro importados, una balanza comercial cada vez más negativa.

Sin embargo, escribió el analista, vale notar que de dicho gasto el 53 por ciento, cerca de siete billones de pesos, depende de los estratos altos, que son apenas 1,1 millón de personas; el 35 por ciento, unos cinco billones, lo adquiere la clase media que comprende 14,8 millones de personas y 32 millones de personas, entre pobres y vulnerables, compran escasamente el 12 por ciento del total, que apenas pasa de $1 billón.

Comparado con otros países el gasto en Confecciones de Colombia de 285 euros por hogar ( de 3,2 personas) al año en 2018, es muy precario frente a otros como los del grupo superior de Reino Unido, Estados Unidos o Noruega, nueve veces mayor; que el de países de consumo medio-alto como Australia, Italia o Alemania, seis veces superior; de gasto medio como Francia, Singapur y España, que ves el cuádruple y, aun entre los del grupo medio-bajo, es de los menores por debajo de China, 561, de Rusia, 417 y aún de Suráfrica, de 301 euros por hogar al año.

En cuanto al comercio exterior de los textiles; las exportaciones que en 2000 valieron 242 millones de dólares, 18 años después, aunque tuvieron un pico de 861 millones en 2008 por Venezuela, en 2018 siguen valiendo casi lo mismo: 252 millones de dólares. No obstante, las importaciones son crecientes desde al año 2000, de 435 millones de dólares a 1351 millones de dólares en 2018. Mientras las ventas al exterior se estabilizaron en el mismo nivel, las compras se han multiplicado 3 veces, por cada dólar producido, ya se importa 1,5 sin poder estimar el contrabando que en textiles es inconmensurable.

El problema principal del mercado de confecciones y textiles en Colombia es la baja demanda por diversa razones: la primera, es un país de bajo ingreso, en el puesto 90 en el mundo en PIB por habitante y reducida disponibilidad adicional debido a los impuestos indirectos, incluido el IVA al vestuario del 19%. La segunda, contrario a la norma general en todos los países donde uno de cada tres dólares de consumo es importado, aquí el efecto de los bajos aranceles frente al comercio con dumping y el contrabando desenfrenado cambian la ecuación prácticamente por mitad, a uno por uno, y no se compensan con las exportaciones las pérdidas de mercado interno.

¿Cómo pinta el futuro?

De acuerdo al estudio y a los comentarios de Aurelio Suárez, desde cuando concluyó en acuerdo VT de la OMC en 2005, muy pocos países han llevado a cero los aranceles en confecciones y textiles. De 139 países, tratando a Unión Europea -28 como uno solo, en los registros inscritos en la OMC, solo 9, casi todos por razones geográficas naturales, Islandia, Brunei, Albania, Malasia, Islas Cook, Georgia, Macao, Hong Kong y Singapur tienen tarifa cero para el vestuario. El promedio de arancel para estos productos es de 17,39% y Colombia figura con 23,18% nominal. Por encima hay 32 países más, entre ellos Brasil y Argentina, ambos con 35%, y Venezuela, Bolivia y Ecuador y muy cerca a la nuestra México, Uruguay y Paraguay y con las más altas los países más pobres que tienen, como debe ser, una protección a su mano de obra.

En textiles la tarifa promedio es de 10,48%, más baja. Solo ocho la tienen en 0% o casi 0%. Colombia con un registro de 7,45% está por debajo y respecto a América Central y del Sur es la número 15 más alta, solo son más bajas Panamá, Chile y Perú. Los principales productores de textiles que controlan el 80% de la exportación, excepto Reino Unido y Japón, tienen tarifas más elevadas que Colombia.

Sin embargo, ese cuadro tiende a cambiar y de manera desfavorable para Colombia. En primer lugar, la actitud proteccionista de Estados Unidos, que según los CEO del mundo es el principal reto a futuro. Va aparejada de un proceso en Norte América de automatización como el caso de Sewbots en la fábrica planificada de Tianyuan en Little Rock, Arkansas, que podrá producir 1.2 millones de camisetas al año a un precio de aproximadamente $ 0.33 cada una, menos de lo que actualmente es posible en países de bajo costo tal y como reza en un estudio de la OIT en 2019.

El papel cambiante de China

El país ha crecido hasta convertirse en el mayor productor y exportador de textiles y prendas de vestir del mundo. En 2015 representaron el 38,4 por ciento de las exportaciones mundiales de prendas de vestir, muy por delante de Bangladesh con una participación del 5,9 por ciento. Las exportaciones chinas de textiles y prendas de vestir aumentaron un 1,5 por ciento, de US $ 254,948 en 2016 a US $ 258,867 millones en 2017, y China sigue siendo el principal exportador a Canadá, La Unión Europea, Japón y los Estados Unidos.

Sin embargo, las tendencias sugieren que es improbable que la participación de China en las importaciones combinadas en estos cuatro mercados crezca sustancialmente en los próximos años. China parece estar al borde de una importante reestructuración industrial.

El aumento de los costos de producción ya ha conducido a un cambio constante hacia proveedores de costos más bajos incluidos Bangladesh, Cambodia, Haití, Myanmar, Nicaragua, Filipinas y Vietnam, y más recientemente a Etiopía y otros países africanos, y se espera que esto continúe.

Ante el sombrío panorama se recomienda actuar con cautela; se identifica a India como nuevo foco de moda; de prevenir por renegociaciones, tensiones comerciales e incertidumbre, una redefinición de las cadenas de valor. Se ve crecer el mercado de prenda usada y de consumidores que premian posturas fuertes sociales y ambientales. El informe destaca que hay interés del consumidor por la compra virtual o en línea.

Ese desarrollo que busca nuevos clientes y muchas más marcas, implica un avance del comercio electrónico sobre el comercio minorista, que involucra cambios en el modelo de negocio y reducción del ciclo de productos y menores inventarios.

Para las economías del G-20 fueron $ 74 mil millones de medidas restrictivas en mayo de 2018, en comparación con $ 47 mil millones en mayo de 2017, un aumento del 58 por ciento. Medidas de facilitación del comercio, que incluyen eliminar o reducir aranceles y simplificando los trámites aduaneros, por su parte, cayeron de $ 163 mil millones a solo $ 83 mil millones, un 49 por ciento de caída. El FMI ha predicho una escalada general de aranceles.

En el trasfondo de la incertidumbre y los cambios está la superproducción de vestuario. Hay que decir que en 2018 fueron producidas 150 mil millones de prendas aproximadamente. 20 por persona al año. Un dato que llama la atención es que el 30 por ciento de esta fabricación nunca es vendido.

El volumen del mercado, de 1,7 billones de dólares tiene una distorsión del 12% que va al inventario, otro punto interesante es que un ciudadano americano compra 70 prendas por años y estrena cada cuatro días. De otro lado el closet de un ciudadano británico contiene 152 ítems de los cuales no usan entre todos un monto de 45.000 millones de dólares.

H&M, un gigante del vestuario, con 4.700 almacenes denunció a inicios de 2018, inventarios no vendidos por 4.300 millones de dólares. La marca Burberry quemó casi 40 millones de dólares en existencias en 2018.

El informe da cuenta que en los países más ricos una prenda dura menos de tres años, que el 50% de la moda rápida se desecha en un año, también que 12 millones de toneladas de ropa va a los basureros todos los años, que crecen las externalidades negativas ambientales en uso de agua, basura textil y emisiones de carbono.

A este ritmo las principales marcas prevén caídas en sus ganancias por 52.000 millones de dólares en 2030 porque hay una tendencia decreciente de su tasa de ganancia. Según el estudio, los inventarios de NIKE han crecido contantemente del 31 de mayo de 2010 desde 2.041 millones de dólares hasta 5.415 millones en 28 de febrero de 2019. Por su parte ZARA (INDITEX) entre 2007 y 2018 duplicó el número de tiendas en el mundo hasta llegar a 7.490 y solo aumentó 37 por ciento el monto de la venta por local. No crece con rendimientos a escala.

El ocho por ciento del mundo en extrema pobreza y, si se entiende por pobre toda persona con menos de 5,50 dólares al día, según el Banco Mundial sería el 48,7 por ciento de la población mundial, a abril de 2018, 3.481 millones de personas.

“Colombia se va a enfrentar entre los países menos desarrollados con mano de obra barata y los posibles procesos de automatización de los más desarrollados como formas que va a tomar la guerra debido a la superproducción de mercancías-prenda algo que es común a mercados como está pasando con los celulares”, concluyó Suárez Montoya.

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