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Sábado, 07 Marzo 2020 02:11

Plan exequial, una decisión responsable para descansar en paz: Recordar

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Los planes funerarios siguen mostrando dinámica, pero muy a pesar de los interesantes repuntes en la industria falta cultura de prevención y aseguramiento.

Las prácticas funerarias, de vieja data ellas, aún no tienen ubicado un periodo de iniciación en la historia, pero según algunos hallazgos antropológicos han podido determinar que desde tiempos del neandertal fue posible el ritual y la decisión de sepultar los cuerpos.

En medio de los estudios del Homo sapiens, los sacerdotes y hermanos Jean y Amédee Bouyssonie dieron con los restos de un neandertal que databa de unos 50.000 años atrás, ese descubrimiento hecho en 1908 dejan ver un entierro intencionado, pero el descubrimiento de la cueva de Chapelle-aux-Saints en Francia no despejó muchas dudas. De hecho la comunidad científica consideró que contrario a la hipótesis de los clérigos, la posición fetal y las herramientas que estaban en la sepultura, no corroboran que quienes hicieron la inhumación eran personas con capacidad simbólica, tema que dejó en entredicho que esos habitantes creyeran en que había vida después de la muerte.

Años después, la teoría fue reivindicada por lo que los expertos determinaron en el año 2013 que los allegados al cuerpo enterrado allí si lo habían hecho con plena conciencia de respeto y duelo.

La muerte que durante siglos hizo parte del mito y el pavor humano por la negación a aceptarla como parte de la vida, ha servido en la elaboración de numerosos tratados que la abordan de manera milenaria como desprendimiento, ausencia y dolor, pero que con el paso de los años, abandonó los pomposos rituales y los manejos meticulosos para entrar en una industria que se mueve por regulaciones, innovación, portafolio y calidad en los servicios.

Ya hablaremos de la relativamente nueva industria funeraria, pero antes de entrar en ese detalle y en los servicios que hoy ofrece un moderno y confiable sector, hay que decir que el hombre encontró en la muerte un afable puerto para el viajero que dejaba el cuerpo para ir a otras experiencias igual de vida en las que tenía que pagar para cruzar lugares lo que explicaba las monedas en los ojos de los occisos, igual se relacionó el deceso como un hecho temerario en donde había un inframundo que castigaba almas y las ponía en condición de pena y lamento.

Dentro de esa narrativa es recordado el óbolo de Caronte, expresión que hace alusión a la moneda colocada sobre o dentro de la boca de una persona muerta antes de sus exequias. Según escritos griegos y latinos, la moneda era un óbolo que se le entregaba a Caronte, el barquero que llevaba en su bote las almas a través de un río que apartaba el mundo de los vivos del expectante escenario de los muertos. Por esa razón es apenas obvio que los antropólogos y arqueólogos hayan encontrado monedas de todas las denominaciones que fueron definidas como los objetos funerarios más destacados del mundo antiguo.

Esta práctica fue muy usual en griegos y romanos, pero igual hizo parte de los rituales de Oriente próximo. En Europa, en su parte occidental fue notorio un uso afín en los eventos funerarios por lo que fue común en los celtas, en pueblos germánicos, galos y en sí en toda la era cristina primitiva.

En la mitología, las monedas en los ojos y en la boca igual tenían que ver con los viáticos que se les daba a los muertos para que los ya desencarnados le pagaran al dios del inframundo Hades, para cubrir los gastos de esas almas en pena que no le habían cancelado la cuota al incansable Caronte.

La muerte, sus rituales y las costumbres que esta rodea fueron evolucionando, con el crecimiento de la población se hizo necesario buscar nuevas formas de dar sepultura a unos cuerpos que al entrar en descomposición eran causa de epidemias y enfermedades de tipo infeccioso.

Si bien los funerales y la velación de los cuerpos son hechos así como actos que hacen parte de la humanidad por siglos, verbigracia los mausoleos o cementerios de la antigüedad como Roma, Grecia y otras culturas, la modernidad les iba a llegar. Los hubo tan emblemáticos como el Mausoleo de Halicarnaso, un ostentoso monumento funerario y la pirámide de Guiza en Egipto, dos de las siete maravillas del mundo antiguo con usos similares.

En Asia igual fueron muchos los homenajes a los seres queridos y especiales que partieron y por ello uno de los máximos monumentos funerarios fue el Taj Mahal. Este palacio fue construido entre 1631 y 1654 bajo las órdenes del emperador musulmán Shah Jahan, quien destruido por la muerte de su esposa predilecta Arjumand Banu Begum, mas conocida como Mumtaz Mahal.

La amada esposa del emperador falleció cuando ésta alumbraba a su decimocuarto hijo, una vez se conoció del fatídico hecho, el apesadumbrado emperador decidió darle viabilidad a una obra que representara todo su amor por la noble Mumtaz Mahal. Fue necesaria la fuerza de 20.000 hombres para erigir un monumento funerario y pasional.

Hay que decir que los romanos más acaudalados llegaron a pagar por los servicios funerarios que eran hechos muy a las costumbres de la época y sin las técnicas o los protocolos de hoy, de todas maneras dejaron un determinante precedente.

Los años pasaron, las equivocaciones de los almirantes llevaron al descubrimiento de América y con ello vendría una mayor revolución en las prácticas funerarias. Este modelo de negocio, el de la casa fúnebre que brindó servicios a los fallecidos y a sus familiares es más reciente de lo imaginado.

Las primeras funerarias, dicen los textos, estarían ligadas a la fabricación de cofres o ataúdes que fueron comercializándose de manera importante en Estados Unidos. Quienes rubrican la historia aseveran que la funeraria Bucktrout de Williamsburg, y Virginia es factiblemente la primera casa funeraria en la historia, la misma que abrió sus puertas en 1759.

En 1848 conoció el apogeo y todo el éxito la fabricación de ataúdes de hierro fundido, un invento patentado por Almond Fisk, pero luego de ese auge retomaron preeminencia los cofres de madera. La mortalidad que aumentó dramáticamente con la Guerra Civil en Estados Unidos en 1860 le dio mayor dinámica a una industria que logró grandes desarrollos, haciéndola activa y altamente productiva en la fabricación de féretros. Este fenómeno llevó a la prosperidad a las casas funerarias que las hizo alcanzar estándares de elevada modernidad en el año 1900.

 

En 1920, con toda y la terrible depresión económica prestaban sus servicios más de 25.000 funerarias en Estados Unidos.

 

El asunto es más que interesante porque eso que se erigió empresarialmente como una industria de ataúdes, logró catapultarse para ir por más y abrir con ello una serie de servicios funerarios que potenciaron el portafolio en favor de los clientes. Con ello son erigidas en Norteamérica y en Europa firmas funerarias que ofrecieron servicios completos y verdaderas soluciones para la etapa final de la existencia. El negocio se caracterizó por ser de familias que en ocasiones utilizaban su casa para prestar los servicios de velación.

Hubo tanto trabajo que la inventiva daba dinero y fue así como entraron al catálogo las pompas fúnebres y más productos para destino final como floristerías, transporte y traslado funerario. Igual creció la innovación en féretros y los años le dieron la estruendosa bienvenida a la cremación y a las urnas funerarias.

 

Colombia y una industria mortuoria admirable

En Colombia la industria funeraria nace en Medellín en 1887 en un escenario de carpintería y ebanistería cuando su precursor don Mariano Gaviria, entre salas, comedores y alcobas, dedicaba algunos ratos a la fabricación de ataúdes. Después de un tiempo acumuló tantos que le abrió paso a un negocio de gran prospectiva.

Ya en Bogotá, la segunda generación empieza con todo un reto en el floreciente mercado que soportó pasajes como la Guerra de los Mil Días de lo cual no hubo mayor espacio para el negocio toda vez que muchos cuerpos fueron a fosa común.

La primera agencia mortuoria en Colombia supo que tenía que defender ese prestigio de vanguardista y por ello decidió ir a Europa a conocer de técnicas y tendencias. Eso le permitió importar carrozas de cristal tiradas por caballos y así llevar los cuerpos inertes como en viajes cortos de cuentos de hadas y tiempo después trae el primer automóvil fúnebre que socializó por las calles bogotanas, no era para menos, se estaba dando un gran paso en los servicios exequiales. Tal impulso hizo que la naciente industria llegara a lo más encopetado de la rancia oligarquía criolla que demandó servicios que con el tiempo fueron históricos por el quién, el cómo, el momento y desde luego el prestador de servicios integrales para el duelo.

Luego de épocas difíciles, que al parecer han sido todas, en Colombia y con la huella reciente del lamentable “Bogotazo” nace en Bogotá un grupo económico especializado en el digno manejo de la pérdida. En 1967 el Grupo Recordar afianza su firma como pionera en el desarrollo y construcción de parques cementerios y funerarias en la geografía nacional. Su primer paso lo dio el afamado grupo con Jardines del Recuerdo, un sitio especial para un destino final especial.

Se trata de 54 años en los cuales la compañía ha hecho más de 110.000 servicios de inhumación prestados directamente en sus campos santos. Más de 16.000 servicios de velación adelantados en sus funerarias y más de 15.000 servicios de cremación, labor hecha en los hornos crematorios de la empresa. En estas largas cinco décadas de menesteres, Recordar demostró con el rápido paso de los años que su trayectoria la compromete a cada día más a prestar servicios con latos estándares de calidad, compromiso social y un enfoque humano y respetuoso hacia sus clientes.

En este tiempo el Grupo Recordar no solo puso en funcionamiento parques y funerarias sino que dio el primer paso para financiar el deceso y así evitar herencias de mal gusto como gastos imprevistos y de alto costo. Esta firma entendió como nadie el concepto de valor agregado exequial y llevó un mensaje muy claro en el entendido que más vale prevenir que curar.

María Ángela Mejía
Foto Diariolaeconomia.com

En diálogo con Diariolaeconomia.com, la Directora Corporativa de Mercadeo y crecimiento del Grupo Recordar María Ángela Mejía, indicó que hasta hace unos años el tema de muerte era espinoso y visto a manera de tabú, escenario que empezó a cambiar porque ya la gente ve el pago por anticipado de las exequias como una inversión inteligente y desde luego como la manera consecuente de adelantarse a un hecho tan innegable e inaplazable como el fallecimiento.

Agregó que en 54 años de labores en el mercado colombiano, la empresa ha mostrado para beneplácito de sus directivas, un crecimiento consistente y sostenible año tras año. En ese periodo, apuntó, el grupo no solo ha visto sino que fue protagonista en el cambio de la tendencia que se ha tenido y que desde recordar se ha impulsado en el mercado nacional.

 

“Hasta hace unos años la muerte era un asunto mítico y visto como precepto de temor ya que nadie hablaba de eso y llegado el momento las familias enfrentaban la situación como fuera y por ello los núcleos acomodados buscaban y contrataban la manera y el sitio para enterrar a su ser querido, si no había medios se acudía a la colecta o a la generosidad y desde luego al altruismo del familiar mejor colocado y en posición económica viable, y cuando no, el favor llegaba a la casa de los padrinos o ahijados. Como quien dice el factor muerte era sin tapujo alguno, un gran lío económico”, declaró la muy amable y grata vocera.

 

En medio de esa tendencia, apuntó, hizo su aparición el tema de la previsión porque el deceso es un momento para el cual todos deben estar totalmente preparados y a través de este tipo de plan exequial los colombianos pueden blindarse para una situación difícil y con ello adquirir un producto útil, versátil y necesario para que en vida el núcleo familiar esté amparado y delegar en manos profesionales el manejo que demanda el fin de una vida.

Según María Ángela Mejía, en el mundo de la previsión exequial, que es un complejo tema logístico, económico y altamente emocional, lo importante es que quien logró cubrirse o pagar dicha eventualidad, puede contar con los oficios de una empresa que encargará absolutamente de todo, dándole a la familia esos instantes de recogimiento y un espacio libre y sin apuros para el duelo.

 

“La previsión tiene otro capítulo y es que así como uno prepaga la boda, el bautizo de los hijos o la primera comunión, perfectamente puede pre-pagar la despedida de este mundo, pero igual pueden comprar o adquirir sus lotes o sus productos en el cementerio, una estrategia fácil de financiar porque hay una serie de alternativas que nosotros en Recordar les brindamos a nuestros clientes para que protejan a sus familias o sencillamente para que las dejen tranquilas. Muchos acuden a la empresa porque quieren dejar todo organizado pues así como hay planeación financiera, hay planeación funeraria”, dijo la Directora Corporativa de Mercadeo y Crecimiento del Grupo Recordar.

 

El tema de la previsión no es fortuito ni nada que no deba contemplarse porque la muerte puede esperarse por enfermedades terminales, pero igual hay partidas súbitas como un accidente o una eventualidad cerebrovascular por citar un ejemplo. Ante esa perspectiva lo mejor es comprar el plan que brinda la empresa y así evitar dejar a los familiares en serias dificultades económicas.

Sobre este particular, Mejía estimó que siempre la prevención es más rentable y por ello la empresa recibe cartas de agradecimiento y reconocimiento, pero igual un sentimiento muy positivo hacia los servicios y soluciones sintetizados en Recordar.

La empresa realizó un estudio que sirvió para medir el sentimiento del cliente y por ello al ver en detalle el Coste Millomic, un análisis que va desde la conciencia por el servicio hasta el duelo y allí pudo determinarse que el punto más alto en términos de sentimiento hacia la empresa es justamente en el momento del servicio porque ven en Recordar esa figura que asistió, solucionó y prestó con lujo de detalles un funeral que el ser querido merecía. Viendo el impacto de dicho estudio que demoró tres meses la empresa pudo determinar que lo que hace es un trabajo social de alto impacto en donde se les remedian esos momentos tan apremiantes a las personas.

La nueva cultura funeraria y los servicios que ésta ofrece, acabó con la “última Lágrima”, el aburridor estanco en el vecindario de los cementerios de muros blancos y ennegrecidos en sus bases en donde solían alicorarse los dolientes, igual con las velaciones en la sala de casa que conllevaba a un riesgo sanitario y a una serie de prácticas malsanas como sacar el cuerpo del cofre para la foto, la ingesta de licor en las salas de velación y en sí conllevó a optimizar los productos exequiales que redundaron en tranquilidad para quienes despiden a sus allegados.

En opinión de la Directora Corporativa, Colombia dejó de ser un país con inhumación 100 por ciento para cambiar tendencias y apelar a la cremación. Hoy Colombia puede estar en niveles de 60 por ciento inhumaciones y 40 por ciento cremaciones, dejando claro que hay ciudades en donde la variación es 50/50.

Sobre las técnicas de desintegración de los cuerpos, la experta en el tema sostuvo que en el mundo hay otras tecnologías como la hidrólisis alcalina, usada en países de Europa y Estados Unidos que evitan la contaminación con CO2. Hay igual una tecnología suiza que separa los minerales del cuerpo, proceso que termina con una adición de semillas, procedimiento parecido a la lixiviación.

Para el capítulo Colombia la cremación seguirá vigente toda vez que los hornos crematorios que tiene la empresa en Colombia cumplen afortunadamente con todas las normas exigidas y no van en contra del medio ambiente, es decir que no tienen una amenaza latente para pensar que se acabará con esa alternativa.

Hablando de una firma con unas bodas de oro muy bien conmemoradas y con un oficio en soluciones e innovación que no sabe de pausa, hay que ir al pasado reciente y concluir que no había nada más irresponsable que morirse súbitamente porque el fallecido partía dejando unos gastos pendientes igualmente repentinos y de alto valor. Hoy con los modelos que brinda la globalización, con las economías de escala y con las apuestas de portafolio, firmas como Recordar permiten que a la fecha sea muy fácil cubrirse y dejar al día la última factura.

 

“El tema de la previsión económicamente se ajusta a cualquier familia colombiana ya que los precios no son comparables con el nivel del servicio, aquí el asunto es tener la mentalidad de previsión porque una persona puede afiliar a todo su grupo familiar y eso implica el número de hijos que tenga y los padres como también los suegros, todo por una tarifa inamovible en el año que tan solo se actualiza con el índice de precios al consumidor, IPC, mucho menos que ir a un buen sitio a comer hamburguesa, reitero, este es un tema de cultura y disciplina financiera intrínseca porque por muy poco se cubre a todo el grupo familiar y por ello decimos que esto es un acto de amor porque sin egoísmos se acepta algo que ha de venir y sin cargos monetarios para los familiares”, explicó María Ángela Mejía.

 

En materia de tarifas, Recordar maneja precios muy cómodos en vista que un grupo familiar cuesta tan solo 27.000 pesos mensuales, pero igual hay planes de 30.000 y 37.000 pesos al mes porque al cliente se le dan varias ofertas en el portafolio ello debido a que la empresa tiene siete parques cementerios en todo el país, sesenta salas de velación, todos los tamaños en salas y variedad en los estilos de los cofres. Con la previsión de Recordar está cubierto el cenizario.

Un punto muy importante es que en el mundo de la previsión es vital la confiabilidad y la certeza porque resulta complejo que después de que una persona fue muy juiciosa con el pago de su plan se encuentre con la sorpresa que a la hora de pedir el servicio, lo ofrecido no esté contemplado o simplemente se incurra en costos adicionales que no estaban previstos porque en principio se habló de otra cosa con el usuario.

Recordar aseveró que en ese sentido es una firma muy seria, amiga de honrar los compromisos y alejada de las indeseables sorpresas pues cubre todo lo que pactado. En esa previsión, especificó la empresa, si se trata de inhumación el terreno queda en renta por cuatro años y al término de ese plazo se hace la exhumación y se les entregan los restos a sus familiares que igual pueden optar por dejarlos en el cementerio.

Ese procedimiento, expuso, tampoco tiene costo adicional lo cual es muy importante porque la oferta de valor de Recordar no está llena de desconciertos ni malas experiencias.

La empresa maneja en Bogotá Jardines del recuerdo, en Barranquilla dos parques llamados Jardines de la Eternidad, Jardines de Valledupar, Cartagena, Jardines de la Asunción en Tunja y Jardines del Recuerdo también en Cali, todos con los más altos estándares de calidad, mantenimiento y satisfacción del cliente.

Este grupo maneja con gran profesionalismo la llamada pre-necesidad que consiste en adquirir con anticipación el lote, elegir la ubicación, los servicios y tomar el derecho memorial con el fin de dejar resuelto en vida un asunto de muerte por medio de diferentes sistemas de financiación de acuerdo a la capacidad de pago de los interesados.

 

“Hablando de planes, el que sea, si una persona lo tiene, con nosotros tiene todas las alternativas”, expresó la Directora Corporativa de Mercadeo y Crecimiento del Grupo recordar, María Ángela Mejía.

 

Con Recordar no existe el problema que el plan imponga el cementerio o el destino final, sencillamente porque la firma es la dueña de los cementerios en las ciudades en donde se presta directamente el servicio, pero el cubrimiento es nacional gracias a la red de aliados que hay en toda Colombia.

Es bueno tener en cuenta que hay empresas que ofrecen planes exequiales y los convenios los tienen firmados única y exclusivamente con cementerios distritales lo cual reduce la opción de escoger destinos que sea del entero agrado de los abatidos familiares.

Así como en Estados Unidos, las guerras civiles y otros factores catapultaron la industria funeraria, en Colombia se pudo experimentar lo mismo por los interminables conflictos y por una condición violenta que al parecer lleva implícito cada colombiano en su ADN. Repasamos la Guerra de los Mil Días, la masacre de las bananeras, el Bogotazo y luego una serie de víctimas que dejó regadas la confrontación entre liberales y conservadores. El país quiso respirar entre los años sesenta y setenta, pero entra a unas décadas muy luctuosas, los ochenta y noventa, matizadas por narcotráfico, terrorismo, masacres, muertes selectivas, guerra de carteles, guerras verdes y conflictos por la tierra. En todos esos procesos lamentables el saldo en víctimas fatales fue muy grande y fue allí en donde se puso a prueba al sector funerario.

Tan solo en dos hechos consecutivos la industria repuntó y fue en la toma del Palacio de Justicia y en la tragedia de Armero, sepultada por la lava y las cenizas del volcán del Ruíz. Sin duda a las funerarias les ha correspondido ponerle el pecho a la brisa y llevar a sus últimas moradas tantos nacionales que perdieron la vida en actos violentos, vandálicos o de apremio nacional reflejado en una permanente alteración del orden público.

Un dato nada menor es que el país muestra indicadores más bajos como consecuencia de la guerra y del terrorismo, pero igual la tasa de mortalidad en Colombia registra un cuatro por mil mientras que en Europa el indicador es del diez por mil ello explicado en la longevidad de los habitantes en el Viejo Mundo. Igual este fenómeno lo empezó a vivir Colombia que hoy tiene menos jóvenes frente a lo reportado en 1990 y en donde la tasa de natalidad ha bajado.

Un asunto a tener en cuenta es el cambio climático y las amenazas medioambientales, actualmente los médicos hablan de enfermedades que están regresando con mucha más potencia, de resistencia bacteriana, de mutación de microorganismos y de nuevas patologías por más trasmisores y vectores que tiene como particularidad mayor resistencia.

A todo lo anterior hay que sumarle la condición de trópico en donde las enfermedades y la zoonosis son muy proclives al ser humano por la convivencia en entornos húmedos, cálidos y malsanos.

De todas maneras el tema de la muerte es un tema más cercano a los seres humanos, pero de todas maneras sigue siendo del que menos se quiere platicar. Hay personas que compraron un lote o unos lotes en el cementerio y los familiares nunca lo supieron.

Recordar maneja de manera muy especial el tema de las religiones y creencias y por ello amolda los servicios funerarios de acuerdo al credo de cada persona y cada familia. En las salas universales es posible tener velaciones tranquilas, muy bien atendidas y llenas de respeto.

En Colombia quien no se cubre con un plan o un seguro exequial se expone a pagar fácilmente entre cinco y siete millones de pesos un servicio básico digno. Este servicio está dividido en inicial y final y por ello al llegar el deceso es necesario que alguien se encargue de recoger el cuerpo en la clínica, en el hospital o en la morgue, si fue por muerte violenta o en accidente, igual se hace necesario quien adelante el tramite documental y el traslado del cuerpo bajo todos los protocolos sanitarios.

Una tarea que implica trabajo es la preparación del cuerpo y todo lo que tiene que ver con la última despedida ya que el cuerpo conlleva a un arreglo sumamente profesional, a tal punto que con el arte de tratar el cuerpo se les devuelva el semblante y la sensación de paz a los difuntos. Allí se ve toda la experiencia de quienes saben de tanatopraxia.

La empresa detalla todos y cada uno de los pasos del servicio razón por la cual es rigurosa en el traslado a sala de velación, en la calidad del cofre y en la atención a las personas con las cafeterías en donde se pueden reunir amigos y familiares. También hay mucha exigencia en el traslado en la carroza fúnebre hasta el destino final, llámese cremación o inhumación que tienen que ver con el servicio final que sumando etapas conlleva a una serie de logísticas y protocolos.

Recordar cuenta con todas los reconocimientos y certificaciones ISO por hacer todo con altos estándares de calidad y una vez el cuerpo haya sido cremado o inhumado viene el apoyo a la familia y por ello la firma cuenta con psicólogos permanentemente en el cementerio acompañando al deudo y a los familiares, tarea que no acaba con el último momento pues la compañía sigue en contacto con los dolientes y por ello tiene como parte de las soluciones psicólogos virtuales con los cuales sigue la asistencia al doliente.

Dentro de la logística, la empresa incluye un autobús para llevar 25 personas a las exequias, incluida la última morada, pero en la eventualidad de requerir más transporte, la firma puede facilitar la contratación de otro vehículo para subsanar la petición.

La empresa ha mostrado ampliamente solidez, tradición, infraestructura y prestigio para ofrecer una solución verdadera en donde la calidad, el cumplimiento y el respeto marcan diferencias abismales.

Un factor para no vender más seguros o planes funerarios es el cultural puesto que hay muchos agüeros y creencias y una de ellas es que si se compra la póliza o el plan, la muerte llega, lo cual es lejano de la realidad y la coherencia porque la muerte es lo único fijo que hay al nacer y en las situaciones actuales lo más aconsejable es pre-pagarla.

Muchos sepelios son vitales para despertar consciencia de previsión bien sea porque la experiencia fue amable o demasiado acética.

El Grupo Recordar creció en 2019 a una tasa del 19 por ciento y para este año la meta es más grande por lo que la empresa pretende seguir por la senda del repunte.

Como en otros sectores la industria funeraria enfrenta una competencia con la informalidad, pero hay que tener en cuenta que como no hay legislación para el servicio funerario el tema no es ilegal, empero hoy son visibles las funerarias de garaje en donde la solución puede ser fácilmente un problema porque está de por medio la solidez financiera es decir, una compañía sería que esté cuando no esté quien confió en ella. De todas maneras cada quien escoge lo que quiere y asume los riesgos porque en el mercado cada quien presta el servicio a su manera. Lo cierto es que las funerarias lograron profesionalizarse y las más fuertes lograron alianzas muy útiles con empresas llenas de experiencia para garantizar un servicio óptimo y tranquilo.

La industria funeraria así como la de previsión depende de la dinámica económica y por ello Recordar le apostó con mucha fuerza a una cultura organizacional que permitió trabajar en positivo. El grupo genera 2.000 empleos en el país y hace parte de ese tejido social tan importante para el buen desempeño de los indicadores nacionales. En 2019 el grupo realizó 38.592 servicios, de altísima calidad, dejando en los clientes una buena sensación, haciendo que los planes estén en la órbita de muchas más personas.

Para el caso de Recordar la carta de presentación está rubricada por una reputación avalada por seriedad, musculatura financiera, confiabilidad y tradición, unos factores definitivos cuando de escoger lo mejor para el adiós se trata.

Esta fue una síntesis de la industria funeraria desde la tribuna del Grupo Recordar que sigue viendo con optimismo el devenir del país pues como conglomerado reconoce que hay mucho por hacer, pero igual ve muchas oportunidades y unos escenarios propicios para pensar que todo es posible para crecer y progresar pues Colombia es un país de enorme potencial en cada uno de sus sectores.

 

Tiempo Precolombino, de pocos entierros

 

Finalmente hay que decir que los funerales precolombinos fueron escasos porque la mayoría de las tribus en las américas no sepultaban a sus muertos. En esos tiempos había tan solo dos formas de proceder con los difuntos y era desaparecer y conservar.

Con la primera, el muerto, en algunas culturas, pasaba a formar parte del menú de los dolientes pues algunas tribus devoraban a sus muertos y esos casos de antropofagia fueron usuales en tribus muy beligerantes como fue el caso de Mesoamérica, pero igual hubo reportes de los cronistas en Colombia, Paraguay, Brasil, Bolivia y Ecuador que daban cuenta del terror que generaban algunas tribus devoradoras de seres humanos.

Hay narraciones de la conquista en donde quedó plasmado como los guerreros incluían en su gourmet a los prisioneros y para el caso de México horrorizó la manera abominable de sacrificio humano y cocción de personas.

Algunos investigadores concluyeron que algunas tribus En América Latina consideraban poco digno el sepultar el cuerpo y por ello lo hervían y dejaban pulcros sus huesos los que posteriormente iban a una urna o a un fardo con algunas pertenencias y manufacturas, muchas en oro y piedras preciosas. Algunas culturas optaban por mantener el cuerpo en sus habitaciones o sitios de estar.

El entierro vino a darse con el descubrimiento y con el tiempo, el cristianismo fue haciendo de la muerte un ritual para venerar almas y sepultar los cuerpos de quienes por alguna razón dejaban el mundo de los mortales. Con la conquista y la colonia fueron cambiando las prácticas funerarias, entre otras cosas, porque llegó el cristianismo y con él un concepto muy estricto de sepultura.

La muerte llegó sin avisar a muchos hogares en distintas épocas y tuvo como común denominador el doble sufrimiento porque las familias no solo pasaban por el tormento de ver a sus familiares yertos sino que tenían que afrontar un gasto fortuito por los costos de la inhumación. En tiempos lejanos la casa servía como sitio de velación y de encuentro familiar para despedir al ser querido con oraciones, llanto lamento y dolor, pero en hora buena el hombre fue descubriendo nuevos métodos y evolucionó hasta en la manera de dar el paso al más allá.

Gracias a este trabajo hemos podido ver que la sepultura o las exequias como tal han avanzado a la par con las tecnologías y las mismas necesidades de la humanidad. Hoy por hoy es mucho más fácil acceder a un plan familiar para cubrir gastos por muerte y evitar con ello el drama de las economías familiares que en otros tiempos padecían los dolientes con cada deceso. La muerte como un hecho siempre será la misma, pero sin previsión, sí puede decirse que es todo un problema.

Muchas personas experimentaron la pérdida de un ser amado, pero el luto se iba con las cuentas de cobro o las cotizaciones que dejaban caras atónitas. En estos tiempos la industria funeraria paradójicamente es vivificante y permite que quien sufre por una partida tan solo lo haga por ello y no por una cuenta impagable. Los planes exequiales o previsiones le inyectaron seriedad y tranquilidad a la cadena funeraria que ahora ve en la muerte un negocio que se atiende con tranquilidad, ética y sentido humano. Los servicios ahora no solo incluyen al núcleo familiar sino que lograron extender su portafolio a mascotas, es decir que todos en la casa tienen un amparo y un final más que digno y sosegado.

El sector funerario sin duda alguna dio un salto de calidad sobre bases consistentes de productividad, competitividad y alternativas de calidad y servicio. Es por eso que para muchos a la hora de atender una partida, Recordar es vivir.

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