La historia económica ha estado marcada por una serie de acontecimientos que dejaron, o debieron dejar un sinnúmero de aprendizajes de tal manera que esos errores y fantasmas del pasado quedaran conjurados para no repetir una historia ya conocida, empero la humanidad tiene un común denominador que podría decirse, raya en el masoquismo porque cae y vuelve a caer solo por un malsano capricho y eso lo muestran los estados y los manejos económicos irregulares en su concepción, la mayoría por los desafortunados consejos de los entes multilaterales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional que insisten en que las hojas de ruta marcadas por el movimiento neoliberal son la salida para el progreso, y quizás no se equivocan porque el término progreso se queda en los conglomerados y corporaciones, dejando la ruina en las naciones que siguen viendo importaciones, menos agricultura, cierre de empresas, privatizaciones y un desempleo que aterra.
El mundo de hoy redujo el número de compradores, las empresas fabrican y generan inventarios que se van quedando porque muchos países perdieron la capacidad de compra, factor grave porque ratifica que las economías tuvieron lamentable conducción y que los horrores dieron, para el caso de Colombia, la Cruz de Boyacá.
Hoy con la tragedia mundial de Covid-19, la pregunta que surge es, ¿para dónde va el mundo económico con semejante relicarios de quiebras que se vienen y que ya empezaron a anunciarse en el mundo?, la respuesta solamente la tendrán aquellos gobiernos que apelen a la inteligencia, a la estrategia y al sentido común, dejando de lado unos modelos que resultaron ser el peor negocio y la tesis económica más precaria pues el capital, legítimo de por sí, debe ser una condición de todos para poder multiplicar riqueza y llevar prosperidad en general, bajando las tasas de delincuencia, de descomposición social, haciendo que un modelo económico vaya más allá de las metas en ganancias y propenda por la inclusión y el tejido social como base de las verdaderas utilidades.
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En charla con Diariolaeconomia.com, el Presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines, Guillermo Elías Criado Pacheco, dijo que la realidad de hoy para el empresariado es muy gris por cuanto solamente se ve incertidumbre y se escuchan interminables interrogantes. Actualmente, dijo, y acatando los lineamientos del Gobierno, los empresarios del sector textil confecciones han hecho parte de una fuerte brigada a nivel país para elaborar todas las prendas de bioseguridad que demanda el sector salud.
Anotó que afortunadamente Colombia tiene una marcada vocación textilera y confeccionista razón por la cual los colombianos pueden contar con el hecho que el sector les garantiza a los médicos y personal clínico, que tendrán sus dotaciones porque hay empresas, hombres y mujeres de las confecciones que responden ante un reto de la magnitud que hoy ve el mundo.
“Nos cogió un poco desprevenidos por su carácter de hecho súbito, pero la industria textil tiene como responderle al sector médico y quirúrgico por lo cual no vamos a tener las penurias de España e Italia porque gran parte de su aparato productivo se había ido a China, pero afortunadamente en Colombia tenemos muchos confeccionistas y demasiadas textileras, de manera que damos ese parte de tranquilidad porque hay compromiso en el sector”, declaró el señor Criado.
De cara al poscovid-19 o pospandemia, las preocupaciones, comentó, son muchas en la industria porque se observa que con todo el comercio cerrado y con la falta de claridad, no hay un clima de tranquilidad y caso opuesto una aguda incertidumbre porque se trata de un sector que genera mucho empleo y en donde hay un susto manifiesto en los empresarios que igual están preocupados porque no saben qué hacer con tantas operarias, situación extrema que obligó a muchos confeccionistas y textileros a pedir auxilio en el gobierno porque de lo contario habrá una masiva cancelación de contratos ya que el sector no aguanta dos quincenas sin ingresos y sin ventas.
El asunto se sale de las manos porque para nadie es un secreto que nadie se compromete a pagar lo que no tiene o simplemente ofrece y paga con los ingresos, pero no emplea con inactividad, sin ventas y sin plata.
“Estamos acatando el llamado del gobierno a la cuarentena, pero las empresas de la industria textil-confección no puede asumir más de esas dos quincenas con un país paralizado y sin actividad económica. Hay una gran preocupación en el sector por esa circunstancia porque no solo puede dejar una estela de desempleo de magnitudes inimaginables sino fábricas cerradas o en banca rota, el problema aquí es de todos”, señaló el dirigente.
Economía colombiana necesita un cierre
Para el dirigente empresarial no es posible pensar en crecimiento cuando no hay ventas y cuando la economía está totalmente paralizada. Hoy, sostuvo, el país depende de la piedad de Dios para salir del impase y así con ánimo, entusiasmo y un trabajo articulado con el gobierno poder dejar atrás un capítulo que dejará no solamente líos sino enseñanzas.
Anotó que solamente con un férreo compromiso empresarial y respaldados por el ejecutivo será posible seguir con la dinámica sectorial que durante años ha logrado construir empresa, fomentar empleo, riqueza y futuro, pero recalcó que es indudable que para salir del actual atolladero será vital el concurso y la ayuda del gobierno porque muchos en el gremio saldrán muy mal librados, aclarando que hay resiliencia, pero igual necesidad de asistencia.
Hay una inquietud y es cuando todo pase y las nubes negras se alejen, qué va a suceder porque lo primero que verán los seres humanos con el nuevo sol será pobreza, desempleo, empresas cerradas, banca rota y mucho caos social y económico. Hay no pocas empresas angustiadas y haciendo preguntas en medio del desespero.
“El único que puede garantizar estabilidad en el empleo es el estado porque los empresarios no aguantan el compromiso salarial sin ventas, sin ingresos, con una operación suspendida y sin poder recuperar cartera, de tal manera que el estado sí debe apelar a un plan para mantener y garantizar la sostenibilidad de la pequeña, mediana y gran empresa también”, indicó el Presidente de la Cámara Colombiana de la Confección.
Para evitar que dentro del aparato productivo se reviente don Raimundo y todo el mundo, Criado dijo que de igual manera deben venir medidas paralelas para proteger la industria nacional porque el planeta pasó de una economía de libre mercado a enfrentarse a una economía de guerra, de tal modo que si el gobierno no cierra las importaciones estará metido en serios problemas. Otra alternativa, dijo el vocero empresarial, sería incrementar los aranceles máximos permitidos por la Organización Mundial del Comercio, OMC, para que las industrias nacionales vivan del mercado natural que es el doméstico como lo hará el resto de las economías.
En su lectura a la situación y al devenir cargado de reformas, Guillermo Elías Criado, trajo al recuerdo la frase de un premio nobel de economía en el sentido que los gobiernos deben garantizarles a sus habitantes que vivan de su mercado, sobre todo en la situación que se vive actualmente en donde es perentorio que hayan garantías estatales para que los empleadores nacionales y los empleados de la industria puedan resurgir en su propio mercado pues nadie puede llevar a la casa a los amigos para que se coman el desayuno de sus hijos, eso sería absurdo.
“Eso sería lo que pasaría en Colombia si mantenemos vigentes las normas en materia de importación, básicamente de los países asiáticos de donde llega mucha mercancía y producto terminado que destruye empresas y atomiza empleo”, puntualizó Criado.
Lo ideal de libre comercio, manifestó, es que puedan llegar a Colombia bienes de capital, maquinaria de punta, transferencia de conocimiento y paquetes tecnológicos, pero jamás alimentos o manufacturas que destrozan las economías y llevan a mucha gente a la calle a sufrir y a pasar necesidades como se hizo visible con algunas textileras o fábricas de confección, pero igual con calzado y manufacturas de cuero que llevó la gente al drama sin que nadie hiciera nada por ellos. No en vano ni de gratis, hace unos meses en el barrio El Restrepo, en el sector de la Valvanera, hubo una misa de réquiem por el sector calzado, ¿más disiente para dónde?
A criterio del dirigente empresarial con el poscovid-19 habrá que echarse la bendición y seguir trabajando entre todos porque debe haber condiciones macroeconómicas para que los empresarios colombianos vivan del país.
Actualmente en el sistema moda hay 132.000 empresas de las cuales 70.000 hacen parte de la formalidad, es decir con registro mercantil en las Cámaras de Comercio, unos registros que amparan empresas del sector textil-confección.
El número es mucho más apremiante porque hay igual satélites, talleres informales y confeccionistas de barrio que abarcan todo el país y que viven de su trabajo con el cual ayudan a sus familias. Las confecciones, la moda y los textiles emplean a por lo menos 1.6 millones de personas de las cuales el 70 por ciento son mujeres.
El cierre de subir aranceles o cerrar importaciones es considerado dentro del sector de la confección como las únicas opciones para cuidar los empleos que están pues insistió en que Colombia y el mundo ya no están en una economía de libre mercado sino en una economía de guerra.
Iguales medidas para el campo
El Presidente de la Cámara Colombiana de la Confección, Guillermo Elías Criado, dijo que otro sector que demanda una mira juiciosa y consecuente es el agropecuario porque la producción agraria debe ser un negocio y no un padecimiento.
Dijo que debe ser un común denominador vivir de la economía campesina y saber que este es un sector rentable y de gran beneficio para el sector primario y para los consumidores que piden alimentos de calidad, con inocuidad y bajo preceptos de buenas prácticas agrícolas y ganaderas.
“En esta situación que estamos viviendo les damos gracias a los campesinos del país porque no nos han faltado los alimentos, entre otras cosas porque el producto importado no ha llegado, y entonces ahora sí nos acordamos de los labriegos y les agradecemos pues Colombia es un país de vocación agrícola que nos permite tener los supermercados abastecidos y con suministros, sencillamente porque los campesinos siembran y cosechan, haciendo lo que tienen que hacer y que tan bien hacen, pero hay que tenerlos en cuenta en políticas de sostenibilidad y rentabilidad ya que no podemos agradecerles con olvido y exclusión pues hacen parte de la reestructuración que pide el futuro económico en el que entran los demás sectores o componentes de la Colombia productiva, entre ellos la agroindustria y el sector textil-confecciones en un universo productivo que suma en favor de un país dinámico y capaz”, afirmó Criado.
El dólar, un problema que trasnocha
El tema cambiario es otro que afecta la competitividad del sector porque si bien hay fiesta en los exportadores, igual hay angustia porque muchos componentes en la fabricación son importados lo cual encarece la manufactura y la misma agricultura con los insumos. De todas maneras los empresarios dice que una fabricación que cuenta con las garantías, puede incrementar su capacidad instalada, contratar más gente y sacar provecho del mercado internacional con un dólar que según algunos analistas puede alcanzar unos niveles nunca antes registrados.
En medio de los correctivos, las exportaciones van a ser una de las salidas en medio de la gran estrategia pospandemia lo que invita a animar a los empresarios nacionales para que atiendan el mercado nacional, pero de manera paralela darles unas condiciones económicas para que exportar sea un buen negocio y para ello, expresó Criado, hay incentivos como los certificados de reembolso tributario o los drawback, un régimen aduanero que permite la devolución total o parcial de los derechos arancelarios pagados en la importación de materias primas, unos mecanismos que estimulan a los industriales para abastecer el mercado interno y a crear en las mejores condiciones oferta exportable.
Explicó que al faltar las importaciones chinas y al exacerbarse la misma apatía que tendrán los Latinoamericanos con el famoso Covid-19, se hace necesario ser mejores actores en las exportaciones y en ello están los sectores textil-confección, cuero, calzado, marroquinería, joyería y artesanías entre otros que son los mejores embajadores junto con el café para las exportaciones colombianas porque con el contexto actual, sostuvo la Cámara, existe la oportunidad de ser mejores.
El gran reto concluyó Criado está el quitarle el candado a las empresas que habían cerrado y que hoy serán definitivas en la reactivación económica del país lo cual trae implícito empleo, crecimiento y riqueza.
Yendo un poco por el túnel del tiempo y retomando las caídas económicas con saldos sociales de gran tamaño, hay que ir a los años veinte, puntalmente a 1929 cuando llegó la gran depresión llamada Crisis del 29, una situación supremamente difícil en les segunda y tercera década del siglo XX pues si bien el problema empezó en a finales de los veinte se extendió por toda la década de los treinta, salpicado algo de la alborada de los cuarenta. Todo comenzó con la caída de la bola de Nueva York un 29 de octubre de 1929 siendo la mayor afectación tuvo en un número importante de países en el siglo XX, esa podría decirse fue la gran caída global de los mercados. Estados Unidos pasó de un jueves a un martes negro llevando desde ese momento una debacle a escala mundial que afectó a países ricos y pobres que vieron como una la adversidad económica se transmitía como una peste o una pandemia con efectos devastadores.
La gran depresión de 1929 dejó por el piso la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y el comercio internacional que cayó a razón del 50 y hasta el 66 por ciento.
Como si fuera poco y apenas consecuente aumentó el desempleo que para el caso de Estados Unidos se ubicó en el 25 por ciento y en otras latitudes el indicador superó el 33 por ciento. Quedaron paralizadas las llamadas industrias pesadas y la construcción. Igual por la caída estrepitosa en la demanda las cosechas perdieron valor hasta en un 60 por ciento.
La recuperación empezó a darse a mediados de los años 30 cuando el Presidente de Estados Unidos Franklin D Roosevelt, lanzo una política agresiva de intervención conocida como el “New Deal” o nuevo trato, en español, que una vez en funcionamiento dio contundentes resultados.
Esa época dejó sus saldos previos a la Segunda Guerra Mundial porque en Alemania vino un lío de financiamiento que postró la economía alemana, exacerbando el nacionalismo y dejando en el poder, al poco grato recordado, Adolf Hitler.
Hoy hay temores por un eventual default o cese de pagos, duende que espanta desde la misma década de los noventa cuando era visible que todo lo que se hacía resultaba mal o quizás peor.