Sábado, 27 Noviembre 2021 00:34

Sigue el cierre de fábricas en El Restrepo: ¿zapateros en vía de extinción?

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Pese a que algunos empresarios siguen en el mercado del buen calzado y la marroquinería, muchos bajaron la persiana, dejando atrás quiebras, desempleo y competencia desleal por contrabando.

Hablar del emblemático barrio El Restrepo en el sur de Bogotá implica abordar una historia de urbanismo, campesinado, proscripción, migraciones, pobreza y dificultad, pero igual de visión, apuesta, industrialización y afianzamiento en la manufactura de cuero y todo lo que tiene que ver con el sistema moda.

Este suburbio empresarial por excelencia y el más grande centro comercial a cielo abierto de Colombia sufrió una transformación increíble, fruto de las distintas decisiones en el manejo de la política económica. Con la apertura, la desgravación arancelaria y el crecimiento de acciones ilícitas como el contrabando, la afamada factoría en la que se había convertido el sector empezó a marchitarse, el zapato chino invadió calles y locales, haciendo que muchos fabricantes no pudieran competir con un producto que llegó a entrar a valores irrisorios, por debajo de un dólar el par y en cantidades exageradas. El resultado, la quiebra de reconocidas firmas y un desempleo que dejó demasiados trabajadores sin ingreso y en calzas prietas, a otros, tristemente, en las graderías del parque de La Valvanera, a la espera de una oportunidad laboral, otros, anteriormente reconocidos artistas del cuero fueron quedando marginados de todo, a tal punto que terminaron siendo inquilinos permanentes de la calle.

En días pasados recorrimos El Restrepo y nos encontramos con el cierre de empresas de enorme importancia para el sector, la verdad, algunas consultadas por este medio ya habían advertido que no había condiciones para seguir adelante y que la única opción era liquidar y salir corriendo como en efecto ocurrió.

Este problema deja ver que, así como el sector primario, la industria tiene problemas estructurales muy agudos que terminaron deteriorándose por la carencia de una política de Estado para las pymes, grandes generadoras de empleo y riqueza. Desde 1990 y ya con la apertura económica de 1991, el modelo económico consideró que por la vía de las importaciones las cifras mejorarían en inflación y costos como tal, una medida de alto riesgo porque era poner a muchas fábricas de patitas en la calle como también a un importante número de sectores productivos, todo porque lo exógeno era la solución.

Con los años el campo entró en ruina, la industria se desmoronó y la gente padeció porque se agotaron las pocas fuentes de empleo. Hoy la crisis logística que disparó el precio de los fletes y encareció absolutamente todo tiene a más de uno pagando escondederos a peso, aunque deben estar más caros, porque el modelo colapsó, el país está entrando en un punto de desabastecimiento y las políticas que fueron presentadas como la gran salvación terminaron siendo la hecatombe. Por más de treinta años fallaron los gobiernos, fueron ciegos en sus iniciativas y arrogantes. Hoy Colombia tiene más preguntas que respuestas y como ha sucedido históricamente, le tocará a la gente, al empresario, al campesino y a lo que perdió tanto valor frente a la manera de conducir la economía, apagar un incendio con estoicismo, estrategia y resiliencia.

Infortunadamente hay que decir que El Restrepo es el ejemplo de lo que no se debe hacer en política económica, es la tesis perfecta de la equivocación, de la mal sana obstinación y de la falta de consenso. Esta localidad artesana tuvo que pagar los platos rotos de los errores y como los demás ejes productores de calzado en el país está llegando a una postración injusta que amerita con urgencia la mirada del ejecutivo y el legislativo para retomar unas fabricas que cristalizaron sueños, que llevaron pan a la mesa, dignificando la vida de los artistas e innovadores del cuero.

 

Harol Rivera Díaz

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente Comercial de Calzado Rivera, así como de la marca Haner, Harold Rivera Díaz, aseguró que en calzado cambió prácticamente todo, desde la manera de hacer empresa hasta las tendencias, porque los ejecutivos y ejecutivas permanecieron durante un buen tiempo por fuera de la oficina, dejando el calzado clásico y los tacones para estar en casa aperados de sudadera y tenis.

La nueva marca, Haner, nació como respuesta al reinvento empresarial al que condujo la pandemia, es decir una línea más deportiva, informal y cómoda.

La reingeniería industrial prácticamente tocó la puerta de todo el sector pues la llegada del Covid-19 terminó por acelerar un proceso de adversidad que se venía presentando desde mucho antes del arribo de la enfermedad. Los fabricantes ya habían atravesado por una revaluación que le puso fin a las exportaciones y para colmo de males entre lavado de dinero y contrabando, el negocio siguió perdiendo terreno.

En este caso puede decirse que la culpa no fue de la de vaca ni mucho menos de un virus, por evitar llevar el responsable a su más mínima expresión, las cosas venían mal, el país seguía por el camino equivocado, lo cual quedó confirmado cuando el barril de petróleo paso de 110 y 120 dólares a un precio inferior a 50 dólares en 2015, un caos expresado en déficit fiscal y un total inconveniente financiero.

No solamente se le desplomó la renta petrolera a Santos, el año anterior en un hecho histórico el barril de crudo cayó por debajo de cero hasta alcanzar -40, una situación increíble que redundó en crudo regalado, pues algunos productores pagaron por bajar el stock. El asunto es claro, de tanto pensar en hidrocarburos los gobiernos abandonaron los sectores productivos de valor agregado, dejando al país muy expuesto económicamente y desde luego la metida de pata pasó factura.

Muchas explicaciones muestran el por qué la industria y el campo terminaron tan mal, no hubo presupuestos acordes con las falencias, la atención fue mínima frente a las necesidades y la voluntad política, como la reforma agraria, siempre quedó en veremos.

 

 

El tema del calzado no es mínimo, hace 30 o 35 años la sola localidad de Antonio Nariño en donde está el pomposo barrio El Restrepo, contaba con unas 25.000 empresas de calzado y entre importaciones, negocios raros y contrabando, la cifra antes de la pandemia bajó a 10.000 unidades productivas aproximadamente. En curtiembres la situación no es diferente porque de las más de 5.000 curtidoras quedaron 150, máximo 300 compañías operando.

La cifra de informales en donde entran las microempresas, famiempresas y pequeños fabricantes superaba las 15.000 unidades, con la pandemia la cifra se adelgazo y el gremio zapatero fue reduciéndose, salvo los grandes empresarios que debido al orden contable y control de gastos, logró sobrevivir, para lo cual debió también acudir a la innovación modernización productiva.

Quienes siguen en el negocio lo hacen heroicamente, sin embargo, un grueso número de empresarios dieron el paso al costado y optaron por otras actividades. La industria adolece de muchas cosas, pero hay una que preocupa y es la escasez de mano de obra, todo un reto para el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, que según los empresarios, se olvidó de los zapateros.

El zapatero, en opinión de los fabricantes fue mirado despectivamente, desconociendo un liderazgo y un trabajo que por más de 70 años han cumplido los creadores no solo de El Restrepo sino de Bogotá. En un principio la zapatería tuvo como epicentro Chapinero, Las Cruces y terminó instalándose en El Restrepo.

Por tema de costos, lo cual incluye arriendo y servicios públicos, algunos artistas del calzado optaron por irse para otras localidades puesto que esos rubros se hicieron imposibles. Actualmente se busca que el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, tome en consideración algunas reconsideraciones con el barrio y lo haga viable pues caso opuesto se estaría dando una estocada a un ícono local y mundial porque cuando se habla de zapatos en cualquier latitud el tema es El Restrepo.

Un asunto tenaz es que los chinos terminaron enamorándose del sector porque como diría alguien están fijándose en la chica equivocada, la niña bonita de los empresarios bogotanos que con ojo avizor construyeron marcas, progreso y tejido social.

 

Rivera, fabricación vanguardista

 

 

Hablando de lo gratificante en el sector calzado, hay que evocar la vida y obra de Gilberto Rivera, un visionario de la industria que por cerca de 60 años estuvo al frente de su empresa, cortando cuero, diseñando y creando el mejor producto. Por estos días está presto a celebrar su cumpleaños número 90, siendo un nonagenario esencial en la industria por su aporte económico, profesional y social.

A la fecha el industrial goza de pleno descanso, con una sonrisa y un gesto de amabilidad, señal del deber cumplido, hace uso del buen retiro y dedica tiempo de oro a sus hijos, a los nietos, pero desde luego a recordar los momentos en que inició labores en un lapso complejo del país en el que el sector calzado era incipiente y en esencia artesanal.

Después de afianzar laboriosidad y sello, don Gilberto dejó como legado la empresa Rivera que fue asumida orgullosamente por sus hijos que siendo parte de la segunda generación de la marca, ya acumulan 35 años en el oficio. Este precursor nacido en Timbio Cauca aprendió todo sobre la fabricación de calzado a sus 15 años cuando vivía en Cali, tiempo después decide partir a Bogotá en donde puso el primer ladrillo.

Pensando a futuro, sus hijos fueron preparándose para el reto que venía y es así como en la familia Rivera hubo un ingeniero industrial, un administrador de empresas y para el caso de Harold, estuvo por 30 años frente a la mercadotecnia.

La firma produjo y produce calzado para la mayoría de los almacenes de cadena del país, de igual forma maquiló para varias marcas, pusieron las etiquetas de las casas comercializadoras y el producto llegó a grandes emporios y puntos de venta.

Con el correr del tiempo Rivera decide abrir sus propios puntos y arrancó en El Restrepo, gracias a la calidad y el reconocimiento la empresa fue creciendo hasta alcanzar siete tiendas de venta directa, unos canales de distribución que permitieron que la fábrica sacara producto para la marca e igual para unos compradores que manejaron largos plazos para el pago del calzado, todo un problema porque de 30 y 60, días los grandes clientes pasaron a 90 y 120 días, algo terrible para el funcionamiento y sostenibilidad de la factoría porque se trataba del capital de trabajo vital para operar y llegar holgadamente a los clientes.

Frente a ese asunto nada funcionó pues el Factory que llegó como una solución resultó inoperante y casi estéril de cara a garantizar liquidez empresarial para maniobrar y no pasar momentos amargos. Igual sucedió con las ayudas en momentos de pandemia en donde los créditos de nómina se complicaron por exigencias, papeleo y burocracia.

El gran responsable de Rivera como empresa, indudablemente fue don Gilberto, quien se apresta a recibir diciembre con su alegría ya que no solo adorna su vida con el espíritu navideño sino con el especial día 18, en el que conmemora su nacimiento en compañía de la familia y de un éxito que aún le asiste.

 

Sector calzado, la horma del zapato de la Reactivación económica

 

 

El sector calzado fue un gran protagonista en el desarrollo del país, en su crecimiento y en la generación de empleo, sin duda una turbina de gran poder para indexar los indicadores económicos y sociales. Hoy la industria padece la resaca de la apertura económica, sufre con el contrabando y se ve amenazada por China.

En la evolución empresarial igual pesan los tratados de libre comercio, las importaciones y las mismas exportaciones. Para Harold Rivera, el TLC no tiene la culpa de nada porque hace 15 años el ejecutivo le dijo a Colombia que, si el país no compraba, la exportación era la salida lo que ofrecía desarrollo económico y dinámica comercial.

Dejó muy claro que todas las operaciones de comercio exterior, mientras se hagan al amparo de la legalidad, son válidas, sin obviar que exportar producto trae implícitos unos beneficios impositivos. Quienes importaron tuvieron que pagar un impuesto relativamente bajo y eso explica por qué llegó tanto contrabandista al sector que para agudizar el contexto optaron por hacer alianzas con el narcotráfico para lavar dinero con importaciones visiblemente baratas con origen en China, una estocada para los fabricantes de calzado que debieron acudir a la estrategia, bajar costos y sacrificar en algo el factor calidad, todo para ser competitivos frente al temerario competidor asiático.

El asunto es que la tarea dio frutos ya que se pudo competir de tú a tú con el producto legalmente importado, pero nada se pudo hacer con los bienes de contrabandos, sobrefacturados y usados por el narcotráfico para legalizar sus dineros. El problema, dijo el Gerente Comercial de Calzado Rivera, no solo golpeó a los zapateros sino a industrias enormes como Coltejer, Fabricato y otras del sector textil y de la industria en general que terminaron disminuidas y sacrificando puestos de trabajo.

 

“Hubo empresas con mil o 2.000 empleados que tuvieron que ser despedidos lamentablemente porque no pudieron seguir con la dinámica de mercado puesto que calles y almacenes se inundaron de contrabando y productos de muy bajo costo, un palo en la rueda y el acabose de muchos que apostaron por la formalidad y el repunte del país sobre la base de las empresas, todo con cargo social porque no solo sufrieron los empleados sino sus familias. Eso explica porque los años 2019 y 2020 fueron los de mayor índice de desempleo, pues industrias de marroquinería, calzado, textiles y confecciones, se fueron al piso”, declaró el señor Harold Rivera.

 

Por tratarse de un entorno generacional, la empresaria familia pudo sostenerse con Rivera y Hanel, un reto complicado y difícil porque a mayor trabajo más empresas se van yendo a pique, incluidas las vanguardistas, unas firmas en calzado que contribuyeron con el adelanto, pero que terminaron sacrificadas y sin un salvavidas que les reconociera su verdadera importancia.

La otrora pujante industria del cuero y el calzado terminó desmoronándose por efectos de un narcotráfico que capitalizó la corrupción en vista que no todos en la cadena estatal de control hicieron su tarea, muy seguramente porque tuvieron un precio que terminó sepultando empresas e historia ya que muchos pioneros fueron sacados del sector en momentos en que hacían las cosas al derecho, lo que al parecer no tiene cabida en el llamado país del Sagrado Corazón.

Los que sobreviven siguen resistiendo y sobrellevando unas consecuencias nefastas para el país, no es fácil ver que quién fundó empresa y aportó, hoy esté por fuera del mercado que con esfuerzo y trabajo construyó.

 

Colombianos deben comprarle a Colombia

 

 

Pese a que el producto chino es una realidad, la industria les pide a los colombianos que compren calzado, textiles y confecciones nacionales. Solo con el voto de confianza, habrá una reacción en el mercado local que les dará vida y sostenibilidad a las fábricas y a unas propuestas empresariales dinámicas, de gran aporte para una Colombia con vocación productiva.

En los últimos diez años la gente se volcó al producto chino, pero ante la calidad que ofrece Colombia, ese comprador cambió el chip y retomó la demanda por la industria nacional. El directivo Harold Rivera, manifestó que esa campaña “Colombiano Compra Colombiano” surtió efecto y las familias empezaron a solicitar calzado, prendas, textiles y bienes hechos en Colombia en donde la calidad se impone. En este momento, según dijo Rivera, el binomio calidad y economía ha dado resultados en lo que tiene que ver con el consumidor y sus exitosas compras.

 

El problema del cuero tiene un fondo increíble

En las últimas décadas, Colombia y su industria manufacturera han sufrido por el suministro de cuero. Harold Rivera indicó que sin duda el tema de las pieles tiene trascendencia a nivel nacional por la carencia que hay de ese insumo.

En un tiempo, explicó, el decímetro de piel valía 370 pesos y el fabricante local descubrió que el productor chino compraba a 600 pesos ese mismo decímetro, es decir, pagaba una tarifa más alta para garantizar la producción de esta materia prima básica en manufactura. Un asunto que llama la atención es que las pieles no son usadas para calzado o productos de marroquinería de alta calidad, sino que gran parte de ese insumo tiene como destino la industria de alimento, todo por una reingeniería que les permite transformar cueros en proteína, algo que deja perplejo al industrial.

En síntesis, los chinos no solo subieron el valor de las pieles, igual obligaron a los artesanos y fabricantes a pagarlas de contado, los 600 pesos son el referente de un periodo en que cambió el mercado, en este momento los costos son otros.

 

“Hoy las materias primas necesitan unas reglas de juego claras porque no tiene sentido que un TLC autorice la importación de alimentos o bienes que produce Colombia, es un total desacierto. Para meter en cintura tamaño problema, el Gobierno debería elevar la tarifa de los aranceles para las importaciones legales e irregulares y así apoyar al fabricante y productor nacional, un beneficio que automáticamente recuperaría empleos. Esas importaciones, necesariamente hay que regularlas, caso opuesto el empresariado sucumbirá”, sentenció El Gerente de Mercadeo de Rivera y Hanel Harold Rivera.

 

 

En su momento de oro Calzado Rivera contrató satélites para superar un cuello de botella en la producción de zapatos, en planta la empresa tuvo 100 operarios y siete puntos de distribución, hoy quedaron diez trabajadores y dos almacenes. Otras compañías, subrayó, experimentaron lo mismo porque contrataron personal masivamente en números de 100, 150, 200 o más y debieron reducirse y eliminar casi la totalidad del empleo, una tragedia para productores y colaboradores, todo por la factura del contrabando.

Ciertamente el fabricante de El Restrepo depende de las familias colombianas y por ello no sería descabellado pasar un fin de semana de compras como también de esparcimiento en el eje industrial del sur de Bogotá en donde dejar la plata por un buen producto abre puertas y quita candados para que los trabajadores retornen.

 

“En El Restrepo sigue habiendo empresarios como es el caso de Rivera, que quieren seguir mostrando su producto y ofrecer lo mejor de la industria nacional, con China no hay problema si continuamos marcando diferencias en calidad, diseño y valor agregado, somos capaces y seguimos vigentes amen de los retos que trae la globalización y esa mezcla aterradora de narcotráfico y contrabando”, afirmó el experto.

 

Años atrás Rivera vendió entre 20.000 y 30.000 pares de zapatos anuales, hoy la cifra se ubica por debajo de 5.000 pares, teniendo en cuenta dificultades como la pandemia, la contracción de la demanda interna y el gran inconveniente con los canales de distribución. Hoy las empresas necesitan volumen y producción de escala para volver a la rentabilidad.

Es cierto que hay problemas, dijo el empresario, pero un buen gobierno con voluntad e inteligencia tomaría medidas para reactivar la economía, rescatar empresas y salvar empleos. Desde sus almacenes en El Restrepo, Rivera con voz melancólica dice que extraña la calidad del calzado colombiano, elaborado con materias primas y componentes nacionales como lo hicieron los zapateros de la vieja guardia, hoy muchos sacrifican calidad y desplazan las opciones locales para armar un zapato de inferior atributo, todo por competir con China, dejando al garete un activo llamado prestigio.

Rivera y Hanel ofrecen valor agregado, confort, diseño, excelente manufactura y durabilidad, si bien el calzado no es de bajo costo, garantiza características únicas que lo distinguen de las otras marcas. La empresa sigue en la línea de calzado clásico masculino en la que se especializó y que volverá a dinamizarse por el retorno a la oficina. Hay un trabajo intenso por conceptos urbanos en pieles pulaschs, cueros grasos y una línea deportiva fuerte con tenis para dama y caballero, producidos en Colombia, una elaboración que tuvo muy buen recibo en el público.

Rivera reúne todo un compendio de innovación y talento, la empresa surgida en esos duros años 40 maquiló y creció, sin embargo, la calidad fue absorbida por grandes firmas de comercio que se dieron el lujo de ofertar la excelsa manufactura, verbigracia Arturo Calle, un referente industrial.

En su observación, el directivo aseveró que el sector reporta problemas con la mano de obra, una muestra clara que hay falencias en la formación de personal técnico para la industria del cuero, el calzado y la marroquinería, básicamente en áreas de costura y guarnición, desde luego de montaje. La máquina, dijo el industrial, no es la solución total por cuanto el calzado depende mucho del trabajo manual. Hoy, conceptuó, con el sistema de maquila en China el favor de ingreso se está quedando en Asia.

 

 

La crisis logística ya se siente en el gremio del calzado de China, ya no están llegando productos como telas, suelas, plásticos y otros insumos esenciales para fabricar zapatos y otras manufacturas. No todo es malo, dogmatizó Rivera, porque esa falencia la puede sustituir Colombia con insumos que el país perfectamente puede desarrollar como sintéticos y suelas. En este momento, expuso, los precios han trepado y la carestía es evidente.

 

“Colombia debe invertir en el país productivo, en educación, salud y servicios públicos, no se justifica que, con dos mares, tierras fértiles y tres cordilleras, el país esté pasando hambre, eso es increíble”, concluyó el Gerente de Mercadeo de Calzado Rivera y la marca Haner, Harold Rivera Díaz.

 

El Restrepo, una fábrica que debe volver

Colombia y sus regiones han pasado por distintos momentos en la historia, según la Alcaldía de Bogotá, en el siglo XX, puntualmente en 1930, cuando estaba en boga la gran depresión en Estados Unidos, fenómeno que impactó al planeta, la capital sumaba 300.000 habitantes, tres veces más que en 1905, cuando ya migraban cientos de campesinos de las provincias afectadas por la Guerra de los Mil Días, evento lamentable que terminó en 1902, dejando secuelas que luego harían metástasis social, política y bélica.

En ese tiempo la urbanización no mostraba avances y muchos proyectos tuvieron las mismas características del desarrollo heredado del siglo XIX. Bogotá se hacía cada vez más atractiva por la opción de trabajo, pero igual por una oferta de servicios públicos de calidad, factor que bajó las tasas de mortalidad y morbilidad como consecuencia de la precariedad sanitaria. Casualmente, la historia se repite, ya que, al estar saturado el centro de viviendas, bodegas y oficinas, se hacía perentorio construir más soluciones porque el valor de los inmuebles se fue al alza de manera indiscriminada.

Con los gobiernos liberales, totalmente reformistas y la llamada Revolución en Marcha, la capital llegó al cuarto centenario de su fundación con parques y avenidas. En la época fue necesario tomar vetustas haciendas para dividirlas y tener a la mano lotes y suelo disponible para viabilizar barrios netamente obreros.

Un ejemplo fue la Hacienda Quiroga que con sus 108 fanegadas le facilitaron el desarrollo a Bogotá y sirvieron de sitio para fundar el barrio El Restrepo, una consideración y todo un homenaje al Presidente del momento Carlos Eugenio Restrepo, conservador que gobernó precisamente en 1905.

 

Imagen tomada de Twitter

 

La migración creció exponencialmente en la década de los 40, pero luego de El Bogotazo en 1948, el periodo o decenio de los 50 fue de mayor éxodo por lo que significó la violencia, cruda, delincuencial, impía y salvaje.

Con el crecimiento de la población bogotana afloró intempestivamente la industria del calzado, ello apenas entendible ya que, en ese momento según los historiadores, el sesenta por ciento de la población predominantemente campesina, caminaba con sus pies desnudos, una condición que encontró pronta solución encendiendo los motores de una creciente elaboración, totalmente manufacturada.

Las primeras décadas del siglo XX fueron durísimas, a tal punto que tener zapatos mostraba de alguna manera comodidad económica, pues en incontables casos calzarse era sinónimo de suntuosidad. En los años cuarenta mucha gente logró emplearse en el sector de calzado, en número importante, cualesquiera artesanos cumplieron con el papel de solador, una actividad que se basa en el alistamiento y operación de maquinaria, pero igual atendiendo otros oficios de taller como la preparación de cortes, insumos, hormas y demás directrices de fabricación.

La industria está como el viejo dicho, con zapato muy justo, nadie anda a gusto. Aún hay tiempo y el sector puede reactivarse porque le sobra talento y capacidad de trabajo. No sería razonable que por descuido y falta de respaldo, a nombre de la industria del calzado, desde la añeja iglesia de la Valvanera, en señal de duelo doblaran en lamento las también vetustas campanas.

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