Sin duda en Colombia todo pasado fue mejor, hubo tiempos en los que Colombia fue autosuficiente en la producción de hilaza, telas, botones y otras materias primas esenciales para la industria de la confección, pero con la llegada de la apertura económica en los inicios de los años noventa muchas cosas cambiaron, hubo un canje inentendible, importaciones por empleos y la destrucción del tejido social.
El país dejó paulatinamente el agro y muchas empresas fueron quebrando sistemáticamente, Colombia hacía su debut en un nuevo modelo económico, el de compras internacionales y cierre de factorías. Hubo un ensayo de intercambio comercial con los países andinos, pero jamás logró descifrarse el arancel externo común, las industrias no innovaron, la preparación fue corta y en un abrir y cerrar de ojos el producto chino invadió calles y comercios, formales e informales, fue un alud tan enorme que sirvió para hacer contrabando técnico e inclusive para lavar dinero, una queja recurrente del Instituto para la Exportación y la Moda, INEXMODA, algunas empresas del sector y hasta de la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado, el Cuero y sus Manufacturas, ACICAM.
El país productivo fue muriendo aceleradamente, con tan triste desenlace que fueron cayendo firmas de la pyme, pero también compañías de gran calado, un impacto brutal que adelgazó gremios y llevó a muchos nacionales a la física calle porque reconocidas empresas de calzado y textiles fueron cerrando, llevando a despidos masivos de personal y al abandono del talento, no en vano algunos artistas del cuero terminaron en los brazos lamentables de la indigencia.
Los industriales exigieron medidas drásticas para defender fábricas y empleo, así lo hicieron los últimos mandatos y últimamente el ajuste del 40 por ciento al arancel generó división entre los colombianos, unos dicen que la decisión fue acertada, pero otros creen que lo mejor es concertar, informar y llegar a consensos afortunados para evitar distancias con países poderosos como China, la gran bodega oriental de los insumos y componentes para la elaboración.
A Colombia, dijo un empresario, nada le sirve, malo si no se hace y peor si se hace, todo reposa en un altar político en donde el aplauso rompe tímpanos si las determinaciones las toma un Presidente u otro. Cierto es que el país se fue rezagando en tecnología, innovación y bienes de capital, eso sin negar o desconocer que en medio de los errores algunos creativos y visionarios de la moda llevaron el nombre de Colombia a lugares de preferencia, a salones de la fama y a esos olimpos nada fáciles de prestigio.
Hoy hablamos con nostalgia de Coltejer, Tejicondor y muchas empresas textileras que hicieron una labor loable, recordamos con pesar y lamento marcas, sociedades y productos arrasados por la apertura, lloramos algunas privatizaciones y seguimos preguntando ¿en dónde quedó la plata? Sin duda recordar es vivir, es posible que las décadas anteriores hayan sido mucho más prósperas y de mayor impacto industrial, sin embargo, hoy nos invade la melancolía, así como esa fustigante añoranza sobre empresas desaparecidas, a las que se les ungió prematuramente con los Santos Oleos y a las que se les llevó a un Campo Santo de grandes proporciones con lo que se le puso punto final al progreso. La página cambió y hoy el cuento es otro.
El presidente de Colombiatela, José Miguel Piedrahita le dijo a Diariolaeconomia.com, que Colombia está expuesta a unas retaliaciones por parte de China como consecuencia de llevar el arancel de prendas de vestir al 40 por ciento si se tiene en cuenta que la noticia no cayó bien y que ese país produce buena parte de las materias primas para la confección en todo el mundo.
El problema, explicó Piedrahita, es que las medidas chinas podrían extenderse a la totalidad de la economía, un riesgo muy alto porque China es el gran abastecedor de insumos. El asunto es que los proteccionismos no siempre son benéficos en vista que no generan productividad.
“Nosotros los empresarios no queremos nada regalado, tan solo pedimos que nos dejen fluir y producir para avanzar, construir sobre lo construido y mejorar lo llamado a optimizarse. China ha cambiado, ya está pagando sueldos y su economía sigue creciendo con toda la potencia imaginable, luego la presión debe ser mundial cuando hay fallas de mercado, pero Colombia es la golondrina sola queriendo hacer verano”, afirmó el presidente de Colombiatela.
Al no tener un tratado de libre comercio, dogmatizó el empresario, los chinos perfectamente pueden aumentar sus tarifas arancelarias o el valor de las mercancías con destino a Colombia, en este caso a prendas y calzado. La medida es prudente produciendo hilaza, materias primas, y formalizando empleo, pero de lo contrario el país en el análisis de José Miguel Piedrahita, está abocado a pagar más por insumos para tintorería, engome y todos los productos, unas alzas independientes del valor del dólar.
China, consideró el vocero, podría estar haciendo sus cuentas, viendo el nivel de afectación y eventualmente aplicando mayores costos a los materiales y componentes que sus fábricas salen para Colombia.
La industria textil pidió medidas, pero llegaron de una manera inesperada, sin una mesa y sin la consulta a los actores de la cadena, las consecuencias pueden ser muy graves y por ello se hace perentorio analizar la decisión con argumentos y estudios de mercado para evitar un problema mayor, eso, claro está, con los chinos a través de su cuerpo diplomático, ya que se busca una solución integral con el beneplácito de un país que representa el poder económico y productivo del planeta.
El hecho de poner semejante talanquera afectará todo porque no habría autoridad moral para venderle a China en el caso de una posible exportación, opción que se quemaría por los aranceles aplicados a las confecciones fabricadas en ese país en plena globalización, un esquema que si se rompe conlleva a que los países produzcan materias primas, alimentos y productos elaborados.
Algo factible, una vez se reportó la crisis logística internacional, fue afianzar las cadenas regionales de valor, una herramienta legítima y oportuna que igual demandará de cada país la reactivación de sectores vitales como el agropecuario, industria, manufactura y otros. Hace 50 años China avisó o advirtió que iba a ser la potencia más grande en lo económico, en lo político y en varios aspectos, promesa que ya está prácticamente cumplida porque el gigante asiático es una realidad.
Rusia, Estados Unidos, Europa y muchos países dependen de China y así lo confirmó la parálisis logística, pues cuando no hubo navieras ni manera de transportar, el mundo se quedó sin materias primas.
Existe una realidad y es el libre comercio, la internacionalización de la economía y una medida fuerte como la de los aranceles puede llevar las retaliaciones a vehículos, un sector que tuvo líos porque la gente compraba un coche eléctrico y tenía que esperar un año, inconveniente que al parecer quedó superado.
La economía terminó afectada por falta de insumos, muchas empresas demoraron las entregas ante una parálisis en navieras que impidió la adquisición de componentes, el agro no fertilizó como generalmente lo hace y todo sumado le dio vida a una inflación global incontrolable, tan fuerte que hoy se siguen pagando productos a valores irrisorios e insostenibles.
¿Cuál temporada?
El directivo manifestó que cada año trae sus apuros o excelentes comportamientos, empero reconoció que en el mes de diciembre anterior no hubo temporada porque las ventas decayeron pese a que se registró algo de comercio, pero nada comparable con épocas anteriores en donde el fin de año marcaba la pauta y le cuadraba caja a más de uno.
En opinión del empresario, en los últimos tres años, la industria y el comercio no había tenido un año tan perverso como el 2022 en donde la temporada navideña no existió y todo porque algo pasó, ya que se alejó el consumo, la dinámica y se sintió en el ambiente, sostuvo Piedrahita, miedo, desconfianza e incertidumbre, todo porque hay mensajes errados que se le están enviando a la ciudadanía desde el Gobierno que producen un efecto nada halagüeño.
La llamada temporada se estuvo esperando desde junio, pero jamás llegó. Hace un año José Miguel Piedrahita debía 300 toneladas de tela, una compra de 2021 terminó el 2022 y las ventas no llegaron, como es apenas obvio, al igual que muchos empresarios sigue adelante sin dejar de trabajar porque sabe que en cualquier momento el país responde.
Hay serias dificultades, el público está a la expectativa. La solución está, aseveró el invitado, en tener en el gabinete ministros llenos de conocimiento y capacidad, que no se contradigan o pequen en inexactitudes, igual el empresario hizo un respetable llamado al Congreso para que legisle con eficacia, entregándoles tranquilidad a los agentes económicos que hoy dejan ver un marcado nerviosismo. Expuso que el cambio de modelo económico es válido, pero no confundirlo con socialismo de vieja data en donde los lesionados son los que hacen empresa y la misma sociedad que no ve logros o avances en la recuperación de los sectores productivos y menos en la calidad de vida porque todo estalló en precio sin dejar de lado las tasas de interés y la misma devaluación que devoró el salario mínimo.
Para el reconocido empresario es urgente defender el bienestar social y los ingresos corrientes de la nación que dependen de commodities y exportaciones agrícolas como también de valor agregado.
Piedrahita precisó que curiosamente los colombianos no aprendieron de la pandemia y calificó de deplorable y grave no leer con exactitud una señal tan delicada como el Covid-19, pues al parecer la indiferencia, la avaricia, el desdén y el resentimiento no dejaron avanzar. En textiles, dijo, y en todo el sector del sistema moda, los mejores años en las últimas dos décadas fueron los tiempos de pandemia, algo medio macondiano porque la historia ya no hablará del amor en los tiempos del cólera sino del comercio boyante en tiempos del Covid-19, en ese contexto el país pudo entenderse, colaborar y hacer gestión porque la cadena se metió de lleno en el asunto, de tal manera que no fue tan estrepitoso el impacto en desabastecimiento con la crisis global logística que rompió de tajo la cadena internacional de suministro, Al unísono se adoptaron medidas que ayudaron e hicieron que la situación no fuera tan grave para todos los empresarios, ello entendiendo que también en la moda, se podía hacer un ajuste que se llevó a cabo a la perfección, ello defendiendo la industria nacional, confeccionando en el país y generando un gran beneficio.
Infortunadamente, aseveró José Miguel Piedrahita, en Colombia no se aprendió a formalizar la mano de obra, un asunto que se hizo visible en plena pandemia con muchos empleados informales que salieron de las empresas en donde nunca les pagaron seguridad social o aportes parafiscales que optaron por el rebusque de andén.
En la charla, el empresario dijo que a muchos no les llegó la ayuda estatal en la nómina o en la prima, lo que dio lugar para que demasiadas personas fueran sacadas de las factorías a las calles a pasar hambre y otros vejámenes sencillamente porque no había trabajo. Lo terrible del tema, expresó, es que después de la pandemia, el país empresarial no aprendió de formalidad y rectitud.
Aranceles arriba, comercio abajo
Con el arancel de 40 por ciento, enfatizó Piedrahita, quedaron señalados los grandes importadores, pero cuestionó al sistema moda que dice que genera 2.2 millones de empleos de los cuales 1.8 millones son informales, puesto que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, solamente tiene registrados alrededor de 400.000 que finalmente son los que aportan a seguridad social, es decir que 1.8 millones de personas siguen en el limbo y por fuera de los derechos constitucionales.
“Hablamos y criticamos a los demás, pero si no hacemos una introspección, si no nos evaluamos internamente y definimos para dónde queremos ir, no nos va a servir de nada ese ajuste del 40 por ciento y caso opuesto nos podemos clavar un puñal porque hay que recordar que Colombia no produce las materias primas, en los últimos dos años hemos recuperado 20.000 hectáreas de algodón cuando producíamos en nuestros campos más de 240.000 hectáreas y mucho más de 403.697 toneladas de fibra en los buenos momentos de la agricultura.
El país, estimó el presidente de Colombiatela, debe trabajar con empeño para recuperar las áreas pérdidas en el sector primario y con prontitud las de algodón pues resulta impresentable que en dos años apenas se hayan alcanzado 20.000 hectáreas. El asunto es tener materia prima, en este caso fibra para poder tomar medidas restrictivas y reavivar la industria textil, otrora encopetada y de gran musculatura.
El tema igual pasa por fortalecer valores e iniciativas en la totalidad de la cadena textil y de confección, que incluye, aparte de volver al suministro primario, incentivar la cultura de “Compra lo Nuestro”, de defender la fabricación local y fomentar bienestar con salarios justos y no pagando estipendios miserables. Anotó que el mínimo es perfecto, pero liquidando seguridad social, es decir, haciendo la tarea completa, por fuera del discurso bonito y el feo incumplimiento.
“Hoy estamos sufriendo a la hora de conseguir mano de obra en el sistema moda y con este término hago referencia al calzado, las prendas de vestir, dotaciones, vestidos de baño, accesorios y otros. La persona que estaba sentada cosiendo y produciendo detrás de una máquina ya no está, sencillamente porque los estamos maltratando y recuperar eso debe ser coherente con el discurso y la realidad, de lo contrario no se logrará, un lío que tienen también otros sectores en donde debe haber justicia, pagos de toda índole y consecuencia”, declaró el señor Piedrahita.
Los colombianos, puntualizó el empresario, tienen que desistir del trago amargo de la apertura económica porque si bien dejó quiebras y ruina, la culpa fue de la gran mayoría de los patrones que no hicieron la tarea y colapsaron con la desgravación arancelaria del momento. Muchos damnificados de la política aperturista se confiaron y pensaron que Colombia se iba a quedar por siempre con el mercado interno, un contexto de confort que no le permitió ver más allá de las necesidades reales de una economía que invitaba a pensar de manera superlativa, sin duda alguna, contemplando oportunidades en el entorno internacional.
En la Colombia previa a los años noventa el contertulio fabricaba plantillas en el barrio El Restrepo, tuvo una fábrica en donde manufacturaba producto nacional y pagaba seguridad social, tristemente como muchos hizo caso omiso a las advertencias de tecnificación y puesta a punto de las empresas, la recomendación iba desde traer maquinaria nueva hasta capacitar al personal, una gran mayoría con buenos clientes, pensaron en bonanza a perpetuidad, hicieron caso omiso y cuando menos lo pensaron entraron las eyectoras o inyectoras que desplazaron la obtención artesanal, todo un caos por falta de visión y por la seguridad que daba un mercado malacostumbrado.
Hoy pasa lo mismo, con el 40 por ciento no afectará a tiendas como Zara, H&M, Falabella y otras grandes superficies que de verse impactados optarán por irse, algo que no les cuesta mucho, una posibilidad que de concretarse afectará a los consumidores. Una opción es que esas marcas fabriquen prendas de vestir con materias primas colombianas, con diseño nacional y con ese made in Colombia deseable que podría resultar rentable por la calidad del ropaje hecho en el país.
Esa puede ser una realidad, pero en donde toda la cadena juegue igual y al amparo de la formalidad, una meta que debe alcanzarse, en consideración del presidente de Colombiatela, a unos consensos y acuerdos por el progreso, la productividad, la competitividad y la rentabilidad, recalcó, con todos haciendo la tarea.
El proteccionismo y la defensa de los sectores, puede tener una buena hoja de ruta y las mejores intenciones, pero hay experiencias aún presentes en el recuerdo como la creación del arancel mixto que impuso las importaciones que llegaban desde el puerto de Colón, Panamá, el tema es que los planes de exportación y de mercado no pueden quedar a mitad de camino, llevándose con el tiempo a los pequeños y dejando el salvavidas a los grandes fabricantes, el asunto, subrayó Piedrahita, pasa por formalidad, innovación, ahorro y estricta administración.
“Si no vamos a cumplir nosotros, por qué vamos a señalar a los demás y es allí en donde digo que es bueno tener a toda la cadena sentada para lograr acuerdos y consentimientos, esto no opera protegiendo a un sector de la economía porque a mi modo de ver el tiempo hablará, pues con medidas desaparecimos Colón, pero nos triangularon por otro lado, quedamos inundados de contrabando, en síntesis de lo de siempre, para adelante y para atrás”, dijo Piedrahita.
La ventaja de tener a todos los actores en una mesa es que cada uno puede aportar su granito de arena y saber en qué medida se pueden establecer los aranceles, para arriba o para abajo, analizar los umbrales para la hilaza, para el insumo, algodón, poliéster, nylon, hilatura etcétera.
Evocó que hace más de 20 años Colombia estaba dentro de los mejores hiladores de algodón en el mundo, hoy el país se quedó y le dejó un mercado a Perú que les lleva gran distancia a los colombianos. La hilatura nacional tuvo enorme calidad, dijo, y generó empleo de calidad porque en ese subsector todo estaba formalizado puesto que se trataba de empresas de gran tamaño y el mayor prestigio.
Coltejer que fue un paradigma e ícono de la producción está desapareciendo desde hace unos 20 años, hubo regulares manejos, malas políticas internas y se acabó lo que el país pensó que jamás se marchitaría, la empresa colombiana de tejidos fundada en 1907 con un capital de 1.000 pesos oro, diez telares y 12 empleados. Queda una historia que inició Alejandro Echavarría Isaza, su hijo y cinco sobrinos emprendedores, todos capaces de erigir la primera textilera de América Latina, una tesis que Colombia hizo más en los años de las fotografías en sepia.
Hoy sigue de manera increíble Fabricato que repensó la compañía, fortaleció su portafolio y siguió en las grandes ligas de productividad y calidad, gran ejemplo de superación muy al estilo de ave Fénix.
El campo es inigualable
Un sector que urge de atención dijo José Miguel Piedrahita, es el agrario porque si algo debe defender Colombia es la esencia campesina puesto que si la pierde en la ciudad después no quiere volver.
Apuntó que el campesino per se, no necesita nada y precisó que si una palabra no le cabe al lugareño es “pobrecito”, ya que en el campo siempre la gente tiene comida, proteína, salud y un pan-coger bendecido que lleva alimento diario a su mesa. En el campo hay bovinos, especies menores como cerdos, cabras y ovejas, igual gallinas y toda una canasta que se suma a la que brota de la madre tierra, “pobrecito” el citadino que pasa todo tipo de necesidades en las inmisericordes calles de oscuro asfalto.
Una manera de respetar a los campesinos acentuó el empresario, es desmontar los subsidios que cambian productividad por pereza, para el textilero programas como Familias en Acción acaban con el campo y rompe el esquema de política social porque el aldeano prefiere no trabajar y cobrar una plata que en alto porcentaje queda en estancos prostíbulos y sitios de diversión.
El Gobierno debe hacer un estudio y decirle al país en qué se gasta la plata de los subsidios, de qué sirve y cuanto beneficio les queda a los niños, esencia de la ayuda estatal, seguramente muchos llorarán de pesar o mal genio.
Colombia mejoró en vías y esa es una buena noticia para la competitividad
“Mi papa fue arriero toda la vida y se demoraba de Puerto Berrío a Medellín para llevar ganado a ferias 18 días, en estación de invierno el tiempo de arribo subía a 28 o 30 días. En esa época la gente dormía en carpas y tenía que aguantar agua, sol, frío y riesgo porque era tiempo de fieras y accidentes geográficos de gran complejidad. Hoy con las vías 4G de la Concesión Vías del NUS, Puerto Berrío- Medellín quedará a tan solo dos horas, una ruta que hace un siglo fue de ferrocarril, mulas, caballos y pasos muy duros de herradura. Esas carreteras modernas, de manera equívoca, dicen algunos, son para los ricos, pero el error y el concepto lejano de la realidad, pues basta con ver lo que acontece en Rosas, Cauca, se vino la montaña, se llevó la banca, tapo la vía y hoy están llevando del bulto los del sur”, mencionó Piedrahita.
Por las vías de última generación transitan camioneros, flotas de transporte interdepartamental, conductores de tracto-camión y campesinos en moto, así como en cicla. El empresario deploró que la mentalidad sea tan estrecha en muchas personas que no tienen en su léxico la palabra desarrollo.
Resulta irónico que la Panamericana, una de las carreteras con mayor historia sea al parecer, la de mayores obstrucciones cuando hay paros. Las vías terciarias, señaló el empresario, se necesitan, hay que construirlas y deben ser parte de la solución competitiva, pero deben conectar con las vías principales, de lo contrario de nada sirve pavimentar todo el país, incluyendo la Colombia profunda.
Una obra que dejó descrestado al presidente de Colombiatela, José Miguel Piedrahita fue la ruta Cartagena-Mompox ya que salió de la “heroica” y pasó por Turbaco, Turbana, Arjona, San Jacinto, Carmen de Bolívar, al llegar al puente del Plato decidió desviar por Mompox por una vía espectacular, evitando ir a Magangué y Yati para coger el ferri, dentro de las experiencias gratas de Piedrahita fue pasar por el puente de Roncador, uno de los más largos de Colombia, un paseo hermoso gracias a la apuesta de los fondos privados de pensiones.
El circuito llevó al presidente de Colombiatela por Cicuco, Talaigua Nueva, Talaigua Vieja y Mompox, todo pavimentado con algunos pasos afectados por el agresivo invierno que ha impedido el mantenimiento desde hace seis meses, ya que hubo necesidad de sacar las cuadrillas de trabajadores. Al seguir el viaje las sorpresas no terminaron pues al salir de Mompox tomó la ruta San Fernando-Margarita y de nuevo un puente espectacular en donde hasta no hace mucho reinaba el ferri.
Hoy, según narró Piedrahita, los campesinos de la Costa Norte disfrutan de la depresión Momposina, de esa maravillosa cuenca en donde reina el paisaje sabanero, bien sea en su carro o en moto, pero cierto es que en ese sector del país mejoró ostensiblemente la calidad de vida, un lugar en donde hasta hace 14 años era permisible transitar a lomo de fuertes mulas.
Finalmente, el presidente de Colombiatela afirmó que la guerra entre Rusia y Ucrania no golpea directamente al sector textil-confección, pero si a otras cadenas en donde la inflación se muestra como el gran palo en la rueda. Si bien la carestía y el desabastecimiento mundial siguen campeando, el tema no es excusa para que los textileros y confeccionistas no sigan avanzando, eso sí el coletazo se siente por otros lados, verbigracia, los agroquímicos, puesto que a mayor costo en la urea, seguramente productos como el algodón escalarán e impactarán los costos de producción.
Cerró la charla insistiendo en un diálogo amistoso porque como se dice en la industria lo más conveniente es “hacernos pasito” en la medida en que el modelo esté matizado por una economía globalizada.
Comerciantes en problemas
La Directora de Mercadeo de la empresa Imperio, Persianas y Cortinas, Andrea Gallego, aseveró que en efecto no hubo temporada porque las ventas no crecieron y por el contrario bajaron a niveles preocupantes. Afirmó que la economía del país, su inflación, las tasas de interés y la desocupación están llevando a Colombia al fondo porque nadie va a invertir en una cortina si necesita priorizar otra compra básica o simplemente honrar los compromisos que no dan espera.
La muy amable vocera expresó que es bastante visible la incertidumbre en la gente que decidió comprar menos, guardar la tarjeta de crédito y apretarse el cinturón. Lo mismo, comentó, se percibe en las empresas y sus inversiones en donde la dinámica decayó por ese temor palpable y una incertidumbre que impide cualquier capitalización o adquisición.
El problema es grande y radica en la falta de plata porque para no ir tan lejos muchos dejaron de comprar la libra de carne encarecida como nunca por dejar dinero para otros productos básicos de la canasta familiar, por decir algo azúcar, panela o arroz.
“El tema económico nos tiene en vilo y muy perjudicados, el salario mínimo subió, pero en igual proporción o con mayor generosidad los productos de consumo esencial, servicios públicos, arriendos y otros rubros, sin más palabras, “no estamos haciendo nada”.
En ventas, reveló, el cambio es abismal y alarmante porque en sectores comerciales o ejes de telas como La Alquería las ventas se desplomaron entre el 20 y el 30 por ciento, pero seguramente hubo almacenes o empresas a las que le fue aún peor.
Este asunto pide toda la atención del ejecutivo, existe toda la preocupación porque el desplome en las ventas está forzando un recorte de personal, situación difícil que puede aumentar las cifras de desempleo, un fenómeno que va a crecer día a día, toda una afectación social resultado de la precariedad en los despachos.