Es muy notoria la evolución del concepto motel, solución de hospedaje puesta a rodar el 12 de diciembre de 1925 por el empresario estadounidense Arthur Heineman, una solución que fue estrenada en San Luis Obispo, California, un negocio confortable y hecho a la medida de los extenuados conductores, bautizado, Millestone Mo-Tel, una mixtura idiomática que mezcló los términos motorista, Mo, con hotel, toda una apuesta para una industria automovilística que estaba en pleno apogeo y que tenía que enfrentarse a descomunales distancias entre Los Ángeles y San Francisco.
En ese tiempo el motel a orillas de la carretera era una Oasis en el cual se descansaba con todo el confort, se ubicaba alimento y algo de bebida, pero principalmente era todo un valor agregado tener un sitio para parquear el coche.
Con el tiempo se fueron uniendo conceptos y al motel de la vía se le unió el hotel del amor conocido en inglés como love hotel, una propuesta japonesa en donde era posible tener relaciones sexuales en medio de la privacidad y discreción, a estos sitios se les conoció igualmente como romance hotel, fashion hotel o boutique hotel, toda una solución u oferta al albergue momentáneo o el conocido motel de los americanos.
Todo inició con los populares salones de té, una opción en el periodo Edo, en donde las mujeres dedicadas a la prostitución podían tener encuentros con sus clientes, sin embargo, el tema no se quedó ahí ya que hubo espacio durante la Segunda Guerra Mundial para los eternos amantes o mancebos con aventuras prohibidas demandantes de lugar, privacidad y entorno para el placer.
En Colombia el motel alcanzó un elevado grado de profesionalización porque se pasó de la residencia con agua caliente y betamax, lugar característico de zonas complejas de Bogotá a lugares especializados, con un definido servicio y total reserva, todo acompañado de servicios complementarios en tecnología, seguridad y confort.
La capital del país tuvo verdaderos íconos del hospedaje por horas, aún se habla de Los Faroles, Coconito y otros de gran reputación, hoy hay suntuosas construcciones en donde el buen gusto entró en la oferta para acompañar la pasión, dejando de lado entradas atiborradas de materas y helechos, y abandonando las precarias habitaciones, decoradas con espejos enormes y un gusto carente de estilo. A estos sitios entró el gourmet y espacios para todo tipo de necesidad, en otras palabras, un lugar cómodo tipo cinco estrellas y totalmente confiable.
Los moteles tuvieron momentos de verdadero boom, en 2010 los estaderos del sur facturaban en promedio un sábado 10 millones de pesos, el fruto de atender unos 150 servicios suma que subía a 50 millones de pesos en los amoblados del norte.
El vocero de la Asociación de Propietarios de la Pequeña Industria Hotelera y Alojamiento por Horas de Colombia, Inhotelcol, Gerardo Sarmiento, le dijo a Diariolaeconomia.com, que hay preocupantemente una época de vacas flacas habida cuenta que los moteles registran tan solo un 40 por ciento de ocupación, una caída alarmante que empezó a darse después de la pandemia, situación que no pudo revertirse como se esperaba que pone en peligro la tranquilidad de 10.000 familias que devengan su sustento de este tipo de establecimientos en todo el país.
Cabe anotar que, del total de colaboradores de los moteles, el 80 por ciento son madres cabeza de hogar, una situación aún más apremiante porque la asociación quiere seguir generando puestos de trabajo y ayudar a la economía del país.
Sarmiento expuso que dentro de las estrategias implementadas, está precisamente un acercamiento con el Gobierno Nacional para lograr alianzas estratégicas, básicamente en temas de seguridad porque ese es un tema que aqueja fuertemente a Bogotá, el decir de toda la comunidad pues salir de noche o de madrugada no es confiable para ninguno de los habitantes de la capital como lo dijo la alcaldesa , luego es propicio hablar, concertar y propiciar espacios así como entornos seguros para reactivar la economía del gremio que le aporta a la economía cerca de dos billones pesos, recursos que van a la salud, la educación y el bienestar de todos los colombianos.
Este aporte impositivo es bastante importante y pesa en el PIB nacional porque la industria paga impuesto predial, Sayco y Acimpro, bomberos, reproducción de imagen, IVA, retención y otros gravámenes, cerca de 20 impuestos que deben pagar estos negocios que finalmente contribuyen a la sostenibilidad del país.
Un tema nada ínfimo es que en plena pandemia a los moteles nadie les dio la mano, no se les tuvo en cuenta y caso opuesto fueron sujetos del pago de IVA, predial y otros gravámenes, todo bajo la tragedia de la pandemia que llevó a producción y ventas cero.
“En muchos de los moteles, los servicios públicos siguieron de largo y como no contaban con cifras por el tema de pandemia, las empresas arbitrariamente sacaron unos promedios y por ello un motel que no estaba funcionando terminó pagando cuentas increíbles y hasta absurdas con la empresa de acueducto, ni más ni menos que cinco y seis millones de pesos, unos reclamos que se hicieron y terminaron en nada porque el pretexto era que en plena epidemia no resultaba posible hacer visitas o corroborar promedios”, declaró el señor Sarmiento.
El experto deploró que en la Ley del Turismo los moteles no fueron tenidos en cuenta mientras que otras economías como los hoteles sí, adicionalmente, explicó, los moteles estaban clasificados como tema sexual, entonces fueron los primeros negocios que tuvieron que cerrar y los últimos que abrieron, en ese espacio, precisó Sarmiento, las parejas buscaron opciones para verse y compartir, una situación que los llevó a los hoteles, industria que le restó un núcleo de clientes bastante importante al hospedaje o alojamiento por horas.
Como si el problema fuera poco, a este sector le tocó seguir bailando con la más fea, los moteles debieron competir con las aplicaciones como Viewer, Airbnb que conlleva a una competencia desleal según el contertulio porque sin pagar los mismos impuestos, estas firmas hacen que las personas busquen economías para la diversión e intimidad, razón por la cual la industria hizo un llamado a todos los colombianos para que apoye los moteles, una fuente de empleo y de economía importante que tan solo quiere dar más trabajo, ayudar más personas, algo que solo se podrá dar en la medida que las cifras y los ejercicios de los hospedajes se reactiven puesto que con puntos de equilibrio importantes habrá otras variables reaccionando porque alrededor del motel no solo se mueve el empleo directo sino las microempresas que hacen la lencería, las sábanas, artículos de aseo como champú o desinfectantes, a quienes hacen todo el mantenimiento a las instalaciones eléctricas, televisores y en síntesis, una economía circular que no solamente afecta a los moteles sino a todo el mundo.
Una solución sería equiparar en algunas partes los hoteles con moteles porque finalmente se cumple con la misión de hospedar sin importar a que vayan las parejas, lo cierto, dijo Sarmiento, es que el motel ofrece discreción, tranquilidad y una nueva experiencia, algo que rompe con lo común y que permite que una pareja disfrute de un jacuzzi sin estar pensando en la cuenta del agua, todo dentro de un ambiente controlado, es decir en medio de total seguridad y respeto, sin dejar de lado la reserva.
A criterio del vocero, el país pasa por una transformación entre la mojigatería de antes a un espacio abierto, entonces el escenario permite brindar experiencias nuevas a todas las parejas sin que sea expresamente de amantes o “tinieblos” sino una pareja de esposos que quieran compartir un instante de verdadera intimidad con una completa dedicación, fortaleciendo los vínculos de pareja, todo al amparo de un motel, de un sitio especial y hecho para romper paradigmas o estereotipos.
Actualmente, acentuó, los hoteles están buscando transformaciones como instalar jacuzzis en sus instalaciones, pero el asunto no se está dando en las magnitudes en que se quiere, algo que con los moteles existen con economía, salubridad y seguridad.
Por la pandemia se fueron del mercado 20 moteles aproximadamente en los últimos tres años. Actualmente Bogotá suma 450 moteles y a nivel nacional puede haber entre 9.000 y 10.000 establecimientos de este tipo, siendo Cali la ciudad más motelera, seguida de Barranquilla y Bogotá.
Cabe decir que previo a la llegada del Covid-19, grandes marcas se fueron marchitando y optaron por cerrar, verbigracia Coconito y otros que fueron golpeados por impuestos, tarifas, baja ocupación y la transformación de los sectores porque algunos resultaron totalmente industriales, haciendo de los espacios para el amor un vecino por fuera del radar productivo.
Aparte de todo hay líos de cierres y facilidad de acceso o movilidad, situación que lleva a los empresarios a buscar alternativas, todas avaladas por el Plan de Ordenamiento Territorial, POT.
Reformas, un arrocito en bajo
Un asunto que tiene pensando a la industria de los moteles es el de las reformas porque aparte de la tributaria que no ayudó en nada vienen otras que pueden poner palos en la rueda y causar impactos en empleo, sostenibilidad y crecimiento.
“Al Gobierno le pedimos que nos tenga en cuenta cuando tome decisiones que pueden afectar al servicio hotelero y al de alojamiento por horas. Es bueno que nos observen como agentes económicos y generadores de empleo y no exclusivamente como un tema sexual, lo ideal es poder tener conversaciones directas. Ya se acerca la reforma laboral y quiero decir que con esa iniciativa se viene un golpe demasiado fuerte para el tema de los moteles”, apuntó Gerardo Sarmiento.
El asunto atinente con la reforma laboral obliga a revisar nominas porque bajar las horas extras de 10 de la noche a seis de la tarde, un golpe duro para la economía porque incrementaría en 20 por ciento aproximadamente el tema laboral.
En opinión de Sarmiento, los moteles o las empresas como un todo, no pueden trasladarle los gastos adicionales al cliente porque aparte de ser onerosos, para muchos es costoso ir a “moteliar”, sería complicado lo que podría acarrear ese sobrecosto.
El tema es seguir con buenos precios, lugares asequibles y un muy buen servicio. Los precios o tarifas al público se fijan de acuerdo al sector o calidad del motel, en una zona como Chapinero en Bogotá un rato de tres horas puede estar alrededor de 40.000 pesos, en moteles más costosos el rato puede alcanzar valores de 70.000 y 80.000 pesos, pero hay servicios especiales con jacuzzi o sauna pueden costar 90.000 pesos, los dos servicios valdrían 120.000 o 130.000 pesos.
En asuntos de motel, expresó el vocero de Inhotelcol, la variedad es total porque hay oferta para todos los gustos y todos los precios, el asunto es que el cliente salga totalmente satisfecho luego de vivir una grata experiencia al lado de los mejores.
Los moteles hacen parte de una industria sólida, sería y de enorme dinámica una razón de peso para buscar mejoras con los ministros de Hacienda, Comercio, Industria y Turismo y con la misma Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN. Las empresas proponen la creación de una mesa de trabajo que facilite los puentes de entendimiento entre el ejecutivo, incluidas las autoridades municipales o distritales, todo para optimizar las cifras del sector para seguir aportando a una economía que pide mayor dinámica.
Insistió en que los moteles resultaron excesivamente castigados en pandemia porque tuvieron que sacar plata de donde no había para pagar lo que no se consumió o lo que no se utilizó. Aclaró que un motel cerrado no tiene un mantenimiento adecuado porque las optimizaciones se hacen solamente para prestar servicio. Los moteles gastaron casi el 30 por ciento de los recursos en adecuar nuevamente la estructura lo que incluye servicios eléctricos y todo porque si no se enciende una caldera, pasa como con los carros, se pegan, y eso pasó con los hospedajes ya que cuando abrieron, la plata que ingresó no alcanzó.
“No recibimos del Gobierno ninguna contraprestación, ni en lo nacional y menos en lo distrital. No nos rebajaron tarifas, no nos dieron plazos y por el contrario tuvimos que salir adelante haciendo uso del arrojo y un esfuerzo que hoy seguimos pagando. Tampoco recibimos plata del Estado para el pago de nóminas, luego por todas partes perdimos”, señaló Sarmiento.
La caída del sesenta por ciento sigue pesando, castiga el balance de las empresas y hace difícil salir del embrollo, pero las empresas están llenas de ánimo, quieren dejar el problema en el pasado y retomar su dinámica, la misma que alcanzaron por inversiones, apuestas e innovación. Las estrategias que se buscan con el Gobierno, aclararon los empresarios, se extienden a la Policía Nacional y con los ministerios del área económica como también con las autoridades distritales.
Igual en el mes de Amor y Amistad hay beneficios, promociones y todo un cúmulo de innovación para que la gente vaya a moteliar y le den una mano al sector, pero también a la economía. Finalmente hizo un llamado a los distintos candidatos a las alcaldías y otras corporaciones para que miren el sector de moteles como una industria generadora de riqueza, empleo y desarrollo por lo que los planes de gobierno demandan opciones y soluciones, la idea subrayó es fortalecer el aparato económico.