Viernes, 27 Septiembre 2019 20:26

Jet-Set, combustibles fósiles y cambio climático

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Las fuentes renovables y no renovables están llamadas a complementarse, al menos durante varias décadas.

Por Francisco José Lloreda Mera, Presidente de la ACP

EL agosto pasado, el gigante tecnológico Google realizó su séptimo campamento en el cual participan el “Club del 0.001”, un selecto grupo de celebridades, líderes mundiales y empresarios que son invitados cada año a un hotel europeo para discutir sobre temas de interés mundial. La reunión privada con los grandes billonarios y la élite mundial discutió este año, a puerta cerrada, sobre cambio climático.

Llama la atención las cifras de este encuentro, los líderes se desplazaron hasta Italia a un evento que duró tres días y que, según información disponible, contó con más de 100 jets privados, múltiples helicópteros, carros deportivos, yates y limosinas para transportar a estas personalidades, que llegaron al lugar con todos los lujos y comodidades requeridos para ellos y sus círculos cercanos.

El evento, se calcula, costó alrededor de US$20 millones, suma parecida, coincidencialmente, a la ofrecida ese mismo mes por el G7 al presidente brasilero Jair Bolsonaro para atender la emergencia de los incendios en la Amazonía.

Este hecho podrá no ser relevante en comparación con las cosas importantes que suceden a diario en el mundo y en nuestro país, pero contiene en sí mismo un enorme simbolismo relacionado con un tema que sí debe importarnos a todos, el cambio climático, que esta semana es noticia en el marco de la cumbre de las Naciones Unidas sobre el clima en Nueva York.

Existen entonces dos temas reales, el primero es la preocupación creciente sobre el cambio climático, el cual requiere el compromiso inminente de todos los actores de la sociedad para lograr detenerlo y en lo posible revertirlo, es decir, lograr reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

De otro lado, está una población mundial compuesta por más de siete billones de personas, y en crecimiento, que urge se pongan de acuerdo sobre el tipo de desarrollo sostenible que se quiere alcanzar hacia adelante.

La gran mayoría de la población son personas que no tienen los privilegios del jet-set que discutió en Italia sobre este tema. Hay países, como el nuestro, que dependen de los hidrocarburos para su seguridad energética y para generar ingresos nacionales y regionales, y contar con una riqueza disponible para distribuir.

Es decir, ellos viven en sociedades con ingresos altos y las necesidades básicas satisfechas, y están en capacidad de pagar una energía costosa; mientras otros países, como Colombia, financian el grueso de su inversión, la transición energética, la diversificación productiva, y en especial el desarrollo social, con la renta de los hidrocarburos.

Uno de los argumentos en contra de los combustibles fósiles es dejar el petróleo y gas existente enterrados en el subsuelo, un dilema moral de los que con megáfono atacan a la industria, pero lo hacen desde la comodidad que ésta misma les produce.  El primer paso sería que estas personas cambiaran sus patrones de vida, así afecte su calidad, para sentar un ejemplo y mostrarle al mundo cuál es el futuro que se imaginan.

¿Cómo conciliar esos dos mundos? La realidad es que el sistema energético mundial está basado en su mayoría en combustibles fósiles, de los cuales el gas y el petróleo son fundamentales. Ese fue el mundo que construimos y el que nos ha dado calidad de vida, dejando atrás la esclavitud, la tracción animal, y la combustión con leña. Es imposible haber asistido a esa reunión de tres días sin haberse beneficiado de la industria de hidrocarburos que muchos de ellos desprecian.

Es imposible no tener relación con el petróleo y gas en nuestro día a día, en usos diarios y directos como el transporte y el gas para cocinar, e indirectos en miles de productos que usan derivados del petróleo como materia prima. El 80% de los bienes que a diario consumimos, derivan de los hidrocarburos.

Es fácil desde el discurso decir que se acabe la industria petrolera, apagar el interruptor y ¿después qué? La transición no es solamente energética, es económica y social también, cambiar los sistemas productivos, el estilo de vida.

Si los mismos que a diario pelean y luchan contra la industria no son capaces de cambiar sus patrones de consumo y su confort, no podemos esperar diferente de quienes no han tenido tal privilegio o se benefician a diario de esta industria, los miles de empleados, los ciudadanos que hacen uso del transporte aéreo, marítimo y terrestre, las regiones que reciben regalías, las poblaciones más vulnerables.

Todos los sectores de la sociedad, deben comprometerse a encontrar soluciones para enfrentar este problema real, pero las soluciones deben ser integrales que abarquen todas las dimensiones previamente mencionadas.

En el caso particular de la industria de hidrocarburos en Colombia, el Plan Integral de Gestión del Cambio Climático del sector energético (expedido por el Ministerio de Minas y Energía) es el primer programa sectorial que tiene una serie de actividades y metas para combatir los efectos del cambio climático.

Este sector está comprometido con la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, con aportar a la mitigación y adaptación al cambio climático, y ser líder en la lucha a causas de dicho fenómeno como la deforestación.

Una transición energética ordenada, inteligente, pasa por el aprovechamiento responsable de los hidrocarburos como fuente de ingresos y seguridad energética.

Las fuentes renovables y no renovables están llamadas a complementarse, al menos durante varias décadas. Entenderlo es fundamental, para conciliar ambos mundos, aceptar que la protección del medio ambiente no se contradice con oportunidades y bienestar, incluso para quienes viajaron en jets privados a Italia.

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