Domingo, 12 Junio 2022 16:13

Paz esmeraldera de Boyacá no puede seguir en jaque

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Mostraron su desacuerdo con quienes involucran la minería de la esmeralda con el mundo de la violencia expresada en narcotráfico, grupos irregulares y todo tipo de diferencia social.

Los gestores de paz de la zona esmeraldera del occidente de Boyacá y el gremio en general de los esmeralderos expresaron su profunda preocupación e indignación por los actos violentos ocurridos recientemente. Rechazaron firmemente el irrespeto a la vida y la violencia en general, como mecanismo para resolver las diferencias entre hermanos, y lamentaron que estos hechos hayan resultado en la trágica pérdida de vidas humanas en el pasado.

Por más de 30 años, afirmaron los gestores, la infodemia y desinformación han participado activamente en la estigmatización del gremio que siempre ha promovido y trabajado con honestidad, compromiso a una paz y estabilidad de los municipios que día a día sobreviven, sin apoyo del gobierno nacional, departamental y municipal, razón por la cual hicieron precisión respecto a varios temas.

La mal llamada guerra de la esmeralda no es más que una problemática de egos personales y familiares de unos pocos, en donde quienes están pagando las injusticias de esa violencia son los más vulnerables y con pocas posibilidades laborales en la región.

Sostienen que el proceso de paz que se realizó en las décadas de los 80´s y 90´s fue un pacto de no agresión entre familias, pero nunca se tuvo en cuenta a todo el gremio minero, esmeraldero para entrar a definir el modelo de convivencia y de libre trabajo.

En opinión de los voceros, el gremio de los esmeralderos del occidente de Boyacá, siempre rechazaron durante estos años de violencia, los asesinatos, acciones violentas diversa contra los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, grupos étnicos, hombres y mujeres lideres sociales de las diferentes asociaciones que defienden los derechos humanos.

En los últimos años, reza el documento, la guerra verde se ha dado más por infiltración de diferentes sectores ilegales, que no pertenecen al departamento de Boyacá y han desestabilizado el orden al interior de una la labor que realizan los mineros de manera transparente y artesanal.

Según los gestores de paz de Boyacá, tanto el gobierno nacional como la iglesia en su momento, han participado del acuerdo de convivencia, pero no resultaron suficiente las acciones hechas ya que hay temor de que se endurezcan los actos de violentos contra los grandes, medianos y pequeños empresarios de la esmeralda y en general toda una comunidad que se ve afectada por una guerra que no es de ellos.

Puntualizaron que el estado, las instituciones, los organismos de justicia y la sociedad colombiana en general no pueden ser indiferentes ante el dolor de muchas familias y una población humilde del occidente de Boyacá, que no tienen nada que ver con la guerra de la esmeralda.

 

“Como gestores de paz instamos a retomar y profundizar la solución de este problema con diálogos constructivos, a generar una verdadera paz con justicia, reparación y no repetición en el occidente de Boyacá, protegiendo la integridad social, con respeto y convivencia, libertades y derechos humanos”, afirmaron los gestores de paz.

 

En este proceso de Paz para el occidente de Boyacá, precisó el colectivo, ha convocado a la comunidad internacional para que sea garante de un proceso con veeduría y control sobre lo que ha sucedido y que lamentablemente llevó luto y desesperanza a las familias esmeralderas, dando avales y oportunidades de un cambio para todos los involucrados en una guerra sin sentido.

Aseguran los firmantes que la sociedad del occidente de Boyacá se cansó de una problemática ajena a su diario vivir y desea trabajar en paz, con oportunidades y que las entidades de policía y fuerzas militares acompañen el proceso para que se erradique por completo la violencia absurda.

Expresaron su desacuerdo con quienes involucran la minería de la esmeralda con el mundo de la violencia expresada en narcotráfico, grupos irregulares y todo tipo de diferencias sociales. Aclararon que nunca disputaron un dominio territorial ni un control, solo, subrayaron, buscaron y siguen explorando, oportunidades de trabajar de manera legal para un futuro y el de sus hijos.

“Este proceso que iniciamos dará alternativas no solo mineras sino agroindustriales para quienes quieran complementar la cadena productiva y en la finalización de un programa exportable de los productos, desde el occidente de Boyacá para el mundo”, añaden los gestores.

Esperan que el proceso permitirá mostrarle al mundo que la esmeralda colombiana no se exporta con sangre, sino con paz, arte, cultura, y que, desde el momento de su extracción, las manos de los mineros, guaqueros, recolectores, talladores y todos los que hacen parte de este gremio la transforman con amor ya que cada esquina y brillo de la esmeralda representa una historia de vida del occidente de Boyacá.

Finalmente enviaron un claro mensaje en el sentido de que no quieren actos violentos que arranquen más vidas. Reconocieron que la dignidad humana es sagrada y concluyeron que no se puede apagar la esperanza, el respeto a la vida de toda una comunidad que solo trabaja en condiciones inhumanas y que no se les reconoce su labor, ni el sacrificio hecho por sus familias.

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