Según el diario The Wall Street Journal, los inesperados ganadores en el conflicto comercial entre China y EEUU son los productores rusos de soja. Los intentos de ocupar las lagunas que dejan los estadounidenses en el mercado agricultor chino podrían dar lugar a un auge de exportaciones desde el Lejano Oriente ruso.
El koljós Partisán, ubicado en el pueblo Razdólnoye en la región de Amur de Rusia, "se podía haber quedado en las arcas de la historia junto con miles de otras granjas colectivas que se colapsaron después del derrumbe de la URSS", pero acaba de recoger la cosecha más grande en su historia de 90 años, ha comprado maquinaria nueva y ha pagado al personal unas bonificaciones récord, escriben los periodistas Thomas Grove y Anatoli Kurmanáyev.
Según los autores, que hacen referencia a los datos chinos, el intercambio comercial total entre Moscú y Pekín el año pasado creció en más del 27% y alcanzó 100.000 millones de dólares. Aunque el petróleo, el gas y los metales forman la mayor parte del comercio, las exportaciones agrícolas rusas a China también están creciendo, incluidas las de soja. Su suministro ha aumentado en los últimos cuatro años en más de diez veces, hasta casi un millón de toneladas.
"La base de este fortalecimiento del comercio está en las iniciativas personales del presidente de China, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladímir Putin, quienes lograron establecer unas relaciones de socios destinadas a desafiar a Washington tanto diplomática como económicamente", observan los periodistas.
No obstante, el papel más importante lo desempeñan las empresas: las exportaciones rusas de soja a China crecen principalmente gracias a la inversión privada y las actividades de las granjas no estatales, añaden. Durante muchos años, la economía de Rusia se enfocó en Europa, pero en los últimos años el país comenzó a comerciar menos con sus vecinos occidentales y se reorientó hacia China. Este cambio contribuyó al desarrollo de los pueblos y ciudades del Lejano Oriente ruso, explican Grove y Kurmanáyev.
Sin embargo, los autores dudan que Rusia logre aumentar la producción de soja a un nivel que permita satisfacer una parte significativa de la demanda china. Actualmente, las exportaciones rusas cubren solo alrededor del 1% del mercado chino, cuyo volumen se estima en 90 millones de toneladas anuales, enfatizan.
Aunque los funcionarios de la región de Amur tienen grandes expectativas y prometen duplicar las cosechas de soja hasta dos millones de toneladas en los próximos años, es poco probable que las condiciones climáticas, la lluvia impredecible y el frío, permitan a Rusia convertirse en la potencia líder en el mercado de la soja, explican los periodistas.
Ahora, las mejores granjas de Amur producen dos veces menos soja que una granja promedio en las regiones centrales de Brasil, principal proveedor de soja para China, dice el artículo.
Al mismo tiempo, los autores admiten que los agricultores rusos tienen una ventaja: el bajo costo del transporte. La capital de la región de Amur, Blagoveschensk, está a solo diez minutos en autobús del centro de la ciudad china de Heihe con una población de casi dos millones. Las autoridades de la región de Amur esperan que el crecimiento de los suministros de soja dé lugar al comienzo de un bum de las exportaciones agrícolas rusas.
Los periodistas recuerdan que pronto terminará la construcción del puente entre Rusia y China a través del río Amur, y para 2020, se prevé construir el primer puente ferroviario, el cual, según los funcionarios locales, se convertirá en un potente impulsor del crecimiento del comercio.