La experiencia anterior fue testimonio de que China no quiere una guerra comercial, pero tampoco tiene miedo de ella; si alguien provoca una guerra en la entrada a nuestra casa, vamos a luchar hasta vencer, dijo el portavoz de la cancillería China, Geng Shuang.
Así comentó las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la posibilidad de introducir nuevos aranceles a la importación de bienes chinos.
Además, el diplomático expresó la esperanza de que Estados Unidos no menosprecie la disposición de China de defender sus intereses.
Los días 9 y 10 de mayo tuvo lugar en Washington la 11 ronda de las negociaciones comerciales de Estados Unidos y China, que concluyó sin avances. El mismo 10 de mayo, Estados Unidos aumentó los aranceles del 10 al 25% a los productos chinos, por valor de unos 200.000 millones de dólares.
Además, Trump ordenó empezar a subir los aranceles en prácticamente todo el resto de los artículos importados de China, por un valor estimado de 300.000 millones de dólares.
En respuesta, China anunció que elevará a partir del 1 de junio los aranceles a las importaciones de artículos estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares.
Desde el año pasado las dos economías más grandes del mundo continúan implicadas en una guerra comercial a gran escala. En junio de 2018, Washington amenazó con imponer aranceles del 25% a productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares, con el fin de reducir el déficit comercial.
Ambos países se han impuesto desde entonces varias baterías de aranceles recíprocos: mientras Estados Unidos tarifó las mercancías chinas por un valor total de 250.000 millones de dólares, China respondió con aranceles que afectaron los productos norteamericanos valorados en 110.000 millones de dólares.
En diciembre de 2018, los presidentes de las dos naciones acordaron una tregua en la guerra comercial y decidieron abstenerse de subir más las tarifas mientras continúen las negociaciones.