Sábado, 10 Septiembre 2016 09:04

Jaguar amenazado por megaproyectos productivos: Otra pata que le sale al gato

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Los expertos en el tema aseguran que esta pantera podría crecer y desarrollarse en medio de los proyectos productivos lo cual generaría un sello verde muy oportuno y necesario. Algunos creen que las grandes inversiones pueden ser el final.

 

Fue muy enriquecedor recorrer las sabanas y las selvas del Vichada y saber que Colombia tiene en la jungla espesa, verde y enigmática un activo natural que está siendo perseguido y exterminado. Se trata del sigiloso y medroso jaguar, el único felino de gran tamaño en América Latina y un símbolo afortunado de agua, naturaleza y entornos sanos y ello porque el jaguar solo habita en sitios limpios y totalmente naturales, su estancia en determinada región es sinónimo de pureza y vida.

Lamentablemente y caso opuesto con los leopardos de Asia que son noticia porque atacan a los seres humanos, advirtiendo que lo hacen en sus antiguos territorios de supervivencia, el jaguar es noticia porque la fatal víctima es él. Para infortunio de la especie, indígenas, campesinos y ganaderos no se han conformado con las inmensas devastaciones de jungla para cultivos y cría de ganado, provocando una tragedia ambiental porque persiguen criaturas inocentes que tan solo tratan de sobrevivir en los sagrados sitios que les otorgó la madre naturaleza para que con su silencio y fuerza le dieran caza a las presas que les sirven de alimento y que también están siendo extinguidas.

Antes de entrar en detalle sobre las bondades del jaguar si tengo que traer a colación que en un viaje hecho al Guaviare hace unos años tuvimos la suerte de poder ir a visitar indígenas en la selva, pero lamentablemente al llegar no vimos selva, no vimos fauna, salvo dos o tres micos muertos y seres humanos venidos a menos y sumidos en la indigencia. Ese día muchos hablamos de la tragedia que crecía bajo la indiferencia del estado y con la complicidad de gobernadores y alcaldes de turno que con las pocas migajas que les aprueban de presupuesto, cambian vida pura y digna por un rato de placer.

Este trabajo estaba en mi mente desde hace mucho rato, pero tomó fuerza cuando al navegar por el río Putumayo, dos soldados me dijeron que hacía tres días habían visto una hembra de jaguar con dos cachorros en el litoral del corrientoso río que hace parte de Colombia. En ese momento empecé a valorar todas y cada una de nuestras especies, pero me impactó la descripción perfecta de la cara amarilla con manchas negras, de mirada fija, tranquila, pero a tiempo alerta del Jaguar, de ese felino del que dependemos tanto y del que tenemos que hablarle a hijos y nietos porque debemos hacerlos responsables del futuro de nuestro patrimonio ecológico, el mismo que respetaron, amaron y veneraron nuestros ancestros.

El jaguar es un cazador potente, muy silencioso que no deja pasar la mínima oportunidad para atrapar su presa. Vive generalmente solo y los encuentros con otros jaguares son específicamente para el apareamiento porque suele ser territorial y buen defensor de sus inmensos predios. En Colombia tiene una amplia presencia, pero hay alarmas encendidas porque en medio del encanto que rodea este animal, hay muchos enemigos que llegaron y lo están persiguiendo por defender ganado, por trabajar con mayor comodidad en minería o solo por arrancarle su piel que vale poco en manos de quien lo última, pero mucho en las casas de moda que deberían avergonzarse de usar insumos impregnados de ilegalidad y de irrespeto por la naturaleza, empero algunos siguen ofreciendo pieles y muchos en medio de la ignorancia que produce tener un dólares más, acompañan esta cruzada de extermino del majestuoso gato que habitó estas tierras desde mucho antes que los humanos, no en vano lo reverencian y lo reverenciaron las grandes culturas prehispánicas.

La maraña verde del Parque Natural el Tuparro empieza a recibir los primeros rayos de sol pasadas las cuatro de la mañana. De inmediato una luz amarilla e inmensa cae sobre las aguas del río Orinoco formando una estela de luz que se combina entre el amarillo y el naranja, es todo un espectáculo natural el cual se acompaña con el canto de aves y el estruendoso grito de loros verdes que surcan el cielo en bandadas o de las guacamayas multicolores que hacen más afable la calurosa visita al paraíso.

En Puerto Carreño, en la siempre recordada Garcitas y en las zonas selváticas de árboles gigantes y vetustos se forman caminos que terminan en playas de arena blanca en donde ponen sus huevos las tortugas, allí llegamos y vimos de inmediato huellas frescas de jaguar.

“Acabó de irse, vino a beber en el río y quizás nos escuchó y huyó, o muy seguramente está observándonos”, comentó el guía.

La experiencia era inmejorable, estábamos en la compleja, misteriosa y fantástica tierra del gran rey, pisábamos con toda seguridad los dominios del jaguar, el rey de la selva colombiana y todo un ícono natural, cultural y ancestral que se siente desde las oscuras y frescas sombras de los árboles y palmas.

Para hablar con más propiedad del jaguar, Diariolaeconomia.com consultó tres expertos en el tema y tras las pláticas pudimos sacar grandes conclusiones, una de ellas o la principal es que el gran felino tiene que vivir, debe seguir en sus tierras manteniendo el equilibrio natural y adornando con su estampa el paisaje natural único de Colombia y de la esbelta y peculiar América Latina.

La investigadora de la Fundación Panthera Colombia, Jenny Gallo, aseguró que el jaguar es una especie que sigue amenazada en Colombia motivo por el cual hay varios retos en aras de su conservación. Aclaró la principal amenaza es la pérdida de hábitat y por ello la entidad trabaja en el fortalecimiento de los corredores biológicos para mitigar este impacto. Otra amenaza de consideración es la caza por retaliación a la especie porque en la medida en que se le reduce o invade su entorno, el felino opta por cazar animales domésticos como ganado bovino o caprino volviéndose blanco de los ganaderos o lugareños que obvian la razón del nuevo problema.

“Hacemos un llamado para que la gente tome conciencia que se necesita conservar el jaguar porque si no es así finalmente no hay biodiversidad. El jaguar es importante porque su presencia dice que los ecosistemas están en buen estado y es por ello que esta pantera necesita agua de muy buena calidad lo que dice que si el jaguar está allí es porque el ecosistema está sano y a merced de los seres humanos. Tenemos que conservar el jaguar porque el hermoso felino es sinónimo de buena agua, de buen bosque y de buenos servicios ecosistémicos”, declaró la señorita Gallo.

Dijo que una ganadería mal manejada tiene alarmantes consecuencias ambientales y una de ellas es la amenaza permanente al jaguar porque por su característica de extensiva, no tiene inconveniente en derribar selva o acabar con ecosistemas. Panthera precisa que en medio de todas las vicisitudes quiere ser parte de la solución y no del problema porque hay conocimiento que la gente no conservará esta especie porque sí.

Hay que destacar que Panthera Colombia ha hecho un trabajo encomiable con los ganaderos con los cuales se logró implantar los llamados “ranchos piloto” que son unas muestras que va a diferentes partes del país y muestran como un ganadero debe tener su hato, rancho, hacienda o propiedad de diferente escala, en este piloto se determina de qué adolece la propiedad y establece si requiere cerca eléctrica, si hay que mejorar corrales o simplemente optimizar el rebaño y reforzarlo con razas criollas.

Este trabajo es importante, dijo, porque hay actividades económicas que no solamente le restan hábitat al jaguar sino también al puma. El trabajo no es inferior si se tiene en cuenta que con él los ganaderos pueden establecer qué tipo de rancho o ganadería deben tener para que su trabajo no afecte al jaguar y en sí a los grandes felinos.

La caza ilegal es un problema grande advirtiendo que desde la década de los setenta la caza de animales silvestres está prohibida porque inclusive esta práctica ilegal se penaliza y puede dar privación de la libertad, sin embargo la gente sigue haciendo caso omiso.

Para esta bióloga lo ideal es convivir con el jaguar porque está demostrado que se puede toda vez que el felino no ataca al ser humano que lo mata por miedo sin saber que no hace parte de sus presas naturales.
“Si bien el jaguar está muy amenazado aún hay regiones naturales en donde es abundante y si el animal atacara a la gente habría más razones sobre él y estaría en las noticias, pero como no acontece es bueno recalcar que no hay razón para sacrificarlo ni para comercializar las pieles de estos grandes felinos porque la paga no vale el terrible daño al ecosistema”, expuso.

El estudio del jaguar en Colombia es relativamente joven toda vez que no lleva dos décadas y Panthera adelanta este estudio de grandes felinos hace aproximadamente diez años. Por ese motivo no es acertado decir cuántos jaguares tiene Colombia, pero la labor juiciosa de la fundación apunta a que será posible establecer su población.

Lo único estadístico que sirve de guía es que en Colombia hay un estimativo de tres jaguares por cada cien kilómetros cuadrados y en bosques conservados. Científicamente hay ese tipo de información de la Amazonía, de los llanos orientales y del Magdalena Medio, pero aún hace falta por explorar en regiones como los Andes, el Chocó biogeográfico y el norte del país para poder establecer el número de animales de esta especie.

Hay que precisar que el jaguar tiene una distribución amplia en la geografía colombiana porque está en zonas que van desde el nivel mar hasta los 2.000 metros en todo el país. Hay que recordar que esta especie necesita grandes extensiones de bosque para poder vivir y precisamente por el crecimiento de la frontera agrícola, de la ganadería, la deforestación y todas las prácticas irregulares y de precario manejo se han perdido incontables extensiones de bosque conectadas y por ello se han creado reductos para el animal.

“Nosotros en Panthera, en el corredor jaguar que es el proyecto bandera nuestro, tenemos dos zonas divididas en donde se encuentra el jaguar, unas son las unidades de conservación del jaguar en dónde se estima que las poblaciones están más o menos estables y de igual manera están los corredores que envían esas poblaciones. En Colombia las unidades de conservación están ubicadas en el Chocó biogeográfico, Orinoquía, Amazonía, la Sierra Nevada de Santa Marta, la serranía de San Lucas en el sur de Bolívar y en todo el sector del Perijá y Catatumbo en la frontera con Venezuela. Nosotros buscamos que se generen conexiones ente todas estas unidades de conservación del jaguar o UCJ”, explicó la señorita Gallo.

Para el caso del Vichada, Panthera estima que las poblaciones están bien de jaguar, pero solo hasta octubre habrá una expedición por todo el río Meta para hacer la zonificación en este departamento, pero el asunto no es tan elemental porque si bien se estaba considerando como una UCJ, la presencia de este felino está asociada a los bosques ubicados en las cuencas de los ríos lo cual se comprobó en un sobrevuelo porque la sabana es muy extensa y no tiene sitios de naturaleza que alberguen al Jaguar.

Otro campanazo lo está dando el megaproyecto agrícola y forestal de la Altillanura en donde se prevé una producción a gran escala que demandará extensión en tierra y el uso de agroquímicos, literalmente otra pata que le sale al gato porque algunos empresarios forestales aseguraron que cabe la posibilidad que las aguas subterráneas e inclusive fuentes acuíferas salgan mal libradas de la gran apuesta y con ellas todas las especies vivas de fauna y flora.

Los pobladores de Puerto Carreño dicen que el desarrollo es bienvenido, pero sin que este genere un detrimento en la fauna silvestre y le dicen al ejecutivo que todo está por hacerse, pero de la mejor forma sin afectar los respetables y casi sagrados espacios del jaguar.

La presencia de jaguares en el Vichada los cuales fueron vistos por pobladores en el parque El Tuparro es una excelente noticia porque eso habla de la calidad de agua y de los inmensos servicios ecosistémicos que ayudan a los pobladores y a sus proyectos productivos.

Siembras y jaguar, el mejor negocio

La bióloga, Jenny Gallo, dejó claro que una salida al problema que tiene el jaguar es que los proyectos productivos convivan con el felino y que dentro de sus extensiones de producción estipulen un ordenamiento territorial que le permita a la fauna silvestre permanecer en sus sitios naturales, pero en las mejores condiciones.

“Si uno puede comercializar palma, arroz o ganado, por citar un ejemplo, con un sello verde en donde se diga que en los territorios en donde se siembra está el jaguar, eso sin duda le dará un mayor valor al producto y lo hará más apetecido porque el mercado lee esas bondades de la responsabilidad empresarial en beneficio del medio ambiente”, anotó.

Expresó que los jaguares avistados en Vichada son una buena señal porque eso dice que están tranquilos y que hay regulación que solo ofrecen los parques naturales, pero lo ideal es que esa opción la tenga el tigre colombiano por fuera de esas reservas.

El asunto es que esa sería una opción de renta en turismo porque solamente en la región de América en donde se puede hacer avistamiento de jaguares es en el Pantanal, Brasil, con muy buenos resultados de ecoturismo, pero eso solo pasa en esa localidad de Suramérica, solo que puede replicarse en Colombia si hay condiciones.
Panthera Colombia se sostiene con las donaciones de las empresas y de los seres humanos que le apuestan a un ecosistema viable que garantice vida. Panthera trabaja con sistemas productivos de palmeros, mineros y ganaderos entre otros los cuales se han dejado orientar en favor de la conservación.

Hablando de jaguares en las aguas del Orinoco

Elkin Ortíz es técnico de apoyo del parque natural El Tuparro en donde trabaja en educación ambiental y ecoturismo. Una de sus grandes pasiones es el jaguar, especie que ama y respeta por ser un ícono ancestral.
“El jaguar tiene un valor ancestral y cultural muy grande porque fue una especie emblemática para los pobladores aborígenes ya que representaba el bien y el mal, según los ancianos de las comunidades el jaguar tenía manchas negras porque se puede mover en la noche y colores dorados para moverse en el día. Esta es una especie muy bien conservada al interior del parque, pero hay muchas presiones por cacería ilegal dentro del mismo”, aseveró.

Dijo que pese a que hay preservación del jaguar en Colombia y Venezuela, no deja de ser un gran inconveniente la presencia de comercializadores de pieles y de fauna en general. Actualmente, indicó, se están coordinando acciones interinstitucionales para mejorar la preservación de la especie.

El jaguar es determinante en la naturaleza y su equilibrio porque está en la parte superior de la pirámide y es un buen indicador de las especies del bosque porque actúa como especie sombrilla.
“Si se acaba el jaguar muchas especies van a mitigar y otras tendrán superpoblación, sería muy triste tener que contarles a nuestros hijos lo que perdimos en especies protegidas”, apuntó.

Agregó que la humanidad debe conservar el jaguar porque ya exterminó muchas especies y no vale la pena ampliar esa lamentable lista. El Tuparro y Parques Nacionales, afirmó, trabajan en un tema grato llamado sostenibilidad y el parque lo focaliza en “Conservemos hoy sin dañar el mañana”.

Varios compañeros de Elkin han tenido la oportunidad de ver el jaguar y de fotografiarlo, pero este funcionario tan solo tuvo la opción de ver muy de cerca un puma.

Cuando ruge el Jaguar en El Tuparro

La Jefe del Parque Nacional El Tuparro, María Teresa Sierra, dijo que el jaguar está muy bien protegido en esta reserva natural de selva, bosques y ríos. Explicó que independiente de que matar un felino de esta especie es un delito muy grave, lo verdaderamente preocupante es el impacto que su exterminio tiene en las regiones en donde habita porque altera el ecosistema por tratarse de los máximos predadores que se encargan a su vez de ejercer control natural sobre otras especies.

“En el momento en que desaparezca el gran felino crecerán en número las especies que controla esta pantera y sería pensable ver afectación en cultivos y demás proyectos productivos los cuales serían víctimas de invasiones por el desequilibrio lo cual sería muy grave para los humanos y para el resto del ecosistema”, expuso la funcionaria.

En El Tuparro, los jaguares caminan libremente, cazan sin estrés y están tranquilos porque están en zonas de protección. El parque logró acuerdos con algunos ganaderos de la región para proteger al máximo felino colombiano sobre la base manejar de la mejor manera sus espacios, evitando confrontaciones con los jaguares que finalmente son los dueños legítimos de las ahora pasturas, otrora selvas y bosques.
Sierra dijo que los colonos, los campesinos y los indígenas tienen que entender que el jaguar vale mucho más vivo que muerto porque no solo es un controlador del ecosistema sino que puede traer ecoturismo, divisas y progreso.

Ponerle punto final al jaguar, dijo, puede dar por terminados ciclos productivos y otras especies vegetales y forestales que son atacadas por el jaguar. En síntesis, concluyó, la región cambiaría el jaguar por plagas.

Esta es una síntesis del hermoso e imponente jaguar, esa pantera Onca como se le conoce en el mundo científico, su masa corporal puede estar entre los 56 y los 113 kilogramos, tiene una longitud que promedia los 1,2 y los dos metros en edad adulta desde la nariz hasta la base de la cola, su altura puede ser de 63 a 76 centímetros y vive en estado natural entre 12 y 15 años.

Es sin duda el más robusto del mundo felino y es dueño de una mordida poderosa pues es capaz de atravesar los más duros objetos del mundo natural como el caparazón de una tortuga.

El jaguar tiene en su dieta tapires, pécaris, venados y ganado, pero también busca provisiones en el río razón por la cual va de pesca e inclusive tras caimanes y las temibles anacondas.
Este es el fiero, poderoso y corpulento jaguar, el mismo que hizo parte de mitos y leyendas en la América precolombina, ese al que le debemos estabilidad en el ecosistema y al que se le ha atacado de manera infame a tal punto de llevarlo a la lista roja de especies amenazadas.

El jaguar, yaguar o yaguareté sigue deambulando solitario y taciturno por las selvas colombianas, este carnívoro amarillo dorado de manchas negras o totalmente negro es amo del silencio y la eficacia, pareciera un fantasma en las selvas y bosques, es extraño, pero entre más se penetra la selva, más se siente la compañía mágica del gran felino. Allá en esas selvas del Vichada hay un encanto muy particular y es la presencia de esta pantera que de alguna manera le da identidad a una región que heredó del “tigre mariposo”, como también se le conoce, ese legado de fuerza, persistencia y prudencia, solo el jaguar inspiró e inspira a las etnias que se rinden extasiadas y reverentes ante el poderío más respetable que la naturaleza arropa en estos paradisiacos sitios de Latinoamérica y puntualmente de la bella Colombia.

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