Por Sputnik
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, apeló al célebre personaje de don Quijote de la Mancha para iniciar un discurso frente a los diputados españoles durante su visita a Madrid. La gira también incluyó una ofrenda a los caídos de la capital española y a la primera dama bailando frente a la embajada.
El personaje de don Quijote, de la novela escrita por Miguel de Cervantes, sirvió para abrir la alocución que Petro dio ante el Congreso de los Diputados de España. Fue uno de los primeros pasos de una gira que también incluyó encuentros con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los reyes de España y emprendedores colombianos en el país europeo.
Las palabras de Petro ante los diputados fueron la antesala para que el legislativo español le entregara al mandatario la llave de oro de la ciudad de Madrid, una distinción que los jefes de Estado extranjeros suelen recibir al visitar la capital española.
En su discurso, el presidente colombiano aprovechó para mencionar a uno de los íconos de la cultura hispana, el Quijote de la Mancha, considerado como símbolo de la lucha por grandes ideales o desafíos.
"De niño conocí España, sin venir aquí, en el Quijote. Como a casi todo latinoamericano el Quijote me enseñó el individuo que podía caminar, andar por los caminos encima de un caballo deshaciendo entuertos", rememoró el mandatario.
He intentado encontrar las raíces de lo que somos nosotros: el país de la belleza y de la sangre; hay una pasión allí que tiene que venir de algún lado. La he buscado en Europa. Poco he encontrado la pasión en Europa, excepto aquí, en España. Creo que ese rasgo, esa marca que todos los latinoamericanos tenemos, que tiene que ver con la pasión, proviene de aquí.
Quizás no de nuestro mundo indígena ancestral, que es una de nuestras raíces, quizás no en el mundo africano, negro, y profundo. Quizás de sus tambores no vengan, que es otra de nuestras raíces. Quizás del mundo romano, que a través de España se nos introdujo en nuestras venas.
La pasión es parte de nuestro quehacer diario; alumbra de alguna manera poco racional, quizás en ese mundo del inconsciente, nuestro diario vivir, nuestra forma de entender la política nos ha llevado a cosas sublimes, a revoluciones, indudablemente.
Nos ha llevado a terribles momentos en donde nos autodestruimos, donde quisiéramos deshacernos como humanidad en medio de fases terribles de la historia.
Quizás en España es donde se encuentra eso. De niño conocí España, sin venir aquí. En el Quijote, como casi todo latinoamericano. El Quijote me enseñó el individuo que podía caminar, que podía andar los caminos encima de un caballo, deshaciendo entuertos.
De alguna manera, ahí aprendimos que alguna función que teníamos era el caminar para construir justicias. Un caminar eterno que acompañaba la vida de manera permanente. Nos decían locos a veces, muchos epítetos hemos recibido simplemente por cabalgar tratando de encontrar la justicia, el amor. No se puede desligar la búsqueda de la justicia con la búsqueda del amor. Lo racional del pensamiento político está ligado al sentimiento; no se puede desligar un sentimiento que le inculca la pasión a la justicia.
En el Quijote se encuentra, a veces soñaba con un ejército de Quijotes buscando la justicia del mundo. Miles y miles de Quijotes era lo que en la mente de un adolescente se empezaba a construir y marcó mi existencia, porque de alguna manera me convertí en un Quijote. No cabalgaba. Colombia es difícil de cabalgar.
Hay zonas para ello. Los llaneros de (Simón) Bolívar eran grandes jinetes que buscaban libertad. Nosotros realmente caminábamos arriba, abajo, en las altas montañas, tratando también de encontrar la justicia, de encontrar el amor, de cambiar el mundo.
Los Quijotes nos enseñaron esa manera de hacer la política. Está escrita ahí en la historia del mundo. Es un legado Latinoamericano en el pasado reciente, en un mundo ya contemporáneo que se puede entender o no se puede entender, se entiende más y se percibe como la búsqueda eterna del amor y de la libertad que está en cualquier ser humano.
El presidente colombiano también aprovechó para destacar el valor de Madrid como ciudad "resistente" en pos de la democracia. De hecho, Petro había visitado antes el Monumento a los Caídos ubicado en la Plaza de la Lealtad. Se trata de un obelisco erigido en recuerdo de los muertos durante el levantamiento del 2 de mayo de 1808, cuando españoles resistieron la invasión de las fuerzas napoleónicas a España.
Después conocí a España en los libros, a través de las palabras, las letras, los símbolos, la historia. Tampoco había venido aquí, tuve ganas de conocer los rincones que me mostraban los libros, que me hablaban de un español que quería construir un mundo nuevo, que quería detener fascismos, que quería soñar, que nos hacía soñar a nosotros, los latinoamericanos.
En cierta forma concebimos nuevas banderas libertarias, no solo en aquel Bolívar guerrero, rebelde, sino también en aquellos españoles posteriores, que quizás sin quererlo habría que mirar una investigación para encontrar si las viejas ideas de los guerreros latinoamericanos que construían repúblicas, con el perdón de ustedes, podía estar también en la sangre y en la mente de aquellos españoles que levantaban banderas libertarias.
Yo estuve al lado de esos españoles. Algunos de sus hijos nos acompañaron en nuestra primera juventud, incluso caminando las montañas, como si allá en el país de la belleza, la bandera perdida, la bandera derrotada, la bandera que corría al exilio, podía encontrarse de nuevo con dignidad alzada en nuestras altas montañas, en nuestros mundos del cóndor, en nuestros vientos que también sonaban a libertad.
Así conocí a España sin venir aquí. Forjó en parte el comienzo de mi lucha y la de muchos jóvenes latinoamericanos de aquella generación, de aquella época. No creo que se haya perdido por completo. Ha quedado escrita en la historia de aquí y de allá.
Aquí estoy, entonces, venido del país de la belleza y de su historia, de sus sangres. No hablar simplemente del futuro, no hablar simplemente del pasado. Quizás uno y otro están ligados ahora en este tipo de espacios al cual he pertenecido durante dos décadas y más allá como parlamentario, que conozco más o menos su manera de ser, sus discursos, sus lógicas, sus ritos.
Se parece un congreso, a los congresos del mundo, no hay muchas diferencias, representar una nación en toda su diversidad, saber que no hay un pensamiento único, que el pensamiento corre a través de los conflictos, de las maneras de entender diferentes, que quizás una de las mayores riquezas de la humanidad que se ha tratado de extinguir una y otra vez es la riqueza de la diversidad misma, de la diferencia que tanto nos aporta, una manera de entender diferente, una historia diferente, una especie de filón de la vida que se diferencia unos de otros, esa es la riqueza de la humanidad, filones de vida que se van encontrando, que se rechazan a veces y que se encuentran a veces.
La vida es un virus. Ojalá en el futuro los seres humanos seamos portadores de ese virus entre los planetas para expandirlo, quizás esa es nuestra misión, pero hoy tenemos una, salvar la humanidad.
Ustedes van a dirigir Europa y nosotros nos vamos a encontrar con ustedes en la CELAC, Unión Europea, ¿qué vamos a decir ahí? ¿hacia dónde llevamos esas reuniones para mantener las cosas como están, para sentar unas bases diferentes? Yo creo que el mundo reclama, por lo menos de nuestro lado, unas bases diferentes, estamos en los tiempos de la crisis climática, como dice la ciencia y todo progresismo tiene que basarse en la ciencia, no dejar la pasión, pero basarse en la ciencia es el faro que nos puede alumbrar, no hay otro.
La ciencia es lo que nos puede conducir a un mejor camino, la política que se basa en la ciencia es la que se llama progresista, puede equivocarse o no, pero mientras nos aferremos a los faros, mientras hagamos caso de sus llamados podremos concretar un mejor futuro para la humanidad.
Hoy estamos ad portas de extinguirnos o de cambiar. En mi campaña política en Colombia puse la palabra ‘Cambio’ como el eje central de mi imagen, pero no pensando, simplemente en cómo coincidir con una manera de pensar mayoritaria, como lo hacen los publicistas en toda campaña, sino tratando de mostrar una realidad: o cambiamos o nos extinguimos.
Ya no hay tiempo para más. Ya no es propiamente un debate político como en tango, sino de conservar las cosas o cambiarlas. Tiene que ver con una orden que la ciencia nos da porque ha encontrado los elementos que efectivamente nos están llevando en el corto plazo a la extinción.
La crisis climática es eso. Podemos creer o no creer, como si se tratara de una religión, pero no es religión, es ciencia. Podemos mirar hacia otro lado o hacer como el avestruz y lo único que lograremos es que esos días estarán más cerca sin que hayamos hecho nada para evitarlo.
Me parece pertinente el encuentro entre ustedes y nosotros, que se presentará estos meses, ustedes por dirigir ahora a Europa y nosotros porque somos la Latinoamérica. Ese encuentro allá, en esas cumbres, tiene que irradiar no solamente este mensaje sino políticas concretas para encontrarnos.
Los científicos y los ingenieros, la tecnología nos muestran nuevos caminos. Que no son las energías sucias ni fósiles, que son las energías limpias. Que no es abrir un hueco para sacar el petróleo y el gas, que es aprovechar el viento, el sol, el agua, como decían nuestros indígenas.
Un nuevo encuentro con el pasado, ellos lo decían: y si es el viento, el sol y el agua lo que podamos encontrar a través de ellos, vía la ciencia y la tecnología ¿ese será un simple cambio tecnológico? Tan fácil de hacer como cambiar una máquina por otra, un celular por otro, un televisor por otro.
Algo a lo que estamos acostumbrados como sociedad del consumo o traerá un cambio en las relaciones sociales de producción que implica un cambio en las relaciones entre los seres humanos.
¿Cómo irá la democracia allí? La democracia herida, la democracia atacada, un proyecto democrático que no puede estar estático en unas instituciones clásicas a través del pensamiento liberal, sino que tiene que fluir, tiene que ser más profunda, más viva, un fluir democrático que al profundizarse hace que cualquier ser humano tiene que ser libre y expresarse en libertad.
Esa democracia en movimiento, yo le llamo democracia en multicolor, tiene que tener un brillo diferente en esta época para que pueda encabezar la lucha política de la humanidad por un mundo que no nos extinga, que no acabe con la vida.
No es un cambio tecnológico solamente, es un cambio profundamente político. El tiempo de los cambios ha llegado. La política mundial o la política local va siempre a atravesar un filtro, cada vez de manera más intensa, más profunda.
El filtro de la crisis climática, los éxodos de población, las políticas que migan esos éxodos, sea para trancarlos, creyendo que se pueden trancar, el agua ente los dedos, sea para entenderlos.
Los tiempos de las guerras que estamos viviendo, los tiempos del hambre que, de nuevo, crecen en la humanidad. Los tiempos de la enfermedad que acabamos de sentir, yo tuve que vivirla amargamente en Italia y vi morir hombres ancianos frente a mí en los hospitales públicos de Italia. Cada uno tiene una historia aquí, pero esos tipos de la enfermedad no son por el azar, no es porque… “de malas, nos tocó vivirlos”.
Enfermedad, hambre, guerra, crisis económica están ligados, tienen que ver con lo mismo. Son los tiempos de la crisis climática y tienen que ver con el comienzo de los tiempos de la extinción.
Encontrarse con una especie de gueto con una clase y entenderse así, tenían un punto central de discusión, que ya no era el privilegio, era lo que ellos llamaron la ‘policrisis’ y definieron la ‘policrisis’ como hambre, como enfermedad, como estancamiento económico, como crisis climática.
Los más ricos y nosotros estamos de acuerdo. Estamos viviendo una policrisis, solo que esa crisis tiene una marca que se llama muerte. Homicidio. Tenemos que actuar. Y mi mensaje aquí, en esta tribuna, no es solo recordar el pasado, las marcas de la historia, que son muchas entre nosotros, sino que es también recordar el futuro, en cierta forma, lo que nos demandan los actuales tiempos, el tiempo contemporáneo.
Los hombres y las mujeres del hoy, que hemos decidido ser políticos, esa palabra, ’política’, hoy tiene que ver con vida. Política hoy tiene que ver con cambio. Política hoy tiene que ver con los tiempos en donde la humanidad no se dejó autodestruir y puso sobre la mesa del planeta unos nuevos criterios de existencia.
Desde el país de la belleza, ahora le decimos, en este Gobierno, la potencia mundial de la vida. No es posible ser potencia mundial de la vida, si toda la humanidad no lo intenta, así que una España potencia mundial de la vida, dirigiendo a Europa, con nuestra ayuda, sí, con nuestro apoyo, claro, en una nueva hermandad, que no recuerda el pasado sino una nueva existencia, ser hermanos, ser hermanas para construir en el planeta tierra una potencia mundial de la vida.