El reloj marcaba las ocho de la mañana y el comité de recepción en Campoalegre, Huila, estuvo a cargo de las grises y espesas nubes de las cuales caía un torrencial aguacero de mal recibo para el turista, pero gratificante y bendito para los agricultores de esta zona.
El chaparrón era minuto a minuto más fuerte y semejaba una cortina de cristal que encharcaba calles, carreteras, pero también los generosos cultivos de arroz, la base de la economía de esta región conocida como la capital arrocera del Huila.
Campoalegre cuenta con más de 34.000 habitantes y está ubicada en un área de 661 kilómetros cuadrados. Fundada el 14 de agosto de 1809 en momentos en que el país se fundía en dilemas políticos y bélicos, el municipio se erigía como un caserío fruto de una donación de tierra. En 1840 recibe el título de aldea, pero en 1860 es ascendida a cabecera municipal.
Este municipio cálido, pero muy próspero encontró su desarrollo paradójicamente en la adversidad pues soportó la avalancha de la violencia gestada desde el 9 de abril de 1948, y no conforme con eso sus habitantes afrontaron terremotos, inundaciones y deslizamientos de tierra que hicieron más austeros y fuertes a sus pobladores que luego encontraron en la bendecida semilla de arroz y en la industria molinera un bálsamo para todo un compendio de vicisitudes.
Las actividades agropecuarias hacen parte del ADN de Campoalegre y sus gentes buenas y amables disfrutan hoy de una calma visible y de una economía que crece, pero lamentablemente para unos pocos mientras que otros se dedican al comercio o al ya acostumbrado rebusque.
Carlos Mora es un campesino campoalegruno, de mirada entusiasta y enamorado de su predio en el cual vio surgir el milagro de la productividad como consecuencia de la disciplina y la puesta en marcha del programa de Adopción Masiva de Tecnología, AMTEC impulsado por la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz.
En charla con Diariolaeconomía.com, el lugareño de 47 años de edad anotó que por fortuna lleva toda una vida en las labores agrarias y más puntualmente en el cultivo de arroz en donde inició aprendizaje a los once años, tiempo en el que ya era un niño enamorado de la ruralidad. Este oficio lo heredó de su señor padre, Gerardo Mora Pascua, quien falleció a los setenta años dejando atrás familia, es decir esposa, tres hijos y todo un legado arrocero que se fue afianzando en una familia y en una región.
Según el productor, el sector arrocero alcanzó altos estándares de competitividad y productividad por los trabajos adelantados por Fedearroz, gremio que impulsó la tecnificación y toda una profesionalización en el cultivo de este cereal, trabajo que mostró los mejores resultados en cabeza de su presidente nacional, Rafael Hernández quien abrió las puertas a una mejor producción arrocera, poniendo al servicio de los agricultores ingenieros agrónomos y profesionales en la agricultura.
El encargado de la seccional Fedearroz en Campoalegre es Juan Carlos Castañeda en quien los arroceros ven una mano amiga y una inmejorable gerencia que está al servicio de un campo que demanda la más óptima semilla la cual pasó todas las pruebas en rendimiento y resistencia.
Con el programa AMTEC vino tecnología, ayudas técnicas y todo en el frente de riego, factores que coadyuvaron con una producción arrocera más abundante que hasta el momento deja saldos muy favorables en rentabilidad. En medio de este buen momento y de las herramientas los productores rasos, esos que le meten la mano a la tierra manifestaron que ahora más que nunca hay que ser más aplicado porque la internacionalización de la economía, los TLC y el cambio climático son amenazas que no se pueden subestimar ni mirar con desdén.
“Es innegable, la agricultura de hoy está amenazada por esos factores, el cambio climático es el enemigo a vencer porque se trata de un problema natural que puede agudizarse y el tema de comercio siendo complejo, se puede sortear siendo cada vez mejores agricultores porque haciendo siembras al derecho habrá arroz para Colombia, un buen abastecimiento y desde luego ganancia. Todo es cuestión de estar en línea con Fedearroz, de estar a tono con los cambios y la tecnología para evitar problemas”, comentó el señor Mora.
Al ser sinónimo de eficiencia, buenas prácticas agrícolas, rendimiento y optimización, el programa AMTEC brinda toda la tranquilidad para seguir en el comercio y en un mercado con los mejores resultados a la hora de hacer sumas y restas. Es tan eficaz que al ser competitividad pura, no solo se habla de cumplir con el mercado interno sino que a futuro puede generar excedentes y por consiguiente una importante oferta exportable.
“Desde que yo estoy al amparo del programa AMTEC he tenido puras ganancias y si bien no estamos metidos como sector en ese cuento del libre comercio, de lo que si estoy convencido es que tenemos toda la competitividad, la mejor semilla y el área cultivable para poder competir y salir ganadores en un mercado que exige precio y calidad, en este momento esos ítems están y de sobra, luego no me extrañaría ver arroz embarcado para otros países con el sello Fedearroz”, comentó el arrocero.
La gran ventaja de esta nueva tecnología para la siembra de arroz es que garantizamos de igual forma seguridad alimentaria y el fortalecimiento de una cadena de valor que genera empleo y progreso.
Arroz limpio, agricultura sana
Otra de las bondades del programa AMTEC, a criterio de Carlos Mora es que vino una mano al medio ambiente y a la agricultura sana porque fueron eliminados los químicos toda vez que la semilla nueva es tan resistente que no demanda tratamientos con sustancias tóxicas. Lo anterior constata que Colombia consume un arroz limpio y confiable que le hace mucho bien a los hogares que propenden por familias saludables y bien alimentadas.
Los químicos de primera categoría que se caracterizaban por ser de alto riesgo quedaron en el pasado porque fueron eliminados en su totalidad. Hoy las siembras de arroz son de mayor calidad, mucho más generosas y limpias ambientalmente, lo que se traduce en un producto totalmente inocuo.
“Nosotros los campesinos vivimos muy agradecidos con Dios, con la Virgen y con Fedearroz porque nos puso un programa efectivo que nos ayudó a todos, la verdad es lo mejor que nos ha pasado porque a todos nos ha ido bien pues mermamos semillas, químicos tóxicos y caso contrario le apostamos a una mejor agricultura que arrojó tremendos rendimientos”, apuntó.
Hablando de rendimientos, este productor recién terminó un corte en un predio de 151 bultos de arroz que anteriormente arrojaba entre 100 y 110 bultos, es decir hubo mejoramiento en competitividad de manera visible.
Este campesino, amable y buena persona, le pidió al gobierno que no baje la guardia con los cultivos de alto rendimiento y recalcó que ahora es cuando menos hay que olvidarse de los agricultores o de los gremios que trabajan y propenden por eficiencia.
IVA le pega al agro
Mora no ahorró cuestionamientos a la nueva reforma tributaria porque en su opinión castiga los productos básicos y hará que los colombianos consuman menos alimentos porque muchos de ellos SI tienen IVA como es el caso de los que son comercializados en los almacenes de cadena que por solo poner marca o empaque aplica la tarifa en detrimento del bolsillo de las amas de casa.
“Esto es muy duro, yo estoy seguro que se comerá menos, pero lo cierto es que el arroz será lo único que podrán consumir las familias colombianas porque caro o no, el arroz es el alimento que más gusta y llena. Es paradójico, pero en un país que tiene impuestos como arroz, la gran opción de alimento está en el arroz”, sostuvo el agricultor.
Este arrocero, felizmente casado desde hace 27 años, tiene dos hijos de 26 y 23 años, el uno tecnólogo ambiental y el otro agricultor y el heredero de los conocimientos de la buena siembra del arroz, es decir, sigue la saga para fortuna del país porque son manos nuevas que llegan al campo pues como esas muchas migraron y se perdieron.
Sobre este espinoso tema, Mora dijo que si el gobierno diera todas las garantías de ingreso y rentabilidad, mucha mano de obra campesina no se iría o posiblemente retornaría porque para este labriego las mejores oportunidades están en el campo en donde hay aire puro, trabajo, amor y futuro. Insistió en que la gran apuesta estatal debe ser por la ruralidad que finalmente es la que alimenta a la Colombia urbana porque sin campesinos no habría siembras y sí por el contrario unas importaciones masivas de comida que llegarían en condiciones poco fiables para la salud humana.
Sobre la triangulación y el contrabando de arroz, este productor manifestó que hoy el impacto es menor gracias a la insistencia de Fedearroz y al trabajo juicioso de la Dian, así como de la Policía Fiscal y Aduanera, POLFA.
“Hay que pedirle al Presidente de la República, al Ministro de Agricultura y al ministerio de Comercio que no permitan la internación de arroz porque el de Colombia no solamente es muy bueno sino suficiente para abastecer el mercado nacional”, dijo.
El llamado lo amplió este agricultor a la Organización Mundial de Comercio, OMC, al considerar que hay normas muy estrictas que tan solo favorecen los intereses de los grandes productores, afectando las economías primarias de los países en vía de desarrollo. Confió que solamente aplicando el programa AMTEC, no entrará arroz de otras latitudes.
Si bien hubo pérdidas en tiempos pasados con el maíz, lo cierto es que la disciplina con el cultivo de arroz ayudó a recuperar ese menoscabo.
Fue grato hablar con este campesino huilense que asegura ser muy feliz en su terruño y en su predio el cual no lo hace miembro del club de ricos, pero sí de los colombianos que viven con dignidad, con salud, y a quienes no les falta nada en su casa o en su mesa.
El campo tiene sectores en crisis
Caminando en medio del rocío que aún permanecía en la húmeda mañana de Campoalegre, nos dirigimos a la Alcaldía Municipal, eso sí, viendo un contraste por cierto muy sugestivo en arquitectura porque la casas modernas en ladrillo y marcos de ventanería en aluminio contrastaban con algunas alicaídas casas centenarias de paredes en bareque, paja y barro, con tejas de zinc atrofiadas por los años y por las inclemencias de soles intensos y de aguaceros de inmensa pluviometría. Esos techos viejos hablan del tiempo con su inexorable paso y sus colores aun grises mate en los costados, pero copados de óxido en su gran mayoría son testigos de fiestas, risas, cosechas y lamentos.
En el despacho nos atendió el Secretario de Planeación y Asuntos Sociales, Edgar Puente Llano quien no vaciló en aseverar que la el sector agropecuario del municipio está atravesando por una crisis con cargo a la inflación y a la devaluación que impacta los insumos para el campo, dándole un duro golpe a la competitividad y a la rentabilidad.
Denunció que la situación es tan apremiante, que inclusive la demanda está dada a productos importados, escenario para nada favorable a las a finanzas municipales y regionales.
“Hoy en Colombia es más barato importar que producir porque el agricultor termina castigado con unos elevados costos de producción que los desestimulan y le restan utilidad e ingreso. Todo este panorama es perjudicial para la producción de las cadenas productivas”, indicó el funcionario.
Ante el oscuro panorama de la agricultura, Puente Llano consideró que precisamente este es el momento de fortalecer el sector agropecuario dotándolo de vías terciarias y todo lo que tiene que ver con infraestructura para la competitividad. En ese sentido opinó que hay que esperar como terminan los programas de paz del gobierno central.
Agregó que la región es económicamente fuerte por dos sectores básicos que tienen que ver con los molinos de arroz y los puntos agrícolas que suelen ser sectores generadores de empleo.
Dentro de los sectores privilegiados por los precios y la competitividad están el café y el arroz, pero Campoalegre cuenta con 10.000 hectáreas cultivadas de arroz en Llano Grande y en sectores muy prósperos como Llano Sur y Llano Norte. Dentro de los registros de la Alcaldía hay otras 7.000 hectáreas sembradas en ladera.
Además del arroz, en este tranquilo municipio de dinámico comercio, hay siembras de soya, maíz, tabaco, algodón, piña, sandía y cítricos. La ganadería es otra práctica, pero al igual que otros sectores está en crisis por cuanto hay restricciones en los mismos mataderos municipales que terminan poniéndole palos en la rueda al comercio de cárnicos.
En Campoalegre la ganadería es pequeña, pero muy bien manejada. Existen los productores que tienen cinco reses, los de 50 cabezas de ganado o quienes máximo cuentan con un rebaño de 100 bovinos.
“El desarrollo en Campoalegre puede mejorar, pero eso solo es posible optimizando el ingreso de las personas y asegurando los contratos futuros teniendo en cuenta a los agentes del mercado. De igual forma dando crédito de bajo costo a los agricultores y en donde los intereses sean amortizados por el estado para mayor competitividad”, especificó el Secretario.
No hay duda que la crisis en el campo empezó a hacerse más notoria con la apertura económica de 1991 que le dio una estocada a las finanzas rurales, pero de todas maneras con la globalización hay de manera indiscutida una afectación para la producción interna. Hoy la gente, precisó el vocero, está dejando de cultivar y eso hará que se ponga en riesgo la seguridad alimentaria la cual no está solo en veremos sino en un término de alta complejidad, “peor”, por decirlo de otra forma.
En la iglesia de La Candelaria, esa de paredes blancas y filos azules, los feligreses entran orondos de su parroquia de techos blancos, con cuatro hileras de sillas para comodidad de los camanduleros y camanduleras que elevan su vista al Jesús crucificado que imponente ilumina la pequeña iglesia en donde dos ángeles, el uno azul y el otro rosado sirven de custodios a los aperos sagrados de la santa eucaristía. Allí muchos marcan su rostro y su cuerpo con la persignación y dan gracias por las bondades de una tierra que produce de todo, pero que adolece de una mirada estatal más amplia porque todo recae en la dirigencia gremial, puntualmente en Fedearroz.
En el pueblito de calles pavimentadas, con plaza adoquinada y poblada de samanes o árboles de sombra con filas afables de maíz tostado o palos que regalan protección solar, en donde los ríos Neiva y Ciénaga llevan agua fresca que viene de la cordillera oriental, los ciudadanos claman por una mayor atención porque saben que el mundo se globalizó y que les puede pasar factura hasta el punto de llevarlos a la banca rota, pero que en medio de esperanzas, anhelos y promesas estatales siembran sueños y futuro como arroz.