La ancestral panela, ese ladrillo dulce que se obtiene de la caña es considerado un tipo de azúcar mucho más puro hecho de manera artesanal, con todas las directrices de las buenas prácticas agrícolas e industriales en donde no hay procesos de blanqueo o refinación. Este alimento que acompaña los hogares hispanoamericanos desde hace siglos viene en distintas formas, es decir cuadrada, rectangular, redonda, en pastillas, polvo y con todo tipo de valor agregado. La dulzura de la panela hoy se confunde con el amargo de los precios ya que esta agroindustria no la pasa bien y las 350.000 familias que derivan su sustento de ésta igual ven un sendero oscuro por el que hay que transitar, como ha sido recurrente en la agricultura colombiana también de vieja data.
En charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de la Federación Nacional de Productores de Panela, Fedepanela, Carlos Fernando Mayorga, aseguró que el año 2018, que en paz descanse, fue muy complicado para el subsector panelero por varias razones, entre ellas los precios al productor que tuvieron una caída alarmante restando rentabilidad y dejando muy aburridos a muchos.
En 2017, explicó el directivo, hubo precios en la panela de 3.200 pesos en promedio para algunas regiones del país, pero en 2018 los precios cayeron como coco y reportaron valores de 1.800 pesos. Empezando el 2018 y hablando de panelas corrientes y en precio por kilogramo, el valor fue de 2.176 pesos promedio al productor, sin embargo al cierre de diciembre el precio fue de 1.795 pesos lo cual dejó ver una caída que fue en desmedro de la economía regional con el agravante que las cotizaciones internas del derivado de la caña de azúcar está muy por debajo de los costos de producción.
“El 2018 fue un año muy complicado por todo este tema de precios, de igual manera para el gremio y para otras organizaciones del sector agropecuario, el decreto 092 en uno de sus parágrafos reza como las organizaciones sin ánimo de lucro que quieran hacer convenios con las instituciones estatales deben colocar como parte de cofinanciación el 30 por ciento, asunto que dejó a muchos productores del campo limitados para poder seguir desarrollando proyectos que se llevaban a las regiones con el fin de hacer mejoras en la infraestructura productiva, en comercialización, en optimización tecnológica y en capacitación de personal, luego ello también fue un aspecto que golpeó duramente a la ruralidad productiva del país”, sostuvo el señor Mayorga.
Para este 2019, la Federación espera una reforma en ese decreto lo cual ya hace parte de un trabajo al que se comprometió el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Andrés Valencia, para poder darle un mejor tratamiento a los gremios, asunto clave si se tiene en cuenta que hay asociaciones que llevan muchos años manejando parafiscales, asunto vital para todo el asunto de innovación y evolución tecnológica y productiva.
Un punto muy positivo de 2018 es que fue posible aumentar las exportaciones de panela en casi 1.200 toneladas y por ello se espera que el consolidado del año anterior sea de unas 7.200 toneladas puestas en puertos internacionales lo cual representa una venta de 11 millones de dólares aproximadamente que son ingresos importantes para el sector y la cadena productiva de la panela. Igual fue posible adelantar la campaña “Estamos Hechos de Panela”, promoción al consumo hecha con algunas gobernaciones.
De igual manera y con recursos del ministerio de Agricultura fue posible apoyar dos programas importantes ya que en primer lugar se impulsó un proyecto de silos para alimentación animal el cual ayuda a bajar la presión sobre el mercado, especialmente en la hoya del río Suárez, principal zona panelera del país. La iniciativa les dará una mano oportuna a los ganaderos que ya enfrentan el problema climático.
De igual manera la Cartera Agropecuaria destinó recursos para un programa que apuntó a certificar un comercio justo con legitimación orgánica, buenas prácticas de manufactura para algunas agro-empresas paneleras para orientarlas hacia el mercado externo.
“Para este año tenemos retos importantes y por ello la idea es exportar unas 10.000 toneladas de panela al año para canalizar recursos por 15 millones de dólares y con ello seguir fortaleciendo el tema agro-empresarial y organizacional por lo que estamos acompañando a 239 agro-empresas paneleras en Colombia de pequeños y medianos productores. De estas ya tenemos perfiladas 42 para que hagan parte de las 20 que ya están desarrollando encadenamientos productivos que es una estrategia que se está impulsando desde la Federación lograr cierres comerciales en los que se esperan mejores precios por el producto, es decir se trata de una especie de alianza entre el productor, los exportadores y el inversionista en la que todos ganan”, aseveró el Gerente General de Fedepanela.
El gremio igualmente cuenta con 12 empresas ancla que son las aliadas comerciales que hacen una gestión muy importante para colocar la panela en mercados especializados, pero principalmente en mercado exógenos e internos de mucha dinámica.
Actualmente Colombia exporta panela a Estados Unidos, España, Alemania, Francia e Italia. De igual manera el gremio hace una labor muy importante para trabajar el tema de calidad con el fin de abrir nuevos mercados, pero con un compromiso de calidad, de volúmenes y con prácticas adecuadas. De toda esa iniciativa se puede deducir que la panela colombiana se está posicionando ante el mundo, poco a poco, pero de manera acertada, a tal punto que algunos productores en la China están sacando un producto con el nombre panela, lo que obligó al bloque de exportadores de Colombia a hacer una gestión ante el ministerio de Comercio para trabajar en la marca de origen, “Panela de Colombia”.
El asunto puede tomarse como un plagio porque detrás del término panela hay un compendio cultural colombiano y unos aspectos muy matizados en calidad y presentación. Lo propio pasa con una firma italiana que usó el vocablo panela.
Pese a que hay una gestión bastante complicada, la agremiación piensa en los mercados de Rusia y de los países nórdicos, pero hay que hacerlo con pausa porque hay unos recursos muy limitados para avanzar en la exploración de nuevos destinos para la espectacular panela colombiana. Esos mercados, explicó el Gerente, demanda alianzas y un trabajo juicioso que permita cumplir con esas y otras proyecciones en materia de exportaciones lo cual se dará a mediano plazo.
El Gerente General de la Federación Nacional de Productores de Panela, Fedepanela, Carlos Fernando Mayorga, expuso que otro inconveniente a la hora de exportar es el frente cambiario lo cual pone en veremos el asunto comercial tal y como pasa en Rusia, coyuntura que se puede superar más teniendo en cuenta que la panela que ya se llevó a Rusia gustó muchísimo.
Sin duda a esa Colombia panelera le va mejor por fuera que en el mercado doméstico, pero Mayorga asegura que una manera de bajarle la presión al mercado interno es precisamente fortaleciendo el mercado externo.
A nivel Colombia los productores de panela ya trabajan en el tema de la diversificación lo cual es trascendental porque se trata de conquistar a las nuevas generaciones de productores agropecuarios que ya están en el negocio, empero lo mismo hay que hacer con adolecentes y con niños para que el futuro de la panela quede garantizado en ese relevo generacional.
Para el gremio es muy importante consumir panela porque es un alimento y un producto funcional, fácil de preparar, con buenas características palatales, con requisitos nutricionales y con un sabor único que puede potenciarse con las nuevas presentaciones y con nuevos productos o sencillamente con alimentos en donde se pueda combinar la panela, pero ese trabajo requiere no pocos esfuerzos y mucha inversión. El sector se ha apoyado de manera interesante en iniciativas privadas para propender por el mantenimiento y la apertura de diferentes mercados.
Fedepanela le apuesta decididamente a la formalización del subsector porque ha identificado que la informalidad ha entrado fuertemente al renglón productivo por lo que es fácil ver en el sector panelero mucha infracción y competencia desleal. En ese sentido precisó el gremio, el 88,7 por ciento de los productores en el país tienen menos de diez hectáreas en caña lo que dice que es un subsector de pequeños agro-empresarios o de economía campesina en donde la mano de obra familiar juega un papel importante. Cabe decir que muchas veces el productor no la refleja en la estructura de costos y esa situación es aprovechada por comerciantes informales que no escatiman para comprar panela de menor valor. En ese sentido hay una propuesta para que unas personas especializadas en el tema tomen cartas en el asunto y en un término de ocho meses pueda entregarse una propuesta formal y eficaz de formalización del subsector panelero para que garantice sostenibilidad, precios justos a los productores, en donde quede formalizada la tenencia de la tierra y una iniciativa que ponga en orden el tema laboral y comercial.
Un asunto si es bien claro en el sector, la apuesta igual es por productividad, competitividad, innovación y calidad porque quienes hacen caso omiso de estos temas, incluidos los tributarios están condenados a un comercio informal que no genera renta económica ni social.
“La informalidad hay que dejarla a un lado en este país, pero igual hay que decir que hay gente muy formal, muy transparente que cumple con todo y se les nota el progreso, pero muchas veces la informalidad los trata mal porque les pasa una factura costosa e injusta porque no muestra igualdad en la estructura de costos ni en el trabajo para abrir nuevos mercados. Todo esto muestra que lo ilegal debe erradicarse así genere mucha discusión porque en la mitad del debate están las garantías que pide la ruralidad en cualquiera de sus expresiones para que pueda ser competitiva y sostenible”, apuntó Mayorga.
La Federación Nacional de Productores de Panela calcula que la producción actual de panela puede estar alrededor de 1.2 millones de toneladas, actividad que se desarrolla en la parte agrícola con el cultivo de caña en aproximadamente 228.000 hectáreas en más de 520 municipios del país en los cuales 164 municipios de panela cuentan con estructura de manufactura en 14 departamentos. Esta actividad genera más de 45 millones de jornales porque en la mayoría de los procesos es necesaria la mano de obra. Así las cosas, el 62 por ciento de la estructura de costos de esta industria está enfocado en la mano de obra. El empleo directo en el subsector pasa de los 462.000 trabajadores en condiciones de calidad laboral.
En la agro-industria de la panela se ha impuesto el valor agregado y es por ello que hay panela en polvo, saborizadas, en cubo, en pastilla, aromáticas de panela, panela con cocoa, con avena así como bebidas energizantes a base de panela y un desarrollo de productos muy a la altura de las necesidades de consumo de la sociedad.
Con los precios internos la gente ya no está descontenta sino desesperada, sin embargo, los líderes paneleros siguen adelante y esperando la ayuda de la institucionalidad, pero muy conscientes que el hecho de seguir de la mejor manera en un mercado depende del agricultor y el empresario mismo. Es por eso que por golpeados que estén, los paneleros siguen trabajando muy fuerte y alimentando la esperanza para que económicamente las cosas mejoren y socialmente todo encuentre salida porque la panela es sinónimo de paz en las regiones.
Algunos trapiches salieron del mercado, unos por dificultad económica y otros por cambio de actividad económica ya que resulta común ver fincas que antes tuvieron caña y producción de panela dedicadas al turismo. En la panela hay un lío bastante delicado y tiene que ver con la mano de obra, cada vez más escaza lo cual hace parte de un problema estructural del campo en donde los jóvenes migran a las ciudades ante la poca rentabilidad del campo que de a poco se va quedando solo y sin perspectiva.
En opinión de Fedepanela, a la fecha el 63 por ciento de los agricultores tienen más de 41 años en tanto que solamente el siete por ciento tiene ente 15 y 25 años lo cual evidencia cómo los jóvenes están partiendo de los campos en donde es urgente generar frutos y renta social para que el agro vuelva a ser atractivo.
Otro reto de los paneleros es el cambio climático toda vez que sigue la resistencia bacteriana, la mutación de plagas y la aparición de otras que siguen haciendo mucho daño. En la caña por ejemplo, el barrenador y la hormiga loca hacen de las suyas y por eso los productores trabajan con las alertas encendidas porque el clima entró en la lista de los grandes desafíos.
Desde hace más de tres años, Fedepanela trabaja en ese tema y por ello ausculta medidas de aniquilación para mitigar los efectos del cambio climático y atacar las plagas que se hacen cada vez más resistentes.
Panela, el dulce sabor de la historia
Sin duda alguna el descubrimiento de América en 1492 trajo innovación al nuevo mundo y fue así como en 1538 en una primera instancia llegó la caña de azúcar a Cartagena, la segunda etapa de su internación se dio en 1540 cuando el dulce producto fue puesto en Buenaventura para luego coger ruta del río Cauca en donde unos valles verdes y extensos permitieron que prosperara el nuevo fruto de la agricultura.
Le correspondió a Arroyo Hondo y a Cañas Gordas ser los primeros sitios en donde fue sembrada la caña de azúcar y en donde fueron puestos en operación unos enormes trapiches paneleros. Tras ese paso la caña se fue para María la Baja en Bolívar, igual al Valle de Apulo, Rionegro y Guaduas en Cundinamarca, fue al Valle de Tenza en Boyacá y finalmente terminó en Vélez, Santander.
En plena época de la colonia el cultivo de caña era una opción para el indígena, pero tras los alarmantes registros de mortalidad, las autoridades de la época y los empresarios decidieron traer mano de obra de África. Es así como en 1650 fueron traídos desde el continente africano unos 60.000 negros que fuero una solución para dichas siembras por la resistencia de esta raza al inclemente calor.
La panela logró meterse en la vena de los latinoamericanos y por ello es consumida en Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú, pero también en Centroamérica y México. Es bueno decir que no solo es una bebida sino un endulzante y un insumo clave de gastronomía.
Hay que decir que la caña de azúcar es uno de los cultivos más antiguos del mundo. Según los expertos, esta siembra pudo haber empezado 3.000 años antes de Cristo en la isla de Nueva Guinea donde se diseminó a Borneo, Sumatra e India.
La caña de Azúcar pertenece a la familia de las gramíneas y dentro de sus características están el tallo leñoso lleno de un tejido esponjoso y dulce del que es extraído el jugo que luego de un proceso de cocción se convierte en azúcar. La altura de la caña puede alcanzar los dos metros y lo bueno de esta planta es que todo en ella se puede utilizar.
En Colombia la panela es un alimento esencial y muy importante en la dieta nacional pues aparte de las calorías, resulta una bebida excepcional para climas fríos o también con limón y hielo, una propuesta ideal para el calor extremo. Este producto no distingue capas sociales y es fabulosa para acompañar unas onces de queso y almojábana, para mitigar el frío y hasta calentarla a tope, agregarle limón y acabar con la indeseable gripa. Degustar una buena agua de panela es la consecuencia de sembrar caña, convertirla en jugo y llevarla al fuego para que ese jarabe tome la forma y el color del dulce alimento. Esos sitios de beneficios se conocen como trapiches y en el país no son pocos los que funcionan para alegrarle la vida a nacionales y extranjeros.
Como diría mi gran amigo y colega vallenato, Keir Villero Damián, en cualquier circunstancia por suave o por dura piense en panela y métale sabrosura.