Domingo, 16 Agosto 2020 07:54

Por la vida, los guaduales lloran y sí tienen alma

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Guadua, una alternativa ideal para salvar selvas y bosques amenazados. La siembra de guadua tendría el aval de una ley para hacer más eficiente su uso y llevarles a los colombianos mayores oportunidades ecológicas y de manufactura.

Al recorrer la geografía colombiana y puntualmente las zonas de trópico bajo o medio, es común llenar la retina con una planta que le pone su decoro al paisaje de montaña o a los bosques ricos en recurso hídrico. Es más que placentero sentir las caídas de agua que nacen tímidas entre montes y frondosidades, las cuales hacen juego con el entorno ecosistémico que lleva vida con susurros acuáticos saludados por pájaros de todos los colores dueños de unos cánticos que alegran la vista, brindando un espectáculo natural, muy sano y llamado a proteger.

La guadua, una gramínea semejante al bambú de tallo arbóreo, con espinas y cargada de agua puede medir hasta veinte metros de alto y deja ver un ancho de veinte centímetros. Es muy útil en muchos campos, pero resulta vital en la construcción de vivienda rural y otras edificaciones. La Bambusa guadua fue un recurso supremamente importante en el desarrollo de la humanidad y de las tribus prehispánicas colombianas que vieron en este insumo una ayuda superlativa desde el soporte de las vivienda hasta la conexión de acueductos.

Los primeros habitantes de las desafiantes estribaciones del territorio a descubrir le dieron múltiple uso al conocido “hierro vegetal” y aún en la región central y occidental de Colombia, la guadua sigue siendo el hierro verde en donde recae la fuerza que demandaba el crecimiento y la sostenibilidad en el entorno humano, más en estos tiempos de dificultad y de retos por el cambio climático y la necesidad misma de usar materiales amigables con el medio ambiente.

Al ser también del grupo de las poáceas suele tener una serie de propiedades que van desde la alimentación, la medicina tradicional y otros usos industriales que incluyen muebles, textiles y cosmética. En Colombia y en buena parte de América Latina esta planta es milenaria y muy usada por las comunidades prehispánicas.

 

 

En la historia más próxima, este tipo de vegetación deslumbró al connotado científico Alexander von Humboldt e igual al naturista, médico y botánico, Amadeo Bonnpland, personas muy inquietas por las riquezas naturales del Nuevo Mundo. En 1806, cuando adelantaban sus romerías y exploraciones para la ciencia quedaron prendados con los gigantes guaduales a los que llamaron como especie, Bambusa guadua. En 1822 el también botánico Carl Sigismund Kunth, clasificó la bondadosa planta como Guadua angustifolia.

La guadua es reconocida por los más expertos y doctos en el tema ambiental y botánico como una de las plantas autóctonas o nativas que generan todo un sello y una identidad en las montañas colombianas y generalmente de todo el eje andino.

En el contexto regional la guadua prospera en todos los países de América Latina, salvo Chile y las islas del Caribe. De todas maneras hay que decir que el bambú planta familiar de la guadua se encuentra en cantidades asombrosas en buena parte de Asia, siendo China un país con enormes hectáreas en donde se intenta salvar el panda gigante, el panda rojo y otras especies de fauna.

La guadua fue de gran ayuda, las culturas precolombinas la llevaron en su ADN pues hay rastros de viviendas hechas con guadua que datan de 9.500 años como fue posible determinarlo en Ecuador.

La guadua y el bambú han representado más que desarrollo, resultaron grandes aliadas en la ingeniería en épocas milenarias ya que fueron usadas en puentes colgantes, en embarcaciones, pero también en utensilios menores por su tamaño como flautas, quenas y marimbas. En la conquista y en la colonia fue también muy versátil e inclusive sirvió como escondite para los aborígenes que huían de los temibles conquistadores.

Para nadie es un secreto que al igual que el bosque nativo, la guadua en Colombia ha soportado procesos deforestadores y de las grandes extensiones, el país pasó a tener apenas unas pocas siembras o plantas conservadas en zonas ribereñas así como en bosques húmedos, principalmente en zonas de ladera. Hoy crece en Quindío, Risaralda, Caldas, Tolima, Valle del Cauca, Cundinamarca y Santander, zonas que la siguen manteniendo porque saben que su presencia resulta esencial para la tierra y las comunidades que han dotado sus hogares con mobiliario y decoración extraída del bosque.

Esta planta madura en promedio a los cuatro o seis años e inicia su proceso de descomposición a los diez años aproximadamente. Fue herramienta e insumo imprescindible en la conquista y con los años mostró su generosidad en la colonia y en procesos sociales determinantes como la colonización antioqueña. Esos paisas que llegaban a las tierras inhóspitas del sur hicieron sus casas con la especial planta, pero el tema no se quedó en construcción ya que entregó material para cacería, mejoras en el cuidado del ganado, en la agricultura y en el suministro de agua potable.

En Cundinamarca las autoridades ambientales y los amigos de la ecología vienen haciendo una tarea juiciosa en aras de recuperar guadua y escenarios propicios para las especies adicionales de flora y fauna. Por citar un ejemplo la Corporación Autónoma Regional Cundinamarca, CAR, trabaja con empeño en la recuperación de ecosistemas en donde la gramínea, toda la vida en las riveras, sigue pidiendo ayuda para proyectar un mejor entorno y una calidad del aire a toda prueba.

Algunos expertos han dicho que se hace urgente impulsar la guadua y sus cultivos porque solo así será viable preservar las selvas y bosques que siguen siendo víctimas de la deforestación y el crimen ecológico. Los que saben del tema, aseguran que solamente dándole valor industrial y ambiental al pasto gigante, podrá frenarse la devastación en la Amazonía y en otras regiones en donde sale madera nativa de manera ilegal.

La solución es totalmente básica porque mientras una guadua crece en siete años, un árbol logra su desarrollo en 70 y 80 años para su explotación maderera. La guadua por la vía de las siembras, va a ser el salvavidas de fauna y flora toda vez que resulta ideal en construcción y en otras soluciones que vienen de dicha fibra.

 

 

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el Director Regional Rionegro de la CAR, Alejandro Fiquitiva Casallas, sostuvo que la guadua es importante porque será el hierro natural de las provincias puesto que esta planta maravillosa presta muchos beneficios que van desde lo económico hasta lo social y ambiental.

Expuso que la guadua tiene dos particularidades pues es protectora, pero igual productora, razón por la cual es apropiada para muchas actividades humanas, sin embargo, resulta trascendente para mejorar la calidad de vida en vista que las viviendas pueden ser reformadas o construidas con este insumo, un obsequio enorme de la naturaleza.

El guadual, dijo el directivo, es sinónimo de agua porque en los sitios rodeados con el preciado líquido y bambú, hay humedad y esto hace que la milenaria planta actué como absorbente. La gramínea, expuso, es un contenedor que opera como un pasto gigante que retiene líquido en cantidades importantes. Añadió el vocero de la CAR que la guadua está generalmente asociada con zonas de protección de fuentes hídricas o también con rondas protectoras de nacimientos acuíferos.

La guadua o el bambú son plantas demasiado versátiles porque sirven de habitad y fuente de alimento para especies de fauna y flora, pero de igual manera son determinantes en el desarrollo y los avances de la humanidad, no en vano es usada en alimentación, medicina, vivienda, cosmética, textiles, papel, instrumentos musicales, biomasa, construcción, agricultura, navegación y escritura. De la bambusa guadua es extraído material para la fabricación de cremas dentales, emulsión para el rostro y con la pulpa es fácil ver en la industria de la moda camisetas, zapatos, vestidos, accesorios, pero igual en la elaboración alimenticia ha dado una mano porque el rebrote es empacado al vacío para comercializar en China y en otras regiones del mundo pues tiene mucha afinidad con el palmito que brota de las selvas colombianas.

Siguiendo con China, el bambú es trascendental en la economía pues el producto interno bruto, PIB, depende en gran parte de la explotación, transformación y comercialización de la generosa poácea o planta herbácea, ocasionalmente leñosa por hacer parte de la familia de las monocotiledóneas. En el gigante asiático se contabilizan más de 1.500 especies o variedades de las que hay pleno conocimiento y su aplicabilidad en las diferentes facetas de la industria.

Según el Director de la CAR capítulo Rionegro, en Colombia hay entre 70 y 75 especies las cuales están en investigación, mostrando de antemano que es una guadua de muy alta calidad, materia prima confiable para la construcción, las artesanías y otros usos en general.

Si bien el investigador y botánico Alexander Humboldt la conoció en las crudas montañas colombianas, la guadua es una planta antiquísima que acompañó a los aborígenes de Colombia y de América Latina en tiempos prehispánicos. Los caciques y los nativos usaban la guadua para hacer sus viviendas o bohíos. En esos tiempos las culturas indígenas inmunizaron esta materia prima con humo como quedó constatado en investigaciones hechas en municipios como La Palma y Yacopí.

Otros usos importantes se dieron en el tema de acueductos por cuanto las culturas precolombinas hicieron uso de la guadua para transportar agua por mecanismos básicos a las casas o sitios de reunión. Hoy la guadua quedó atrás, luego de prestar tan específicos servicios y por ello es bueno rescatarla y darle el sitio que se merece.

El bosque nativo y la guadua piden protección

 

 

Colombia es un país atípico, de los suelos selváticos han sido arrancados bosques enteros y la depredación campea. Son muchos los llamados de organizaciones nacionales e internacionales que invitan a proteger selvas, cañadas, ríos, reservas y especies de fauna, hoy demasiadas en vía de extinción.

El país puede tener sembradas unas 56.000 hectáreas con guadua, un 30 por ciento posiblemente ubicadas en tierras cafeteras, básicamente en los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío. Esta explotación resulta crucial en la producción de biomasa con múltiple usanza en la industria.

Hablar de guadua implica detenerse en un recurso natural de alta sostenibilidad ya que entre el 95 y el 96 por ciento de los bosques nacieron y crecieron de manera natural. Esas varas enormes no pidieron cuidados y prosperaron por unos suelos y unas temperaturas adecuadas en diversas regiones.

Últimamente, con el crecimiento de nuevas industrias y por la variabilidad que la matiza, haciéndola más atractiva para procesos industriales o de manufactura, la guadua tiene unos pocos cultivos establecidos o en donde hubo intervención del hombre.

De manera increíble, explicó Fiquitiva Casallas, algunos ven en zonas rurales a la guadua como una especie invasora, desconociendo las bondades de esta planta. Para el caso de Colombia, enfatizó, no hay un derrotero en comercialización y por el momento, reconoce, se están concretando unos temas definitivos para que la guadua tenga importancia, protagonismo y un valor enorme, como si fuera un árbol de cedro que es una madera fina.

 

“Hoy hay muchas personas y países trabajando para que esta fibra logre posicionarse en un renglón económico nacional, municipal y mundial que les dé una ayuda a las comunidades para que puedan subsanar las necesidades básicas insatisfechas, en especial la construcción de la vivienda o en artesanías”, declaró el Director Regional Rionegro de la CAR.

 

Sobre las hectáreas pobladas con guadua, el funcionario indicó que las cifras no son exactas sino aproximadas y por ello, comentó, se lleva adelante un Plan de Reordenamiento Forestal que invita a mirar coberturas y la cantidad de guadua existente. Para el caso de la región de Rionegro fácilmente pueden contarse entre dos y tres millones de hectáreas, pero recalcó que ese es un cálculo muy a vuelo de pájaro, motivo por el cual hay que constatar esas cifras o estimativos.

Con el reordenamiento económico vienen oportunidades

 

 

El Director Regional Rionegro de la CAR, Alejandro Fiquitiva Casallas, puntualizó que con el cambio que traerá implícita la revolución agraria en donde las siembras y el campo retomarán su importancia por cuestiones de abastecimiento y seguridad alimentaria, afectadas hoy a causa de la pandemia, el tema ambiental y los cultivos de guadua volverán a cobrar vigencia de manera urgente porque los problemas climáticos amenazan y la realidad de la tragedia atmosférica no está lejana.

Dijo que la guadua incursionó fuertemente en el Quindío desde 1999 después del terremoto que sacudió la ciudad de Armenia y otras zonas del Eje Cafetero dejando en el piso 95.000 casas y daños cuantiosos en 800 fincas cafeteras. Igual fueron afectadas sedes como la de la Asamblea Departamental y la sede de los bomberos. El sismo que les quitó la vida a 1.125 personas, en medio del drama y los trágicos saldos aportó enseñanzas, una de ellas, que, así como la naturaleza castiga, igual compensa, un asunto experimentado con la bambusa guadua.

En ese momento, en plena reconstrucción, los afectados miraron para lado y lado y lo único que vieron a la mano fue la guadua, lo que explica la importancia que retomó esta planta en el departamento cafetero pues a la fecha hay casas hechas con este material e inclusive barrios enteros.

En este momento cursa un proyecto de ley liderado por todas las Corporaciones Autónomas Regionales que busca darle estatus a la guadua, pero se trata de una iniciativa que requiere su paso por comisiones y luego la bendición de las plenarias de Senado y Cámara, empero hay confianza en que este plan será aprobado porque lleva vida, agua y entorno a las regiones pues se trata de contar con este insumo a fin de cubrir los requerimientos campesinos, optimizando la vida de los pobladores de las zonas veredales que urgen de guadua y que en atención a sus falencias pueden usar el recurso natural, pero de manera responsable y sostenible, muy de acuerdo a la normatividad en curso y desde luego con aquella que esté por llegar.

La idea es tomar la guadua requerida y hacer resiembra o reforestar porque la guadua así como es necesaria en la vida de las personas, es ineludible para el medio ambiente y los ecosistemas. En aras de hacer viable esta simbiosis, aclaró el experto, habría que hacer una entresaca selectiva dentro de los rodales de guadua y no adelantar una tala rasa porque ello no es permitido.

 

“Con la entresaca mejoran las condiciones y el rendimiento de ese rodal lo que quiere decir que si una persona corta una vara de guadua, dentro de cuatro o cinco años habrá cinco varas adicionales por el sistema rizomático que tiene la misma. Solo acudiendo a un método silvicultural en donde haya un aprovechamiento sostenible, será viable hacerse a un beneficio más eficaz tanto en producción de guadua como de crecimiento por área”, afirmó el directivo.

 

Dependiendo de las condiciones de suelo, una guadua crece en un término de siete años a razón de 15 o 20 metros en donde está apta para su aprovechamiento, recordando que esa guadua termina multiplicándose, sin afectar el medio ambiente.

El compromiso ambiental es de la vena de Alejandro Fiquitiva Casallas, quien hace parte de un resguardo indígena, sitio en donde sus ancestros le inculcaron con disciplina y enseñanzas, amor por la fauna y la flora, hoy su gran compromiso.

 

La guadua fue un importante pilar del desarrollo

 

 

Aunque sus cuitas están marcadas por sus tiempos de suboficial en la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, René Rojas, es un hombre metido de lleno en el tema ambiental y sabe mucho de guadua porque su infancia estuvo rodeada de estos palos enormes que salían del bosque y terminaban dándole forma a una casa, a una herramienta o a cualquier cosa rentable en los menesteres del campo y del hogar.

Es muy probable que una gigante guadua haya salvado a René del castigo por las pilatunas porque su señor padre, con otra guadua en la mano, no logró ver al pequeño que encontraba fiel y seguro escondite en unos anchos y gruesos tallos.

Ese responsable señor, don Carlos Rojas, les enseñó a sus hijos, en la cálida y siempre pujante Pacho, el valor que culturalmente tuvo y tenía la guadua, les dijo que había que defenderla, cuidarla, quererla y preservarla pues estaba muy ligada a los nacimientos de agua y a la vida natural. A juzgar por el comportamiento subsidiario de cada uno de los adultos hijos, la lección quedó aprendida y hoy miran el bosque con encargo, apego y un melancólico y lejano recuerdo.

René Rojas disfrutó desde las alturas, del verde colombiano y en cada prueba o vuelo recordaba los cultivos de naranja, los cafetos, el ganado y los caballos de Pacho. Siempre tuvo un especial apego por el terruño, entre otras cosas, por el compendio natural que le permitió ver montañas y especies furtivas. La vida y los libros lo formaron como un respetable ecologista, estructurado en la mejor escuela, la del campo y sus ambientes.

Para este experto, a la guadua, lastimosamente, no se le reconoce aun el valor cultural e histórico que ha tenido en el desarrollo económico y social de las diferentes regiones de Colombia. Indicó que esta gramínea utilizada desde tiempos remotos, dándole inclusive la bienvenida a la construcción, en vista que las grandes obras de la antigüedad, fuera y dentro del país, estaban hechas con altos componentes de guadua.

Al no ser madera, pero al comportarse como tal, ha tenido muy buen recibo en la construcción en sus diversos frentes. Hubo casas de bareque, otras con techos de palmiche y en fin, una serie de edificaciones que por su diseño y por los tamaños iban acompañadas de la eterna planta.

 

“La casa de mis abuelos tiene más de cien años, allí los techos son en guadua y el bareque de las paredes también lleva este resistente material. La casa está entera, uno entra y la ve intacta”, dijo.

 

El ecologista explicó que debido al marco legal que hay en Colombia, la guadua antes que beneficio para el campesino es vista como una molestia porque hay mucha reglamentación en el país y eso ha llevado a que le den a la guadua trato de maderable cuando no lo es puesto que es una gramínea, familiar del pasto que crece y se expande de manera acelerada.

 

 

Por esa razón, detalló el entendido, los campesinos atajan y detienen el avance de los rodales de guadua para que no entren a otros cultivos. La opción sería permitir su explotación con lo cual habría doble beneficio porque llevaría bienestar económico a los campesinos y mejoraría todos los corredores biológicos que suelen restaurarse con un espacio de guadua.
Agregó que los estudios demostraron que los suelos en donde hubo guadua genera un nicho ecológico especial en favor de unos factores importantes de fauna y unos tipos de flora que tienen alelopatía con la citada especie.

En opinión de Rojas, la guadua sirve de refugio para muchas especies animales y tiene como valor agregado que ayuda a resguardarse o sencillamente, crear un sitio para vivir. También es propicia como alimento gracias a sus propiedades y por esa razón la guadua resulta como gran aliada en las comunidades campesinas.

Según el ecologista, desde mucho antes de la pandemia se han venido explorando posibilidades para que el gobierno y las agrupaciones rurales vean a la guadua como un factor de desarrollo económico. En la región del Rionegro, señaló, hubo regocijo por el proyecto de ley que se abocó a instancias del Congreso de la República, en donde se le piensa quitar el estatus o condición de madera a la guadua para poderla cultivar y meterla así en la lista de productos de pan-coger.

 

“Solo así los campesinos podrían tener sus cultivos, registrarlos y desde luego someterlos a un control fitosanitario por parte del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA. De esa manera la ruralidad, con toda la responsabilidad, podría beneficiarse de las grandes bondades de la guadua. Es importante que este paso se dé para que, como sucede en otros países, retomemos el valor ecológico que tiene la guadua como “capturador” de CO2 de la atmósfera pues al crecer y tener rápida expansión almacena mucho dióxido de carbono por fanegada. Todo lo anterior sin decir que es una retenedora hídrica y dueña de una cantidad de valores y peculiaridades impresionantes”, puntualizó el señor Rojas.

 

El experto dijo que es tanto el CO2 que captura esta planta que al quemar un trozo de guadua seca el equivalente es ponerle fuego a un pedazo de llanta, luego dejó claro que esta planta no debe quemarse porque al hacerlo libera los gases de efecto invernadero al ambiente. La advertencia no sobra porque si bien la guadua es totalmente ecológica, con fuego muestra un efecto adverso en detrimento del planeta. La guadua, recalcó el ambientalista, no debe usarse como combustible térmico o para fogones, podría, explicó, utilizarse a manera de carbón activado, pero única y exclusivamente con unos procesos que impidan la liberación de gases.

 

 

Lo ideal es aprovechar esta oferta natural como si fuera madera ya que haciendo el laminado, la guadua es ideal para hacer columnas y tablero de mucha más eficiencia y calidad que los maderables por su dureza.

Una propuesta que se le hizo a llegar a la Federación de Guadua y Bambú, tenía como objetivo honrar la memoria de su fallecida presidente, Olga Forero, que quiso tomar el tema de Silva y Villalba, Los Guaduales, como himno del gremio. De todas maneras la tarea quedó pendiente y el tema a criterio del ambientalista, reúne el sentir de los campesinos que reflejan su vida y su cotidianidad con el guadual.

Destacó todo lo desarrollado por China que hizo de la guadua y el bambú una fuente de alimento y de materias primas para diferentes industrias. Afirmó que las personas deben entender que el bambú es familiar de la guadua, pero diferenciado por otras características. Como quiera que sea existen afinidades y hay opción de hacer trabajos en donde se mezclen bambú con guadua. Sin temor a errar puede decirse que bambú y guadua son parecidas, pero no las mismas.

Dijo también que la fibra de guadua y bambú es muy especial para la industria textil porque es resistente, durable, antibacterial y muy fresca, lo que la semeja a una especie de seda lo cual es ideal para ropa interior, trajes de baño y otras prendas de vestir. En Colombia hay posibilidades de hacer el proceso, pero infortunadamente se adolece de la maquinaria y la tecnología para obtener las suaves telas. En esa industria los chinos han tomado una considerable ventaja porque aparte de sumar extensiones inmensas de bambú, han adquirido todo el desarrollo tecnológico para poner su marca en un novedoso e innovado sector textil-confección.

 

 

De China hay que aprender y hacer escuela para incursionar en ese renglón económico porque jamás es tarde. A Pacho fue el embajador de China quien conoció de las hectáreas sembradas con guadua, material en el que vio todo un potencial por lo que no descartó, gracias a una mirada futurista, ampliar los cultivos y propiciar así una exportación con lo cual se le daría un respiro al planeta y a las finanzas del país, claro está, mejorando el modo de vida de los campesinos.

En la región de Rionegro se pudieron afianzar unos núcleos forestales para incentivar al campesino y mostrarle que unidos y con esquemas asociativos es muy fácil ganar terreno y buscar ayuda del gobierno para financiar por esa vía proyectos que tengan que ver con la gramínea.

En construcción hay varas comerciales de seis metros, empero lo que muestra mayor rotación son las varas de tres metros porque son mucho más fáciles para formaletas, andamios y otras soluciones. Según René Rojas, es necesario actualizar y ajustar la norma para incentivar más y mejores construcciones porque muchas personas quieren hacer vivienda en guadua, pero todo queda en el deseo puesto que el marco legal no ha precisado ni siquiera las medidas en las que debe salir la guadua.

 

“Hoy el mismo marco legal es una amenaza porque resulta que la CAR dice que la guadua está asociada a nacimientos hídricos o rondas protectoras y los únicos guaduales que se pueden explotar son los establecidos, pero resulta que a la hora de sembrar, una vez el guadual se fortalezca, allí se conformará un manantial por ser la planta retenedora de líquido. Si uno corta un culmo de guadua es fácil notar que sus conductos capilares transportan bastante agua. Entre los nudos de la guadua hay agua potable y muy pura, allí aplica el ejemplo del coco y por ello la legislación es obsoleta, una situación que obliga a que el gobierno se siente con los campesinos que tienen conocimientos ancestrales, los que no pueden ser desconocidos por la ley, el tema es de diálogo y de acoplar la ley al sentido común, en eso no hay nada que inventar ni daño que causar porque tan solo se persigue hacer uso de un recurso natural, bajo preceptos de conservación”, concluyó el ecologista, René Rojas.

 

Aparte de la Guadua bambú, otras especies destacadas en el grupo de las gramíneas son la caña de azúcar, el trigo, el arroz, el maíz, el sorgo, la cebada, la avena y el centeno.

 

De momento que mejor terapia que ir al río y escuchar el coro de los guaduales, aferrarnos a ese susurro que tan solo entienden al agua y las aves abigarradas que también musitan en medio de una melodía natural, probablemente exacerbadas por climas intensos. Es una oda grata que embelesa espíritus y lleva calma con esas notas finas que corren por estrechos filtros de arena y piedra hasta cumplir la cita fresca en lo alto de las montañas o en sus partes intermedias. De un simple ruido, parte la cascada cristalina a entregar bebida pura a la tierra sedienta, y noblemente, a quienes la preservan, sin dejar de mojar los labios de aquel impío que contra la naturaleza atenta.

 

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