Es indiscutible que el sector primario es la base de la vida, resulta tan importante como la existencia del agua que con sus generosas fuentes hídricas les inyectan opción a los seres humanos, a los animales, a las plantas y desde luego a una agricultura vital para garantizar la permanencia en el planeta.
El agro ha servido para impulsar desarrollo, es con su dinámica la seguridad alimentaria e indiscutiblemente un entorno diferente y sano para tomar aire limpio, consumir productos frescos y potenciar la salud en todas sus expresiones con un paisaje verde refrescante, de llanura, de montaña o de sabanas sin límites en donde crecen cultivos o engordan ganados. La actividad agrícola fue esencial en la construcción de sociedades, impulsó las economías y con el tiempo pasó a un mandato feudal malsano que hizo mella en las naciones con la concentración de riqueza y exclusión de los labriegos.
Esos modelos de expropiación, de venta obligada de tierras así como de proscripción resultaron letales en América Latina en donde la base de la vida entró en un entorno de olvido, puntualmente en países como Colombia en el que el negocio fue acabar el campo, adueñarse de la ruralidad, mantener poder económico sobre la tenencia de predios y destruir el futuro, puede decirse de la humanidad, por el robo de fincas, asesinatos, amenazas y un terrorismo sistemático que fue opacando la productividad y apagando la luz de la vida en el frente agropecuario.
No podemos decir que el país tiene un buen eje agropecuario y que la economía podrá sostenerse sobre pilares de productividad campesina, actualmente nos quedamos atrás de los modelos agrícolas eficientes y es fácil notar que países que hace unos años eran mirados como distantes al hacer el parangón con los trabajos de Colombia, hoy nos pasaron, y siguieron de largo, dando cátedra de eficacia, compromiso, inteligencia, diplomacia mercantil y prevención pues se sabe que vendrá una hambruna y seguramente con los tratados de libre comercio nada hay garantizado para quien exterminó el campo. “Qué Dios nos coja confesados”.
Los quince millones de toneladas de alimentos que ingresan a Colombia, totalmente opuesto a ayudar al país, conllevan a un daño incalculable en asuntos sociales y económicos porque hubo un canje de producto importado por puestos de trabajo o destrucción de empleo. La situación va por tan mal camino que, sin ingreso, sin agro, sin alternativas, como se ha venido diciendo, no habrá manera de comprar los productos que, por negocio, y mientras puedan, nos enviarán naciones altamente avanzadas en economía agraria y repletas de ayudas y subsidios, unas condiciones óptimas para arrasar con la agricultura de cualquier país. A la fecha la Covid-19 metió susto y le puso trabas a la globalización, razón por la cual más de un país, y no hablo de pocos, centrarán sus oficios en el mercado interno porque solo así habrá manera de garantizar la seguridad alimentaria, otro camino llevará a Colombia al caos y a unos problemas inimaginables con una factura impía que pasó el modelo económico y que prefirió productos exógenos antes que apoyar el campo colombiano. Los estados durante décadas fueron sacando agricultura lícita y de manera directa o indirecta la matricularon en la ilegalidad, atizando con esa política, el recrudecimiento del conflicto armado y la exclusión social.
Aún hay tiempo, los colombianos deben volcarse a demandar y exigir productos colombianos y dejar de lado las importaciones que siguen creciendo, estocando con frialdad el futuro de la sociedad, básicamente de los jóvenes que están olvidando las siembras y feriando tierras porque la rentabilidad se perdió hace muchos años enriqueciendo un puñado de intermediarios que resultaron más insensibles de lo imaginado.
Por fortuna, la innovación es la herramienta que se debe utilizar para romper camisas de fuerza. En buena hora, la cuarta revolución industrial está mostrando bondades y con ello está imponiéndose un nuevo sistema de mercado en dónde las cosechas serán comercializadas en red, a precios justos y llevando bondades a productores y consumidores, como quien dice a los que deben ganar.
En Colombia la nueva agricultura dio un paso enorme en vista que llegó justo en el momento de la economía naranja y gracias a un mercadeo por plataforma e incursión en nuevos activos desde el campo, la tecnología hace su aparición para evitar caer en las compras obligadas para comer lo que a la gente que trabaja le toca, y no lo que libremente le gusta o quiere, hasta monedas virtuales y tiendas totalmente campesinas entraron en el portafolio agrario.
Esta decisión denodada es el fruto de leer el país, su actualidad productiva y todos sus potenciales. Es claro que el problema está en interpretar los ciclos de cosechas y en adquirir productos para vender a menor precio a los consumidores, pero igual para impulsar la agroindustria y todo el esquema de cooperativas productivas y modernas que igual redunden en ingreso justo para el productor primario. Otro reto es aprovechar la tierra dilapidada para crearles opciones laborales a una población rural promedio de 11 millones de habitantes en dónde paradójicamente la pobreza es el pan de cada día.
En charla con Diariolaeconomia.com, el Director Ejecutivo de Conexión Agrícola, Juan Guillermo Piamba Valencia, aseguró que literalmente la agricultura tiene que cambiar de chip y por ello debe proyectar mejoras productivas, optimización en buenas prácticas agrícolas y ganaderas, pero igual en todo lo concerniente a inocuidad, calidad, confiabilidad y sostenibilidad.
Expuso que, gracias a los conocimientos y a otras experiencias ganadoras, los jóvenes del campo, los mismos que están saliendo con decisión al rescate de la agricultura incluyente, trabajan en un novedoso portafolio que catapultará la ruralidad como empresa que de hecho contempla activos digitales y tiendas especializadas en productos de labranza. Ya están abriendo las primeras de este tipo y siguen raudos en la compra y venta de productos y cosechas en la central mayorista digital que les dirá adiós a los intermediarios, los grandes responsables de la debacle campesina.
En opinión del joven y emprendedor campesino, el agro ya estuvo durante largos años en poder de unos pequeños grupos acaparadores que ponen y quitan precios, afectando el esfuerzo de los labriegos y encareciendo los alimentos en los hogares. Este, dijo, es el momento del campesino, del que siembra y chupa frío y sol de lo lindo para que la intermediación reviente sus bolsillos, agudizando la crisis campesina, la que invierte mucho, labora por encima de las capacidades humanas y se queda sin un peso en los bolsillos porque trabaja a pérdida.
En torno a esta idea se han estado uniendo varias asociaciones campesinas y productivas de diferentes rincones del país que entendieron que las ventas y el éxito están en el mundo digital, una razón para no arriesgar capital, pagar viajes onerosos y entregar su trabajo a cómo se le venga en gana al intermediario de Corabastos y otros centros mayoristas con iguales características. Hoy hay almacenes de cadena como Falabella, Alkosto y Éxito que reciben pagos con activos digitales lo cual incentivó la salida de Agro-Digital, una criptomoneda fuerte para hacer sólido el campo y llevarlo por derroteros de ganancia y no de postración y quiebra, un negocio de hoy y de mañana para darle oxígeno al campo y recuperarlo.
Piamba define Agro-Digital como un activo afortunado que les llevará beneficio a los agricultores que podrán usar su dinero electrónico en compras revolucionarias y recomendables como la propuesta de Tiendas de Manos Campesinas, un negocio hecho a las medidas de la ruralidad. Allí habrá manera de adquirir arroz, panela, café, verduras, frutas y toda la oferta de alimentos nacionales.
Agro-Digital fue el resultado del confinamiento y de una pandemia que puso a muchos a pensar, a innovar y a explorar soluciones que permitieran reinventar economías y ofrecer opciones para un cambio que tenga como consigna la rentabilidad y el retorno a los campos. Con esto se creó una plataforma en la cual los agricultores pudieran ofertar todos los productos del campo y llevarlos a la mesa de los consumidores, pero en el marco de una economía justa, equitativa y solidaria.
La idea del proyecto es hacer de lado un campo arrinconado en donde los inescrupulosos pagan por canastilla de mango entre 7.000 y 8.000 pesos para ponerla en el mercado a precios que en ocasiones superan los 30.000 pesos, 22.000 pesos más que quien se queda con un dinero ínfimo que no cubre gastos o costos de producción. Lo ideal, según Conexión Agrícola es impulsar agro con beneficios al agricultor y por ello nació la página web en la cual ya hay productos que están siendo adquiridos por consumidores y pequeños transformadores.
El asunto no era quedarse en el campo como se conoce habitualmente sino ir más allá e incrustar la tecnología con los alimentos, una mixtura obvia porque sus fundadores concluyeron que sin tecnología no hay agro y sin agro no hay vida. Por ello, y como un estímulo, nació Agro-Digital, una criptomoneda o activo analógico y electrónico con el cual la gente podrá comprar productos de la canasta básica, con una calidad a toda prueba, frescos y puestos en los hogares directamente del campo.
Dentro de las metas está el poder hacer transacciones y sacar el máximo de provecho del entorno digital y llevar rentabilidad y holgura al campo como también ganancia a las familias que necesitan alimentarse bien y a costo real. La gran meta es equidad agrícola, rentabilidad e impacto favorable en los hogares.
“En síntesis, queremos mover un portafolio ágil que llevará productos sanos, alimentos necesarios con toda la calidad, a precios bajos y con rentabilidad para los campesinos. En este proyecto no cabe la intermediación, el tema es recuperar el campo, pero no para los que hacen la fiesta sin sembrar una papa, no, aquí estamos haciendo una agricultura digital con todos los beneficios para el agricultor, para el que pone la tierra y trabaja. Esa manía de ganar sin mover un dedo hay que erradicarla porque aquí se mueven las manos, se siembra y cosecha la tierra, pero el dedo se mueve después de semejante esfuerzo para vender las cosechas online, en una nueva era, con plataforma y con toda la tranquilidad posible”, declaró el Director Ejecutivo de Conexión Agrícola.
El campesino, sostuvo, está metido de lleno en la era digital, ya es consciente que el mundo virtual y la tecnología son instrumentos básicos dentro de lo cual entra la inteligencia artificial, la agricultura de precisión y los cultivos orgánicos. Esta iniciativa de darle uso a las nuevas opciones digitales apunta igualmente a incentivar al joven productor, decirle que sí se puede y que muy pronto dejará de competir con una intermediación lamentable que les quita dinero a las amas de casa y le sustrae la remuneración justa al campesino.
Según el directivo, con el agro totalmente digitalizado, productos en oferta y trabajando con tecnologías de punta, habrá una noticia inmejorable para los hogares, pero igual para cadenas de mercadeo, almacenes, tiendas y negocios que necesitan precio acompañado de calidad.
Este proceso está conduciendo al fortalecimiento de las cadenas productivas y de valor, razón por la cual los pequeños agricultores no se van a quedar en commodities o cantidad sino en transformación, agroindustria y más ganancias porque con eso se evitará que la comida se pierda, que las frutas se dañen o que la alimentación termine enterrada por falta de clientes y lo que puede ser peor, por falta de rentabilidad y condiciones de mercado ecuánime.
Actualmente hay una asociación de arroceros del departamento del Cauca que decidieron comprar un molino y ahora transformar su arroz y no venderlo en paddy verde o seco. Dieron el paso y ahora comercializan su propio grano que muelen en su pequeño molino, la gran ventaja es que, por estar agrupados en Conexión Agrícola, tendrán su arroz empacado y listo al público en las nuevas tiendas de la firma.
La propuesta es mucho más que buena porque es un proyecto que impacta favorablemente a mucha gente por sus beneficios económicos y mejoras sociales.
“Estamos promoviendo la agroindustria, anhelamos ver potenciadas las pequeñas economías que al unir esfuerzos son capaces de impulsar transformación y valor agregado, el secreto no es más que cooperar o asociarse para darle cabida a nuevas actividades capaces de fomentar progreso, ingreso y tranquilidad financiera. Si logramos articular los pequeños núcleos productivos, vamos a fomentar agroindustrias de tamaño no muy grande, pero muy eficientes. Paulatinamente y con oficio la idea es crecer, hacerlas enormes e impactar con mayor decisión los mercados. No es nada imposible, además sumando pequeñas explotaciones, acudiendo al orden y a la unificación de conceptos económicos, iremos generando economías de escala, sostenibles y prospectivas, eso ya está inventado razón más que consecuente para abrir mercados por la puerta grande”, señaló.
Tiendas de Manos Campesinas, una iniciativa para la gente
Al agro colombiano le hacía falta algo, además de unas políticas estatales que les devuelvan la confianza y el ánimo a los labriegos. En Colombia hay según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, 2,7 millones de productores agropecuarios de los cuales 724.000 son agricultores residentes.
Los estudios dicen que el país tiene más de veinte millones de hectáreas ociosas en donde la actividad agrícola quedó en el pasado, de hecho, muchas hectáreas del campo hoy hacen parte de condominios, conjuntos residenciales o parques logísticos.
La realidad es cruda y por ello las acciones demandan celeridad y arrojo. Ante esta situación se le dio vida a un complemento a las siembras que consiste en llevarlas a las “Tiendas de Manos Campesinas”, emprendimiento listo para abrir el primer establecimiento en Palmira, precisamente en octubre.
Como ya vendrá una segunda preventa del activo digital habrá un medio adicional de pago con una billetera o monedero virtual, la gran puesta en marcha de Agro-Digital, moneda que será clave a la hora de pagar las compras. Una ventaja enorme es que ya se perfilan alianzas y por ello todo lo que tenga que ver con el sector agrícola desde lo productivo, tendrá acceso, descuentos y facilidades para pagar agro-insumos con este tipo de dinero. Será todo un boom hacer que los agricultores conviertan sus activos digitales en urea o cualquier otro producto esencial para su actividad económica.
Este tema ya fue puesto en conocimiento de unas franquicias que trabajan con agro-insumos, les pareció interesante y están a la espera que el proyecto arranque para sellar la esperada alianza. En este momento hay diálogos con importadores que traerán insumos de buen precio porque vienen de Rusia y países con alta producción petrolera que no tendrán inconveniente en poner su urea en Colombia en donde cada uno elige la calidad que quiera.
Cierto es que Agro-Digital como activo tiene gratamente sorprendidos a muchos empresarios del campo e inclusive a quienes hacen parte de la cadena de siembra, recolección y comercialización ya que lo ven novedoso y totalmente ajustado a la nueva realidad económica y agrícola que trazó la pandemia porque hoy como nunca el agro se hizo vital para las economías del planeta. Si el mundo no siembra, si Colombia no utiliza y hace productivas sus tierras, el día de la hambruna más el máximo proteccionismo, que ya se está dando, será una hecatombe.
El campo no se pone de ruana, mejor se lleva de programa
Para los jóvenes emprendedores del campo, quienes lo idealizan y conciben como una fuente de ingreso para todo un país, aparte del desarrollo que fomenta no puede seguir poniéndose de ruana toda vez que hay que digitalizarlo, innovarlo y sembrar y recolectar en la web, de dónde debe salir a precios decentes a la mesa de los colombianos con ganancia para el campesino.
“Nos están escribiendo de otros países, aquí en América Latina nos preguntan cómo opera el asunto, de qué manera puede ser más eficiente y cómo hacerlo realidad en el corto plazo, entendiendo que hay necesidad por productos de calidad a precios accesibles. En Bolivia, en Perú y en otros países mostraron interés por el esquema de tienda, pero también por Agro-Digital, primer activo respaldado por una economía real y apalancada por la agricultura. El hecho de poner a rodar una moneda, de hacerla efectiva y útil para el campesino ha generado muy buena opinión en la región y eso nos complace porque abre espacios internacionales a través de las sinergias de mercado”, explicó el señor Piamba.
Recalcó que no es bueno ver al productor perdiendo plata cuando lleva sus productos a las centrales de abastos en donde es devorado por unos monopolios que acaparan hasta el derecho a la tranquilidad y la felicidad. Es increíble que haya narrado casos como el agricultor que llevó aguacate a una central mayorista y entre los dueños del mercado llevaron el precio a la mitad, el muy angustiado labriego debió salir de la central para venderlo por las calles. En esa operación ganó algo de dinero y muchos bogotanos comieron aguacate a bajo precio. Como quien dice, “no me crean tan aguacate”.
Los nuevos agricultores, la sangre nueva del campo y los proveedores de comida del hoy y el mañana lamentan profundamente que, entre comerciantes, terratenientes e intermediarios, la agricultura esté en una nube negra muy grande porque con cara ganan ellos y con sello pierden los abnegados productores, una situación terrible porque se hace visible que hay una política de empobrecimiento para quien apuesta por los sembrados.
Dentro de los proyectos de Conexión Agrícola está el comprar frutas como la naranja que salió regalada de Pacho en Cundinamarca o de otras regiones, cuando no fue pagada a valores reales. El método plantea fomentar agroindustria con productos naturales y sanos para niños, jóvenes y la familia entera. En este momento avanza un proyecto para extraer un zumo de limón que sería exportado a Estados Unidos, una idea que arrancó por el modelo que ofrece Conexión Agrícola y que obligará a sembrar mucho más limón por los despachos que deben hacerse.
La meta es totalmente clara, Conexión Agrícola pretende estimular las siembras y conseguir grandes negocios dentro y fuera de Colombia porque para fortuna de los agricultores, mercado sí existe para la cosecha colombiana, lo malo es que no hay condiciones o incentivos, pero estos, dicen, pueden llegar desde el mismo emprendimiento y las ganas de triunfar con los propósitos proyectados.
Igual quieren robustecer una plataforma en donde la gente no tenga que ir a las centrales de abastos porque todo lo podrán conseguir en línea con calidad y a muy buenos precios. El patrón que se tiene para las Tiendas Manos Campesinas” es afín con Tiendas D1, Justo & Bueno y ARA, formatos fáciles de manejar, pero que, para el caso de la iniciativa de Conexión Agrícola, requiere de productos totalmente colombianos y muy competitivos.
“Queremos consolidar una tienda y una marca 100 por ciento colombiana, igual campesina. Desde ya somos una tarjeta de invitación para consumir lo nuestro y apoyar al agricultor colombiano. No es justo que mucha gente vaya a formatos en donde la oferta importada es de casi el 70 por ciento, una jugada indolente con quienes hacemos patria desde los campos llevando alimentos a tantas personas en las ciudades. No queremos que la misma gente, mucha descendiente de agricultores nos den la espalda y terminen haciendo el gasto en donde lo nacional no cabe y se hace de lado la producción local llevándonos a la banca rota. Hay que mirar con amor y respeto una ruralidad que jamás le ha faltado a los nacionales porque se la jugó por el país con valentía y responsabilidad”, expuso el agricultor y Director Ejecutivo de Conexión Agrícola.
Los productores continúan comprometidos con el abastecimiento, en este proyecto que alzará vuelo para avanzar con un interesante plan de expansión, siguen incólumes y decididos a cambiar la concepción del agro-negocio y hacerlo posible de la mano de los consumidores, los que en adelante van a exigir producto colombiano con insistencia sencillamente porque se lo merecen. Quienes ingresen a las tiendas serán respetuosamente saludados como adelante “vecino”, un término muy de la vena nacional.
Este proyecto no solo es agro y dinámica productiva, también involucra inclusión social y equidad, empero también relevo generacional y por qué no, el retorno al terruño para seguir disparando la oferta de alimentos para cumplirle a Colombia y a los clientes en el mundo. “Querer es poder”.
Dentro de los negocios de la tienda, hoy se suma la compra de panela a un trapiche pequeño con producto de calidad, parte de la política de Conexión Agrícola que puso su foco en los pequeños productores para impulsarlos y ayudarlos a crecer en un ámbito complejo, enredado y lleno de acertijos el cual puede ser diferente con más trabajo, más siembras y toda la colaboración de Colombia como nación.
Al concluir su diálogo, el Director Ejecutivo de Conexión Agrícola apuntó que igual hay negociaciones con productores de pollo y huevo los cuales decidieron entrar a una economía justa, equitativa y solidaria. Hay compromiso, hay conocimiento y muchas ganas de hacer un agro diferente para demostrar que a Colombia le sobran esos 15 millones de toneladas de alimentos que importa cada año de las cuales no hay conocimiento sobre su trazabilidad y manejo. Hace unos años llegó un cargamento de frijol infestado de gorgojo, pero entró sin ningún inconveniente. ¿De quién es la culpa?, como lo dijo la Reina, “averígüelo, Vargas”.
El gobierno dice que hay una hoja de ruta
Según el Fondo de Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro, entidad colombiana encargada de promover el buen desempeño del frente agrícola con instrumentos de financiamiento y desarrollo rural que estimulan la inversión, es indiscutible que el sector agrario está pasando por un momento muy especial. El ente crediticio asegura que las cifras lo demuestran y el compromiso del Gobierno ratifica una tarea puntual, reavivar las actividades agrícolas y pecuarias.
En el análisis que en su momento hizo Finagro, quedó sustentado que el crecimiento del sector agrícola va a estar soportado en una gran demanda proveniente principalmente del mercado externo. Los datos que revela el Fondo Internacional para Desarrollo Agrícola, FIDA, muestran cómo la producción de alimentos en países en desarrollo deberá duplicarse para el 2050 debido al crecimiento del ingreso disponible de las economías emergentes, la mejora en la calidad de la dieta y el incremento en la población mundial, que alcanzará los 9.000 millones de personas.
Ante este contexto, dice el estudio de Finagro, Colombia cuenta con una situación privilegiada para incrementar su producción agrícola. El país fácilmente puede convertirse en una de las grandes despensas del mundo, puesto que es una de los siete naciones en Latinoamérica con mayor potencial para el desarrollo de áreas cultivables según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO.
El análisis precisa que entre 223 países en donde se evaluó el potencial de expansión del área agrícola, sin afectar el área del bosque natural, Colombia fue clasificada en el puesto 25.
De los 22 millones de hectáreas cultivables que tiene el país, sólo están sembradas 4,8 de ellas. Si a estas cifras se les suma el gran potencial de la altillanura colombiana para desarrollos forestales y agrícolas estimado en 3,5 millones de hectáreas, el panorama resulta más que alentador.
La FAO proyecta que el 80% de la cantidad de alimentos nuevos que se requerirán para el 2050, deberán ser provistos por mayores productividades, es decir volver más eficiente el parque productivo del agro y sólo el 20% corresponderá a nuevas áreas. Este es, a consideración de Finagro, un gran desafío para la transformación del sector productivo colombiano que deberá buscar mejoramiento genético, tecnologías de punta, agricultura de precisión, automatización, desarrollo de núcleos, economías de escala, valor agregado y todo, con enfoque de mercado.
Hay retos teniendo en cuenta que el PIB agropecuario de 2019 fue del dos por ciento, unos puntos por debajo del indicador de 2018. Hoy siguen pesando las exportaciones de café, banano y flores, pero ya pesan las ventas de aguacate y carne al exterior.
Finagro anotó que cada peso que se invierte en agricultura se traduce en empleo y, por consiguiente, en estabilidad social. Recalcó que invertir en el desarrollo de la competitividad, promoción de la asociatividad, apertura de mercados internacionales, desarrollo empresarial, formalización y mayor productividad al integrar buenas prácticas agrarias, es fundamental.
Reconociendo que hay ventajas apreciables en Colombia, Finagro estimó que el potencial productivo es gigante por la disposición de tierras con vocación agrícola. Insistió en que hay espacio para mejorar la productividad y el manejo pos-cosecha de los alimentos, oferta de recursos naturales como agua y biodiversidad, condiciones climáticas tropicales que permiten la producción de alimentos durante todo el año.
La entidad asegura que el país debe continuar avanzando en la transformación del sector rural para alcanzar un desarrollo sostenible que le permita a Colombia ganar una posición como abastecedor de alimentos y materias primas y contribuir a la generación de empleo, bienestar y riqueza en el campo colombiano. El gran salto en productividad para la competitividad tiene que ser con los más altos estándares internacionales. Así mismo, es fundamental continuar aumentando de manera considerable la inversión pública en investigación, infraestructura y transferencia de tecnología.