Los productores de papa que han pasado en los últimos años por las verdes y las maduras, han mostrado arrojo, aguante y un crecimiento importante en productividad y buenas prácticas agrícolas. No en vano puede decirse que ancestralmente hablando, la papa es uno de los cultivos más vetustos al calcularse su siembra y uso desde hace unos 6.000 o 10.000 años, cuando la especie era sembrada en norte del lago Titicaca en las frías alturas andinas que hacen parte del sur de Perú.
A partir de muchas investigaciones y exploraciones sobre tipos de papa y afines, se habló de la domesticación del tubérculo partiendo de la variedad S.stenotomum, la primogénita de las papas de los Andes, un producto que sirvió para hacer híbridos y lograr las calidades que conocieron los indígenas que la tuvieron en su dieta por siglos hasta posicionarla con gran título en la mesa de los hogares.
Han pasado milenios, siglos, y la papa que arrancó en tierras a 3.800 metros sobre el nivel del mar, presenció un desfile de activas sagas e inquietas generaciones de agricultores que vieron en su cultivo, alimento, trabajo e identidad. Hoy los productores de papa siguen vigentes y muy comprometidos con la agricultura, el crecimiento, la seguridad alimentaria y el empleo.
En el tema económico y puntualmente de Colombia, hay que decir que el 2020 fue un año particularmente difícil como quedó evidenciado ya que en los primeros meses aparecieron unos problemas climáticos muy fuertes, con dos meses de heladas y luego vino un verano prolongado sumamente duro. Al correrse las cosechas, los precios fueron extremadamente bajos lo cual conllevó a un desastre en la economía campesina y productora de papa que a duras penas recuperó el 20 por ciento de los costos de producción.
Como suele pasar en la agricultura unas son de cal y otras de arena, pero independiente de lo que pase, el productor del campo sigue incólume y decidido a seguir con un trabajo digno y determinante en la alimentación de las familias colombinas. Las proyecciones dejan ver una ruralidad creciendo, recuperando terreno y muy pronto siendo la gran protagonista del crecimiento económico y la inclusión social.
El Gerente General de la Federación Colombiana de Productores de Papa, Fedepapa, Germán Augusto Palacio Vélez, le dijo a Diariolaeconomia.com, que el 2021 inició con unas buenas expectativas y con unos precios competitivos para los agricultores, pero lamentó que la buena proyección se desplomara con los cierres viales que empezaron a darse en la última semana de enero y que ajustaron luego con los paros, marchas y protestas, lo cual ha llevado a que los papicultores no puedan sacar el fruto de sus siembras y pierdan adicionalmente por calidad ya que el producto no se puede cosechar, afectando zonas como Cundinamarca y Boyacá en donde hubo plantaciones en los últimos dos meses, pero sin éxito, habida cuenta de la situación que llevó a un alarmante desabastecimiento, no solo de alimentos sino de insumos para el campo, contexto que genera angustia porque no hay fertilizantes, abonos y otras materias primas esenciales para el agro que permitan una recolección normal para el segundo semestre.
La situación que no mejora hace prever que los agricultores de papa tendrán serios inconvenientes en el segundo semestre del año en curso, algo que no estuvo en los planes y que afectará a miles de familias.
“La situación a todas luces no es fácil, todo es muy complejo y en la segunda parte del año el panorama no pinta nada bien porque con el paro y los bloqueos, las cosechas se han ido represando. Hay que tener en cuenta que la primera recogida anual es la del sur del país, es decir Nariño, Cauca y parte del Tolima, y con los paros esa producción se acumuló aumentando el espectro del inconveniente porque vienen otras cosechas y baja en los precios, una situación que tiene muy deprimidos a los labriegos”, declaró el señor Palacio Vélez.
Por tratarse de un cultivo de ciclo corto, la papa no es una siembra que fácilmente se pueda programar sobre catálogos de improvisación. En los seis meses que tarda la siembra, hay previamente toda una preparación de terrenos, personas y sobre el asunto, el país ha contado con buenos tiempos favorables para la agricultura, para la producción de papa, un momento climático que ayuda en los rendimientos. Actualmente y como ha sucedido históricamente, el sector de la papa se ha preparado, mejorando año tras año para que no haya desabastecimiento del alimento en las familias colombianas.
Los productores son conscientes que las siembras y las cosechas deben llegar a tiempo y con toda la calidad a las industrias y a los hogares colombianos que están acostumbrados a un tubérculo fresco, sano y nutritivo.
El comercializador es necesario
Al indagar por los mecanismos que impulsan una mejor y más rentable agricultura, en donde los intermediarios se quedan con la renta campesina, el Gerente General de Fedepapa afirmó que los comercializadores son importantes en la cadena agrícola porque finalmente son los que llevan de manera directa la papa a las tiendas de barrio, a las centrales de abastos y a otros puntos de distribución en todo el país.
Si bien hay inconvenientes con la intermediación, Fedepapa expuso que la solución más inmediata es la especialización, un tema abordado e impulsado con el Fondo Nacional de Fomento a la Papa, una iniciativa que apunta a la creación de asociaciones y cooperativas de productores porque en las grandes centrales de abastos son muy pocos los compradores, en esos centros de distribución hay cuatro o cinco dueños del mercado, como pasa en Bogotá, que quitan y ponen precios. Bajo el esquema de central mayorista, el papicultor está en manos de muy pocos comercializadores cuando hay 100.000 productores de papa.
Insistió que de cristalizarse el sueño y la meta de crear asociaciones y cooperativas que tengan mayor poder de negociación y manejo de las cosechas, los productores van a dejar de lado el problema y la coyuntura que se registra como consecuencia de la baja capacidad de negociación individual, hoy usual en los agricultores y que impera en el sector, afectando márgenes de rentabilidad.
Fedepapa sabe que solo con organización y disciplina, habrá manera de apartarse de la intermediación, logrando mayores ingresos y garantizando sostenibilidad en siembras porque al amparo del cooperativismo y trabajos articulados, los productores ganarán un pulso que han perdido desde hace años por falta de asociación y fuerza en el momento de ponerle valor a las cosechas.
Una oportunidad de corto y mediano plazo, explicó el Gerente de Fedepapa, estaría por el lado de añadir valor y trabajar en agroindustria, un modelo con ejemplos cercanos como la cooperativa Colanta que asocia a muchos productores pequeños, medianos y grandes con lo cual garantiza un precio muy bueno y la compra permanente de productos agropecuarios que contribuyen a mejorar ingreso y calidad de vida de quienes apuestan por el campo.
Destacó la funcionabilidad de las cooperativas de café y otras que hacen parte del sector agrícola y pecuario por medio de las cuales hay mayor capacidad de negociación con los comercializadores.
Por precios, la fertilización está amenazada
En días pasados visitamos unas fincas de trópico alto y los productores comentaron que el gran problema de la agricultura es el elevado precio de los insumos. A tal punto que ya se estaba haciendo urgente retomar la vieja usanza y adelantar una agricultura limpia, ancestral y con cero químicos porque los abonos, los fertilizantes y los herbicidas se llevaban gran parte de la inversión en una siembra.
Sobre el tema el Gerente General de Fedepapa, Germán Augusto Palacio Vélez, manifestó que el asunto es de grueso calibre porque los insumos se están quedando con la rentabilidad de los productores. Anotó que es impresentable que materias primas y elaboraciones para el agro que hace un año estaban en 50.000 pesos hoy estén en 100.000 o 150.000 pesos, sumas de lejos insostenibles que le restan utilidad a los labriegos. La denuncia se ha elevado en varias instancias, pero básicamente en el Ministerio de Agricultura y en el Senado de la República en donde el gremio, en cabeza de su representante legal, evidenció los altos costos para el sector agropecuario. Recalcó que un factor que golpea el precio de los insumos es el dólar ya que cuando este se dispara encarece toda la canasta agrícola, pero cuando baja, curiosamente se queda en la parte alta, dejando de lado la ley obvia de oferta y demanda, así como la de importaciones de menor valor.
“Esto de la fluctuación de la divisa es un dolor de cabeza porque al crecer el valor del dólar, automáticamente sube el precio de la urea y los fertilizantes simples, pero cuando caen las cotizaciones de petróleo o el costo del dólar, los insumos no bajan en la misma proporción. Ese preocupante tema lo abordamos con el Ministerio de Agricultura en los últimos días, pues hay alarma en vista que una vez se superen los paros y bloqueos, toda la carga retenida en puertos llegará al interior del país con un mayor precio, puesto que los fletes van a subir. Nos enteramos que igual, habrá gran demanda de insumos agropecuarios porque las fincas ya están listas para sembrar, luego se prevé un aumento en los precios que castigará el rubro de costos de producción, en detrimento del agricultor”, anotó Palacio Vélez.
Al mirar todo el entorno económico y social, no hay duda de que la salida a los grandes problemas está en el campo, atrás van quedando carbón, petróleo y todo lo extractivo que conllevó a la Enfermedad Holandesa. El salvavidas, sin vacilación, es una ruralidad llena de oportunidades que se hace con empeño y anhelo, partiendo de lo vocacional, de ese ADN y de una vena agraria que ha acompañado al país durante toda su existencia. Hoy como nunca, el campo espera acompañamiento y proyección y no unos auxilios asistencialistas que alejan la mano de obra y le sustraen oportunidades. Esos dineros de la caridad deberían ir a un fondo rural para apalancar costos, acrecentar las áreas sembradas en Colombia y fomentar empleo, paz, equidad y justicia social. El campo, por todo lo que pasa y los recibos que paga, debe tener una operación de bajo costo que premie un trabajo honesto, duro y eficaz, todo en favor del país.
En opinión del Gerente General de Fedepapa, precisamente en plena pandemia, el sector agropecuario fue el que se la jugó por el país, llevando abastecimiento, alimentos y provisiones para una Colombia confinada que encontró respuesta en el trabajo campesino, razón por la cual nunca faltó comida en los hogares colombianos ni suministro como sí está pasando con los paros. Con una pandemia retadora a nivel mundial, aseveró el dirigente gremial, los agricultores honraron su compromiso y pusieron comida en la mesa de todos los nacionales.
En este momento el campo atraviesa por problemas estructurales que necesitan una mirada del Estado porque sigue creciendo la informalidad, hay problemas con mano de obra, no hay una base salarial o un contrato acorde con la realidad económica de la ruralidad que pesan mucho en el ejercicio final de la actividad agropecuaria, persisten los inconvenientes con titulación de tierras, sigue la deuda en infraestructura porque no hay vías secundarias o terciarias, se adolece de bienes públicos y hay un escenario muy complejo para producir y competir con el mercado internacional.
“Esta es una deuda histórica, no se puede hablar del actual Gobierno, se trata de un problema de vieja data que seguirá creciendo y que si no se mete en cintura conllevará a agudos problemas para seguir suministrando los alimentos que el país a diario requiere”, sentenció el directivo.
El dato de legalización de tierras no es ínfimo por cuanto en el sector papa hay 100.000 productores de los cuales el 80 por ciento es de menos de una hectárea en predios de ladera básicamente en Boyacá y Nariño. El directivo señaló que casi toda la producción papera se desarrolla en tierras alquiladas y con falsas tradiciones. Abreviando, hay 100.000 productores del tubérculo y 125.000 hectáreas que producen 2.7 millones de toneladas aproximadamente.
La complicación es que cuando un productor va a pedir un préstamo a un banco, desde luego no hay forma de respaldar el empréstito, motivo por el cual, es tan difícil acceder a las líneas de crédito, que en muchas ocasiones salen en condiciones de tasa muy favorables. Lamentablemente, puntualizó Palacio Vélez, la informalidad y la no titulación de predios, cierran las puertas de flujos de dinero para la producción.
Parte del problema con la no legalización de predios, precisó Palacio, está relacionado con el desconocimiento legal y de pertenencia, igual a algunos temores, pero no puede omitirse que muchos por pereza dejan de registrar los predios. Comentó que hay padres que al fallecer dejan herencias representadas en tierra, propiedades que son repartidas familiarmente, obviando la ventaja de la propiedad en regla, abandonando las obligaciones contractuales y de registro hasta terminar en una falsa tradición porque no hay unos términos reales de los bienes fijos o inmuebles.
“Este es un trabajo intenso que le corresponde a la Agencia Nacional de Tierras y a la misma Agencia de Desarrollo Rural, que tendrán que unirse y sacar adelante un problema que no es exclusivo de la papa sino de todo el sector agropecuario, básicamente en pequeñas extensiones, obviamente hay cultivos que no tienen inconvenientes por las grandes superficies de tierra que exige la actividad agrícola como pasa con palma, arroz y banano, pero en papa el lío es más notorio por tratarse de pequeña fincas o heredades”, afirmó el señor Palacio Vélez.
El libre comercio invita a mejorar, lo hecho, hecho está
Un tema que genera reservas en la agricultura colombiana es el del libre comercio y los TLC que a criterio de muchos quedaron mal negociados porque confirieron la soberanía agrícola, dejando al país muy expuesto en seguridad alimentaria. La tesis de los críticos se reduce a la injusta entrega de sectores productivos que terminarán en bancarrota y comprándole alimentos extranjeros al nuevo socio.
El punto que tiene a muchos horrorizados hizo que el Gerente General de Fedepapa se declarara poco amigo de renegociar unos acuerdos con los tratados de libre comercio porque el asunto por sí mismo implica un completo problema al tratarse de negociaciones bilaterales.
Un caso diferente, apuntó, es el de las importaciones atípicas de papa por parte de algunas empresas que decidieron traer el alimento de Bélgica, Holanda y Alemania, ejercicio de internación que luego de un trabajo técnico, demostró prácticas desleales de comercio, pero el gremio aclaró que bajo ninguna circunstancia está demandando tratados comerciales sino el perjudicial dumping que como todos saben es la práctica comercial que vende productos muy por debajo de su precio normal e inclusive por debajo del costo de producción, todo con el fin de sacar de competencia a las empresas que hacen parte del mercado.
El directivo reconoció que luego de un intenso trabajo probatorio por práctica desleal, el Gobierno procedió a dictar unas medidas antidumping, totalmente complejas de abordar por un estado como el colombiano que finalmente depende de las decisiones que adopte la Comunidad Económica Europea, entidad que agrupa naciones que suelen ser grandes compradoras de café, flores y banano. Finalmente se hizo un trabajo admirable y el sector de la papa está pidiendo una prolongación en los tiempos, eso sí, ajustando también los impuestos.
Palacio Vélez dijo que los tratados de libre comercio con la Unión Europea empezaron con tarifas impositivas cercanas al 20 por ciento, dejando claro que anualmente el arancel baja dos puntos, lo cual sumado por los años que lleva la firma del acuerdo, 26 de junio de 2012, muestra que tan solo queda tres o cuatro por ciento para llegar al arancel cero de las importaciones con origen en ese bloque comercial.
Lo firmado en Bruselas, Bélgica, subrayó el directivo, es una cosa, pero otra muy diferente y lesiva es el dumping ya que como se dijo hace parte de un comercio desleal, lo que amerita subir el arancel a por lo menos al 30 por ciento.
Un aspecto a tener en cuenta es que hay prácticas de comercio que generan suspicacia porque se hacen, para el caso de las importaciones, con un dólar totalmente devaluado. En su disertación, Germán Augusto Palacio Vélez, puntualizó que en 2010 el dólar estaba cercano a los 2.500 pesos y para esa vigencia el país importó 10.000 toneladas, el año anterior con un dólar mucho más fuerte, en promedio 3.500 pesos, entraron a Colombia 50.000 toneladas de papa, todo por el cierre del comercio mundial, dejando una pregunta en el aire, ¿cómo hacen para crecer permanentemente las importaciones con una constante devaluación del peso?
Llama poderosamente la atención que con una divisa disparada que encareció toda operación de compra en el exterior, no le hizo mella a quienes decidieron comprar papa. El gremio ante tal escenario demandó por prácticas desleales ya que encontró que la papa era vendida por debajo de los costos de producción.
Un caso para analizar según Fedepapa es que Inglaterra importa pimienta en una cantidad cercana a las 600.000 toneladas y curiosamente le vende la especia más barata a Colombia que está a miles de kilómetros de distancia que a los propios consumidores del Reino Unido.
Un tema que sí tiene bien claro el gremio de la papa es que Colombia cuenta con tierras, capital humano y calidades en sus diferentes cultivos para abastecer sin problema alguno el mercado interno, siendo también capaz de generar oferta exportable en papa o en cualquier otro tipo de alimento.
Hay que recordar que antes de 2010 Colombia exportaba 30.000 toneladas de papa en fresco a Venezuela, demostrando que hay capacidad de abastecimiento local y exógeno. Fedepapa precisó que no es prudente ni le apuesta a incrementar el área destinada para sembrar el tubérculo, el asunto es rebajar áreas y aumentar la productividad, como quién dice una agricultura más eficiente.
De manera paralela el gremio impulsó el consumo de papa para lo cual acudió a una campaña llamada “Colombia, el país más buena papa del mundo”.
Hoy, reconoció el dirigente gremial, buscar destinos de venta termina siendo complejo porque Ecuador y Perú son productores de papa, y exportar a Venezuela resulta difícil por las condiciones de país. Para Palacio, explorar mercados internacionales es también traumático ya que hay medidas muy exigentes en temas fitosanitarios, pero igual existen sitios en donde el cultivo prospera en medio de volumen y mecanización.
“Nosotros estamos dispuestos a ofrecer la mejor calidad de papa, al precio más competitivo a los hogares y a la industria nacional”, aseveró Palacio Vélez.
Otro reto tiene que ver con valor agregado y el desarrollo de una adecuada agroindustria y no es difícil porque ya hay experiencias afortunadas con una multinacional que les compra el producto a los campesinos y aparte de ello cultivan el alimento en el país para comercializarlo. Igual hay una buena opción de venta con la firma Frozen Express, una empresa muy exitosa que produce papa de grandes atributos.
Hay casos de empresas nacionales y extranjeras, algunas con radio regional, que producen papa para atender la industria doméstica que muestran avance y un alto grado de competitividad. La gente que busca papa de bajo costo lo hace por un ahorro insuficiente porque sin saberlo, castiga a quién se rompe el lomo en los campos para sembrar y cosechar papa buena, de la tierra. Para tener en cuenta, un apunte interesante, el año anterior la población colombiana se inclinó por su agricultura, dejando progresar los fértiles campos porque disparó el consumo de papa cultivada en los predios del país.
Por fortuna hay agro y la papa es un sector dinámico que envía a los mercados de todo el país papas de todas las calidades, al gusto de las familias. El Gerente General de Fedepapa invitó a consumir producto colombiano ya que hay una agricultura vanguardista, bien hecha y atiborrada de condiciones y calidad. Si algo tiene la siembra de papa en Colombia es que brinda opciones y producto para todo tipo de paladar.
La papa en Colombia es el segundo producto en importancia de la cadena alimenticia, después del arroz. Este alimento, es de lejos, la plantación de mayor relieve en clima frío. La producción de papa en Colombia puede superar las 2.6 millones de toneladas, el dinámico sector genera 20 millones de jornales al año y 380.000 empleos entre directos e indirectos.
Fedepapa, un gremio agrícola solícito y presto a los productores, espera que en algún momento los gobiernos más astutos y visionarios le regalen al campo una política agropecuaria que facilite los mecanismos de producción, comercialización y todo un entorno de infraestructura para mirar desde la ruralidad los negocios internacionales.
Queda para el infausto recuerdo el tiempo aquel en el que producir un kilo de papa valía 700 pesos mientras el mercado remuneraba terriblemente ese kilo a 300 pesos, 400 pesos por debajo del costo de producción. De manera increíble los papicultores se rehicieron como el ave Fénix y hoy vuelan alto, detectando desde los cielos de la eficiencia, oportunidades comerciales para seguir vivos y hacendosos en un mercado estrecho, pero abierto para los más innovadores y eficaces en la inmensa labor agraria.
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