Domingo, 28 Noviembre 2021 01:42

Con agricultura habrá soberanía alimentaria y cero hambruna: Fedepanela

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Con agricultura habrá soberanía alimentaria y cero hambruna: Fedepanela Imagen tomada de Waivafoods

Colombia apostó por desconectar el campo y vivir de las importaciones, nadie desde los gobiernos pensó que vendría una pandemia y una crisis logística que pondría a temblar al planeta. SOS en los hogares.

Un grupo de analistas e inquietos economistas decían hace unos años que Colombia estaba pecando gravemente con el manejo de la economía. El país tuvo una bonanza petrolera que jamás se notó, la deuda externa creció y los indicadores se fueron desplomando, ello incluyendo los sociales.

Al mirar el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, la inflación y los indicadores de confianza, son más las ganas de llorar que de maniobrar, igual hubo insistencia en darle soporte a un modelo económico, más, basado en la suerte que en la realidad. Varios hablaron de la Enfermedad Holandesa, las advertencias fueron muchas y el caso estatal totalmente omiso, las consecuencias, un agro desestimulado, unas importaciones excesivas y pocas ganas de retomar la labranza.

No estamos hablando de un inconveniente cualquiera por cuanto los gobiernos y su equivocada obstinación metieron a Colombia en un juego peligroso, en una tabla Ouija temeraria porque se abrieron puertas prohibidas y se le dio rienda suelta a una improvisación que se llevó por delante la economía primaria, la industria y el empleo, un escenario triste, alarmante y desolador, la tesis de qué en efecto las cosas se hicieron mal y que el neoliberalismo se aplicó sin conocimiento, en medio de grandes confusiones y tratando de complacer al tío Sam, antes de propender por soluciones de fondo para una economía que pedía solo dos ítems, inteligencia y sentido común, tristemente esos insumos nunca se vieron.

Las preguntas que surgen hoy son ¿quién responderá por un eventual desabastecimiento ante la carestía en bienes y alimentos importados, consecuencia del elevado precio de los fletes? ¿Vamos a seguir siendo la Colombia del petróleo que no tiene importantes descubrimientos y que vive del recobro o como se dice popularmente, de los cunchos que hay en los agotados campos? ¿Hay tiempo de ganar el terreno perdido y recuperar el agro? ¿Tendremos una ruralidad empresaria y de los productores, totalmente alejada de carteles o intermediarios?

Lo cierto es que el Gobierno de turno, ya en su recta final, no puede ser culpado, se le estalló una bomba en las manos con la pandemia y encontró un modelo económico en banca rota, sin opciones y alejado de la estrategia.
Antes de la pandemia, Colombia estaba cayendo, sus números estaban en rojo y el devenir no era el más deseable, eso sí el grupo de importadores gozaba de buena salud y sus cuentas crecían, el asunto es que con el contexto actual les puede salir lo comido por lo servido, o lo que es peor pueden terminar como muchos de los de ruana, en banca rota.

 

Carlos Fernando Mayorga Morales

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de la Federación Nacional de Productores de Panela, Fedepanela, Carlos Fernando Mayorga Morales, aseguró que Colombia debe recuperar el terreno perdido y volver a la economía agropecuaria sobre pilares de rentabilidad, buenas prácticas agrícolas, inocuidad, responsabilidad y competitividad.

En opinión del dirigente gremial hay temas trascendentales como la pandemia y sus efectos en la economía por menor producción, pero igual la crisis global logística que disparó el valor de los fletes y del producto importado, factor que sigue cabalgando fuertemente hacia una compleja inflación mundial, dejando a los consumidores en serios aprietos.

Hoy la agricultura está sintiendo los rigores de un contexto difícil porque los insumos reportan incrementos exorbitantes que castigan la actividad de muchos productores y empresarios de la Colombia rural. Para el caso de la panela, expuso Mayorga Morales, las exportaciones cayeron en 40 por ciento por asuntos logísticos.

El entorno es complejo, la agricultura está pasando instantes para el olvido ya que los insumos han subido a tasas que sobrepasan el 100 por ciento, un tema que repercute directamente en los costos de producción. Una salvedad que no sobra es que el precio de la panela ha estado relativamente bueno, lo que hace que el impacto sea menor, empero, si el valor llegara a bajar otro sería el escenario porque con fertilizantes y fungicidas caros no habría margen de maniobra, pues la rentabilidad quedaría sepultada.

A la fecha, al agricultor le están pagando 3.000 pesos por las panelas corrientes de bloque, sin embargo, los productores han crecido en valor agregado y pudieron llevar al mercado panela en polvo, líquida y con sabores.

La realidad y todo lo que rodea el comercio mundial, dijo el Gerente General de Fedepanela, demuestra que hoy más que nunca, Colombia debe volver al campo, sembrar sus tierras.

 

“Todo el mundo dijo que el campo le cumplió a Colombia, lo cual fue totalmente cierto, hubo abastecimiento y la seguridad alimentaria se mantuvo, pero cuando uno va y mira el presupuesto que le aprobaron a la cartera agropecuaria, da enojo, angustia y pena, haciendo que uno y muchos se pregunten ¿y cuando le va a cumplir Colombia al campo? El fondo invita a reflexionar y creo que por muchos temas, el Gobierno y la sociedad tienen que darle valor a lo que produce Colombia, sin importar que el precio sea un poco más alto, más allá de oferta y demanda, de los mismos costos de producción, hay que pensar en el agricultor y en quien consume”, aseveró el señor Carlos Fernando Mayorga.

 

El país agrario no puede seguir metido en trochas

 

 

Otro llamado de atención que hizo el Gerente General de Fedepanela fue el de invertir en infraestructura y bienes públicos porque es increíble que en pleno siglo XXI y con un relicario de acuerdos comerciales rubricados, el país siga metido en vías improvisadas repletas de fango y polvo, haciendo casi imposible la venta de productos cosechados en las fincas y veredas.

Igual hace falta poner dinero para la conectividad rural y arrancar con la producción de insumos al interior del país, porque la crisis logística enseñó que quien no tome iniciativas y correctivos terminará sucumbiendo. El ejemplo, dijo, no puede ser más claro, un argumento de mucho peso para pedir que el país le cumpla al campo.

En su mirada por la economía rural, Mayorga Morales anotó que es urgente pensar, como lo vienen haciendo muchos países, en la sustitución de importaciones porque de seguir la dependencia, Colombia estaría exponiéndose a una hambruna, así como a problemas complicados de soberanía y seguridad alimentaria, un tema bastante sensible porque los países que tienen capacidad productiva, frente a una eventualidad, no le darán suministro a nadie en vista que la prioridad será, como es apenas lógica, su misma población.

 

“Tenemos que apartarnos de la dependencia, es hora de que los colombianos se vuelquen a los campos para comprar alimentos de buena calidad a precios remunerativos, dejando el negocio de los intermediarios, porque insisto, en la agricultura debe haber dos ganadores, quien siembra y cosecha, pero también el consumidor”, afirmó el Gerente General de Fedepanela.

 

La agricultura, por efectos de la pandemia, acudió a un curso acelerado de lo que debe hacerse bien, y ello dice, según Mayorga, que el agricultor tiene que apostar por mayor competitividad, invertir en desarrollos tecnológicos, asistencia técnica y producción nacional de insumos, unos retos que demandan investigación, todo para ser más atractivos en un mundo globalizado, con economía de mercado en el cual la oferta, la demanda y los precios resultan fundamentales para el consumidor que no puede asumir las ineficiencias de los sistemas productivos.

Los temas de mejoramiento, aumento de la producción, adopción de tecnología e investigación, requieren de una generosa inversión, todo acompañado de líneas importantes de modelos de comercialización y mercadeo con los productos nacionales.

Un dolor de cabeza adicional es que las casas que venden maquinaria para el campo prevén aumentos en los bienes de capital para 2022 por encima del 20 y el 30 por ciento, un impacto muy grande en términos económicos a todos los productores primarios que terminará afectando industrias y bolsillos en los hogares.

El enorme lío logístico, expuso Mayorga Morales, puede ser una pesadilla antes de lo previsto, porque ya todo subió de precio, pero nadie está descontando que, ante una eventual caída de cotización de los productos básicos, la agricultura será inviable, no habrá como cultivar porque la plata no alcanzará, una alarma económica, pero igual social.

 

Un punto para tener en cuenta es que se avecina una época electoral, en donde se mueve todo tipo de intereses. Lo cierto, apuntó el dirigente, es que Colombia necesita reavivar su agricultura, lo cual es posible única y exclusivamente con inversión, pues la ruralidad no puede seguir aislada, en donde las zonas de economía netamente campesina quedan paralizadas y en punto de banca rota, solo porque durante décadas no se hicieron unas vías que el productor demandaba.

 

“Sacar un producto es complicadísimo, el tema de vías terciarias es demasiado importante, igual la conectividad, la virtualidad y las plataformas, el nuevo derrotero competitivo que trazó la pandemia. Estamos aislados por carencia de caminos vecinales, pero igual desconectados de la red y por fuera de la cuarta revolución industrial, todo un escenario de vergüenza. Los productos nacionales necesitan ser competitivos, viables y oportunos, es urgente llevar facilidades y el mundo actual a las fincas”, comentó el Ingeniero agrícola.

 

Agregó que Colombia aún está a tiempo de salvar su agricultura y todo lo atinente a seguridad alimentaria. Un gobierno que piense en su población, ineludiblemente debe acudir a esa línea, todo con apoyos y recursos, pero sobre la base de óptimos sistemas productivos, nada por fuera de la eficacia que afecte al consumidor.

El sector panela logra mantener sus indicadores, eso sí extrañando la factura exportadora que cayó en 40 por ciento. Hoy, en términos de ingreso a los productores el salto fue monumental y Fedepanela prevé que aumente el área cultivada con caña, esencialmente en la olla del río Suárez, en donde el crecimiento de las siembras podría ser de uno o dos por ciento aproximadamente. Colombia siembra caña en 208.000 hectáreas.

Si bien hay capacidad para más siembras, el gremio dice que debe haber prevención, porque al generarse excedentes sin flujos de mercados dinámicos, el primer impacto es una depresión inmediata en los precios.

En 2020 Colombia exporto 12.300 toneladas de panela, y este año como se anotó, las ventas al mercado cayeron en 40 por ciento, ello debido a las vicisitudes logísticas. Precisamente sobre ese tema, el directivo dijo que hay productos que están llegando a los puertos, solo que a unos precios sumamente elevados como pasa con la urea, el triple 15 y otros insumos de primera necesidad para garantizar buenas cosechas por el aporte en nitrógeno.

Las cuentas, dijo el Gerente General de Fedepanela, son todavía más enredadas si se tiene en cuenta una tasa de cambio en 4.000 pesos, el petróleo caro y una insuficiencia de buques que hace que el trago sea totalmente amargo porque no es posible sacar provecho del comercio exterior.

 

 

Si bien el gremio panelero es optimista y quiere duplicar las exportaciones, es consciente que el panorama es difícil, pero hay fe y un contagio de espíritu navideño que podría traer buenas noticias en materia de recuperación económica con impacto favorable en la producción primaria, especialmente en un sector dulce como la panela.

Es importante que desde el Gobierno se adelanten varias campañas para incentivar el consumo de productos colombianos, igual a los alcaldes y gobernadores para que incluyan el trabajo campesino en todos sus programas de apoyo. Sobra decir, puntualizó, que el país está urgido de inversión, justamente en el sector agropecuario en donde hay gente comprometida, juiciosa y con vocación agrícola.

Quienes madrugan para trabajar la tierra y quienes se acuestan tarde haciendo patria en los campos, tan solo piden una mirada de país para salvar un sector productivo en problemas, lo que resulta inexplicable porque por todos es sabido que donde hay siembras, hay vida. Los agricultores subrayaron que la ayuda debe incluir rentabilidad pues por esa vía habrá empleo, ingreso y mayor movimiento de la economía.

 

“Hoy tenemos problemas con la mano de obra, muchos se fueron de las fincas y abandonaron diferentes cultivos. Esa desidia sacó un número importante de labriegos para llevarlos a otras labores, pero igual ese fenómeno puso otro tanto en la tribuna lamentable de las acciones ilícitas, algo que no podemos tolerar porque el campo es útil y vital en donde sus gentes han sido buenas y trabajadoras toda la vida”, concluyó el Gerente General de Fedepanela.

 

De la ruana a la ruina, los efectos de la globalización y el modelo

Los campesinos colombianos están preocupados y desorientados, cada día que pasa hacen cuentas y ven con sobresalto que la agricultura, con los precios actuales de producción, es totalmente inviable, algunos ya están mirando para dónde coger y en qué pueden invertir lo que les deje la venta de la finca, no hay otra solución, la salida es salir, increíble.

Todo, absolutamente todo en el campo es adverso, los campesinos dijeron que ya olvidaron cómo es un verano. El exceso de lluvias está dañando cosechas y afectando la productividad, adicionalmente las vías terciarias y secundarias son un barrizal que impide la movilidad de los carros, entorpeciendo la extracción de alimentos y fomentando problemas económicos de enormes proporciones.

El agricultor Jorge Espinosa le dijo a Diariolaeconomia.com, que la economía campesina es más que lamentable, pues según los labriegos de la Provincia del Sumapaz y del país entero, sobrevivir en la ruralidad es en el mediano plazo algo imposible, de un lado por el cambio climático que llega súbitamente con sequía o agua a cantaros, y de otro lado unos insumos para las siembras que sobrepasaron los límites de la carestía, poniendo más palos en la rueda a una actividad que está en plena vía de extinción.

 

 

“Adquirir insumos es casi imposible, un bulto de abono vale 190.000 pesos y el más barato, que antes de la pandemia costaba 70.000 pesos, ahora no se consigue por menos de 150.000, otros insumos vitales para el agro superan los 180.000 pesos, haciendo imposible sembrar porque a la hora de vender, los mayoristas no reconocen ese rubro de abonos y fungicidas, es decir, que la agricultura termina siendo una injusta pérdida”, anotó el labriego.

 

Aseguró que, sin necesidad de ser muy preparado o estudiado, es visible que al campesinado lo están llevando a la ruina, pues cada vez son más los agricultores en banca rota y la situación está cerca de un estallido. En este momento es imposible fertilizar papa, bañar tomate o tener al día la totalidad de productos producidos en el campo.

El ejercicio es cada vez más complejo, los campesinos producen a unos valores impensados y el intermediario o comisionista se queda con la mitad del negocio. Hoy más que nunca el campo necesita del Gobierno, de los congresistas y de todos los que en campaña fueron a prometer el oro y el moro y jamás se les volvió a ver.

La angustia no es menor porque los insumos están subiendo semanalmente entre 15.000 y 20.000 pesos tal y como sucede con los fertilizantes, un factor que imposibilita las tareas agrícolas.

El bulto de papa en Cabrera, Cundinamarca, quedó en 80.000 pesos y en la Central de Abastos la pagan a 85.000 pesos, es decir una ganancia de 5.000 pesos que se van en transporte porque la gasolina igual está cara.

 

“Hoy no tenemos margen, la rentabilidad se fue de los campos y no exagero cuando le digo que estamos asustados. El precio del fertilizante impactó el ingreso, nos está dejando sin nada, y así no trabaja absolutamente nadie”, puntualizó Jorge Espinosa.

 

San José de Cabrera y la región de Sumapaz producen en trópico alto, 2.560 metros sobre el nivel del mar, papa granadilla, curuba, tomate de árbol, frijol, arveja y maíz. La producción lechera es importante y el municipio es conocido también por la comercialización de queso.

El frijol que está en plena cosecha tiene la carga en 800.000 pesos, una cifra a la que hay que sustraerle el valor de los insumos tal y como lo tendrán que hacer quienes vayan a sembrar mazorca, que no tienen decidido si corren o no el riesgo.

Algunos están pensando en optimizar las buenas prácticas agrícolas y regresar a los cultivos atávicos, totalmente limpios y orgánicos porque invertir en química es inviable, básicamente para los campesinos que siembran en minifundio, los mismos que si tienen para una cosa, no tienen para la otra.

Se venía hablando de otro paro agrario, pero los campesinos entendieron que la solución no va por ese lado porque una inmovilización tan solo trae anarquía, muerte y más quiebra para el campesinado. Espinosa cree que dadas las circunstancias en dos o tres años, la producción agrícola en Colombia hará parte de la historia, nadie está motivado, no hay condiciones y los costos de producción son exagerados.

El campesino, expresó el productor, está en vía de extinción, porque no hay rentabilidad, y el problema de costos ya se salió de las manos. Afirmó que la triste condición de postración merece el comentario de los mismos actores que entregaron la agricultura como un premio. Alguien, recalcó Espinosa, tendrá que responder por el hambre que puede llegar a pasar Colombia por culpa de las importaciones, hoy encarecidas, y casi imposibles, por el problema logístico y el precio del dólar.

 

 

Como si fuera poco, los bienes de capital, tractores, combinadas y máquinas esenciales para la agricultura, tendrán incrementos que superan el 30 por ciento, totalmente por fuera del alcance de los campesinos.

Es duro decirlo, pero luego de escuchar a los lugareños se puede resumir que los campesinos están sufriendo con las labores agrícolas, el clima los martiriza, los arrincona el precio de los insumos, son maltratados y despojados de su rentabilidad por la intermediación, adolecen de vías, la violencia es una amenaza constante, las importaciones los desplazan y no conocen el término apoyo.

Por lo que sucede y con los costos que están llegando los productos para el campo y los mismos alimentos, ya no hay nada barato, eso se acabó porque la rentabilidad se esfumó y se llevó infortunadamente, las opciones de comer a bajo precio.

El asunto es cada vez más apremiante, para bañar 800 plantas de tomate, un agricultor debe tener en el bolsillo 500.000 pesos solo para insumos, una plata que termina en nada porque nadie está asumiendo los mayores costos de producción. Lo que sale de las fincas debe transitar por unas vías desastrosas y totalmente acabadas, según el labriego, más de lo mismo.

 

“Los campesinos llevamos siglos pidiendo infraestructura, termina siendo insultante que la agricultura no pueda operar ni siquiera con mulas porque muchas veces los animales terminan sacrificados, enterrados y sufriendo. Lo digo con tristeza, pero la meta de los gobiernos pasados se cumplió, el campesino va a desaparecer, se está yendo, no habrá quien venda una papa, pero eso hace parte de la inteligencia de unos doctores que al parecer les robaron lo de la matrícula”, concluyó el agricultor Jorge Espinosa.

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