Domingo, 16 Octubre 2022 00:13

Desabastecimiento de papa se agudizaría en 2023: Dignidad Papera

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Los pequeños agricultores están desestimulados por la pérdida de rentabilidad, costo de los insumos e importaciones.

El campo colombiano está en proceso de reactivación , desde el Gobierno se ha dicho que es urgente retomar la economía primaria y agregarle valor para disparar indicadores de crecimiento, empleo y mejoras sociales, sin embargo hay sectores de la producción que ven con angustia la demora en la implementación de la nueva política que no se puede quedar solo en entrega de tierras sino en el acondicionamiento de las mismas, una gestión que garantice tranquilidad económica, bienes públicos, infraestructura, vivienda y rentabilidad, esa que se esfumó con la apertura económica y el libre comercio, dejando a los labriegos en un mundo de incertidumbre y desazón, pues muchos optaron por vender la finca, cambiar de actividad o dejar las siembras por cuanto en el campo se trabaja a pérdida y con la impotencia de ver intermediarios cada vez más ricos en tanto se pauperiza al que verdaderamente empuja y mete el hombro.

En el país hizo infortunada carrera la cruda política de la inequidad y la compra de cosechas a precios irrisorios, sencillamente porque algunos con sed de plata no terminan de llenarse, el que siembra y sacrifica salud, familia, tiempo y vida, elemental, que se joda.

Hemos charlado infinitas veces con agricultores, son recurrentes las quejas sobre las compras de productos muy por debajo de los costos de producción, actualmente un lujo porque con el encarecimiento fomentado por el rompimiento de la cadena global de suministro posCovid-19 y la guerra entre rusos y ucranianos, el mundo quedó patas arriba y en medio de unos contextos deplorables en lo que tiene que ver con economía campesina que demanda una política sólida de comercialización y el retorno del termino utilidad, guardado y con gruesas capas de polvo en el cuarto de San Alejo sin que eso mueva corazones o sensatez.

La compra de papa en Europa es un hecho bastante llamativo, pues según los registros, las importaciones a febrero de 2022 sumaron 22.5 millones de dólares, un incremento del 22.8 por ciento versus igual periodo de 2021. A Colombia llegan en mayor volumen las papas preparadas congeladas que repuntan hasta ubicarse en el 22.9 por ciento y se sabe que preferentemente llegan de Bélgica y Alemania. El lío para Colombia es que la Federación Colombiana de Productores de Papa, Fedepapa, proyecta una internación de 110.000 toneladas de papa industrializada provenienete de la Unión Europea para el cierre de 2022.

 

 

El presidente nacional de Dignidad Papera, Plinio Hernández Gamba le dijo a Diariolaeconomia.com, que la situación de los cultivadores de papa sigue siendo crítica porque el elevado e imposible valor de los insumos agropecuarios desplazó a muchos labriegos, generalmente pequeños agricultores en una cifra aterradora, un 50 por ciento, es decir, la mitad de los campesinos de base optaron por parar, una realidad que meterá a Colombia en calzas prietas pues habrá por consiguiente menor oferta de alimentos lo que incluye el infaltable tubérculo.

En el momento actual, afirmó el dirigente campesino, el precio de la papa puede ser cara para el consumidor, pero muy barata para el productor.

Hernández Gamba deploró que en las últimas horas la ministra del trabajo Gloria Inés Ramírez Ríos, haya responsabilizado a los productores del campo por el tema inflacionario justo cuando empezarán las negociaciones de salario mínimo, pero omitiendo que los altos valores en insumos y en la economía primaria tienen raíces geopolíticas ya que Rusia y Ucrania están en guerra, no propiamente por Dignidad Papera.

La funcionaria obvió, repisó el directivo, hasta los factores determinantes como crisis global logística, desabastecimiento, encarecimiento, altas tasas de interés y el tipo de cambio, todo por fuera del resorte de los que siembran en Colombia y que trastoca los intereses de quienes siembran por los costos de fertilizantes, fungicidas y otros insumos, pero igual de quienes importan papa y otros alimentos, firmas que hacen inexplicablemente operaciones imposibles con la situación de la economía mundial y los indicadores alcistas.

Antes que manifestar preocupación por el impacto de los alimentos en la canasta familiar lo realmente apremiante es propiciar la estabilización del valor de los insumos, un mecanismo perentorio porque los campesinos siguen trabajando a pérdida, empobreciéndose y matriculados a la brava y con una imaginación macondiana, que supera el realismo mágico, a los paperos en un nuevo club de ricos.

 

 

El tema, dijo Plinio Hernández, es que hay una ruralidad vulnerada durante muchos años y a la que no se debe señalar como directa responsable de los sobresaltos inflacionarios, un ítem muy por fuera del alcance de los productores y que tiene explicación exógena.

Colombia es un país que no se caracteriza por darle la mano a sus agricultores o facilitarles su apreciable labor, y el lío no se queda en la imposibilidad de pagar los insumos agrícolas, los productores no cuentan con infraestructura, distritos de riego, silos, cadena de frío, vías terciarias medianamente decentes, bienes públicos y otras facilidades que si dan los países desarrollados en donde sobran las ayudas y los subsidios, los nuevos socios de una agricultura que ya siente el peso de la bancarrota con la factura que pasó la globalización y el libre comercio.

En temas de inflación no hay que buscar el muerto río arriba

El tema, anotó el vocero, no puede quedarse en señalar al de ruana sino asumir como Estado todas culpas existentes toda vez que desde la Casa de Nariño se cometieron pecados y errores insuperables, uno de ellos entregar en bandeja de plata la economía agropecuaria, hoy amenazada y sin opción de competir con los peces gordos.

 

 

 

“Desde 2020 veníamos advirtiendo que había iniciado un grave desplazamiento del campesinado y eso explica que la demanda nacional de alimentos esté siendo atendida por los empresarios ya que el 80 por ciento de los productores están arrinconados, sin estímulos y cerca de abandonar la agricultura. Estamos hablando de pequeños labriegos que siembran en menos de una hectárea de tierra, de personas que si no les atienden sus problemas seguirán saliendo del campo por efecto de los TLC y atornillados a una pobrísima condición por hacer su actividad. Para colmo de males y por las rubricas irresponsables, en la vigencia de 2022 estaba prevista la llegada de un contingente de 116 toneladas de papa precocida que, al hacer la conversión a papa fresca, prácticamente les quita mercado a unas 300.000 toneladas, más o menos, la oferta del departamento de Nariño”, expuso el presidente de Dignidad Papera.

 

El asunto es bien apremiante porque Nariño produce anualmente 280.000 toneladas lo que dice que, de seguir la tendencia en las importaciones, de entrada, se llevan la economía campesina de un departamento que alimentó por generaciones a los colombianos y hoy se les agradece mandándolos a la quiebra y sin opciones de diversificar porque de Estados Unidos llegará de todo.

Instó al Gobierno de Gustavo Petro para que vuelva su mirada al campo y retome la ruralidad productiva con grandes esfuerzos porque un arancel del nueve por ciento aplicado al tubérculo no impacta en nada ni es ayuda porque los costos de producción nacional son inmensos lo que significa que Colombia seguirá recibiendo papa de otros países.
Algo para el lamento porque se está cambiando la mano de obra nacional por la extranjera.

Algo increíble es que se importa el tubérculo de Europa, en mayores cantidades de Bélgica con un asunto que llama la atención, no están pidiendo medidas antidumping y por eso estimó que ya es hora de solicitarle al ejecutivo cumplir con su propuesta de campaña en el sentido de renegociar unos TLC terriblemente adversos para la agricultura local y que dejaron en veremos la soberanía y la seguridad alimentaria, un factor preocupante porque no sería viable pensar en tranquilidad estando manos de terceros y con vientos de guerra mundial encima.

 

Catastro multipropósito, otra pata que le sale al gato

 

 

Hoy, recalcó el presidente de Dignidad Papera, el agricultor está en vía de extinción, algo que de alguna manera se exacerba con el famoso catastro multipropósito en donde la ministra de Agricultura pone al campesinado en el mismo nivel de la población urbana, algo reprochable si se tiene en cuenta que los agricultores no tienen la totalidad de servicios públicos básicos, adolecen de todo y si se les quiere obligar a pagar impuestos onerosos, precisamente en época de vacas flacas, una razón de peso para seguir entregándole fincas y tierra a los condominios que prosperan en Colombia.

El Gobierno, apuntó el dirigente, tendrá que meterle la mano al escenario rural, mejorar la productividad y devolver la rentabilidad para que pueda cobrar tasas impositivas altas, actualmente, dogmatizó, no es viable sacar recursos de la ruina para cumplir con una cuota impositiva, eso es imposible aun cuando la voluntad es toda.

 

“No estamos dispuestos a pagar un catastro multipropósito en donde se les cobra más a unos campesinos empobrecidos y a quienes se les dice que es una manera de incentivar la producción como si al labriego no entendiera su dura realidad ya que ningún gobierno les ha garantizado que el campo sea rentable en estos momentos”, declaró el señor Hernández Gamba.

 

El experto manifestó que al campo hay que meterlo por la ruta de la rentabilidad, reorganizando el sector agrario porque hay un abandono sistemático que persiste. Lo cierto, sentenció es que con paliativos la economía rural no despega y si no hay cuidados o contingencias, fácilmente se va a la quiebra pues está agonizando y saliendo por la puerta trasera como pasó injustamente con los cultivadores de trigo y cebada.

 

En 2023, habrá poca papa

 

 

Subrayó que es muy grave lo que pasa con los pequeños agricultores de Colombia. El directivo vaticinó que muy seguramente vendrá una aguda escasez de papa y se verán precios altos, no porque el productor quiera o se esté tapando en plata, sino porque no pudo sembrar, algo para tener en cuenta por que el 80 por ciento del mercado nacional es abastecido por los pequeños labriegos.

Sin duda se verá una alarmante escasez, de mayor tamaño, un tema que tendrá mayor visibilidad en el próximo semestre lo cual demuestra que los altos precios de los insumos condenaron a la agricultura porque compite con plena desventaja en un mundo en donde todos los grandes agricultores tienen respaldos, los suficientes para arrasar a los de tamaño chico.

Enfatizó que los problemas son grandes y sin luz al final del túnel porque los productores colombianos no pueden compararse con lo de la Unión Europea, bloque les garantiza plena rentabilidad ya que les paga por sembrar y cosechar alimentos a sus agricultores mientras que en Colombia todos se recargan en el granjero, haciendo de ser campesino una gran tristeza porque después de trabajar muy duro, se vive del azar y hasta de la supuesta caridad de quienes manejan a su antojo los mercados, una muestra fehaciente de la fragilidad que tiene el sistema de comercialización, tan endeble que cultivar en Colombia es un riesgo y por ello muchos se están yendo para refugiarse en la vaca que también tendrá problemas por las importaciones de leche vía TLC.

Hablando de salario mínimo, el presidente de Dignidad Papera planteó la posibilidad de que un agricultor cuente con ingreso básico porque muchos trabajan y trabajan y no se ganan 10.000 pesos diarios, no logran llevar pan a sus mesas o garantizar una buena nutrición a sus familias.

El campo, aseveró Plinio Hernández, no puede caer en esa tónica de perjudicar a una población para favorecer a otra, sino que debe propiciar un beneficio mutuo para que el campo surja, sea rentable y totalmente posible, ello invita a proponer una caída en el precio de los abonos de 100.000 o 150.000 pesos por bulto para que sea accesible a los productores y de esa manera apostar por productos frescos y de bajo costo para los hogares.

La incertidumbre es total porque en un tiempo relativamente corto los insumos para el campo y específicamente para la papa, por ejemplo, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y otros, subieron a razón del 200 por ciento, una tarifa que no la aguanta nadie y menos los pequeños productores que viven endeudados y ganando migajas por día.

En este momento, informó Plinio Hernández Gamba, nadie ha reclamado porque en la ruralidad están puestas todas las esperanzas en el nuevo Gobierno. Desde su punto de vista hay temas que no se han direccionado bien porque se habla de entregar tierra a los campesinos, una medida estéril, a criterio del agricultor, porque mientras no se garantice una rentabilidad, nadie irá a morirse de hambre a los baldíos.

La reorganización del campo, indicó, no necesita tanto dinero, tan solo voluntad y unas políticas decididas que cubran las necesidades del campesino para que produzca alimentos en condiciones dignas y con el factor rentabilidad por delante.

 

 

Un problema es la amplitud existente en la cadena de comercialización porque al final del ejercicio los intermediarios ganan mucho mientras que al agricultor se le paga muy poco, el común denominador de las últimas tres o cuatro décadas. Precisó que un dato sugestivo es que en los supermercados no baja el precio de la papa luego habría que revisar y determinar quien se está quedando con la ganancia de los campesinos, una iniciativa que debe partir del ejecutivo para que se convenza que la inflación tiene otros orígenes.

Cultivar es para ricos, pero en Colombia ese oficio lo hace gente pobre o con muchas limitaciones económicas ya que hace unos meses una hectárea de papa se cultivaba con 17 millones de pesos, hoy no se baja de 38 millones de pesos, un valor abismal que se apropia de la utilidad del labriego, algo que la opinión pública no ve o se lo cuentan mal.

Los paperos recogen su cosecha y quedan en ceros, a duras penas pagan los costos y no tienen derecho a recibir una justa remuneración por su trabajo, con todo y que hay precios altos en el mercado. Expresó que las alertas están encendidas porque en 2023 habrá dificultades, un escenario que podría terminar con mayores importaciones de papa, la estocada de un a agricultura maltratada.

 

“Si no hay gestión por parte del Gobierno en este momento de cambios, la seguridad alimentaria de Colombia estará en serios problemas y si hay algo grave es no tener alimentos y depender de otros. La papa es un producto barato, pero el Gobierno debe hacer esfuerzos, no de 5.000 pesos, mínimo de 150.000 pesos para hacer atractivas las siembras que se recogerán con buenos precios al consumidor. Ya desplazaron trigo y cebada y ahora la papa está en la mira, algo delicado porque con otra pandemia o una guerra mundial la población está condenada a morirse de física hambre. Hay naciones inteligentes que volvieron al campo, están recolectando y guardando, no están exportando nada porque a nivel mundial, como se dice en la tierrita, el palo no está para cucharas”, puntualizó el presidente de Dignidad Papera.

 

 

 

En Boyacá varios productores se fueron de la papa, muchos no quieren saber de siembras, pero lo apremiante es que, con la baja rentabilidad en los productos, la agricultura es un sector seriamente amenazado que puede quedar frenado en seco si se sigue con la convicción que las pérdidas es lo único fijo que tiene el agricultor, una prueba más de que no hay seguridad alimentaria.

Finalmente, Plinio Hernández Gamba, invitó al Gobierno para repensar un campo en serio y sobre pilares de honestidad y factibilidad, una tarea que pasa por la producción de agroinsumos para no depender de nadie pues invertir en el campo es sinónimo de paz en vista que la tranquilidad no se firma en un papel, se entrega y avala con veredas y predios produciendo, con garantías y obras públicas, un sector que crezca para generar riqueza, empleo y tranquilidad en la dieta, pero concibió como poco sano, tener la ruralidad como la cenicienta de la economía a la que se la un bajo presupuesto.

Hernández hizo sus cuentas y expuso que para que el campo colombiano pase por una dura reestructuración y sea rentable necesita como mínimo 10 billones de pesos pues la verdad es que hay que sacarlo de un profundo y oscuro foso, a donde lo llevó la apertura económica, de tan grave magnitud el daño que las siembras están de salida.

 

 

La cosecha, proyectada en 2.5 millones de toneladas para la vigencia de 2022, no será posible según el presidente de Dignidad Papera porque hay una caída fuerte en siembras, muchos agricultores decidieron irse del sector, un hecho que se reflejará en baja productividad.

 

“Pienso que habrá escasez importante de papa en el primer semestre de 2023, se darán cuenta porque inclusive llegamos a un punto en que no se consigue ni siquiera semilla, los agricultores se marcharon, dijeron adiós y eso redundará en un desabastecimiento tremendo del alimento. Tal y como van las cosas habrá hambre en las ciudades, en los campos y lo cierto es que el menos responsable es el productor porque las cuentas no le dan para seguir en un mal negocio, de algo tiene que vivir. Colombia debe ir por el camino del globo, los países están sembrando para potenciar su seguridad alimentaria, las importaciones acaban ruralidad y llevan a las duras crisis económicas y sociales, esperamos que se hayan acabado, por lo menos para la economía agropecuaria, los gobiernos de paso”, concluyó el presidente nacional de Dignidad Papera, Plinio Hernández Gamba.

 

Los productores recalcaron que los altos precios de los alimentos en el mundo son la consecuencia, no de una guerra sino de la cascada de sanciones que terminaron postrando al mundo y no a Rusia. Hubo un craso error de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y de las potencias que el organismo representa ya que el 45 por ciento de los insumos agropecuarios, para el capítulo Colombia, vienen de esa región, pero también para otras economías que dependen del agro, un inconveniente que vio el mundo, pero que no supo leer.

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