Domingo, 26 Febrero 2023 07:50

Inversión agropecuaria saldría de Colombia: Rafael Mejía López

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Inversión agropecuaria saldría de Colombia: Rafael Mejía López Imagen-de-David-Mark-en-Pixabay

Algunos dicen que hay mucho discurso para el campo y poca acción, quienes saben de ruralidad no ven un horizonte claro y confiable. Colombia, de la empresa agropecuaria al pancoger.

No mienten quienes dicen que en el campo hay paz espiritual, pero no económica, el asunto es tan delicado que sigue creciendo la venta de novillas, activos y hasta de la tierra porque las condiciones no dan para obtener una justa y consecuente rentabilidad, el fruto de invertir, trabajar y emplear.

Cuando no pocos pensaron que vendría el momento de la empresa agraria, los primeros anuncios del Gobierno desestimularon a muchos porque sigue la deuda con bienes públicos, las vías terciarias no se ven y los productores siguen luchando contra viento y marea, cierto es que hay factores que juegan en contra del campo, clima, transporte e insumos, pero paralelo a ello una falta de política clara, ambiciosa y prospectiva que haga de las siembras y la cría de ganado un verdadero agronegocio. Como diría mi tío, nanay cucas.

Las cosas no se están haciendo al derecho, por ejemplo, hay preocupación porque no existe trazabilidad para exportar o por lo menos no se ve el trabajo en ese frente, se adolece de análisis de suelos y como si fuera poco no se cuenta con un seguimiento a los fertilizantes para determinar cantidades, reservas y alternativas.

En síntesis, los flujos de caja llegan por devaluación o por hacer tremendos sacrificios, los hacendados están saliendo de los predios, algunos no quieren saber de ganadería y lo único real y verdadero es lo que dicen los empresarios del campo, la seguridad alimentaria está en juego y todo parece indicar que habrá caída en la oferta de comida. Los líos no son pocos ya que existen serias dudas por la exportación de ganado en pie en el mediano y largo plazo por las tasas de natalidad y reposición del hato, pero más allá de todo hay una flor que se marchita aceleradamente, la rentabilidad, a la que día a día se le vienen cayendo pálidas hojas.

 

 

El expresidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, Rafael Mejía López, un hombre con toda la autoridad y el conocimiento sobre la ruralidad, le dijo a Diariolaeconomia.com, que en medio de la inseguridad y vacilación algunos empresarios del campo están buscando opciones en otros países tratando de invertir con mayor tranquilidad en otras latitudes.

Recordó cuando los bananeros colombianos salieron hacia Costa Rica y Centroamérica en momentos en el que el sector colapsó y tuvo que rehacerse y reinventarse para retomar actividades. Agregó que otro cultivo con triste pasado por la forma como se liquidó fue el algodonero, unas siembras que decoraban el Tolima Norte y tenían a Armero, la Ciudad Blanca, como emblema, una actividad que infortunadamente se acabó en todo el país ya que la Costa Norte y en especial el departamento del Cesar era muy fuerte en este sembradío.

Mejía pasó por todo el plante de reformas agrarias en donde la aspiración de los beneficiaros era poder vender su tierra para irse a la ciudad. Señaló que observando lo procesos en detalle fueron muy pocos los que conservaron su tierra.

En su análisis el conocedor vio una perspectiva bastante preocupante en cuanto a la producción de alimentos y aún más alarmante frente a la expansión de la actividad agrícola.

Es un hecho, reveló, que, en las condiciones actuales, partirá mucho capital rural para otros países, una realidad con experiencia personal ya que el exdirigente gremial y empresario decidió desmontar todas sus inversiones hechas en el sector agropecuario.

 

 

Dijo que el país enlazó y ensambló una serie de cambios con una filosofía que no apunta a mejorar a la gran población y darle qué tener sino remunerarla o entregarle dinero para sumarla como apoyo, mas no como parte de un país productivo, algo que genera preocupación a mediano y largo plazo. Subrayó que los gobiernos deben entender que lo mejor no es regalar el pescado sino enseñar a pescar, sin dejar de lado los cuidados que se deben de tener con los elementos que facilitan la labor.

 

“Dejamos el campo a la deriva, mi teoría se ha afianzado. Hoy el pobre ministro de Agricultura debe pensar con angustia qué tierras debe comprar para repartir para que digan que hizo una buena reforma agraria, pero vuelven las inquietudes porque no se hizo nada en vías terciarias, infraestructura y bienes públicos en general, no veo los distritos de riego y sus planes, tampoco observo puertos, aeropuertos o transporte no solo terrestre por carretera sino fluvial y ferroviario, nadie puede asegurar que exporta con comodidad y bajo el concepto pleno de competitividad”, recalcó Mejía López.

 

Cuando arrancó el Gobierno del presidente Petro, resaltó el experto, el país importaba cerca del 34 y el 35 por ciento de los alimentos económicos ya fueran directos e indirectos, yo me refiero a directos, por ejemplo, trigo, harina de trigo, con sus derivados pan y pastas, a la fecha hay problemas con los costos que surgen por la devaluación del peso.

 

 

En su charla, Mejía precisó que en las importaciones de alimentos pesan fuertemente los fertilizantes que en condiciones normales llegaban de Ucrania, Rusia y Bielorrusia y otras latitudes, de todas maneras, los rusos despachaban el 29 por ciento, Venezuela el 20 aproximadamente, Trinidad y Tobago el 14, Ucrania el 13, es decir de unos sitios complejos sin que se haya hecho mayor cosa al respecto. En el caso de los abonos orgánicos, aseveró, que el tema no es fácil y bastante complicado en el trópico.

El tema es elemental, acentuó el cultivador, hay que apostar por una agricultura productiva, empresarial y muy organizada ya que al paso en que va Colombia se está dando papaya en el caso que asome una hambruna. Es perentorio examinar los cultivos de ciclo corto, abastecer los mercados y seguir adelante con el desarrollo rural para darle sostenibilidad a las empresas rurales, salvar empleos y mostrar que cuando se quiere se puede.

La agricultura no la tiene fácil, por un lado, el clima haciendo de las suyas con fenómenos de niña y niño, es decir exceso de agua y sequía, ajustes al alza en el precio de la energía que tiene valores prohibitivos.

Ahora mismo, expresó Mejía López, el país debería conocer el inventario de siembras proyectadas para febrero y marzo con el fin de saber qué cosechas podrán recogerse en el segundo semestre, establecer el faltante y que porcentaje de pérdida va a haber, lo lamentable, aseguró, es que Colombia y sus autoridades agropecuarias no tienen esa información.

Repitió que el sector agrícola y pecuario demanda planeación y manifestó sus dudas por el ejercicio de volver a la economía agrícola básica igual por los estimativos y cálculos que permitan establecer qué necesita el país para definir importaciones y abastecer a la población colombiana y así saber desde la tribuna del comercio exterior qué se exportará en seis meses, ocho meses o un año, saber precios y escenarios de siembra y valores esperados en toneladas, no en dólares porque con la devaluación seguramente dirán los responsables de la política agrícola que aumentaron las exportaciones.

 

 

El contexto de la agricultura, verificó Mejía López, es alarmante porque no hay acciones que promuevan la productividad y si por el contrario reina una incertidumbre para quienes hacen inversiones agropecuarias, como nunca antes se sienten pecadores por el hecho de tener tierra o arrendar cualesquiera hectáreas para fomentar algunos cultivos.

Tal y como lo había advertido, el asunto no es fácil para el campo puesto que trepó el dólar complicando no solamente la importación de alimentos sino de todos los implementos para producir desde fertilizantes, detergentes, pezoneras, equipos y maquinaria agrícola en general. Recordó que hay un sector muy grande que vive de la agricultura, no de lo que produce sino de que esté funcionando.

Expuso que la inflación de alimentos está supremamente marcada por el 33 por ciento que se importaba y según el experto el indicador cada día será mayor porque las materias primarias básicas siguen costosas y no hay rentabilidad para obtenerlas, es decir, las personas que quieran producir empresarialmente no tienen seguridad jurídica ni de su tierra ni de su trabajo.

Otro aspecto que impacta la agricultura es que los hábitos de consumo están cambiando muy rápidamente en Colombia por lo que la gente se está adaptando por regiones a producir y absorber localmente lo que pueda.

En opinión de Mejía López, el clima ha cambiado y lamentablemente nunca se hicieron los canales de riego, las represas, los reservorios todo lo que tiene que ver con guardar el agua en invierno para poder disponer de ella en verano y en momentos de intensas lluvias saberla manejar.

 

“Lógicamente, todo eso va a pesar en la inflación de alimentos, que se vaya olvidando el más optimista que esta variación cederá con facilidad. La pregunta o inquietud es si hay incentivos para producir, pues si una persona es capitalista, con toda seguridad no invertirá en el campo colombiano y todo lo que está alrededor de la ruralidad, es decir, vías terciarias, secundarias, primarias, las disposiciones del ministerio del Medio Ambiente, riego, licencias, manejos de agua y otras labores tampoco se están haciendo. La salud en el campo es un desastre, la educación campesina sigue deteriorada y no forma a la gente para que se quede en las fincas, preocupa el relevo generacional en vista que la mano de obra campesina se está acabando rápidamente con el agravante que no se buscan reemplazos o tecnificación”, declaró el señor Mejía López.

 

 

La situación es más que compleja y para el analista la perspectiva del Gobierno de la despensa mundial es pensar en una forma totalmente ridícula, sin tener los medios para producir.

Al abordar el tema del presupuesto y para que lo quiere el ejecutivo, Mejía López manifestó que equivocadamente se quiere para repartir una tierra con visos de irregularidad por cuanto a quien la tenga hay que quitársela, al que no se le pueda sustraer el activo, sencillamente le suben los impuestos para que no pueda producir y ese que se niegue a vender, será forzado a transferir su propiedad.

Por toda esa situación, afirmó el economista agrícola y zootecnista, la gente está totalmente desmotivada y quien sigue en el campo está produciendo para sostenerse y medio sobrevivir, pero no para invertir, crecer y consolidar.

Las equivocaciones del ejecutivo, puede decirse tras escuchar a muchos productores, son para el análisis y la reflexión, puesto que se está acabando el empresariado rural para reemplazarlo por actividades básicas de pancoger.
Para el experto el símil es acertado por cuanto se están fraccionando las propiedades de producción, comerciales y agroindustriales. El tema de manera elemental, dijo, es acabar con la empresarización del campo.

El ánimo es poco, la población rural está dubitativa y el asunto no tiene porque ser así si se tierne en cuenta que la jefe de la cartera agropecuaria ya fue Ministra de Agricultura, estuvo en la quiebra del Seguro Social y perteneció a la Junta Directiva de la Misión Rural, dirigida por el ministro de Hacienda actual José Antonio Ocampo.

 

 

A propósito de esa iniciativa para descubrir los males del campo, explicó Mejía López, se detectaron falencias, pudo determinarse lo que había que hacer para sacar la empresa agraria adelante, pero a criterio suyo, todo ese esfuerzo se perdió, luego hay en el Gobierno de turno dos personas que conocían el problema agrícola y pecuario de Colombia, algo que no se implementó porque no existió la intensión de invertir por parte del presidente Juan Manuel Santos cuando se dieron los resultados de la promocionada Misión, lo que explica, enfatizó, porque el país está como está.

Un punto a tener en cuenta afirmó Mejía Vélez, es el índice de precios al productor real que responde a los mayores precios al consumidor, pero quien obtiene no está ganando más, quien produce leche está en un escenario peor, al igual que el de carne, ahora cultivos como arroz y maíz empresarial cada vez están disminuyendo en su tamaño y en sus áreas.

Nadie niega que hay de por medio una situación geopolítica por todo lo que pasa entre Rusia y Ucrania, ya se habla de los problemas que en materia productiva y comercial experimenta China, pero algo innegable es que Colombia no está haciendo la tarea, que hacen falta políticas consistentes para apoyar la productividad y que muchos empresarios tienen la cabeza en otras actividades o lugares.

 

“El país rural se acabó, todo está decaído y no hay un solo joven que quiera entrar a la ruralidad, nadie quiere volver de la ciudad al campo y los que quedan en las zonas productivas campesinas quieren salirse. Evidentemente, si uno mira todo lo que tiene que ver con importaciones puede constatar que el país pensó en todo menos en su producción agrícola, estuvo a la deriva, sin dolientes y con la apuesta exclusiva del sector privado que no lo dejó claudicar”, aseveró Mejía López.

 

Recordó que en su momento el presidente de Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, ANDI, Luis Carlos Villegas y el contertulio, Rafael Mejía como presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, se opusieron a la venta de Monómeros Colombo-venezolanos en tiempos del presidente Álvaro Uribe, con dicha entrega, lamentó el experto, se comenzó a desbaratar el campo.

 

 

Expuso que uno de los grandes problemas cuando el país quiera volver al campo es que no habrá empresarios a quienes se les pueda entregar esas hectáreas para que de nuevo las vuelvan productivas y las impulsen hacia adelante.

El expresidente de la SAC afirmó que el tema de los fertilizantes es esencial y subrayó que en Colombia el mercado está en manos de Monómeros, Abocol, Ecofertil, Yara, Nutrición de Plantas, Colinagro y otras firmas de menor tamaño.

Sobre el crédito, Mejía aclaró que no siempre es la solución toda vez que es un instrumento siempre y cuando sea rentable en el campo de lo contrario, dijo, es agrandar el hueco, dicho de otra forma, si no hay certeza de pleno beneficio con dineros prestados vía banca o fomento, el problema económico del agricultor crecerá a niveles descomunales y eso, repitió, es lo que está pasando.

Los agricultores siguen a la espera de una política agraria empresarial, totalmente ambiciosa que permita conjurar el fantasma de la seguridad alimentaria y el eventual desabastecimiento, pero también una actividad agropecuaria de gran calado, evolucionada, innovada, rejuvenecida, llena de tecnología, altamente productiva y competitiva porque las exportaciones con seguridad le darán un plus a Colombia porque involucra aspectos significativos como riqueza, empleo, alimento, sosiego y calidad de vida.

La mano de obra es necesaria, las fincas y haciendas necesitan personal para trabajar, pero como todo se volvió asistencialismo y obsequio de dinero para lo cual se ven filas excesivas de personas, no hay gente dispuesta para las labores en la ruralidad, la plata la regalan, o mejor pagan por no hacer absolutamente nada, que lóbrego y pobre escenario, algo que está muy lejano del discurso presidencial, pues a nadie se le olvida una frase esperanzadora, en Colombia el futuro y el vivir sabroso serán posibles, pero trabajando.

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