Sábado, 10 Junio 2023 09:30

Biocombustibles modernos: Garantías o salida de empresas que buscan invertir

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A criterio de la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, en 2005, con los biocarburantes, empezó a darse la transición energética.

En Colombia ha habido gente brillante y llena de conocimiento que le ha servido incondicionalmente al país, no todo se queda en corrupción o escándalos, no, hay personajes pulcros y dueños de una asepsia moral que les abre puertas y los hace brillar con luz propia puesto que atesoraron experiencia, probidad y credibilidad. Uno de ellos es Jorge Bendeck Olivella, un guajiro nacido en Villanueva en donde creció entre libros, consejos y el inmarcesible tono de los acordeones, que con su tonada semejaban una serena recurrente a la solemnidad de la Serranía del Perijá, un sitio en donde un ser con ambiciones y deseos de formación y estructura vislumbró un espectacular camino.

Con el tiempo Bendeck Olivella se hizo ingeniero de petróleos y geólogo, carrera que certificó con todo orgullo la Universidad Nacional de Colombia en su sede de Medellín. Su posgrado lo hizo en palinología, ni más ni menos que en las aulas de la Universidad de Viena, en donde juicioso, exploró y aprendió de los gránulos de polen en plantas generadoras de semillas, actuales y fósiles.

Este hombre aferrado al conocimiento, a los retos y las responsabilidades trabajó por más de tres décadas en la industria petrolera. Como un reconocimiento a sus enormes capacidades, el entonces presidente de la República, Cesar Gaviria Trujillo lo nombró ministro de Obras y Transporte. Ya en el mandato del presidente Ernesto Samper, Bendeck Olivella fue a Alemania como embajador.

La dinámica ha sido su constante y por eso entregó su conocimiento en algunas universidades, siguió con la investigación y su prestigio lo llevó a escribir, dictar conferencias y a generar opinión con cada uno de sus artículos.

 

 

En sus cuitas está su trabajo en la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol, en donde se destacó en 1964 como un egregio geólogo, su trayectoria lo llevó a la vicepresidencia de exploración y producción de la entonces estatal petrolera, con tan buenos resultados que repitió el cargo. No se puede pasar por alto que Bendeck Olivella constituyó en 1985 el Instituto Colombiano del petróleo del que fue su primer director.

En el medio de la palma de aceite goza de gran respeto y se le conoce como el promotor de los biocombustibles, motivo por el cual, acompañado de importantes empresarios, pone la primera piedra y erige la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia en 2005.

En sus cargos no estuvo de paso y por el contrario dejó huella, al desempeñarse como Ministro logró la aprobación de la Ley 80 o de contratación administrativa y la ley 104 que diseñó la hoja de ruta de la construcción y desarrollo vial en Colombia, ese que tenía que hacer uso de túneles para no deteriorar cerros y el mismo paisaje.

Con ocasión del 51 Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite 2023 llevado a cabo en Barranquilla, el exministro de Estado y actual miembro de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, Jorge Bendeck Olivella fue homenajeado y condecorado por sus aportes a la agroindustria de la palma y a unas siembras que lideran el crecimiento del agro colombiano.

 

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el exministro de Estado Jorge Bendeck Olivella, aseguró que al país no se le puede olvidar que el tres de octubre de 2005 empezó la transición energética en Colombia cuando se definió en esquema de precio para el biodiesel, una señal vital para darle vía libre y catapultar la industria en el país.

Según el exministro, el sector de los biocarburantes, está contribuyendo de manera creciente con el reemplazo de más de 22.000 barriles diarios de combustible, puntualmente de gasolina y diésel, una cifra contundente ya que genera una economía en emisiones del orden de tres millones de toneladas de gases de efecto invernadero que no han sido enviadas a la atmósfera, gracias a la producción de los biocombustibles.

 

“Este es un aporte extraordinario a las metas que se tienen de que en el año 2030 haya una reducción de dichos gases del orden del 50 por ciento en Colombia”, declaró el señor Bendeck Olivella.

 

De cara a promover una mesa en la que estén Gobierno y empresarios para tratar sobre las reglas de juego y la certidumbre que demanda el sector, Bendeck Olivella manifestó que sin duda alguna, el de los biocombustibles es un segmento industrial que en su propósito de la transición energética y del logro de las metas ambientales del país, requiere del liderazgo, sin duda, del Gobierno Nacional porque gremios o asociaciones como Fedebiocombustibles, Fedepalma y otras muy importantes, siguen acompañando con el mayor compromiso el propósito del ejecutivo que debe mantener esa autoridad o jefatura porque entre otras cosas, la de los biocombustibles es una política de Estado, soportada en leyes aprobadas en el Congreso de la República y reglamentadas por el alto Gobierno.

Apuntó que el país cuenta con todas las regulaciones necesarias y aclaró que para los combustibles modernos y renovables como los que se contemplan para la aviación, el transporte marítimo y el terrestre de biocombustibles avanzados, se harán perentorias unas políticas nuevas que garanticen las gigantescas inversiones que deben hacerse para incursionar en un mercado relativamente nuevo.

 

 

Como referente para medir la importancia de la estabilidad normativa, el experto en biocarburantes, anotó que una planta de biodiesel como las que operan en Colombia con capacidad de 100 millones de litros por año, vale entre 80 y 100 millones dólares, sin hablar de los cultivos de palma que cuestan mucho más, sino únicamente la fábrica o refinería que para producir los mismos 100 millones de litros de biocombustible avanzado para aviación está tasada en 800 millones de dólares lo que implica que si no hay una normatividad clara que le asegure al inversionista la recuperaciones de tan monumentales capitales, no habrá en el territorio una industria tan fundamental para que puedan abastecerse con biocombustibles y en medio de la mayor tranquilidad, las aeronaves que operen o lleguen a Colombia.

Manifestó que, si no hay condiciones para los inversionistas, muy seguramente ese hub o centro importante de operaciones que hay en Bogotá se va a trasladar a donde haya biocombustibles avanzados que llenen los requisitos tanto de Europa como de Estados Unidos, requisitos no técnicos sino eminentemente sociales y ambientales porque suponen que la palmicultura colombiana es deforestadora.

 

“Yo creo que no existe en el mundo un cultivo menos deforestador que el de la palma colombiana, tenemos menos del punto tres por ciento de deforestación de acuerdo con lo que dice el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, IDEAM, no la federación, y esto es como si una persona tuviera que podar los jardines de su casa, ese es más o menos el equivalente que se tiene con eso llamado deforestación local. Nosotros no utilizamos la palma para destruir, sino que hacemos trabajos como los de Mapiripán, Meta, en donde existen áreas de pastura degradadas como lo describe la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, es decir en donde ha habido ganado durante cien años lo cual conlleva a recuperar el suelo y hacerlo útil”, puntualizó Jorge Bendeck Olivella.

 

El docto explicó que, para sembrar en las rojas tierras de Mapiripán, llenas de aluminio en dónde no prospera sino la yerba, hay que hacer un hueco de uno por uno, llenarlo de materias primas fértiles con todos los abonos y sembrar la palma. En opinión del experimentado en biocombustibles, eso debe hacer Colombia y muchas regiones para que “la palma bendita” pueda llegar a hacer su milagro en esas provincias abandonadas por el Estado, de tal manera que sí, replicó Bendeck Olivella, hay que tener una comisión especial liderada por el Gobierno, compenetrada con la misión de hacer de Colombia un productor de altísimo nivel de biocombustibles avanzados, mercado para la producción sostenible como lo tiene la palmicultura colombiana y poder así que este cultivo pase de las casi 600.000 hectáreas a un millón de hectáreas como mínimo, eso en pasturas degradadas, sin tumbar un solo árbol.

 

 

Para eso, manifestó, se necesita no solo del liderazgo sino del entusiasmo permanente del Gobierno para que los mercados europeos y norteamericanos permanezcan abiertos pues como lo dijo en su momento una de las parlamentarias europeas, el asunto se salió de las manos porque dejó de ser gremial para pasar al plano de gobierno a gobierno, algo que obliga a trabajar con empeño para que el presidente de la República que es tan ambientalista y que ama la agricultura, igual que sus funcionarios, tome las iniciativas de acercarse al círculo de quienes hacen las cosas bien para apoyarlos y coadyuvarles con la apertura de nuevos mercados.

A juicio del exministro, las limitaciones que ponen el Parlamento Europeo y Estados Unidos a la palmicultura colombiana está basadas en argumentos carentes de soporte como el derrumbamiento del bosque, despojo de tierras a los campesinos, violación a las normas sociales, así como ambientales, temas en los que los países enfatizan, no quieren ser cómplices de lo que está pasando, no solamente en Colombia sino en todas partes en donde se cultive la palma.

Recalcó que en Colombia la siembra de palma aceitera no hace nada que genere detrimento en la naturaleza o en las comunidades, caso opuesto forja desarrollo, riqueza, trabajo justamente remunerado, vías, servicios públicos, educación, salud y todo lo que se traduce en calidad de vida. En ese orden de ideas Gobierno y gremio palmero tendrán que trabajar unidos para defender un sector de elevada renta social y aporte al crecimiento, pero en esa iniciativa, estimó Bendeck Olivella, la bandera la debe llevar el Gobierno.

El gran inspirador de los biocombustibles en Colombia subrayó que el ejecutivo tiene que defender unas políticas, máxime cuando ha firmado tratados y reglamentos con otros países. Invitó a los críticos y representantes de los diferentes órganos legislativos a visitar Colombia para que vean o constaten de primera mano lo que hace el país, totalmente contrario a lo que desarrollan en otras partes, pero lo cierto es que a cada quien le corresponden defender su gremio, su ambiente, su agricultura y sus mercados.

 

 

 

Colombia, dijo Jorge Bendeck Olivella, en aras de darle solidez a su palmicultura tomó el ejemplo de otros países y recordó que el país es un pequeño productor tanto de palma como de biodiesel.

 

“La palmicultura nuestra es pequeñísima, pero exclusiva, de altísima calidad, de todas maneras, frente ante los 50 o 60 millones de hectáreas sembradas, Colombia tiene apenas 590.000, es decir nada en lo comparativo con el globo, sin embargo, mucho para los productores locales que tienen una actividad bien hecha que deben defender. El biodiesel nosotros lo producimos, pero somos tan pequeños que pesamos poco frente a la totalidad de la oferta porque el mundo está lleno de biodiesel de otras materias primas. Hay verdaderas potencias, Malasia, Indonesia y Filipinas, un país que produce millones y millones de barriles con aceite de palma, los colombianos a duras penas obtuvimos el año pasado, 1.7 millones de toneladas de aceite de palma que dejaron 9,7 billones de pesos, no somos grandes, pero importantes para Colombia. Aún no hemos exportado un galón de nada porque el consumo del mercado interno es importante y creciente así que nuestro ejemplo es, por todo lo bueno que hacemos en materia social, ambiental y agrícola, pero en el mundo hay mucha producción y el sudeste asiático es el líder en esa materia”, destacó el directivo.

 

Para el capítulo colombiano, el Gobierno establece los porcentajes de mixtura, actualmente hay 10 por ciento de mezcla para camión, es decir que todo el que tenga un camión con un motor diésel tiene 90 por ciento de diésel petrolero y 10 por ciento de biodiesel de palma mezclado, eso es lo que carga la estación de servicio. En el caso de etanol el asunto cambia puesto que la gasolina que ingresa al automóvil recibe siete por ciento de alcohol carburante y 93 por ciento de derivado del petróleo.

Por normatividad, aclaró Bendeck Olivella, la mezcla es obligada en Colombia y por tal razón en el caso del biodiesel el sector suministra 100% del mercado y en el caso del etanol se abastece el 70% del mercado y el 30% es importado.

Infortunadamente cuando el mandato de turno autorizo pasar la mezcla de biodiesel del 10 al 12 por ciento, los productores se quedaron con la primera porque no fueron capaces de producir ese 12 por ciento y todo por una razón, hace tres años Colombia tenía un consumo que le permitía a la agroindustria con su capacidad instalada, suplir las necesidades y el crecimiento vegetativo, pero el indicador de consumo subió el triple y se demandó más del inicialmente calculado, sencillamente, precisó Bendeck Olivella, la pandemia cambió por completo la arquitectura del consumo, los incrementos son tan altos que la capacidad instalada se está viendo cerca de no poder seguir produciendo más que el 10%.

Cabe anotar que, de la producción total de aceite de palma, el biodiesel utiliza en promedio 600.000 toneladas.

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