En Colombia la ganadería sigue dando pasos enormes, o mejor, admirables saltos de calidad en cría de bovinos, mejoramiento genético y la adquisición de razas puras que logran mezclarse con otros linajes dando como resultado unos ejemplares excepcionales en calidad, rendimientos, terneza, aumento en la producción lechera y unos cortes espectaculares que literalmente valen lo que pesan.
Los ganaderos colombianos fueron muy fieles en un principio a las razas criollas, herencia del descubrimiento ya que arribaron a tierras caribeñas en 1493 alcanzando una increíble adaptabilidad que en principio era impensable por la variedad de pisos térmicos en el trópico, pero el fuerte Bos Taurus ganó la partida y logró afianzarse en las tierras del nuevo mundo. Con la llegada de las razas cebuinas al país en 1913, la dinámica cambió y el hato creció con una base cebú muy fuerte.
De todas maneras, fueron llegando razas europeas especializadas y así mejoró la oferta de leche y carne. En Brasil y Estados Unidos los trabajos genéticos fueron sorprendiendo y de esa manera se les dio vida a las razas sintéticas, verbigracia el Brahman. El asunto no se quedó allí y vinieron los cruces entre linajes europeos y cebuinos con lo que se consiguió un tipo de ganado de mejores condiciones en carne, con optimización en el canal y en los mismos atributos de la carne, en leche también los cruzamientos fueron ganadores y dispararon los indicadores de producción.
En 2016 hace su arribo a Colombia el ganado Wagyú, un bovino que se caracteriza por tener la mejor carne del mundo, una proteína tipo gourmet, de gran marmoleo, jugosa y sabor inigualable. Sin duda este tipo de carne suele ser de alto costo porque el animal es sin duda ideal en la buena mesa sobre todo en esos paladares de alta exigencia.
El ganado Wagyú, dicen los expertos, es una casta nativa de Japón, tanto así que, al traducir el nombre de la raza, en español significa “res japonesa”. Los historiadores ubican la ganadería en el archipiélago japonés en el siglo V antes de Cristo, cuando se trasladó desde de la península de Corea, de todas formas, hay investigaciones que ponen los bovinos en el país del Sol Naciente, 30.000 años atrás. Las teorías no pasan de allí pues son complejas de demostrar ante la falta de documentos y expedientes. De lo que sí hay certeza es que en el año 675 después de Cristo fue prohibida la ingesta de carne de animales mayores, puntualmente res, cerdo y caballo, todo bajo la disciplina o credo budista., en ese tiempo el ganado fue destinado de manera exclusiva para los trabajos del campo.
Frente a esa situación los japoneses que tienen en su ADN el adelanto y la perfección, seleccionaron el ganado más potente y con mejor comportamiento en las tareas agrícolas, por eso los animales fueron acoplados para tiro y carga, labor que le fue realzando al bovino atributos que fueron variando con el lugar de levante. Los extensos cultivos de arroz en Kobe, capital de la provincia de Hyogo resultaron esenciales para mejorar una raza bovina especializada en tiro, una fortuna para los labriegos que sin premeditarlo hicieron selección para ganados con carne caracterizada, muy aparte en marmoleo o presencia de grasa óptima y debidamente distribuida en los cortes, factor que le dio suavidad, jugosidad y un delicioso sabor, esa grasa, necesaria para fortalecer los animales y hacerlos eficaces en su arduo trabajo, se acumuló entre las fibras musculares para darle paso a una proteína incomparable.
Ya en las postrimerías del siglo XIX, en la era Meiji que prohibió la salida de nacionales de Japón y limitó el ingreso de extranjeros, vinieron cambios trascendentales en las políticas y en la misma dieta. De occidente fueron importados ganados europeos pensando que por su mayor tamaño tendrían mejor comportamiento en el trabajo rural, algo que fue un total desacierto. La presencia de occidentales y su influjo en la cultura nipona permitieron que se aprobara el consumo de carne y leche en el lejano país, pero tuvieron que pasar varias décadas para que la demanda de esos alimentos hiciera parte de la canasta familiar japonesa con una demanda habitual.
Se puede decir que razas como Pardo Suizo, Simmental, Devon, Shorthorn, y Ayrshire fracasaron en Japón porque fueron cruzadas con ganado local el cual perdió fuerza de trabajo y el volumen alcanzado les restó vigor. Bastaron dos décadas para que el ganado japonés precarizara su buena fama, una situación que llevó a que el gobierno de Japón prohibiera la importación de bovinos en 1910, los encargados del rebaño cumplieron la dispensa imperial de adelantar una austera, intensa y minuciosa selección para retomar las líneas puras y originales de Wagyú con todas sus tipologías.
Con el correr del tiempo vinieron guerras y caos, pero solo hasta después de la Segunda Guerra Mundial que Japón optó por tecnificar el campo, una decisión para crecer y garantizar alimentos, entre ellos la carne de sus ganados.
Por orden imperial siguieron los trabajos en el hato japonés, ahora la idea era hacer selección por los caracteres alimenticios, las provincias fueron haciendo un trabajo distinto razón por la cual se mejoró el marmoleo, particularidad del linaje, por otro lado los criadores de otras jurisdicciones apostaron por cualidades maternas y rendimiento de canal.
Los ganaderos japoneses hicieron muy bien su trabajo y lo hecho en las regiones redundó en variadas líneas genéticas que actualmente potencian el vacuno Wagyú como Okayama, Hiroshima, Tottori, Kedaka, Shimane, Itozakura y Tajima. En Wagyú es particularidad ver la raza en color negro, marrón y rojo.
Esta raza fue adoptada inicialmente en la región de Tohoku al nororiente de Japón, pero fue refrendada como raza natural o nativa japonesa en 1957 tras innumerables cruces con otras castas. La deliciosa carne de los bovinos Wagyú reporta bajos niveles de grasa, dentro de sus grandes cualidades, esta proteína es generosa en ácido glutámico, ideal para el desarrollo del cerebro en donde se marca todo lo relacionado con aprendizaje y memoria.
Como se destacó al inicio de esta nota, el ganado Wagyú llegó a América en 1976 cuando cuatro toros de la raza partieron de Japón a Estados Unidos, después de 17 años se registra la segunda exportación que consistió en un pie de cría de dos toros y tres vacas, después se contaron ocho operaciones adicionales. En 2021 Japón hermetizó las fronteras pecuarias e impidió la venta al mundo de genética Wagyú, una medida que se dio por la insistencia de los rancheros nipones que proscribieron de la Asociación de Ganaderos de Japón a los criadores que vendieron ejemplares, fueron inclusive tildados de traidores.
La raza Wagyú es calificada como “kokuho”, dicho en castellano, tesoro nacional. El linaje es mediano, con cuernos y con una propiedad primordial, la calidad de su carne, de buena canal y muy buen marmoleo. Este es un animal precoz con prematura fertilidad pues los toros muestran una liviandad crecida antes de cumplir el primer año.
Este bovino es ideal para explotaciones en el trópico puesto que se adapta fácilmente a distintos entornos de clima, encanta su mansedumbre y la buena aptitud en su manejo, generalmente hace muy buena conversión de pastos y lo expresa en peso y calidad de carne.
En charla con Diariolaeconomia.com, la miembro de la Junta Directiva de la Hacienda del Río, Liliana Patiño, anotó que la raza Wagyú no solo ha crecido sino que sigue consolidándose como una atractiva opción de cría y rentabilidad por sus alcances comerciales. En opinión de la conocedora este linaje tiene una característica especial y es que cuando se cruza con cualquier tipo de raza, automáticamente se genera un mejoramiento de la calidad de la carne en un 80 por ciento, es decir, apuntó, que cuando un ganadero tiene en sus predios el Wagyú, pero igual Brahman, Angus, Nelore, es decir razas cárnicas, pero también lecheras, de inmediato mejoran las perspectivas económicas porque cuesta más el kilo en pie del becerro obtenido con el cruzamiento.
A la hora de adelantar cruces, explicó Liliana Patiño, la calidad y mejoramiento se experimentará con Bos Taurus o Bos Indicus porque el Wagyú imprime o aporta aptitud y característica a cualquier tipo de raza, un asunto que está probado gracias a estudios realizados. Otra particularidad que tienen los bovinos Wagyú, tanto puros como cruzados, explicó la experta, es el rendimiento en canal que para el caso de los animales de la reconocida hacienda está por arriba del 62 por ciento.
Uno de los ejemplares sacrificados que generó las fotografías de una carne excelsa con marmoleo y grasa blanca extraordinaria, tuvo una canal del 67 por ciento, un excelente beneficio. Los animales suelen venderse en pie, pero la carne Wagyú es diferenciada, atiborrada de calidad lo que le permite tener un más alto precio por kilo.
“Nosotros le vendemos solamente a una persona para garantizar que es nuestro producto el que se está vendiendo en ese sitio. La carne desde luego es costosa porque vale mucho producirla ya que hay dinero que se va en alimentación, granos, silo y heno, estos no son animales que tengamos en pastoreo sino estabulados para ir a la fija en la acumulación de grasa requerida para que en el momento del sacrificio obtengamos la mejor calidad”, declaró la muy amable Liliana Patiño.
Sobre la ganadería estabulada, la versada expuso que debería hacerse con todas las razas o por lo menos con una gran mayoría porque ello hace más eficiente la dinámica de cría y evita la utilización de enormes extensiones de tierra para el pastoreo, lo anterior yendo a la fija con una carne de calidad, totalmente diferente a lo que está acostumbrado el colombiano porque localmente, según la categorización que se tiene de carnes en Estados Unidos, la de Colombia en su mayoría es de clasificación Select, es decir baja en rango puesto que no cuenta con el sabor o textura de las clasificaciones más altas debido a su poco marmoleo.
Con el Wagyú, comentó Patiño, Colombia está por encima del Prime que es la carne de más elevada calidad en Estados Unidos. Como se precisó anteriormente, cuando se hacen los cruces, en un 80 por ciento esta proteína se vuelve Choice, una categoría que está entre Prime y Select, un cambio maravilloso en cuanto a carne.
Al retomar el asunto genético y saber con cuales razas el Wagyú es más compatible, Liliana Patiño especificó que Hacienda del Río ha tenido experiencia con varias castas y allí reconoció que el Nelore es fenomenal, el Angus igual expresa toda su terneza que se une con el marmoleo del Wagyú, poniendo en la mesa una gran experiencia gourmet, también se combina de manera espectacular con el Brahman pero con cualquier raza porque son muy buenos los resultados con Holstein, Normando y otros linajes.
“A la hora de hacer la venta del animal en pie, y cuando se hace el sacrifico se nota el cambio de la carne, dicho de otro modo, mejora cualquier tipo de raza tanto cárnica como lechera”, afirmó la miembro de la Junta Directiva de la Hacienda del Río, Liliana Patiño.
La raza de origen japonés es sin duda la que genera la mejor calidad de carne en todo el mundo, no en vano los japoneses la consideran un tesoro nacional y por eso prohibieron su exportación. Hace ya muchos años que se abrió un espacio para poder hacer exportación de esa genética y por ello se fueron para Estados Unidos y Australia unos embriones y posteriormente la Universidad San Martín del Tolima junto con el pionero Juan Patiño, internaron unos embriones y así empezó la genética del Wagyú en Colombia.
Un hato que sigue repuntando
Cada vez aumenta el interés por esta raza asiática que resultó trascendente en el mejoramiento genético colombiano lo que hace pensar que cuando se intentó el cruce con razas europeas, no fallaron las estirpes sino los procedimientos.
El rebaño Wagyú ha crecido bastante en Colombia y la asociación tiene nuevos integrantes, inversionistas o ganaderos que quieren aportar más a la raza, dentro de esta tendencia es visible que cada vez más criadores quieren incluir al Wagyú en sus cruces para garantizar mejoramiento y rendimiento.
En el marco de Agroexpo, Hacienda del Río sin duda llevó el campo a la ciudad y descrestó con su toro Hachiro, un ejemplar de línea japonesa, un embrión comprado en Estados Unidos, pero nacido en Colombia, el macho pesa 1.100 kilos y ha dado unas crías fastuosas que cuando van a beneficio muestran un alto marmoleo, indicador que se logra por genética y alimentación.
No cabe duda que si se quiere contar con excelentes F1, es obligatorio considerar la genética Wagyú que resultó maravillosa. El bovino es muy noble, demasiado manso y las madres enormemente maternales, se trata de animales precoces y por eso las hembras quedan preñadas a partir de los 14 meses, el animal aparte de rentable y ganador es bastante manejable.
Este Bos Taurus de gran presencia es un decoro en la Hacienda del Río que tiene la campeona medalla de bronce en el mundo, igual el campeón de Suramérica y el campeón del año pasado en Agroexpo también. La empresa cuenta con una genética muy avanzada y estudiada, en las crías se ha visto tanto el esfuerzo de sus colaboradores como la genética adquirida durante años, muy beneficiosa para seguir avanzando en la raza.
Lo hecho en la Hacienda del Río es admirable y digno de todo reconocimiento por cuanto se nota un trabajo juicioso, comprometido, audaz y efectivo porque da los resultados esperados tal y como se ve en esta versión de Agroexpo en donde la gente se volcó a comprar genética y animales de la raza, una visión del señor Juan Patiño, el orgullo de la inquieta Liliana quien ve en su padre un paradigma de entrega e investigación, es de hecho un ganadero con más de 40 años en el oficio, apasionado por su actividad y digno representante de un legado dejado por su señor padre.
El ganadero Juan Patiño fue del mismo modo uno de los pioneros de la raza Jersey en Colombia junto con Héctor Berna de la Hacienda Extremadura, un lugar especial para aprender y ver el potencial del Jersey una raza lechera de grandes condiciones.
Hacienda del Río ofrece una genética pasmosa en la raza Brahman y en Angus, linaje con el que fueron campeones, son muchos los animales, pero ahora la empresa está muy enfocada en una raza que ha entregado grandes beneficios en los cruzamientos.
Más allá de lo que se ve en Agroexpo, al recorrer los potreros o haciendas colombianas es bastante alentador saber que la ganadería colombiana es de gama alta porque si bien Brasil lleva leguas por delante, los criadores nacionales han hecho una tarea destacada que ponen al país como vanguardista en genérica y calidad bovina.
“Los colombianos somos amantes del campo, del ganado y con la tecnología más las redes sociales es más fácil enterarse de las ganaderías de otras partes y eso hace que se quiera estar a la vanguardia e inclusive superando esas técnicas que tienen para comercializar la genética en otros países y personalmente creo que lo estamos logrando muy bien”, señaló Liliana Patiño.
El gran toro Hachiro es todo un emblema de Hacienda del Río, un animal sin precio que no se vende, de él se ofrece su genética y cada pajilla puede costar 80.000 pesos, un precio accesible si se tiene en cuenta la calidad del animal y de la raza, una posibilidad para hacer los mejores cruces o seguir por la línea de genética pura.
Un lema que maneja Liliana Patiño es que hacer ganadería no es tan lejano, aseveró que cuando el ganadero empieza, en cuestión de nada se da cuenta que está lleno de terneros y así despega el negocio, por momentos se ve imposible, pero con trabajo e inversión la finca se va llenando de bovinos y es natural que el empresario le guarde amor a todo ese mundo de rumiantes que algún arrancó con un buen pie de cría.
A criterio de Liliana Patiño, el ganadero siempre debe ir por lo mejor y si en Colombia se tiene la tercera mejor vaca del mundo y el mejor toro de Suramérica o del globo, lo obvio es apostarle a esa genética, inmediatamente ir por lo superior, comprar embriones, receptoras y adquirir una buena pajilla, pero siempre ir por lo sobresaliente, y con precios relativamente bajos, construir una buena genética y una espectacular ganadería con la mejor raza de mundo.
Un tema de la agricultura y la ganadería que preocupa, no de hoy sino de siempre es el de los costos de producción que siguen exageradamente altos lo que demanda una ayuda importante del Gobierno para que la cría de bovinos no sea un dolor de cabeza y se pueda salir adelante como se quiere, a nivel mundial, no solamente en el plano local.
Hoy como nunca, expresó Patiño, el Gobierno debe ir de la mano con los productores porque la situación es muy compleja, unos insumos por las nubes y una mano de obra imposible. Actualmente la rentabilidad no está amenazada, los precios ayudan, pero como la economía es de ciclos, es mejor prevenir que curar, aunque como dice la invitada, el ganado es comida y un activo del país y del mundo, de seguir haciendo las cosas bien más un espaldarazo del ejecutivo, l sector ganadero tiene mucho futuro por delante, advirtiendo que no es un trabajo fácil, de muchos sacrificios y posible cuando se trabaja en cadena.
Cabe anotar que Hacienda del Río es una empresa agro-ganadera, especializada en la raza Wagyú, pero además en estirpes bovinas como Brahman, Angus, Braunvieh y Hereford, la firma además tiene en su portafolio heno y silo de maíz. Los productos son comercializados en Colombia lo que incluye toda su genética, sin embargo la empresa ha recibido muchísimas propuestas de ganaderos de Centroamérica, Estados Unidos y Suramérica que han aprovechado el desarrollo de Agroexpo 2023.
Según Patiño, ante el creciente y marcado interés por los trabajos de la hacienda, ya hay un dialogo con la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Wagyu, Asowagyu, para que se pueda implementar todo el tema de la exportación de genética nacional de la raza de origen asiático.