Miércoles, 27 Septiembre 2023 19:11

Sabana de Torres: Del pesar y la violencia al gozo por el aceite de palma

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Una mujer resiliente y capaz es la mejor tesis que la unión hace la fuerza y que en palmicultura todo es posible cuando se trabaja en conjunto y pensando en asociatividad.

Al caminar por el enorme patio del Centro de Convenciones Neonundo, en ese grato e imperdible encuentro de palmeros, todos entusiasmados con la XVIII Reunión Técnica Nacional de Palma de Aceite, conocimos a Elizabeth Silva Pinto, una mujer valiente, llena de capacidad y compromiso que puede considerarse sobreviviente de la época amarga de Sabana de Torres, ese municipio incandescente que se hizo casi imposible en la década de los noventa, tiempo en el que murieron personas de todo tipo, pero generalmente y en mayor número las buenas, las que jamás debieron nada, unas almas que se quedaron caminando por el pueblo en medio de la pena tras dejar el mundo de los vivos como consecuencia de violentos, feroces demonios y personas impías totalmente dispuestas a generar detrimento, y vaya que lo lograron, en un periodo, el municipio fue asolado, el común denominador fue la proscripción, el éxodo de familias a los brazos de la miseria así como de la descomposición social, toda una debacle y un mar de lágrimas que inundaron la población del Magdalena Medio que inesperadamente adoptó como himno los cien réquiems, la oración y la súplica por endebles que resultaran.

Esta mujer cargada de arrojo vio sufrimiento en los transformados rostros de viudas, huérfanos y madres desconsoladas, la violencia entró como un tsunami y parecía perpetuarse, haciendo que muchos abandonaran el terruño y salieran llenos de pavor al exilio. No fue justo, las personas literalmente salieron de sus casas o fincas para quedar en la física calle, con una mano adelante y la otra atrás, todo por haber nacido en una zona en donde los malos se fueron fortaleciendo, obviando el perjuicio y el sufrimiento de los ausentes, y al decir ausentes se hace referencia a los que hallaron, sosiego en distintas ciudades o países y otros, tristemente, en el camposanto.

Fueron épocas de horror, los rumores iban y venían, algunos presentían que alguien llegaría por ellos, los balazos hacían eco y los gritos desgarradores de las víctimas eran compartidos en campos, casas y hogares en donde sistemáticamente los componentes eran absurdamente sustraídos, eran tiempos terribles, agónicos e injustos, muchos lo saben.

El municipio fundado el 10 de diciembre de 1882 con una población superior a los 18.652 habitantes encontró en las siembras de palma una salida económica y social, hoy la jurisdicción es una fuerte productora de aceite de palma, pero igual es conocida por su ganadería y pesca. Todo muestra, al revisar su historia, que esta población ha estado rodeada y marcada por el aceite, en sus inicios el de piedra o petróleo ya que en 1924 hubo explotaciones estadounidenses de crudo en las zonas periféricas del importante poblado, hoy la palma aceitera cambió la historia y llevó caritas felices.

 

 

Eso dice la señora Elizabeth quien tiene un excelente proyecto palmero con siembra 2011, unas palmas guinenses que le permitieron afianzarse como una pequeña, pero eficiente productora de Sabana de Torres, autoridad que la llevó a pensar en asociatividad y hoy con lujo de detalles maneja un grupo de 23 cooperados o accionistas que suman 655 hectáreas que reciben asistencia integral como debe ser.

Su vida como palmera empezó en 2009, una experiencia que arrancó en compañía de otros agricultores, una actividad que la llevó a cultivar en 2011, más o menos 12 años haciendo explotación palmera y aprendiendo aspectos técnicos y de manejo para optimizar los rendimientos, a tal punto que hoy la obtención en su finca es de 32 toneladas por hectárea, sin embargo, este año la cosecha llegará a 31 toneladas por hectárea. Su finca queda ubicada en la vereda La Gómez en esta ignífera población. Actualmente esta finca tiene 14 hectáreas de guinenses y dos de híbrido interespecífico.

Esta amable dama sostuvo que el cultivo de palma le cambió la vida a mucha gente puesto que la propuesta productiva apareció tibiamente y sin el espaldarazo de los agricultores, con el correr del tiempo, con cosechas, precios y un modelo en donde participa el palmero como asociado, el chip fue afortunadamente alterado porque los labriegos encontraron respuesta inmediata en algo que poco veían en otras actividades, rentabilidad.

Todo en palma dejó grandes enseñanzas, apuntó, de un lado que ganar plata en el sector primario es posible y dos que la unión hace la fuerza. Muchas familias vieron un bendito cambio en su calidad de vida, un beneficio que trascendió en Sabana de Torres, un municipio en donde las palabras más comunes era violencia y escasez, todo porque no había mucho que moviera la economía y la mano de obra llegó a ser inexistente.

 

 

La población fue duramente castigada por una guerra ajena en donde muchas vidas fueron apagadas. En hora buena desde el año 2000 empezaron las nuevas siembras en pequeños productores, algo que ayudó a que creciera el cultivo en la zona, un nuevo amanecer para los agricultores y una manera distinta de hacer agro-negocio.

 

“Eso cambió la vida de muchas familias habida cuenta que eran pequeños núcleos en donde se sembraba con incertidumbre por temor a perder la tierra a no poder pagar o cuidar las siembras. El temor más frecuente era quedarse sin tierras, pero en ese tiempo se conformó una cooperativa al que el Banco Agrario le aprobó un crédito, recursos totalmente cancelados a la fecha, ciento por ciento liberadas las tierras hoy en manos de sus propietarios y hoy se dedicaron a sembrar con recursos propios, un punto a favor es que los precios han ayudado porque los socios no quieren saber de préstamos y manejan consecuentemente los costos para beneficio de ellos mismos”, explicó la señora Elizabeth Silva Pinto.

 

Destacó que hay nuevas generaciones campesinas que vieron las bondades del negocio y quieren sembrar y meterse nuevamente en el rol de obligaciones financieras y utilizar de la mejor manera los bancos, algo que considera bueno la palmicultura porque la dinámica garantiza crecimiento económico en el país y desde luego en Sabana de Torres.

Actualmente hay algo de resistencia con los préstamos, aclaró la empresaria, porque la tasa de interés esta supremamente alta, algo que genera reserva y temor ante la carestía del dinero con destino a la productividad, algo muy distinto a hace diez años cuando fue necesario acudir al sector financiero para inyectar capital en un cultivo.
En ese tiempo, apuntó Silva Punto, había empréstitos asequibles, con bajos intereses e Incentivo a la Capitalización Rural, ICR, un instrumento que se mantiene, inclusive con ayudas especiales a la mujer campesina y productora.

Recalcó que en medio de todo hay gente que se quiere arriesgar, algo espectacular porque se va a mover la economía y habrá gente ganando dinero, fruto del trabajo y como premio a la constancia, así como de la valentía puesto que cada negocio demanda intrepidez y cierto coraje.

En opinión de la famosa sabanotorrence, el agricultor o la agricultora debe innovar, hacer cambios y arriesgarse porque si no lo hace, de manera elemental, nunca tendrá nada.

La inquieta palmera de Sabana de Torres recibió dos visitas de la cigüeña, en su hogar la acompañan una hija de ocho años y un niño de tres, su compañero es el ingeniero agrónomo Helber Manuel Hernández Barón, un aliado incondicional en las labores de la finca, todo un apoyo para una finca prometedora y para asegurar el proyecto familiar.

 

 

Un asunto que no pasa de agache es que dentro de los cooperados hay personas víctimas del conflicto, seres humanos espectaculares que injustamente sufrieron mucho ante la pérdida de familiares y la extorsión, unos flagelos indeseables de la década de los noventa porque el no poder pagar un boleteo significaba ser víctima del gatillo de quienes se empecinaron en hacerle daño a la región. Hubo inclusive muertos entre los mismos familiares y un desplazamiento inhumano y cruel del que fueron protagonistas demasiadas familias que salvaron sus existencias partiendo, pero que hoy pletóricas de brío, decidieron volver para sacar provecho de las opciones sociales y económicas que ofrece la palma de aceite.

Otra manera de regresar ha consistido en estrategias del gobierno que resultaron muy buenas para unos, pero deleznables para otros, en primera instancia es positivo porque se trata de personas conocidas que permanecieron en la región y maléfico para un grupo en vista que hubo ventas de fincas que se hicieron legalmente, pero aprovechando circunstancias, es decir que de la adversidad muchos hicieron negocio, no por un plan de vida familiar sino todo un emporio de utilidades por cuestionables circunstancias.

A criterio de Elizabeth Silva Pinto, es urgente fomentar una política agraria de Estado para que los productores cuenten con reglas del juego claras y permanentes, se trata de ver el campo como lugareños y agricultores, identificar las necesidades, revisar la mano de obra, ítem demasiado agudo y ajustar en bienes públicos porque ya los insumos han bajado de precio.

Otro tema que debe atacarse desde el gobierno tiene que ver con centros de acopio informales, sitios que afectan las economías locales y nacionales, pero con fuerte impacto en las asociaciones de campesinos que hacen todo al derecho y hoy demandan la intervención del ejecutivo para que se honre la palabra. Esos negocios informales, denunció la agricultora, no solo son ilegales, sino que sirven para lavar dinero, es decir que el recurso o la venta de la fruta no quede registrada en una venta formal sino espuria.

 

“Recuerdo con muchísimo dolor lo sucedido en 1998, un desplazamiento repetido de gente muy conocida de Sabana de Torres, personas que dejaron su tierra y se fueron por la violencia y la extorsión que campeó en esos tiempos, práctica de grupos armados ilegales que operaron allí. Igual llegan a mi mente compañeros de mis épocas de colegio que fueron víctimas de la violencia, de manera increíble murieron por capricho del conflicto porque jamás hicieron nada malo. Soy sabanera, desde 1993 vivo en Sabana de Torres cuando vine a estudiar a los 13 años, soy hija de campesinos, mis padres también tienen finca, cultivan palma, ellos me enseñaron los manejos de esa siembra y con su apoyo y ánimo pude superarme profesionalmente, en la Universidad de Pamplona me gradué como Administradora Comercial de Sistemas en 2007”, señaló la palmicultora.

 

Hoy Elizabeth Silva Pinto, mujer palmera en 2021, piensa con entusiasmo en su hogar y en sus hijos porque son todo en la vida, un combustible potente para vivir y trabajar, pero igual progresar. A sus hijos les ha inculcado el amor por la palma, ya su niña de ocho años sabe que es una planta de esas, qué es un racimo, cómo lograr una buena polinización y otros detalles de la siembra. La gran ilusión de la empresaria es que sus retoños y las nuevas generaciones sigan sus pasos y transiten caminos iguales, en síntesis, que la prosperidad siga y no pare porque desde 1998, cuando se graduó, vio que la palma aceitera llevó un cambio por encima del cien por ciento a lo que existía antes.

Era un pueblo triste, asegura, desolador y altamente peligroso porque la gente no podía estar en las calles después de las ocho de la noche, hoy comentó la palmicultora, hay más personas, la gente puede caminar, hay más economía y oportunidades de trabajo. La escasez subrayó está en la mano de obra como tal, hay más sosiego y tranquilidad para vivir.

En Sabana de Torres hay una situación que se palpa inclusive en la asociación y es que hay muchas personas adultas mayores de 60 años que están solas en el campo después de haber trabajado toda una vida. En el grupo de 23 asociados hay personas mayores de 50 años a quienes se les apoya y se les orienta en manejos contables y en formalización laboral porque no tienen personas idóneas, no cuentan con sus hijos o no tienen familia, algunos perdieron gente del hogar con la violencia, otros no quieren retornar por amenazas, empero hay expectativas en el municipio, llegó el optimismo en la parte rural en donde arribó el progreso, sin duda anotó, después de la tormenta llega la calma.

La mujer palmera es valiente, amazona, capaz y audaz, una fémina llena de visión y estrategias para salir adelante, crecer como persona y aportar a la sociedad, no puede decirse que una palmicultora tan solo sabe de hogar, igual suma en ideas, trabaja y jamás se deja vencer porque no cree en el no se puede o en la misma adversidad, siempre está dispuesta para enfrentar los desafíos que vengan porque como dice Elizabeth, tienen las mismas capacidades del hombre, en ocasiones ha demostrado que tiene mejores condiciones para alcanzar el éxito en proyectos.

 

“La mujer unida hace cosas muy buenas, traza caminos para progresar tanto en comunidad como a los colaboradores que están dentro de las mismas empresas o plantas de trabajo. Siempre me gustó el campo, mis padres fueron campesinos y no pierdo esa vena, caso opuesto sigo adelante con la ruralidad y la veo como una empresa”, concluyó.

 

Al final de la charla Elizabeth Silva Pinto se despidió y al mirar fijamente hacia uno de los puntos del reconocido centro de convenciones logró trasladarse a la vereda “Agua Bonita” allá en Sabana de Torres en donde hay una valla que dice “no soy brava, soy santandereana”.

Atrás quedaron los recuerdos amargos, los santos oleos y las muertes de gente buena, igual los momentos espantosos, hoy bajo la sombra de las generosas palmas hace oración, saluda a los ausentes y con mucho sentimiento espera que brille para ellas, las almas atormentadas, la perenne luz perpetua.

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