Jueves, 19 Octubre 2023 21:55

Según FAO, si Colombia quiere exportar debe cultivar sin insumos químicos

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El país agrícola dice el organismo debe acudir a los bioabonos y a unas siembras limpias y libres de tóxicos porque de no ser así seguirá el riesgo para la salud humana.

Las alarmas siguen encendidas en el país por diferentes aspectos que están golpeando la agricultura y los sistemas productivos, de un lado el cambio climático sigue dando que hacer y el exceso de fertilizantes nitrogenados y el uso de tóxicos o venenos puso una traba a las exportaciones porque Colombia sigue por el camino de la agricultura tratada con síntesis química, algo que están erradicando los países compradores de alimentos y materias primas.

La FAO hizo una serie de reparos y dijo que lamentablemente el entorno en Colombia, si no hay correctivos, llevará a mayores casos de hambre y a una agricultura que peligra por falta de mejores métodos y manejos ambientales como también en salud porque los agroinsumos actuales no generan confianza o tranquilidad en los consumidores. Como si fuera poco la presencia de agentes armados ilegales se suma a esa caída en la producción de alimentos.

En plática con Diariolaeconomia.com, el coordinador de proyectos del área de gestión de riesgos y rehabilitación de medios de vida de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, Colombia, Carlos Felipe Arango Domínguez, dijo que por los insumos y venenos que utilizan todavía los productores del agro hay unas alertas frente a los efectos para la salud como consecuencia de las materias primas de alto riesgo que siguen presentes en la actividad agrícola nacional.

Expuso que la ventana de oportunidad en la que se trabaja desde los gremios para hacer la transición de la manera más apropiada sigue adelante y cambiar por esa ruta el mencionado elemento, uno por el consumo porque los hogares demandan cada vez productos más amigables y saludables y dos porque con síntesis química, herbicidas y venenos se hace imposible exportar por cuanto los alimentos que generan riesgo no tienen cabida en los países que compran las diversas cosechas, ello porque ya hay unos vetos frente a todo ese tipo de productos y tercero, no menos importante, la salud del campesino porque quien aplica esos fungicidas, tóxicos y fertilizantes también está contaminando su entorno y afectándolo con el uso de los agroquímicos, luego el objetivo es minimizar los impactos en la actividad agropecuaria con el fin de que el sistema agroalimentario logre dinamizarse de una manera saludable, que no afecte el medio ambiente y que la agricultura se vuelva dinamizadora de la conservación más no como ocurre de vieja data, que sea el motor de la degradación y la deforestación.

El conocedor lamentó la muerte indiscriminada de polinizadores, llámense abejas o colibríes y reconoció que en muchas regiones el campesino es el dinamizador de la conservación, aseguró que si hay territorio todavía en bosques y páramos es porque el campesino y la campesina decidieron que el ecosistema permanezca, luego resaltó el rol de conservación de las familias rurales que deben ir haciendo transformaciones gradualmente.

 

 

A criterio del coordinador de proyectos del área de gestión de riesgos y rehabilitación de medios de vida de la FAO, el punto es que la transformación de la actividad agropecuaria no la hace solo el agricultor porque necesita las alcaldías, gobernaciones, gremios, centros de investigación y academia porque necesita apoyo, es visible que no lo pueden lograr sin respaldo.

Un asunto que no puede perderse de vista es que los agricultores deben diversificar los cultivos, hacer rotaciones y lograr sacar provecho de las eficiencias porque la actividad agropecuaria en su ánimo de ser más sostenible trate de emular un poco la diversidad que tienen los ecosistemas naturales, explicó que normalmente en el trópico en donde se desarrolla la agricultura colombiana, esos ecosistemas no son monoespecíficos porque tienen diversidad, un factor que le permite a los bosques y entornos naturales reinventarse, recuperarse y desplegar toda su dinámica, algo afín en la agricultura porque si se cuenta con un sistema agrícola o pecuario monoespecífico, de un solo producto, se hace vulnerable para plagas y enfermedades.

De otro lado, acentuó Arango Domínguez, una condición de esas agota el suelo porque no aporta la diversidad de elementos requeridos y tercero vuelve supremamente vulnerable al productor o productora porque si le llega a fallar esa renta única que tienen, quedan sin otra adicional y por ello lo ideal es que el cultivador tenga una renta principal o complementaria algo que igualmente se refleja en la diversidad de especies a nivel de finca y de entorno lo que resulta además de saludable y sostenible, le da la oportunidad al agricultor de tener otra renta si una de las que tenía eventualmente falla.

De cara a impulsar cambios y darle derrotero a una agricultura verde y sana, la FAO resaltó que en Colombia hay una línea muy fuerte de biofábricas o producción de fertilizantes a partir de compostaje y mayor oferta de bioinsumos, algo trascendental para la transformación de los insumos agropecuarios para propender por el cuidado del suelo, una mejor calidad de alimento, optimización de la producción y reducción de costos, algo que va muy de la mano con la economía circular en el sentido de que cualquier elemento que se use tenga la posibilidad de reinsertar en el proceso y apostar por sostenibilidad.

La reutilización de productos, dijo Arango, también se vuelve una alternativa productiva y de renta para cooperativas, grupos de mujeres y productores que tienen materia prima que puede transformar, utilizar y producir y aportar a otras líneas técnicas en los campos, un procedimiento necesario que convierte la agricultura en una práctica sostenible que hace más saludable al sistema agroalimentario, impulsando los circuitos productivos cortos en municipios y departamentos, dejando ver autosuficiencia y alivios porque para nadie es un secreto que la guerra en Europa Oriental en donde se enfrentan dos grandes proveedores, Ucrania y Rusia, encareció la producción agropecuaria, un problema que pasa a convertirse en oportunidad para el país y desarrollar toda una bioindustria en donde está toda la materia prima disponible haciendo que sea prudente aprovechar semejante oportunidad.

Reiteró que Colombia tiene una gran oportunidad con las cadenas regionales de valor pero apostándole fuertemente a los circuitos cortos de comercialización dejando de pensar que lo que se obtiene en el sector primario debe enviarse cuanto antes para Europa, ya que primero hay que debe hacerse un comercio mucho más dinámico y eficaz, ver cómo funciona, ver la calidad y con el tiempo explorar mercados exógenos, no sin antes proveer suministro a los colombianos.

Atrás hay que dejar el agente naranja utilizado en la década de los 70 que desprendió en graves casos de deformación en fetos y niños, también el baño de veneno para el tomate que llega a Corabastos y el uso de insumos cancerígenos o de enorme daño para la salud. Colombia dijo el experto, quien fue invitado a las charlas técnicas de la X Convección Financiera Cooperativa, compra alimentos bonitos más no saludables, un punto que debe abordarse para corregir desde los sistemas agroalimentarios.

 

“El enfoque de FAO es muy claro, no solamente debe verse la agricultura desde la producción y el uso de los servicios ecosistémicos sino también analizar qué pasa con el consumidor en vista que si tenemos unos labriegos que están transformando su producción, están siendo agentes de conservación, y haciendo agricultura más sostenible, pero sin el valor o la prelación de parte del consumidor, hay sin dudas fallas en el sistema agroalimentario, luego el trabajo fuerte está en la producción, comercialización y en el consumo, un eslabón en el que menos se trabaja”, detalló Carlos Felipe Arango Domínguez.

 

Cambio climático, un reto de grandes proporciones

 

 

El Coordinador de proyectos de la FAO en Colombia afirmó que frente al cambio climático lo más importante es la confluencia de los actores que pueden intervenir en el sector agropecuario, es decir, todo lo que tiene que ver con las directivas del ministerio de Agricultura, las secretarías de agricultura, las de ambiente, la Unión Nacional para la Gestión de Riesgo y sus servidores a nivel municipal y departamental ya que en lo atinente a la alteración climática, la clave es la preparación, ser previo a los impactos fuertes del fenómeno de El Niño por citar un ejemplo.

Expuso que es necesario identificar cuáles son las reales amenazas que tiene el sector agropecuario, el campesino y la ruralidad dispersa con el fin de preparar adecuadamente a esas personas, fortalecer sus conocimientos para que pueda responder lo que no implica que se eviten pérdidas y daños tan solo que puedan reducirse y que el labriego por ende pueda tener una contingencia ya sea por medio de bancos de semillas prácticas de reducción del riesgo, planificación alternativa de su producción desde el momento de siembra hasta cosecha, sobre el entendido que viene un fenómeno extremo como la sequía.

El experto apuntó que todas esas estrategias van uniéndose y la idea es que el productor del campo pueda vincularse también con los sectores institucionales, verbigracia, con las mesas técnicas agroclimáticas, que en lo posible pueda tomar decisiones con la información atmosférica adopte medidas informadas y pues aún más con unos eventos complejos en donde de igual manera el sector financiero pueda participar y dar alternativas para que los campesinos tengan una respuesta económica al reto que tendrá frente al desafiante cambio climático.

Frente a la inestabilidad climática, dijo el vocero de la FAO, es necesario articular varios frentes por cuanto ante una amenaza de semejante calibre es perentorio contar con el concurso de gobiernos, academia, científicos, institutos de investigación y universidades. Destacó el hecho que Colombia cuente con entidades como el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, INVEMAR, y la Dirección General Marítima y Portuaria, DIMAR.

Otro aspecto interesante, expresó Arango Domínguez, es el trabajo que cumple Agrosavia con sus distintas granjas a nivel nacional y la función del Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, ente privado que trabaja muy cerca a los gobiernos, toda una capacidad técnica que tiene Colombia y que fácilmente va al servicio del sector agropecuario para una mejor toma de decisiones.

Aclaro que las agencias de cooperación están exactamente para coadyuvar y acompañar, pero precisó que la idea es potenciar la capacidad que tiene el país, para que la cabida adaptativa que tiene Colombia crezca y no sea tan vulnerable frente al tema climático.

En opinión de Felipe Arango Domínguez, el área del mundo que más absorbe en el sector agropecuario el impacto de los fenómenos meteorológicos es Asia. En cifras, comentó, a 2018, de 280.000 millones de dólares el 74 por ciento lo asumían los asiáticos, el resto del porcentaje era absorbido por América Latina y el Caribe, una participación menor, pero nada despreciable porque el número es alto frente a la proporción de la producción en el continente motivo por el cual no se ahorra en esfuerzos ni en preparar a los labriegos para enfrentar las emergencias.

 

“La fortaleza está en que los diferentes actores estén alineados, tener activada la gobernanza del riesgo, la ordenación frente al sector agropecuario es vital, no podemos tener más islas trabajando cada uno por su lado, debe ser algo mancomunado, con una raíz técnica y por esa vía poder fortalecernos para que el impacto de esos fenómenos cada vez sea menor”, declaró el señor Arango Domínguez.

 

Los suelos vivos son un enfático activo

 

 

El contertulio manifestó que en el enfoque que tiene la FAO, se habla de sistemas agroalimentarios que van desde cuando el ser humano hace uso de los servicios ecosistémicos para realizar las actividades productivas, en este caso agropecuarias. Añadió que el suelo es uno de esos elementos claves que aporta el medio ambiente para poder generar ingreso, alimentar las poblaciones y generar materias primas, sin duda, señaló, el suelo es la base de la vida humana con toda la ecología que tiene alrededor, un suelo con características naturales y específicas.

En ese tema, Arango insistió que la ecología y el entorno de los suelos son tan importantes que aportan los nutrientes para que todo funcione, es por ello, recalcó, que cada elemento de los ecosistemas tiene que cuidarse y preservarse.

Subrayó que la agricultura sostenible ahora es casi que obligada porque no se trata de que un agricultor quiera o no hacerlo, el asunto es ratificar una labranza sostenible en donde se reduzcan los impactos porque la afectación de los recursos hídricos, de la fauna, la flora y los suelos hacen que la actividad agropecuaria cada vez sea más complicada, más costosa, menos rentable y más perjudicial.

Frente a una posible hambruna, en Colombia convergen varias cosas, advirtió Arango Domínguez, uno los esquemas climáticos a los que se enseñó el país pues la Guajira no en vano es un referente de extremos climáticos y emblema de desnutrición, igual otras regiones en donde convergen inundaciones, sequías y conflicto armado, diversas intimidaciones pues a juicio del vocero, Colombia es un país con entornos multiamenaza en donde confluyen extremos climáticos, guerra, a veces desfinanciamiento, pocas oportunidades y baja asistencia técnica, todos factores que impactan negativamente la productividad y que el acceso a alimentos sea muy precario para ciertas zonas del país porque el hecho que se hable de Colombia como una región biodiversa, no quiere decir que los nacionales estén recibiendo comida de manera adecuada.

“Si no nos preparamos y seguimos igual de vulnerables, si el clima se hace mucho más fuerte e impredecible, podemos reportar mayores problemas de desnutrición, un problema que Colombia no ha resuelto, lío que va de la mano del acceso y la producción”, concluyó el coordinador de proyectos del área de gestión de riesgos y rehabilitación de medios de vida de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, Colombia, Carlos Felipe Arango Domínguez.

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