Los suelos necesitan recuperarse de los diversos ataques físico-químicos a los que están expuestos, por eso aparecen las biofábricas, para disminuir el daño y propiciar la productividad con sus insumos.
“Al igual que nosotros, los suelos necesitan un aporte equilibrado y variado de nutrientes en cantidades apropiadas para estar saludable… La pérdida de nutrientes del suelo es uno de los principales procesos de degradación que amenaza la nutrición, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad” (Naciones Unidas, 2022).
Partiendo de lo enunciado por las Naciones Unidas, es preciso preguntarnos, ¿qué tipo de alimentos estamos consumiendo? ¿Realmente ingerimos los nutrientes que la tierra nos provee? Los procesos degenerativos pueden detenerse y reversarse si se utilizan adecuadamente los recursos que la misma tierra nos provee, es entonces cuando aparecen en escena los insumos biológicos.
Al hablar de insumos biológicos, se hace alusión al aprovechamiento de los productos de síntesis orgánica, que facilitan y promueven la vida en el planeta; como lo dicen Diana Zambrano et.al., en una investigación desarrollada en el año 2015. “El desarrollo de los bioinsumos implica el estudio de la diversidad microbiana asociada a cada tipo de suelo y a los cultivos vegetales específicos, así como a los procesos ecológicos inherentes”, demostrando que partimos de la misma vida, para regenerar y completar el ciclo, ¿por qué? Porque como lo reafirman las Naciones Unidas (2022): “La degradación y falta de nutrientes en la tierra también conlleva a que esta pierda su capacidad para producir alimentos, causando hambre, pobreza y desnutrición, mientras que, si existe una concentración de nutrientes muy alta, la tierra crea un ambiente tóxico para las plantas y los animales, contamina el medio ambiente y fomenta el cambio climático”; por consiguiente, este es un problema que afecta a toda la humanidad y que pone en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas.
Desde antes de que iniciara la pandemia por el Covid 19, los insumos agrícolas de síntesis química presentaron un aumento considerable en su precio, obligando a los productores a buscar alternativas para garantizar el saneamiento y la rentabilidad de sus cultivos. Como lo dice Corficolombiana (2022): “Desde enero de 2020, el precio de los fertilizantes y plaguicidas ha crecido a tasas no vistas en una década. Las cotizaciones internacionales se sitúan en niveles similares a los máximos de 2008”; si bien existe un costo elevado en los insumos agrícolas, existen opciones económicas y más rentables, como la propuesta realizada por el modelo ambientalmente sostenible de Agricultura Tropical, que está implementando Asohofrucol – FNFH.
“Estamos contaminando el medio ambiente y matando la vida con el uso de pesticidas, plaguicidas y abonos químicos, porque ellos deterioran el suelo y acaban con la biota existente; no solamente se esteriliza la tierra, sino que además se envenenan los alimentos que consumimos; eso sin contar con el daño que ocasionamos a las fuentes hídricas… estamos acabando con la vida; demostrando así, que debemos mejorar la forma en la que trabajamos los suelos, mudándonos a procesos más limpios; es en este momento en el que las biofábricas aparecen como una solución económicamente rentable y ambientalmente amigable, para que miles de productores mejoren sus cultivos gracias al uso de insumos biológicos, como lo enunció el Presidente Ejecutivo de Asohofrucol, Álvaro Ernesto Palacio Peláez
“Hace un poco más de cuatro años empezamos a ver oportunidades con la creación de los centros de producción de insumos orgánicos para el manejo integral de los cultivos; actualmente contamos con aproximadamente 300 biofábricas en las que producimos biológicos para la nutrición y el control de plagas, mediante procesos como la multiplicación de microorganismos y la producción de diferentes tipos de caldos, entre otros procesos; en vista de eso, las biofábricas se perfilan como un aliado estratégico para que los productores de frutas y hortalizas del país logren mejorar la calidad de sus productos, con insumos que no deterioran el medio ambiente y que no ponen en riesgo la salud de los consumidores", dijo, el Coordinador departamental de Asohofrucol en el Valle del Cauca, Juan Carlos Valencia.
En términos de costos, construir una biofábricas dependerá del tamaño y de la infraestructura con la que se quiera dotar, oscilando el precio entre los tres y los ocho millones de pesos para un espacio de 3x4 metros cuadrados, o superando los 30 millones para espacios más grandes. Por su parte, la producción de insumos biológicos tiene un costo promedio de mil pesos por litro de producto, disminuyendo considerablemente el gasto de producción y favoreciendo el ingreso de los productores.
Como lo corrobora el productor de mora y aguacate Hass, José María Galvis, la producción se ha visto afectada de una manera muy positiva, ya que, con los productos preparados en la biofábrica, la producción ha sido más estable, de mejor calidad y con mayor resistencia a las enfermedades; además, los costos de los insumos salen mucho más económicos.
Adicional a la relación costo–beneficio económico que brindan las biofábricas, se suma un factor determinante, la bonificación medioambiental que se obtiene al utilizar insumos orgánicos y no químicos.
En palabras del señor Norberto Antonio Calderón, productor del Valle del Cauca, la producción es más limpia, los insumos y materiales utilizados no contaminan las fuentes de agua o el ambiente, y no afectan la salud de los productores y sus familias. Se reducen los costos de producción aumentando el margen de ganancia de las familias campesinas y los productos se pueden ofrecer con total tranquilidad en los diferentes mercados gracias a su inocuidad. Aquí se habla de un modelo ambiental que brinda un gana gana para los productores, los consumidores y el entorno, permitiendo la conservación del planeta.
“Empezamos a ver una vegetación más saludable y con ella la aparición de animales e insectos que son benéficos para el huerto; además ayudamos a proteger las fuentes hídricas y el medio ambiente, demostrando que la tierra nos habla y que además agradece que la cuidemos, con estrategias que permitan su regeneración, así contribuimos al futuro y al abastecimiento alimenticio de las generaciones futuras”, complementó Valencia.
La labor de Asohofrucol, FNFH, permite que los productores se empoderen de técnicas y de modelos rentables, ambientales y equitativos, que les permiten mejorar las prácticas de cultivo.
“El apoyo que nos brinda Asohofrucol, FNFH y PNFH es muy importante, porque con ellos se puede conseguir ayuda para los materiales y los insumos, para la implementación de las biofábricas. Así mismo, dan capacitaciones gratuitas para la preparación de los bioinsumos y la forma adecuada de usarlos”, así lo expresó el señor Galvis.
Una vez más, la Asociación Hortifrutícola de Colombia demuestra su compromiso con el campo y con el medio ambiente, promoviendo la construcción de espacios en los que los productores puedan crear sus insumos, mejorando los costos de producción, la rentabilidad y la calidad. ¡Somos un modelo ambiental!