El banano, esa deliciosa fruta que estuvo y sigue presente en loncheras, protagonista en ensaladas de frutas, fiel acompañante de sopas y todo un postre obsequiado por la naturaleza tiene sus orígenes en Asia Meridional. Los historiadores ubican la banana en el año 650 después de cristo, es decir que es relativamente joven frente a otros productos que aparecieron con el inicio de la agricultura hace 12.000 años en pleno neolítico cuando a partir de las siembras vino un cambio y una metamorfosis en la forma de vida y supervivencia de los humanos.
Los bananos hoy comercializados, dicen los que saben, hacen parte de una especie que fue llevada a Canarias en el siglo XV y posteriormente fue trasladado en 1516 a las promisorias tierras americanas descubiertas por Cristóbal Colón.
Más allá de que en Europa demandan banano a manera de postre, esta fruta es mucho más trascendental en la dieta diaria de por lo menos 400 millones de personas en cien países tropicales en donde prospera esta planta. El consumo per cápita colombiano es de apenas cuatro kilos por día mientras que en Estados Unidos la cifra sube a 13 kilos y en Europa alcanza los 15 kilos, de todas maneras, a nivel mundial este indicador llega a 12 kilos anuales por individuo, afianzándola como la fruta más común del globo.
Las proyecciones de arranque de año llevaron a vaticinar que el mercado podría crecer este año en cantidad y ventas. El banano es una fruta del trópico que genera ingreso en muchas partes del mundo.
Al término de la parte más compleja de la pandemia de Covid-19, un número importante de países bananeros optaron por incursionar en líneas sostenibles de comercialización y procesamiento de plátanos y con ello evitar menoscabos generados por complicaciones que puedan interrumpir el abastecimiento y las calamidades que impactan directamente el crecimiento del siempre dinámico crecimiento de la fruta.
Después de trigo, arroz y maíz, los plátanos son el cuarto cultivo más importante a nivel alimentario medido por producción, pero la fruta número uno por cantidad y consumo. Los bananos hacen parte de las frutas más exportadas en el planeta, pero igual una fuente esencial de sustento y dieta. Los expertos dicen que las exportaciones mundiales de banano pueden pasar de los 13.049 millones de dólares.
A la fecha el mayor exportador de banano es Ecuador que tiene el 26 por ciento del mercado mundial seguido de Guatemala, Costa Rica, Filipinas y Colombia. El principal cliente para este alimento es Estados Unidos. Hoy por hoy las campañas de comer mejor y más sanamente están haciendo que suba la demanda de banano.
Es importante decir que Asia-Pacífico lidera el mercado de bananos ya que su participación promedio es de 55,4 por ciento de la producción global. Dentro de ese bloque India es el mayor productor de la fruta al obtener 31.504 millones de toneladas métricas en un área de 878.000 hectáreas, este último reporte de 2020, le siguen en la lista China e Indonesia. Pese a los volúmenes, India exporta apenas el uno por ciento de banano ello debido a que la producción está destinada casi que en su totalidad al mercado interno sobre todo en estos últimos tiempos en lo que ha subido la población, un factor que ha pesado en el crecimiento de áreas sembradas que hacen parte de una agricultura por contrato.
Los bananos son ricos en vitaminas A, C B1, B2, B6, B9-ácido fólico y vitamina E. Asimismo tiene minerales apropiados para la salud como potasio, magnesio, hierro, selenio, zinc y calcio, Esta fruta ofrece además fibras dietéticas y proteínas. Los nutricionistas aseguran que el banano ayuda con un excelente metabolismo, pero aportan de manera positiva al sistema nervioso y la digestión.
En charla con Diariolaeconomia.com, el presidente Ejecutivo de la Asociación de Bananeros del Magdalena y la Guajira, Asbama, José Francisco Zúñiga Cotes, afirmó que, en línea con los demás sectores de la agricultura, el bananero atraviesa por problemas agudos de seguridad, cambio climático y precios internacionales, factores que vienen afectando al sector primario desde comienzos de 2023 y en los que se trabaja para poderlos superar.
Según cálculos hechos al interior de la asociación, los departamentos de Magdalena, Cesar y Guajira exportarán cerca de 900.000 toneladas de banano, unos 45.000 y 50.000 contenedores de la fruta que partirán a distintos destinos como Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea y Corea del Sur, todo lo que aporta en materia bananera la Costa Atlántica al mercado internacional.
Los volúmenes exportados podrían ascender a 450 millones de dólares anuales, una cifra interesante en medio de todos los inconvenientes locales y exógenos.
Los productores del Caribe colombiano siguen creciendo en sus siembras bananeras de manera comprometida, una evolución acelerada y dentro de una determinante formalidad, ello acompañado de unas características que hacen del sector único porque hay pequeños productores, más de 600 en el departamento del Magdalena y un número significativo en normativas, sellos y certificaciones que les permiten a los productores llegar a los mercados del mundo. Asbama con sus afiliados, igualmente, es el primer generador de puestos de trabajo formal ya que más 18.000 personas tienen un ingreso gracias a los empleos directos en las empresas productoras y exportadoras de banano de la Colombia caribeña.
Adicional a eso más de 2.500 de los colaboradores hacen parte de un sindicato o de otras centrales obreras presentes en la zona.
A propósito de la Ley Ambiental de la Unión Europea, UE, que restringe la exportación de algunos productos por su impacto adverso en los ecosistemas, la asociación está trabajando en aspectos que debe ajustar, pero tiene claro que es un sector flexible que se acomoda a todas las normas y exigencias razón por la cual tiene sus respectivas certificaciones que lleva a los empresarios a cumplir y a dar pasos adelante con todas las disposiciones y reglamentos.
“Los nuevos agricultores que quieren exportar se encuentran con esas barreras invisibles. Nosotros como sector exportador ya tenemos un camino avanzado, cosa que no nos parece, la venimos discutiendo a nivel latinoamericano para presentar antes las diferentes comisiones de la Unión Europea los problemas que pueden acarrear algunas leyes, ciertas moléculas que quieren vetar y ese tipo de cosas las venimos hablando”, declaró el señor Zúñiga Cotes.
Si bien el mercado de Estados Unidos es sumamente importante para el banano de la costa atlántica igual el de Reino Unido y Unión Europea, las principales dificultades, señaló el directivo, antes que se aprueben cuotas, algo que no se está concediendo actualmente, son las extremadas exigencias porque día a día se exige más en temas ambientales, sociales y laborales, pero infortunadamente no es reconocido un mejor precio.
Según reveló el dirigente gremial, el precio del banano sigue inamovible puesto que tiene entre siete o diez años en el mismo nivel, eso sí los condicionamientos y las normas que hay que cumplir, apuntó, son mayores, algo que pone a los productores en desventaja, haciéndolos menos competitivos.
Reclamó del mercado una mirada cargada de equidad y coherencia con el sector bananero porque éste requiere precios más justos a nivel internacional. Hoy una caja de banano cuesta entre seis o siete dólares, un valor que se quedó inmóvil, algo que en una década pesa porque hay gastos, exigencias e inversiones. Los productores hablan, dijo Zúñiga Cotes, de uno o dos dólares adicionales para recuperar parte del terreno perdido.
Sobre los costos en las siembras y la recolección, el presidente Ejecutivo de Asbama expuso que es bueno tener en cuenta que hay procesos inflacionarios, volatilidad en tasa de cambio y mayores desembolsos por combustibles que siguen escalando en valor y un salario que de 2021 a 2023 paso de un 900 mil pesos a uno de 1.1 millones de pesos, algo que si se toma de 31 de diciembre de 2021 a primero de enero de 2023, son 12 meses en los que el sector bananero está pagando un 36 por ciento más en salario mínimo.
Geopolítica, angustia de otro mundo
Un asunto que tiene a muchos empresarios pensando a nivel global es la situación bélica del planeta porque en principio hubo temores por el conflicto entre Rusia y Ucrania, pero ahora aumentó el nerviosismo por lo que acontece en la Franja de Gaza ya que, en opinión de algunos analistas, la humanidad podría estar asistiendo a la tercera guerra mundial, un caos de consideración porque habría líos de logística, canales internacionales bloqueados, como podría pasar con Suez, y todos los inconvenientes en suministro.
A criterio del presidente Ejecutivo de Asbama, todos estos eventos, como ha pasado históricamente, claramente benefician o perjudican a algunos. Precisó que, para el caso del banano, al inicio de la guerra en Europa Oriental, hubo muchos problemas por el abastecimiento de insumos, los fertilizantes se encarecieron y se cerraron algunos mercados. Uno de los damnificados con el enfrentamiento entre rusos y ucranianos, explicó Zúñiga, fue Ecuador que resultó duramente impactado porque en ese momento tenía a Rusia como uno de los destinos claves para sus bananos, aunque reconoció que los problemas aterrizaron en todos los sectores agrícolas e industriales porque la crisis global logística que golpeó los mercados se superó paulatinamente, pero dejó huellas y fue reemplazada como problema por la confrontación entre los gobiernos de Moscú y Kiev.
“Nosotros habíamos atravesado por diferentes problemas, arrancamos con el fusarium raza 4 tropical, una enfermedad con la que seguimos luchando, después de eso llegó la pandemia y todo lo hemos venido sorteando. Sin lugar a dudas somos un sector resiliente, valiente, comprometido y dispuesto a seguir trabajando”, comentó Zúñiga Cotes.
A propósito de la crisis global logística, el presidente Ejecutivo de Asbama detalló que sobrevivir con ese apuro fue complicado en vista que se encarecieron desproporcionadamente los precios llevando al país y al mundo a una inflación de grueso calibre.
En cuanto al Covid-19, el dirigente gremial manifestó que hubo algo positivo que le permitió al sector bananero estar adelante porque de los procesos de bioseguridad para los trabajadores en finca se pasó a unos pequeños ajustes para no dejar de producir. La logística que claramente se trastocó por el tema de los contenedores subió precios y ocasionó dificultades, algo que por fortuna se ha venido normalizando.
Por incertidumbre climática hay que tener los ojos bien abiertos
Un problema bastante delicado es el cambio climático y la incertidumbre que éste genera ya que aparte de las enfermedades conocidas que atacan al banano y a otras plantas, es posible que lleguen otras más fortalecidas, posiblemente más letales y difíciles de controlar, una situación que se puede conjurar siempre y cuando se detecten daños y patologías a tiempo.
En el momento presente Asbama tiene con el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, un monitoreo para fusarium y el mensaje siempre es el mismo, recordó Zúñiga Cotes, pues cuando algún productor detecte algún síntoma de amarillamiento o marchitez, lo primero que debe hacer es comunicarse con el ICA para que tomen las respectivas muestras. Asbama, aclaró, viene acompañando ese proceso, pero cada finca y cada bananero deben hacerlo por su cuenta cuando lo consideren.
Las pérdidas por fusarium son estimables y se han erradicado cerca de 250 hectáreas de banano lo cual llevado a cajas significa 2.400 o 2.500 cajas en promedio que anualmente se pierden por hectárea.
“Nosotros tenemos que estar preparados para que lleguen nuevas enfermedades, eso sí, lo que no podemos dejar de lado es la investigación. El fusarium puede mutar, se puede volver otra enfermedad y atacar cultivos, pero mientras haya exploración, estudio y toda la ciencia al servicio de la agricultura puede haber tranquilidad advirtiendo que no será el primer padecimiento, tampoco la primera amenaza y menos la última, luego esto nos tiene que servir de lección y le debe aportar al Gobierno para que invierta mucho más en institutos como Agrosavia que se dedica de lleno a la investigación en Colombia”, aseveró el presidente Ejecutivo de Asbama, José Francisco Zúñiga Cotes.
Insistió que, en el frente fitosanitario, el éxito en la lucha contra las enfermedades y plagas que atacan las plantas depende de una labor conjunta, de verdaderas sinergias ya que la tarea es de todos, Gobierno, productores y sector privado quienes deben permanecer con las alertas encendidas.
Las compañías afiliadas a Asbama cumplen a cabalidad con inclusión, generación de empleo, tejido social, atención de comunidades y una apuesta muy decidida por la región y el país, en los tres departamentos en donde se emplean 18.000 personas, hay salarios, en su gran mayoría, por encima del mínimo, todo un beneficio que redunda en desarrollo porque se trata de zonas en donde no hay muchas oportunidades laborales.
Enfatizó que el impacto social que tiene el banano es muy importante porque le da la mano a muchos colaboradores que son campesinos los cuales en el traspatio de sus casas tienen cultivos de plátano, banano, yuca y productos de pancoger que siembran en sus ratos libres, con lo cual adquieren solidez financiera al sumar su salario con los ingresos que tienen por ese tipo de agricultura casera o de parcela.
Finalmente, no sobra decir que en 2022 los bananeros colombianos exportaron 108 millones de cajas de veinte kilos con la apetecida fruta, una caída del 2.7 por ciento comparando los volúmenes de 2021 cuando fueron despachadas 111 millones de cajas con igual peso. El año pasado las ventas de banano al exterior ascendieron a 892 millones de dólares, desde luego inferior al registro anterior que llegó en 2021 a 898 millones de dólares.
En los rendimientos del año anterior, influyó el cambio de clima, unos aguaceros imparables que llevó al estrés hídrico y en consecuencia al aumento en los casos de sigatoka. En el ejercicio económico de las bananeras afectó igualmente el elevado costo de los fertilizantes por el conflicto de Rusia y Ucrania, el valor de los fletes y la sobreoferta de banano en el mundo que se dio por la imposibilidad que tuvo Ecuador para llevar el producto a Rusia, uno de sus principales clientes, como era apenas obvio los precios se desplomaron.




