La caña de azúcar es un cultivo de gran importancia para Colombia y para el mundo, se puede decir que en los momentos más difíciles del agro, la caña le pone dulzura a las coyunturas y por eso en los ingenios y en las zonas de producción la alegría, amén de las vicisitudes, es una constante.
Este producto llegó por primera vez al territorio colombiano en 1538 cuando fue introducido en Cartagena por Pedro de Heredia, luego de dos años, en 1540, Sebastián de Belalcázar trajo la gramínea con algún propósito, decidió sembrar caña en su lugar de vivienda ubicado en Yumbo, las cosas salieron bien y las plantaciones se fueron diseminando por la cuenca del río Cauca.
Cerca de la caña de azúcar fueron erigidos trapiches de gran envergadura que operaban muy cerca de Cali, este cultivo que se convirtió en un ícono del Valle del Cauca fue expandiéndose por todo el país, un proceso que empezó en Maríalabaja, Bolívar, llegó al Valle de Apulo, región de Rionegro y Guaduas en la comarca cundinamarquesa, también fue al Valle de Tenza en Boyacá y a Vélez en Santander.
Así empezó a crecer en Colombia una siembra originaria de Nueva Guinea, los expertos aseguran que esta planta fue sembrada inicialmente en el sudeste asiático y la India occidental aproximadamente en 327 antes de Cristo. Quienes han hecho las investigaciones dicen que esta labranza llegó a ser de suma importancia en el subcontinente indio.
En Colombia las grandes plantaciones de caña de azúcar empezaron en el siglo XVI dándole a las regiones una opción de diversificar siembras pues tan solo se apostaba por el maíz, el cacao, el plátano y la cría de ganado.
La actividad azucarera crecía vertiginosamente, tanto que en 1560 fueron inaugurados tres ingenios en el Valle del Cauca, pero también hubo entusiasmo y erigieron el de Caloto en el Cauca. Los hermanos Andrés y Lázaro Cobo, dueños de ingenios, exportaron azúcar y miel a Panamá en 1588, luego en 1593 el empresario Diego Ordóñez de Lara envió al mercado internacional 180 arrobas de azúcar, en ese tiempo por cada arroba el cliente le reconoció dos pesos sencillos la arroba.
Corrió el tiempo y en 1600 los ingenios se instalaron por buena parte de la geografía, hubo organización agrícola e industrial en Ocaña, Vélez, Mahates, Tocaima, Guaitara, La Palma, Ibagué, Buga, Cali y en muchas otras provincias.
Un momento importante para el cultivo de caña de azúcar fue la elaboración de aguardiente en 1700, a partir de 1772 empezaron a operar las reales fabricas licoreras en varias capitales de Colombia.
Con los años y los siglos llega el trapiche de hierro, los primeros fabricados en la ferrería de Pacho en 1883, en 1901 Manuelita incursiona con maquinaria a vapor, con los avaneces, el ferrocarril resultó un aliado afortunado y un factor de competitividad de enorme trascendencia. Los tiempos siguieron pasando, las hojas de incontables almanaques cayeron y volaron semejando un otoño en cronología, y con la modernidad los avances, la tecnología y la apertura de mercados. Con el azúcar Colombia evolucionó, de hecho sigue presente en el desarrollo económico del país aportando riqueza e impulsando equidad con tejido social y generación de empleo y oportunidades.
Hay momentos de dificultad tanto internos como exógenos, pero la industria es resiliente, empuja y no da su brazo a torcer, hoy el azúcar colombiano mueve entusiasmo y país porque de la caña sale el etanol, biocombustible esencial para darle un respiro al planeta.
Hoy el entorno de la caña de azúcar sigue dando saltos de calidad y por eso se proyecta un mejor comportamiento en los indicadores de productividad y competitividad, ello porque la tecnología, la precisión y la inteligencia artificial llegaron a los campos a dar una mano de manera sustancial porque muchos trabajadores optaron por apartarse de la laboriosidad, un lío de la agricultura y el campo en general.
La presidente de la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia, Asocaña, Claudia Ximena Calero Cifuentes, le dijo a Diariolaeconomia.com, que el 2024 arrancó con mucho dinamismo, haciéndole frente a la situación del fenómeno de El Niño y por supuesto aplicando las mejores prácticas y haciendo uso de la tecnología de punta para poder sortear el contexto.
Anotó que indiscutiblemente la tecnología garantizará la vigencia y el futuro del campo porque si el sector agroindustrial y agropecuario del país no se ajusta a esas iniciativas, definitivamente Colombia quedará rezagada. En ese sentido, expresó, la aplicación de la agricultura 4.0 llama a gritos a todos los productores del país porque en un entorno distorsionado de la agricultura en el mundo, la apuesta tecnológica es lo único que le permitirá a la ruralidad productiva permanecer en los mercados.
“La agricultura 4.0, no solamente es el término de tecnología, es poder también maximizar nuestras ganancias, pero asimismo poder hacer un uso sostenible y adecuado de los recursos naturales. La idea es que con mayores ayudas e inversiones en tecnología, el agricultor pueda tener la mejor calidad en productos agropecuarios”, declaró la señora Calero Cifuentes.
Apuntó que la nueva agricultura debe trabajar bajo parámetros de inteligencia artificial, IA, adecuada a las necesidades de cada región y con una condición especial, propicia al talento humano que necesita la agroindustria actualmente.
El sector de la caña de azúcar ha logrado un desarrollo importante y vanguardista razón por la cual ya tiene inteligencia artificial en los campos, solución que se ha adaptado al unísono con Cenicaña, uno de los cinco mejores centros de investigación en el mundo, los empresarios del sector han logrado incorporar la IA, prueba de ello es Ana, un avatar que le da información a los agricultores sobre las mejores prácticas agrícolas en el campo, cuando regar, cuando no hacerlo, determinar cuál es la mejor taza de aplicación en fertilizantes entre otras.
El mundo avanza, no existe la menor duda, estamos haciendo la transición agropecuaria más interesante, la ruralidad pasó de Juan Valdez en café y de María del Campo en cacao a Ana, el avatar que ofrece las más acertadas soluciones en los cañaduzales. En opinión de Claudia Ximena Calero Cifuentes, la caña de azúcar en Colombia y el sector agroindustrial de la caña es un sector vanguardista, del que se espera, todos se sientan orgullosos como aquellos que trabajan en él.
Buenas cifras de la caña de azúcar
Al hacer referencia al comportamiento del sector en el periodo anterior, la presidente de Asocaña precisó que la industria molió cerca de 23 millones de toneladas de azúcar que se convirtieron en 1.9 millones de toneladas de azúcar producidas. Manifestó que el sector utilizó aproximadamente 1.780 gigavatios de energía porque esta agroindustria no es solamente azúcar sino generación de energía.
Allí mismo, sostuvo la directiva, se produjeron alrededor de 343 millones de litros de etanol que están dispuestos para la oxigenación de las gasolinas y reveló que resultó importante ver que 23.000 toneladas de abonos orgánicos sustituyeron el cloruro de potasio lo que ha significado para la industria que en la mitad del área ya no se estén utilizando productos químicos.
El sector azucarero sigue firme con el tejido social y las oferta de opciones para mejorar la calidad de vida de muchísimas familias en el país, a la fecha las empresas agrupadas generan 286.000 empleos directos e indirectos, un poco más de 2.5 millones de personas que dependen de la agroindustria de la caña.
“Me atrevo a decir, apoyada en datos de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo, Fedesarrollo, que seis de cada diez familias del área de influencia del cultivo de la caña, dependen sin temor a equivocarme de esta agroindustria”, afirmó Calero Cifuentes.
Oportunidades con Estados Unidos
En el foro convocado por la Cámara de Comercio Colombo-Americana, Amcham, fue interesante escuchar de las grandes opciones que tienen los agricultores colombianos en el mercado del país norteamericano. Por ejemplo el sector azucarero tiene hoy en el marco del tratado de libre comercio, una cuota que aprovecha la industria de forma considerable, llevando a territorio estadounidense los mejores productos porque Colombia obtiene actualmente una de las mejores calidades de azúcar.
¿El TLC es dulce o agridulce?, ante esta inquietud la dirigente gremial expuso que Colombia y la agroindustria de la caña pudiesen tener una cuota algo mayor. En el momento, expresó, los ingenios y las empresas nacionales no están teniendo ninguna limitación al mercado de Estados Unidos, pero recalcó que si es importante considerar una cuota mucho más generosa.
Asocaña vio con buenos ojos un presupuesto robusto para el campo con el actual gobierno, más de nueve billones de pesos, pero aclaró que el campo debe verse de manera integral y totalmente abrazado por la conectividad ya que en América Latina ese indicador, el de conectividad, está por el orden del 18 por ciento, un porcentaje bajo, empero en Colombia la cifra es menor, alcanza el 13 por ciento y lo cierto es que a las zonas de producción agrícola debe llegar, no solo Internet sino vías y bienes públicos en general, todo en el marco de una política integral, vías terciarias para poder ingresar insumos y para sacar cosechas de manera oportuna, constante y con buena calidad.
Al sector rural, acentuó la presidente de Asocaña, también le importa una educación de calidad, a la medida, especializada y focalizada, con un enfoque diferencial, de igual manera, subrayó, los labriegos también necesitan servicios de salud y otros básicos de energía para lograr esas cadenas de frío que demanda la producción agrícola, sin duda alguna, resaltó, es un enfoque integral.
Las tierras y su democrática repartición, argumentó la líder gremial, es igualmente importante por las soluciones que necesita el país campesino con ganar de cultivar, a juicio de Calero Cifuentes, este asunto debe verse desde el punto de vista integral, es decir, cómo el Estado, cómo los privados, de qué manera la academia y las comunidades que están en los territorios pueden aportar. Aseveró que valdría la pena mirar y revisar esos enfoques que en otras partes del mundo se están dando, y donde todos ponen, y en donde igualmente todos en un territorio en el que deben permanecer, definen de qué forma cómo le apuestan para que el agro sea cada vez mejor.
El tema de los indígenas, estimó la dirigente, también hace parte del campo como una solución integral en donde se produzcan los bienes agrícolas de forma competitiva y donde la agricultura compuesta por muchos actores puede hacer que estos sean de igual manera competitivos y capaces de generar su propio bienestar.
El sector de la caña fue golpeado fuertemente por invasiones, agresiones e inclusive con el asesinato de cultivadores, hoy está funcionando la mesa de diálogo establecida por el gobierno, un escenario que continua, opera y que los actores que la conforman hacen sus mejores esfuerzos para contener situaciones de tensión en el territorio.
“Nosotros le estamos apostando a esos capítulos y esfuerzos de diálogo y por su puesto siempre llamando la atención que en esta región, como en toda Colombia, se necesita un enfoque integral”, subrayó la presidente de Asocaña.
Frente al tema de las brigadas ganaderas socializadas por la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, Asocaña manifestó que como gremio le ha pedido al gobierno colombiano, a la institucionalidad que aplique sus mejores esfuerzos en cada una de las acciones que debe de hacer y cumplir para salvaguardar la vida de todos los habitantes de las regiones en donde hay tensiones. Esto, señaló, es un llamado recurrente para que la seguridad llegue a los territorios desde donde debe arribar y con quien debe hacerlo, así mismo el clamor es porque la justicia llegue a esas zonas porque en la medida en que haya más impunidad, se disparan los índices de violencia.
Es innegable que el campo y las actividades agropecuarias que garantizan la seguridad alimentaria, están sitiados por la delincuencia y la violencia en todas sus expresiones. La presidente de Asocaña Claudia Ximena Calero Cifuentes hizo un llamado a toda Colombia y sus habitantes para unir esfuerzos desde la tribuna que sea para lograr que a las zonas rurales y urbanas llegue la concordia y la paz.
Una buena reforma tributaria hace más viable y barato el país
Finalmente, sobre el asunto de reforma tributaria que pone nervioso y con toda razón al sector productivo colombiano que con cada cambio al estatuto tributario ve palos en la rueda al desarrollo, la presidente de Asocaña dijo que hay algo importante para resaltar y es que es importante hacer un análisis de cuantos colombianos deberían estar hoy contribuyendo con la salud fiscal del país. En ese frente, indicó, aún hay un GAP de mejora y puntualizó que la racionalización de gasto estatal es un tema que también valdría la pena concentrarlo, el reto, comentó, está en la reactivación de la economía y en lograr la dinamización de diversos sectores con lo cual se generará mayor movimiento en las economías locales, regionales y nacionales, por su puesto también apostarle a un incremento en el empleo.
Generalmente los equipos económicos de los gobiernos con sus respectivos ministros de hacienda, finanzas o economía a la cabeza, sufren por las caídas económicas, por la contracción de la demanda interna y por la situación de dificultad en los hogares. Una salida a ese problema podría ser bajar tarifas, incentivar las compras y la inversión, pero durante décadas ha costado llegar a una ecuación inteligente, totalmente versátil y sin traumatismos para empresarios, consumidores y trabajadores, lo obvio es no saturar con tarifas exageradas e injustas a las factorías y personas asalariadas, el tema pasa por fomentar gasto, mayor dinamismo empresarial y la recuperación de sectores productivos y empleo, nada retador, simplemente sentido común, otro déficit en Colombia.
Sobre este tema, la presidente de Asocaña apuntó que abaratar el país es totalmente viable, pero ello morigerando gastos, atacando la corrupción y ponerles punto final a unos egresos innecesarios que no ayudan porque el asistencialismo acabó con la mano de obra y está sentenciando lo poco que queda en la ruralidad.
Iniciativas como Familias en Acción que castigaron fuertemente a los productores agrícolas deberían repensarse, acabarlos e invertir esos dineros en proyectos productivos que pongan la gente a trabajar y a recuperar la dignidad porque no hay nada más reconfortante que poner pan en la mesa con el sudor de la frente, una condición que todos nos corresponde.
La agroindustria, enfatizó Calero Cifuentes, podría generar dinamización en otros sectores de la economía porque sencilla y llanamente saben hacer empresa, tan solo tendrían que hacer transferencia de conocimientos y activar los sectores que hoy siguen estáticos. Para eso resultaría muy afortunado impulsar alianzas público-privadas que con el respaldo de los sectores sociales ayudarían a reafirmar que la suma de esfuerzos genera resultados diferentes.