Domingo, 07 Abril 2024 06:38

Una guerra mundial tomaría a Colombia con los Campos desolados: Fenalce

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Los agricultores están preocupados, la ruralidad no despega, hay plata, pero no se refleja en proyectos productivos de gran calado. La seguridad alimentaria dependerá de terceros.

El mundo sigue en total incertidumbre, es visible la ansiedad de algunos países irresponsables por iniciar una ofensiva de gran dimensión a sabiendas que les puede ir mal, un error tremendo porque al parecer ignoran que los conflictos ya no se hacen a domicilio y que, en caso de beligerancia extrema, por radares y tecnología que se tenga, algún misil destruye ciudades y con ellas vidas inocentes, de personas que tan solo saben trabajar y pedir por la paz del mundo. Pero eso les pasa de agache a los mal llamados señores de la guerra, los que viven de vender armas, promover invasiones y feriar muerte. Nada que aprendemos, el ser humano ama odiar, quita vidas de manera absurda pues jamás sabrá a quién destrozó ni que vidas opacó para siempre. La guerra sin duda es estúpida, tan solo busca mostrar poder, quizás desgastado y aterrorizar ignorando el amedrantamiento que puede devolverse y desconoce la piedad como lo hemos visto por estos días en la Franja de Gaza.

El afán de una guerra lleva a pensar si se hace con prisa malsana, buscando disimular las cifras en rojo de las economías precariamente manejadas, de aquellas autoproclamadas potencias que siguieron el ejemplo de la antigua Roma, apartándose de la realidad que todo imperio tiene su fin. Reitero, mis consideraciones están con la gente, con la sociedad civil y con unos seres humanos uniformados a la brava para que increíblemente mueran por una patria que nos los respetó ni tuvo con ellos un ápice de consideración, esa es la guerra, un grupo de inversionistas se divierten con el dolor y el luto de los pueblos y de seres humanos injustamente arrancados del seno de sus familias, a los que se les transforma el alma para que acaben con sus semejantes así no sepan por qué lo hacen.

 

 

Con la amenaza enorme de una nueva Guerra Mundial, la tercera, hay pavor por no salir mal librados de una situación horrorosa que convierte naciones y países en verdaderos infiernos, todo por el gusto de algunos mandatarios que necesitan algo de diversión. Mi padre decía al que está quieto se deja quieto, sin embargo, hay estados que firmaron la eternidad, llevaron tropas a sitios difíciles, apuestan por el triunfo sin detenerse a pensar que la derrota puede ser estruendosa.

Las grandes confrontaciones no solo acaban infraestructura y matan niños, ancianos y personas buenas, generan hambre, entorpecen el comercio, traban la logística y deprimen a quienes presencian hecatombe desde lugares lejanos y apartados de la beligerancia. Los problemas de abastecimiento se agudizan y por eso es recomendable que cada país asegure su alimentación porque en tiempos de misiles la comida escasea.

En Colombia, por ejemplo, la situación espanta porque el agro está en proceso de reactivación, hay recursos aprobados, pero la prioridad es la compra de tierras y el bienestar de algunos indígenas que no quieren saber de productividad sino de asistencialismo, distinto a otras etnias que siembran café y cultivan alimentos porque saben que trabajar dignifica la vida. El campo no la pasa bien, los proyectos a gran escala no avanzan y los problemas crecen como espuma justo en momentos en que se necesita agro para soportar tiempos sumamente complicados porque depender de terceros no garantiza nada y menos cuando hay distancias políticas con países de la región.

No hay duda, en tiempos difíciles aparecen las grandes oportunidades y la actual puede ser magnífica para el campo colombiano que fácilmente daría un salto de calidad, diversificando, potenciando el mercado nacional y generando oferta exportable, una buena condición para responder en las perentorias cadenas regionales de valor.

 

 

El Gerente General de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya, Fenalce, Henry Vanegas Angarita le dijo a Diariolaeconomia.com, que la situación geopolítica y un contexto de guerra agudiza el tema de precios y producción para el mundo porque hace dos años cuando arrancó el conflicto entre Rusia y Ucrania, materias primas como el gas, la urea y otros, inclusive productos terminados para distintos sectores productivos, elevaron su precio o no se conseguían.

De todas maneras, indicó el dirigente gremial, después de dos años de guerra en Europa Oriental, el mundo se fue acomodando a la situación y sin que se acabara la guerra el pecio de la urea cayó a mitad del valor que alcanzó, igualmente bajaron las cotizaciones en maíz, soya y otros bienes utilizados para la transformación, algo importante porque Ucrania por estar metida en el pleito no ha podido recuperar su destacada producción en cereales, maíz, trigo y cebada, girasol, patata, remolacha azucarera, soya, como también frutas, básicamente manzanas y peras.

Con el tema de las guerras y su impacto en el abastecimiento, expuso Vanegas Angarita, se maneja mucho alarmismo porque el mercado juega con muchas señales y reacciona de acuerdo a la época y de las presiones que tenga, por ejemplo, apuntó, en América, todos los medios dan como un hecho que Ucrania y el bloque de los países occidentales están ganando la guerra con Rusia, pero en Europa existe la sensación que ese enfrentamiento se está perdiendo.

En la charla con este medio, el Gerente General de Fenalce manifestó que el bloqueo a Rusia no afectó el andamiaje ni el suministro y caso opuesto la economía rusa no se ha visto afectada, inclusive reportó un interesante crecimiento y el presidente Vladimir Putín logró su reelección con un margen descomunal, en pocas palabras a Rusia todo el resquemor y las medidas adoptadas le hicieron provecho, hoy ese país goza de buena salud y crece mejor que Europa y que otras naciones del planeta.

 

 

Agregó que esa guerra creó una tendencia preocupante y tiene que ver con los grupos de mercenarios que se van a combatir por 4.000 dólares mensuales en cualquiera de los dos bandos, es decir que en ese aprieto bélico los gobiernos de Kiev y Moscú no exponen a sus connacionales, tan solo buscan gente que arriesgue el pellejo, una industria lamentable que sigue creciendo.

Un asunto de mucha trascendencia es que América que no ha pasado por una guerra mundial pues Estados Unidos participó en las dos primeras sin que le tocaran el territorio, escenario que muy seguramente va a cambiar y por eso los países de Latinoamérica, especialmente los suramericanos serán los responsables de producir comida para el resto del mundo, verbigracia, Brasil, Argentina, México, Chile, Perú y otros, Colombia no se sabe porque lamentablemente los campos están desolados y eso dice que no será potencia agrícola o agroalimentaria en el corto plazo.

 

“Creo que Colombia podrá tener algunas limitantes, pero si no hay abastecimiento con Estados Unidos, se puede conseguir con Argentina, Brasil y otros grandes jugadores del agro en la región. En lo personal, no veo tan crítica la situación ante la eventualidad de una Tercera Guerra Mundial pues no afectará de manera importante a las Américas, la situación será muy diferente para Centroamérica y Suramérica en donde habrá espacio para crecer y gestar empresas agroindustriales que a futuro serán determinantes en el mercado global, pero para eso se necesita menos palabrería y más hechos, las oportunidades aún en medio de la tragedia, llegan, florecen y hay que capitalizarlas”, declaró el señor Vanegas Angarita.

 

Actualmente América es el continente que produce la mayor cantidad de alimentos a nivel mundial, China se autoabastece, pero necesita aceite, soya, proteínas y otros productos. El directivo dijo que tristemente en donde se cree que puede haber una fuerte hambruna es en la India, no solo por la situación geopolítica sino climática, por eso proyectan, explicó, que, en 50 años, uno de los países que puede estar enfrentando problemas agudos en la parte alimentaria y de nutrición es India.

 

En agro, la condición es que a nadie le puede ir bien

 

 

A criterio del Gerente General de Fenalce, es el momento que Colombia reactive sus campos en plenas condiciones económicas, sociales y de tranquilidad ya que nuevamente se está complicando la seguridad en el campo en donde operan grupos armados de todo tipo y de distintas corrientes, inclusive hampa internacional que encontró en Colombia un lugar ideal para delinquir, atropellar y violar los derechos humanos, una situación reprochable porque no se ve acción militar ni la defensa de la institucionalidad que en tiempos pasados enfrentó guerrilla, paramilitares y delincuencia común, hoy pequeños inconvenientes al lado de las tremendas estructuras delincuenciales que están prolongando el sufrimiento en la ruralidad, unas personas de distintos países que no tienen el mínimo derecho a amedrentar y a arrinconar con amenazas, extorsiones y asesinatos al campesinado y a quienes invierten en agricultura, en conclusión, un escenario opaco, deplorable y sin esperanza, la gente buena no tiene derecho al país, este se volvió el paraíso de los hampones, de esos que no conocen temor por Dios y menos por el Ejército o la Policía, una decadencia total de la protección.

Fenalce aseguró que en Colombia la delincuencia campea por todos lados, a tal punto que hay territorios en donde manda la guerrilla o grupos por fuera de la ley, rige el mandato de las multinacionales del crimen sin que se tomen medidas o se garantice el sosiego, todo un derecho contemplado en la Carta Política.

 

“Por todo esto yo no veo que el campo se vaya a reactivar tan fácilmente, hay cerca de diez billones que deberían estar metidos de lleno en proyectos productivos para lograr la sustitución de importaciones, pero de nada sirve tener plata con delincuencia rondando las fincas, sin avales estatales y además en donde la prioridad es la compra de tierras más no los macro-proyectos a los que el país les está apostando pues no se ven”, comentó Henry Vanegas Angarita.

 

 

 

Señaló que en el campo pueden superarse varias emergencias y temas alimentarios sumamente demandantes ya que cuando se habla de seguridad alimentaria a nivel global se piensa en maíz como fuente de calorías y en soya como fuente de proteína, Colombia, estimó el conocedor, debe pensar en frijol y en soya.

Aseguró que si Colombia siembra maíz, frijol y soya, desde luego hay comida, expuso que si a México le llega a faltar maíz o frijol con toda seguridad vendrá una segunda revolución mexicana.

Los colombianos están en calzas prietas, los agricultores se amoldaron a que les vaya regular o mal por el tema de la seguridad puesto que si a alguien le va bien, a la fija los grupos irregulares le caen, ya sea de la extrema izquierda, de la extrema derecha, delincuencia común o la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN, eso corrobora que la prosperidad a fuerza de trabajar e invertir no tiene cabida en Colombia, quien lo hace se expone y se matricula en el listado negro de los que le hacen la vida imposible a los agricultores, ganaderos o empresarios, en el país es casi que obligación vivir mal, estar en condiciones de precariedad y aun así, si la tierra que tiene el campesino es buena, seguramente la puede perder pues nadie dice no con un fusil en la cabeza.

 

 

“Aquí en Colombia el negocio es ser pequeño porque los habitantes del campo e inclusive de las ciudades reciben auxilios del gobierno, subsidios y como son casi invisibles nadie los atormenta y pasan de agache, luego con una mentalidad de esa y con la condición de no crecer ni poder sacar renta de la tierra y cultivos es muy difícil que el país despegue. El Gerente General de Fenalce añadió que con un gobierno como el actual que ve a los empresarios como explotadores y señores feudales, apoltronados en formas o modelos pre-capitalistas de producción, así el tema de surgir será bien difícil”, aseveró Vanegas Angarita.

 

 

 

El campo colombiano, expresó el dirigente, sigue hundiéndose, no hay mano de obra, no hay seguridad, y ni que hablar de infraestructura y bienes públicos, totalmente en cero. El gremio llegó a creer en el discurso del presidente Gustavo Petro con lo del maíz y otras iniciativas, pero hasta el momento, afirma, nada se ha visto.

En infraestructura, anotó Vanegas Angarita, es urgente invertir en almacenamiento y todo lo relacionado a poscosecha, en instalaciones para secamiento, sin eso, subrayó, el productor agudiza sus condiciones de comercialización, no porque no haya quien compre, porque no ayude el precio o no exista demanda, sencillamente es que el agricultor no tiene el producto en las condiciones que lo pide el mercado, totalmente seco.

El país y muchos colombianos siguen convencidos que el presente y el futuro están en el campo, un país sin alimento está condenado a desaparecer, algunas personas recuerdan con melancolía la buena alimentación de décadas atrás cuando a la mesa llegaban en cantidad manjares y productos de calidad, una opción costosa, lejana e imposible para muchos hogares hoy, de seguir así la comida será un artículo de lujo que no podrán adquirir ni los jeques árabes porque algún día, sin campesinos ni actividad rural, el hambre cumplirá con su misión, pero eso, al parecer, no concita el interés de los gobiernos ni de tantas personas que viven el día a día sin mirar la tragedia que se avecina en el muy corto plazo.

 

 

 

Los agricultores, hay que reconocerlo, se cansaron de vivir a toda hora con la totuma en la mano, de sostenerse con limosnas y presupuestos vulgares, extremadamente ofensivos, en gobiernos anteriores, mientras el país despachaba petróleo y llenaba sus arcas, al campo le aprobaban 250.000 o 300.000 millones de pesos, un despropósito, más cuando al lado de las migajas eran aprobadas importaciones masivas de alimentos, una jugada sucia e infame que enriqueció a unos pocos, destruyendo empleo y oportunidades, condenando la agricultura a desaparecer porque la ruralidad se cansó de su condición miserable y de un olvido injusto en donde los labriegos, una bandera mentirosa de la revolución, terminaron absorbiendo el conflicto sin la mínima consideración del Estado y de los mismos grupos armados, igualmente responsables de la tragedia campesina, lo increíble es que a todos esos agentes oficiales, comerciales, políticos, legales o leoninos, también el hambre ha de tocar sus puertas.

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