Alguien dijo con todo acierto que la agricultura es hoy por hoy la industria más peligrosa por el cúmulo de tóxicos, venenos y productos peligrosos que maneja, al igual tiempos de Alexander y Humboldt la gente de la ruralidad que accede a estas ofertas macabras muere prematuramente, solo que de cáncer y otras enfermedades por el contacto directo con plaguicidas, herbicidas y fertilizantes químicos. La pregunta que surge es, ¿si sabemos que la agroquímica enferma y mata porque seguimos utilizando esos insumos?, ahora bien, si hay conocimiento que el exceso de síntesis masacra los suelos y afecta directamente la producción agrícola al poner en el mercado alimentos altamente contaminados, ¿porque seguimos en ese juego homicida?
El debate debe abrirse, una mesa en la que es necesario que participe la Organización Mundial de la Salud, OMS, los ministerios de ambiente, salud y agricultura de cualquier país, las multinacionales y la misma Fiscalía. Hay un problema real, la gente muere por manipulación química o por consumir alimentos impregnados de venenos o trazas químicas, sustancias que impactan el agua y con ello se llevan la vida porque arrasan con fauna y flora, todo por un cheque multimillonario que, según algunos, se reparte entre ciertos gobiernos y autoridades sanitarias del planeta, a propósito, ¿por qué no dice nada el Instituto Nacional para la Vigilancia de Alimentos y Medicamentos, Invima?
Muchas entidades saben de esto, los médicos lo han advertido, cancerología podría entregar un estudio pormenorizado, sin embargo, nada pasa, el comercio de tóxicos sigue en aumento y la gente come a diario alimentos que literalmente matan, según Salus Mundi entre el 85 y el 90 por ciento de alimentos producidos no son confiables, enferman y causan la muerte. Los niños y los seres humanos demandan de manera perentoria comida sana, sin trazas químicas y obtenidas de manera limpia en suelos vivos y prospectivos, pero estamos hablando de un anhelo y no de un axioma.
Uno de los líos más apremiantes con los agroquímicos es el deceso de los ecosistemas, muestra de ello es la muerte masiva de abejas, colibríes y polinizadores, los productos tóxicos siguen depredando páramos, cultivos y zonas de siembra porque al hacer aplicaciones por fuera de las prácticas naturales se le resta vida al suelo y a la vida en general, luego llegó la hora de hacer un juicio contundente y decidir qué es más importante, la productividad de alimentos con inocuidad o la producción a escala en donde el planeta está recibiendo sin justa causa una inyección letal, con el amanecer veremos los resultados, seguramente serán lamentables, pero es tiempo de retomar las siembras sanas y producir alimentos sin riesgo de enfermedad y muerte porque lo que llega hoy a las centrales de abastos en el mundo entero es una alimentación inviable, totalmente tóxica, peligrosa y de alto riesgo para las especies lo que incluye la humana.
En charla con Diariolaeconomia.com, el director Científico de Salus Mundi, Orlando Castro Cabrera aseveró que llegó el momento de adoptar la agricultura orgánica desde ya y expresó su preocupación por algo que prácticamente ya se acabó, el tiempo para resolver toda la problemática alrededor de la alimentación porque esa situación conlleva a unos apuros de salud pública que no se han valorado ya que nadie se pregunta ¿Cuánto vale tener cáncer, cuanto cuesta una malformación o cuanto valen los problemas genéticos desde la concepción porque los padres están contaminados con los alimentos que han consumido?
Tristemente, apuntó, eso no se ha valorado por lo que estimó, es hora de presentar la solución. Dijo que es urgente hacer nuevos hombres pues la enseñanza de las matemáticas, el desarrollo del hemisferio izquierdo, la relación con el hemisferio derecho y el lóbulo frontal tiene que erigir, subrayó, nuevos hombres que sean desde luego más conscientes de las decisiones que toman porque el impulso está reinando hoy en el mundo y a juicio de Castro Cabrera es preocupante porque hay disposiciones sin el debido análisis, sin un razonamiento y sin una lógica secuencial para llegar a cada una de esas decisiones. Las guerras, manifestó el conocedor, son motivo de la ignorancia de los hombres.
Como el sentido común no discute con nadie y no se puede seguir comercializando lo que quita vidas, es necesario cambiar el chip y entrar por el derrotero de la agricultura limpia pues está claro que la síntesis química genera la muerte de suelos, especies de fauna y flora y de seres humanos, espanta ver polinizadores sin vida, pero igual jaguares y otros animales sitiados por venenos del agro, de la minería ilegal y de la irresponsabilidad, así como de la falta de consciencia.
Dijo que hace 30 años presenció la aplicación de una sustancia química en un cultivo de flores en donde olvidaron retirar un caballo, quien dispersó el químico, puntualizó, tenía un traje amarillo como blindaje y careta de protección, pero tristemente el equino murió, un hecho causado por las altas exposiciones. Eso en el ser humano, razonó, si no lo mata puede ser peor porque la sustancia se transmite genéticamente a sus hijos afectando a toda una generación, luego es crudo afirmarlo, comentó, pero es mejor que fallezca una persona y que no se impacte toda una descendencia.
El experto evocó los tiempos en que se usó agente naranja para fumigar cultivos de arroz en departamentos como Huila y Tolima, hecho igualmente recopilado por Germán Castro Caicedo en su libro Colombia Amarga, en donde los casos teratogénicos se dispararon, vinieron malformaciones y mutaciones en niños que nacieron sin piernas, brazos u otras extremidades.
Ese, subrayó Castro Cabrera, es un buen ejemplo, lo grave, expresó, es que muchas veces se han hecho escándalos por químicos menos perjudiciales llevando las aplicaciones a un nivel de política, pero invitó a ser conscientes del tipo de molécula que se está aplicando porque hoy existen moléculas químicas de 37 gramos que envenenan 10.000 metros cuadrados a 20 centímetros de profundidad diluidos en agua y aplicados al suelo que matan todo.
“Eso para mi es un genocidio ecológico, de hecho, ha disminuido el suelo cultivable, algo claro y visible en los informes del biólogo molecular británico John Robert Cumbers quien habla directamente del detrimento de los suelos afectados por pesticidas, herbicidas y los fertilizantes sintéticos, un impacto que se hace visible en 40 millones de hectáreas menos en cinco años porque sencillamente se agoraron los suelos, imagínese lo que eso significa en alimentación humana”, afirmó Luis Orlando Castro Cabrera.
Apuntó que cuando recibió el premio ABC Business en ciencias entregado directamente por el presidente Barack Obama, el Secretario de Agricultura anotó que cambiaría su discurso una vez hablara Castro Cabrera y cuando tomó la palabra dijo algo que hizo erizar al científico colombiano, aseveró que el problema del futuro no será que no haya dinero para comprar alimentos, el gran inconveniente del futuro es que no habrá alimentos para comprar, eso, expuso le genera nervios y le pone la piel de gallina. Insistió que la humanidad debe tomar medidas urgentes e inmediatas porque el tiempo es el gran enemigo de la humanidad.
Un asunto a considerar, sentenció Castro Cabrera, es cambiar la educación y las carreras como la agronomía puesto que si no se forma en siembras limpias como también orgánicas no habrá como salvar al planeta, si se sigue formando a los nuevos estudiantes sin formación estricta y conocimiento el mundo terminará por quedarse sin comida, o por lo menos con siembras confiables.
“Hay que empezar con las facultades, debe haber verdadera enseñanza, ella sobre pilares de sanidad y vida, pero la presión de las casas productoras de químicos es enorme, luchar contra los intereses económicos es como dormir con un elefante, si se voltea nos aplasta”, conceptuó Castro.
Finalmente reveló que tiene sus serias dudas a propósito de ética y agricultura porque hoy las malas prácticas y el envenenamiento de suelos, especies y seres humanos está llevando a buscar soluciones, y básicamente a generar consciencia en las nuevas generaciones, a esas que no hay que decirles que pasen fácil las materias, hay que prepararlas para que asuman su responsabilidad frente al futuro.
Merecido reconocimiento del Senado a célebre científico
Cabrera quien recibió una mención especial del Senado de la República por su encomiable investigación y desarrollos en suelos con nuevas opciones orgánicas para una agricultura limpia y sin riesgos para la salud
Agradeció la deferencia del Senado y en especial del congresista Carlos Julio González Villa por proponer el reconocimiento a instancias de la mesa directiva, petición que encontró justo y oportuno eco de enaltecer a una persona llena de compromiso que como bien lo dice lo único que hace es cumplir con su responsabilidad histórica por cuanto un día antes de morir podrá decir con todo el convencimiento que realmente se justificó su nacimiento en vista que dejó una huella, un conocimiento y todo un compromiso, algo grato porque finalmente se califica como un accidente en la historia, pero expuso que la humanidad continuará y si lo que hace le sirve a las personas, bienvenido sea pues lo que bien desea es que su obra, si se lo permiten, les sirva a todos y que si se más tarde se acuerdan de él que sea por cosas buenas que dejará como legado para que mejore la vida y que los futuras generaciones sean mejores que las presentes.
Cabe precisar que el daño o degradación del suelo crece a velocidades vertiginosas en todo el globo, un asunto delicado que este factor pone en riesgo tanto a la fertilidad como a la productividad de los suelos y en consecuencia en abastecimiento internacional de alimentos y la seguridad alimentaria del planeta.
Por uso y abuso de agroquímicos no la pasa bien la agricultura ya que las tierras destinadas a las siembras sufren serios quebrantos de salud por una degradación que arrastra con toda fuerza ecosistemas y perspectiva alimentaria, ello, el resultado de asuntos que van desde lo humano hasta los fenómenos naturales.
Hoy como nunca se hace perentorio blindar el suelo ya que es un activo de gran valor que demanda a toda costa detallar el porqué de su deterioro, pero igual definir orígenes del problema, efectos y soluciones relativamente cómodas. En esta labor de exploración es indispensable la tecnología para monitorear y concluir con todo acierto, cuáles serán las medidas a tomar para sacar la tierra cultivable de la unidad de cuidados intensivos, UCI, eso para garantizar sostenibilidad en siembras y un estado del suelo en perfectas condiciones.
Es bueno tener claro que cuando hablamos de suelo degradado hacemos énfasis en el marchitamiento de las propiedades físicas, ecológicas, biológicas y químicas de la tierra, como ya dijimos por causas naturales, verbigracia, el cambio climático, los daños generados por el hombre como consecuencia del uso excesivo de síntesis química.
Es muy urgente enderezar el camino, habida cuenta que la agricultura no es posible en suelos adictivos saturados de química dejando ver agotamiento de nutrientes y la desaparición de materia orgánica, de manera paralela el mundo está viendo hoy con mucha angustia suelos erosionados, ácidos, desertificados y contaminados, como lo recalcó el científico Orlando Castro Cabrera, hay que frenar la degradación de suelos, darles vida y preservar con ello la seguridad alimentaria del mundo, el asunto, manifestó, pide medidas inmediatas porque de no hacerlo se acelerará la cuenta regresiva del indeseado final de la vida.
Debe ser un compromiso de la humanidad frenar la deforestación, recuperar bosques, aumentar la cubierta vegetal, morigerar la agricultura industrial, disminuir es pastoreo en bovinos y parar de tajo la urbanización que hoy sigue devorando zonas rurales.
Agricultura corrige o acelera el caos
La situación cada vez es más delicada, las tierras pierden vida, productividad y rentabilidad por la acidez que genera el amoniaco, un químico aún más dañino que el azufre y los óxidos de nitrógeno. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, erigida en 1945, todo el compendio de síntesis química puesta en las siembras conduce a una lluvia ácida que afecta árboles, acidifica suelos, pero igualmente lagos y ríos causando estragos en los ecosistemas y por ende en la biodiversidad.
Según las proyecciones de los expertos, el amoniaco utilizado en la agricultura de países desarrollados y en vía de desarrollo acrecentará las emisiones básicamente por el estiércol de bovinos y otros animales de cría que podrán pesar más del sesenta por ciento. Un asunto que debe meterse en cintura también es la combustión de biomasa ocasionada por los agricultores que son los responsables de más del 90 por ciento de ese tipo de quema, la que compromete vegetación y material forestal. Igual hay daños muy agudos por deforestación y extensión de siembras para obtener pastos.
Con cargo a estas prácticas de quemas y fuegos provocados, la humanidad ha enfrentado incontrolables incendios forestales que aparte de disparar los daños atmosféricos disminuyen alarmantemente las especies silvestres de fauna y flora indispensables en la preservación de los ecosistemas.
Dentro de los aspectos a corregir ambientalmente está el metano muy a pesar que sus emisiones duran menos en el ambiente, de todas maneras es, según los conocedores, veinte veces más potente que el dióxido de carbono, un reactor indiscutible de calentamiento global. Una cifra que crece por metano viene de las emisiones antropogénicas que crecen raudamente por año ya que supera los 540 millones de toneladas y sigue creciendo a una velocidad que supera fácilmente el cinco por ciento anual.
Los analistas del medio ambiente siguen viendo con alerta la ganadería, habida cuenta que es una gran productora de metano por la descomposición de los excrementos, el asunto es de tal magnitud que si sigue aumentando el hato ganadero global y la explotación industrial de otras especies, la producción de estierco repuntará en sesenta por ciento aproximadamente para 2030, una cifra idéntica a las emisiones de metano provenientes de vacunos.
Hoy crece la acidez en las tierras y productos básicos como maíz, arroz y trigo que no van a tener las hectáreas suficientes para aumentar una población en aumento.
Los datos asustan, hace unos días en Bonn, Alemania, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, CNULD, informó la manera acelerada como avanza la degradación de tierras en el mundo entero.
Según el organismo entre 2015 y 2019 el planeta perdió al menos 100 millones anuales de hectáreas de tierras sanas y productivas, una extensión que equivale al tamaño de Groenlandia, una estadística alarmante que invita a urgencia por cuanto la creciente degradación de tierras sigue desestabilizando mercados, comunidades y ecosistemas en el ámbito global. El estudio ratificó que la degradación tiene mayor aceleración en África, Asia y América Latina, una situación grave que afectará a miles de millones de personas.
La agricultura es una fuente importante de emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero. Libera grandes cantidades de dióxido de carbono a través de la combustión de biomasa, principalmente en zonas de deforestación y de pastos.
La agricultura es también responsable de casi la mitad de las emisiones de metano. Aunque persiste en la atmósfera durante un tiempo más corto, el metano es aproximadamente veinte veces más potente que el dióxido de carbono en su acción de calentamiento y, por tanto, un importante factor a corto plazo del calentamiento global. Las actuales emisiones antropogénicas anuales son del orden de 540 millones de toneladas y están creciendo a un ritmo aproximado del 5 por ciento anual.
Solo el ganado representa aproximadamente la cuarta parte de las emisiones de metano a través de la fermentación intestinal y la putrefacción de los excrementos. A medida que aumente el número de cabezas de ganado y que la producción pecuaria se haga cada vez más industrial, se prevé un aumento del estiércol del orden del 60 por ciento para 2030. Las emisiones de metano procedentes del ganado aumentarán probablemente en la misma proporción.
El tema pone a pensar a muchos, crece y crece el óxido nitroso, un resultado de procesos de la misma naturaleza, pero exacerbado por fertilizantes nitrogenados y la descomposición de todo tipo de residuos en la agricultura, los vegetales y animales. Según estimaciones, las emisiones de óxido nitroso resultado de las labores rurales crecerán en 50 por ciento en 2030.
Es un hecho las precarias prácticas agrícolas y ganaderas están disparando los indicadores de degradación de suelos en especial los que están destinados a las siembras de alimentos. Hasta no hace mucho un estudio de la FAO precisaba que las tierras de cultivo comprendían el 13 por ciento de las categorías de cubierta terrestre mundial, unos 11.477 millones de hectáreas, sin embargo, la cifra de suelos degradados usados en cultivos llegaba al 29 por ciento.
Un estudio relativamente reciente reveló que las zonas de pastura y cubierta arbustiva ideales para lograr forrajes y para engordar bovinos directamente se redujeron en 191 millones de hectáreas en tan solo veinte años, se transformaron en predios de cultivo que abarcaron 3.196 millones de hectáreas en 2019. Es evidente, hay un gran apuro, cerca del 13 por ciento de las áreas aptas para pastura sufrió degradación por presiones humanas, de todas maneras, el 34 por ciento empeoró su estado biofísico debido a sobrepastoreo, consecuencia de la ganadería extensiva que influye de manera importante en la compactación y erosión, escenarios adversos en la función de los suelos, el desarrollo normal de las plantas y los inventarios hidrológicos.