Sábado, 28 Noviembre 2015 08:05

Santa María, un altar de frutas, café y ganado en la Cordillera Central

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Los samarios le están apostando a las frutas exóticas para tener una oferta exportable diferente a la del café.

Terminaba su alocución el señor ministro de Agricultura y de inmediato decenas de personalidades desalojaban con prisa el salón Esmeralda del emblemático Hotel Tequendama, haciendo conjeturas con el nuevo programa de gobierno, “Colombia Siembra”.

De los tantos conocidos que salieron, muchos fueron abordados por cámaras, micrófonos y representantes de la prensa escrita que querían saber opiniones sobre la nueva apuesta estatal para catapultar el campo, lo único cierto es que en el renombrado salón quedó un reducido grupo de labriegos a quienes poco tuvieron en cuenta los personajes mediáticos. Mirando cada rincón del tan mencionado hotel estaban los campesinos del Huila, con una sonrisa amable que dejaba escapar optimismo porque muy seguramente en esta ocasión si le llegó la oportunidad al campo colombiano y al del Huila desde luego.

El señor José Rubén Malagón Lizarazo, quien vino del municipio de Santa María en el Huila atendió esta invitación de Diariolaeconomia.com y nos habló de la diversificación de cultivos y de todo lo grato que en economía campesina ocurre en ese pequeño, pero amable pueblo izado en las montañas del Huila en la Cordillera Central.

Santa María, región que por fortuna conozco es un municipio de vocación agrícola y pecuaria, de sus fértiles tierras brota un café excelso y suave que abandona las montañas colombianas para caer en las más sofisticadas tazas el bebestible en Europa o Estados Unidos. De la bonita Santa María salen alimentos cultivados por los campesinos y es por eso que este agradable lugar tiene una oferta importante en todo lo que tiene que ver con la seguridad alimentaria.

Eso sí, para llegar hay que pasar por una angosta carretera que pese a que fue pavimentada requiere de ampliación porque resulta ser de alto riesgo para las familias que se transportan entre Neiva y Santa María. Ahora con el impulso de las vías 4.G, que bueno sería que a estas despensas les llegara una obra para interconectar las grandes obras nacionales con las vías terciarias o las de la agricultura.

En Santa María los productores del campo se dieron cuenta que había una opción exportable muy conveniente para la región y que estaba por el lado de las frutas exóticas. Una vez identificado el cultivo, su rendimiento y rentabilidad más de un samario se dio a la tarea de cultivar pitayas y granadillas.

No menos importante en esa zona huilense fue el cultivo del fríjol tecnificado el cual dio muy buenos resultados en el ámbito nacional. Sin embargo la mirada estaba puesta en los puertos internacionales y los hijos de esta tierra bañada por el río Baché le apostaron a las pasifloras o a las frutas de la flor del sufrimiento, plantas muy relacionadas con la pasión de Cristo en tiempos de los primeros misioneros que pisaron América.

“Ahora estamos en el tema de la granadilla y la gulupa que son cultivos que hemos venido implementando con una serie de protocolos sanitarios y sobre la base de las Buenas Prácticas Agrícolas lo cual nos ha dado consistencia porque nos puso un reto que nos tienen a diario aprendiendo sobre estas siembras”, explicó el señor, Malagón Lizarazo.

Actualmente Santa María es una tierra de gente trabajadora e inquieta que no se conformó única y exclusivamente con el café sino que fue explorando opciones para sus tierras hasta hacerlas más productivas y altamente competitivas. En ese pueblecito hermoso del Huila, sus habitantes lograron sacarle utilidad a sus sueños porque lograron cristalizar muchos que hoy los tiene matriculados en las grandes ligas de la exportación y lo mejor de todo es que no se quedan ahí, su meta es crecer aún más y afianzar los cultivos de frutas exóticas de alta demanda en el Viejo Mundo, en Asia y en Norteamérica.

En la décadas de los 70, 80 y los 90 cuando tuvimos la oportunidad de viajar a esas montañas verdes que cubren con hidalguía el rio Baché notábamos algo muy peculiar de nuestro país rural y es que las frutas, en ese entonces los aguacates, caían de los árboles como el mejor regalo de Dios encarnado en la madre naturaleza. Que buenos tiempos fueron esos, caminábamos por la Colombia feliz, la que cultivaba y comía lo que sembraba, pero la misma que seguía noble en sus actividades campesinas de una manera inocente sin saber que en 1991 les llegaría una tragedia económica la cual se sumaría a la ya terrible caída del Pacto de Cuotas o del Pacto Cafetero en aquel lóbrego cuatro de julio de 1989. Mientras los productores del campo y los mismos empresarios que generaban empleo seguían ingenuos por el devenir que se fraguaba en la Casa de Nariño, el gobierno ya trazaba la hoja de ruta del nuevo ordenamiento económico y productivo. Llegó la apertura económica y como una descarga eléctrica fue dejando empresas en banca rota y muchos cultivos abandonados porque ya tenían competencia, no había nada que hacer, en 1991 la terrible apertura cogió al país con la guardia abajo y entró el nuevo modelo económico que para muchos no es más que el mismo infierno de la clase media, de los campesinos y de los empresarios que decidieron decirle adiós a la actividad industrial y agrícola.

La realidad de Santa María luego de pasar por estos escenarios lamentables es muy diferente, sin dejar su ADN cafetero y sin abandonar la ganadería, actividad muy importante en esas tierras del Huila.

Para José Rubén Malagón Lizarazo, campesino y empresario de la tierra Opita, los tiempos de la violencia quedaron atrás, esa condición de zona roja afortunadamente es un mal recuerdo, pero lo cierto es que Santa María al igual que el Ave Fénix se rehízo de sus cenizas, sin apoyo, sin respaldo o acompañamiento, esas gentes samarias encontraron en la agricultura la verdadera razón de la paz y decidieron proyectar el municipio con valores agregados como el turismo ecológico.

En estos últimos años el gobierno optó por ir a la región y coadyuvar con el campesinado de las zonas más escondidas en la difícil topografía colombiana, por fin Santa María conoció el término inclusión y paulatinamente fue llegando una mano amiga desde el gobierno que resultó vital en los nuevos emprendimientos porque para nadie es un secreto que en el campo se vive expuesto a todo.

El acercamiento de los productores al gobierno ha redundado en una ganadería tecnificada con mucha perspectiva y en unas siembras de aguacate Hass y de pitaya que ya piden pista en los mercados exógenos.

“Actualmente hay propietarios que le están metiendo todo al arreglo de sus fincas, las están poniendo muy bonitas para el registro y eso es muy importante porque demuestra que hay interés en el agro negocio y en el retorno a un campo rentable y seguro”, comentó Malagón Lizarazo.

En Santa María la tienen bien clara, el asunto del campo es con cuidados extremos, inocuidad y Buenas Prácticas porque el cultivo de sus predios perfectamente puede ir a los mercados más exigentes y para ello hay que hacer la tarea al derecho.

Productos de Santa María ya se exportan

Resulta muy grato saber que después de una tarea compleja hecha desde la misma ilusión, hoy este municipio ya esté poniendo sus productos en el exterior.

Malagón dijo que de manera indirecta y utilizando algunas empresas comercializadoras, los agricultores de Santa María están enviando sus granadillas a Holanda, Alemania, España, Brasil, Hong Kong y a otros países que se han deleitado con las frutas colombianas producidas con todo rigor y cuidado en las montañas de la cordillera central.

Una de las metas de mediano plazo es la exportación de pitaya y gulupa en lo que se trabaja de manera incipiente, pero a pasos agigantados.

Actualmente más de 350 familias devengan su sustento del cultivo de la granadilla, pero se busca que con mejores resultados logre incrementarse el área sembrada y poder emplear a más personas.

“Santa María se ha convertido en todo un polo de desarrollo en donde trabajamos pensando en grande y proyectando la marca región, eso es muy determinante para nosotros desde el sector primario”, declaró el productor.

Para este empresario mientras el gobierno invierta en las regiones y aplique conceptos de inclusión y responsabilidad social habrá saltos importantes en productividad y empleo porque la gente se llena de entusiasmo y le apuesta al campo con inversión o con la adecuación de sus predios.

Las comunidades de Santa María experimentaron un cambio importante desde que llegaron los proyectos productivos implementados por el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, Incoder, porque hubo mayor calidad de vida y por consiguiente un cambio en la actitud de las personas.

Diferente a otras regiones, en este municipio los jóvenes se están quedando en el campo porque ven futuro y progreso con la globalización de los mercados en donde la producción de alimentos será definitiva en el ingreso de los nacionales de las zonas rurales.

“Una cosa bien diferente es ir a sufrir a las grandes ciudades, a buscar la vida como venga a tener tranquilidad y dignidad con un ingreso en el campo que puede ser mayor en la medida en que las personas le apuesten al emprendimiento”, sostuvo Malagón.

Este labriego, trabajador con visión empresarial nació hace 46 años en Santa María en donde creció, vio pasar agua por debajo del puente, pero en donde se quedará por siempre por lo que lo relaciona con lo más cercano al paraíso en vida. José Rubén le estaba haciendo honor a sus ancestros pues es padre de seis hijos, sin embargo se quedó cortó porque su abuelo llegó a ser padre de 14 hijos.

Un cumpleaños en Santa María

El colegio departamental, Santa Juana de Arco acaba de  cumplir 50 años de vida y hubo una tremenda fiesta a la cual acudieron personalidades de la región y del gobierno departamental.

Este rinconcito de las montañas huilenses que tiene una temperatura que oscila entre los 16 y los 18 grados centígrados, es un sitio inmejorable para pasar un buen rato en familia y muy cerca de la naturaleza. Santa María, ese pueblo grato tiene potencial también en turismo religioso y una proyección económica inigualable porque le apuesta al ayer, al hoy y al mañana sobre pilares de desarrollo agropecuario.

Este paisaje de fina esmeralda que tiñe de rojo el café como lo dice un aparte de su himno, es Santa María, población fundada en 1965, pero con datos precolombinos muy interesantes por cuanto los registros dan cuenta que esta tierra fue habitada por indígenas Paeces y Pijaos como lo narran algunas crónicas de la época de la conquista.

Todo parece indicar que el río que baña esta población, el Baché, tiene un bautizo muy inspirado en la familia Chibcha de donde venía la gran cultura Paéz. En lengua Quechua el término Baché significa “Arroyo de Piedra”. Justo en ese sitio se ha reunido la comunidad samaria para recrearse al sabor de un buen sancocho de leña, de un asado o del mejor cerdo.

El río ha unido a estos pobladores de un municipio relativamente joven que se fundó gracias a la expansión de la agricultura ilícita que en ese entonces se reducía a cultivos de tabaco y anís, luego vino un proceso de cambio y el pan coger fue el gran protagonista. Eran de gran importancia los cultivos de plátano y yuca, pero la ganadería ocupaba desde ese entonces un lugar privilegiado.

Si bien muchos hablan de Santa María como el pueblo joven del Huila, lo cierto es que el caserío tiene sus orígenes en 1923 con la construcción de la parroquia, pero sus precedentes administrativos comienzan como corregimiento en 1940.

Por las empinadas calles de Santa María, en donde la atmosfera fresca deja escapar aromas de café, caña y pastos, deambula el recuerdo de varios de sus protagonistas como el reverendo padre, Antonio María Trujillo, de don Jesús María Polanía y de tantos buenos seres humanos que fueron atrapados por el absurdo conflicto entre liberales y conservadores.

Obviamente está en el recuerdo y en los anales de la historia de este municipio el padre, Arcenio Carvajal, Roberto Sáenz, Luis Andrade y Alfonso Vega quienes lideraran el proyecto de ordenanza.

Santa María tuvo su razón de ser por la agricultura, no en vano muchas familias que migraron de Boyacá, Cundinamarca, Tolima y el Valle del Cauca se dedicaron en principio al cultivo de la arveja y el café, luego fueron diversificando hasta llegar a niveles competitivos que les ha permitido exportar un producto diferente al grano bebestible.

La población católica de Santa María se enaltece con su iglesia Nuestra Señora del Carmen, la cual luce imponente en el marco de la pequeña plaza pintada de blanco y amarillo en donde se albergan las almas devotas que acuden a pedir por la salvación y por el progreso. En su atrio al cual se llega luego subir por unas empinadas y anchas escaleras se dan cita varios lugareños los cuales se dan la mano y se abrazan por el regocijo que produce la cercanía a Dios y a la anhelada cosecha.

Varios recuerdos quedaron en Santa María los cuales ingresaron al pensamiento constante y al corazón, allí tuvimos la oportunidad de comprar hace muchos años en el almacén el amigo de propiedad de doña Melida Feria de Camacho, gran señora e insuperable ser humano, al igual que su señor esposo, el ex alcalde, Jesús Camacho.

No menos importante en el municipio y porque no decirlo en el departamento es don Benito Andrade, un hijo del Huila que cumplió 100 años de edad y que se mantiene como un roble evocando los tiempos de su infancia y el desarrollo progresivo de Santa María.

Qué imborrables momentos quedaron de la gran casa del pueblo o de las caminatas a la finca en la vereda La Neira. Sus gentes dueñas de una hospitalidad única hicieron y hacen de las fiestas de fin de año momentos verdaderamente especiales.

Atrás quedaron los días de la discoteca Acuario, de los momentos difíciles del campo y hoy se hace remembranza del simpático Agustín, el dueño de todo el ganado de Santa María, según su delirio, de familias entrañables como la Camacho Feria o de la gratísima familia Aldana propietarios ellos de un carisma único.

Como quiera que sea Santa María, una población de 11.346 habitantes tiene una particularidad, el trabajo y el ímpetu de sus gentes aspectos que combinan con generosidad y respeto. Este pueblo de 313.74 kilómetros de extensión ubicado sobre 1.320 metros sobre el nivel del mar en el noroccidente del Huila aprendió que el progreso es la consecuencia de la paz y que la paz se construye desde la ruralidad con acompañamiento estatal y mirando más allá de las montañas del hemisferio sur.

Hoy en su finca, José Rubén Malagón, pasa el tiempo mirando sus plantaciones y pensando en futuro porque ve no una sino muchas oportunidades. Por momentos se queda estático, muy seguramente pensando en Rubén Albeiro, Francisco Alberto, Angie Carolina, Breiner estiben, Juan Camilo y Sharon Tatiana, sus hijos del alma, los que ama y los que heredarán el nuevo imperio, el cual construye de la mano de su valiosa compañera en la gran tierra de la productividad y la competitividad.

Así me despido a la distancia de Santa María, el sitio en donde comí el mejor asado huilense en épocas de San Pedro, en donde probé las más ricas achiras y en donde dejé recuerdos y sentimientos que no los borra ni los borrará el paso afanado de los años. EN BUENA HORA SANTA MARÍA

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