Sábado, 16 Octubre 2021 02:32

Venezolanos en Colombia: sufrimiento y logros detrás de la migración

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Venezolanos en Colombia: sufrimiento y logros detrás de la migración Foto tomada de La Opinión

El pueblo patriota es gente de bien, los actos criminales son hechos aislados que afectan igual a los migrantes. La hermandad colombo venezolana es bicentenaria y los lazos de unión muy fuertes.

Desde 2005 empezó un éxodo de venezolanos a Colombia como consecuencia de un despido masivo de trabajadores de la estatal petrolera PDVESA, de todas maneras todo el impacto en los cambios de política y manejo económico en el vecino país, provocó una movilización de nacionales patriotas que empezó a ser más notorio en 2014 cuando se agudizó la crisis económica y se hicieron más complejos los desbarajustes sociales y humanitarios.

En 1999 Venezuela dio unos cambios abruptos con la llegada al poder del Coronel Hugo Chávez Frías, quien optó por cambiar el modelo económico, hacerlo más social e integral, sobre una base netamente campesina y comunitaria, lo cual llevó a que el Estado venezolano nacionalizara empresas y asumiera el control de absolutamente todo, en especial de las actividades y manejos económicos.

Chávez gozó de tranquilidad y estabilidad en sus indicadores económicos por los nueve años de buenos precios del petróleo, empero, llegaron las decisiones radicales, por fuera de las reglas de juego para el sector privado, un lío enorme porque se nacionalizaron empresas y otras fueron expulsadas del territorio venezolano.

Tras la muerte de Hugo Chávez el cinco de marzo de 2013, las cosas siguieron enredándose y con la llegada a la presidencia de Nicolás Maduro, el asunto empeoró porque se tomaron medidas mucho más agresivas en detrimento de la región y de la economía venezolana que mostraba gran fragilidad.

La llegada de migrantes fue creciendo de manera exponencial porque de los más de 800.000 que estaban en 2018, la cifra pasó a 1.7 millones en 2021, pero hay estudios que sostienen que la cifra superó los dos millones hace mucho rato.

 

Foto tomada de Twitter

 

Colombia y Venezuela son naciones hermanas que tienen afinidades políticas y culturales por haber experimentado el mismo proceso de conquista, colonia y parte de su época republicana. Precisamente en el amanecer del siglo XVI los advenedizos que llegaron de España fundaron la provincia de Santa Marta, actualmente Colombia, pero igual la de Nueva Andalucía, la Venezuela de hoy.

Los dos países comparten el sueño de Simón Bolívar, libertador y líder suramericano, fueron una sola nación en tiempos de la Gran Colombia, iniciativa interrumpida en el siglo XIX, cuando los dos estados se dividieron creando sus propias reglas al amparo de estados soberanos. Desde ese entonces Colombia y Venezuela han tenido todo tipo de circunstancias y vicisitudes ya que todo va desde la cooperación y el intercambio comercial, hasta los desencuentros y la disputa bilateral. En medio de todo e independiente de lo que pase en las casas de gobierno de Caracas y Bogotá, hay una innegable hermandad, que amén de las diversas circunstancias sigue sólida y enmarcada en aprecio, respeto y una fuerte familiaridad, visible en 2.341 kilómetros de frontera terrestre.

La realidad de las relaciones binacionales desde el punto de vista político son, posiblemente, las peores en la historia, asunto que se llevó por delante el futuro de dos países, la integración y un comercio dinámico que abasteció los mercados de Venezuela con todo tipo de productos, los cuales iban desde el sector primario hasta la manufactura y otros con elevado componente de valor agregado.

Actualmente los migrantes venezolanos apuestan por el trabajo, por explorar oportunidades en Colombia y trasladar emprendimiento y empresa para dar lo mejor de sí, y hacer del nuevo hogar, el lugar ideal para el desarrollo de la vida familiar, el cultivo de valores y la tranquilidad. Los venezolanos buenos, que son casi todos, ven igual con preocupación la elevada ola de atracos y crímenes cometidos en las distintas ciudades colombianas y aclararon que Venezuela es mucho más que delincuencia, prostitución y prácticas antisociales, defienden una patria proba, vertical y soñadora que también ha sido víctima de una delincuencia propiciada por bandas que llegan desde su país a abusar y a pasar por alto la institucionalidad y la ley colombiana.

 

Luis Fernando González Beltrán

 

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el empresario y ciudadano venezolano, Luis Fernando González Beltrán, dijo que hoy más que nunca Venezuela necesita del acompañamiento de Colombia porque la realidad política, social y económica es lamentable, a tal punto que hay violación de derechos humanos, hambre, desempleo y unas condiciones macroeconómicas irrisorias que no le permiten al país, pensar en una reactivación de choque.

El también contador público tuvo su empresa de bloques de concreto, factoría que le permitió prosperar y crecer en el mundo de los negocios, su actividad les llevó ingreso a catorce familias de manera directa e indirectamente a un número importante de personas. Fueron 15 años de gloria que compartió con su esposa, una abogada comprometida con las leyes y la evolución inherente a la jurisprudencia.

González Beltrán tiene vínculos con la asociación venezolanos en Bogotá con quienes solventa temas de insumos, empresariales o simplemente a quienes consulta con fines colaborativos y de apoyo a otras personas con inconvenientes económicos. Al conocer a este inquieto empresario y comerciante, es fácil descubrir que es una buena persona, un superlativo ser humano, de esos que en medio de la tragedia y el incendio en su patria, arribaron a Colombia con el ánimo de sumar, aportar y coadyuvar sobre pilares de respeto por la institucionalidad, con la construcción de un mejor país, en donde todos tengan cabida, una Colombia democrática y atiborrada de oportunidades.

Indicó que el venezolano al igual que el colombiano es gente honrada, personas de bien, trabajadoras y sin pausa a la hora de progresar. Lamentó la ola de crímenes que involucran a ciudadanos de su país, pero aclaró que son casos puntuales que deben ser judicializados, pero que no pueden comprometer el buen comportamiento de un país en donde, recalcó, existe, en su mayoría, gente con una admirable escala de valores, temerosa de Dios y apegada a la Ley.

 

“No puede generalizarse, no pueden decir que un país es totalmente malo o peligroso por lo que hace una minoría matriculada en la delincuencia. Somos personas con anhelos, metas y ganas de contribuir con una nación hermana que nos tendió la mano. Históricamente nos hemos apoyado y por eso no podemos permitir que aquellos dedicados a operar al margen de la ley, marchiten una hermandad bicentenaria”, declaró el señor González Beltrán.

 

 

Agregó que sin duda hay semejanza entre los pueblos de Colombia y Venezuela, puesto que sus nacionales han sabido superar escollos, han replanteado sus vidas en momentos de dificultad y lograron reinventarse como empresarios y sociedad. Precisó que hay inconvenientes en los dos países y muchas cosas por enderezar, pero enfatizó que los venezolanos, tal y como lo hacen los hermanos colombianos, salen de sus hogares con ansias de trabajar y retornar, fruto del esfuerzo, con el pan debajo del brazo.

Ese acto de trabajar y suplir las necesidades, dijo el comerciante, es el mejor ejemplo al amparo de la familia con el cual se forman buenos seres humanos, todo sobre la base de educar hijos, formar niños y entregarle a la humanidad ciudadanos útiles, nobles, respetuosos, honestos y aferrados a la vida benévola.

Este abnegado y juicioso venezolano agradece el tener mamá colombiana, un tema que le facilitó muchas cosas desde su llegada en 2015 a Bogotá, cuando miro hacia los cerros tutelares de Bogotá con su emblemático Monserrate, y pensó, ¿cómo voy a hacer para seguir adelante con estos veinte dólares que me acompañan?Resalta que llegó con una mano adelante y la otra atrás, eso sí con muchos sueños por cumplir y con ganas de avanzar en un camino difícil, pero con bondades y bendiciones en su recorrido.

 

La migración es dura y generalmente se sufre

 

 

Con tristeza en su tono, apenas consecuente, Luis Fernando González Beltrán, aseveró que detrás del fenómeno migratorio hay demasiado sufrimiento porque el solo hecho de abandonar el terruño implica dolor, además el desplazamiento viene acompañado de necesidades, enfermedades, asaltos y todas las penurias inimaginables, dentro de ellas mujeres y niñas violadas, insultos, humillaciones y muerte.

Lamentó que un régimen opresor que no ofrece las garantías mínimas para vivir en paz, esté obligando a las personas a dejar el país, unas con algún confort y otras a pie, en una marcha complicada, dolorosa, de alto riesgo y sin agua o alimento.

El caso de González fue menos traumático porque contó con el respaldo de sus familiares, tanto en Venezuela como en Colombia, y su llegada a la capital colombiana resultó, inicialmente preocupante, pero en el fondo un bálsamo porque sabía que su trabajo le iba a ayudar.

Apuntó que hay un infierno diario en las trochas, sitios en donde ocurren todo tipo de vejámenes porque muchos por pasar la frontera corren riesgos y terminan el viaje mucho antes, otros ven horrorizados, sin margen de maniobra, como algunos individuos, haciendo uso de armas y del espurio cuartel diabólico del monte, violentan niñas, jovencitas y mujeres, en otros escenarios despojan a los disminuidos viajeros de sus mínimas pertenencias. Todo eso pasa y está pasando en unas rutas macabras gobernadas por bandas de crimen organizado muy fuertes como es el caso del “tren del agua”, todo eso terrible pasa allá, en una zona agreste en donde igual mandan árboles, matorrales y un insoportable sol canicular.

 

“Esos vándalos colonizaron esos territorios para hacer sus fechorías y tristemente el ciudadano de a pie termina pagando las consecuencias de distintas maneras, con características crueles, salvajes e inhumanas. La violación de los derechos fundamentales es el día a día, y pasa muchas veces con la mirada cómplice y vergonzante de las autoridades venezolanas, que como parte de un Estado corrupto le dan rienda suelta al horror por unas cuantas monedas. Esa es la cuota de maldad y maltrato que se paga sin pena, tan solo por mantener a unos cuantos impíos en el poder”, manifestó apesadumbrado el empresario.

 

De Venezuela llegaron profesionales, otrora, grandes ejecutivos de empresas multinacionales y de la poderosa, en su momento, PDVESA. Algunos pidieron trabajo, otros traían recursos y crearon negocios o pequeñas empresas, los capitales más grandes trasladaron su producción y operación comercial a Colombia.
Infortunadamente, subrayó, llegaron criminales con prácticas salvajes y llenas de ignominia. En su opinión el tema demanda una legislación más dura para castigar, indistintamente de su nacionalidad, a quienes cometan delitos, en este caso atroces.

 

Panadería Táchira, con fe y amasando integración binacional

 

 

El empresario guanareño Luis Fernando González Beltrán, fundó su propio negocio, la Panadería Táchira, un hijo menor de su primer emprendimiento en Colombia, el mismo que le permitió crecer como persona y como hombre de negocios.

La Panadería Táchira nació el 22 de mayo de 2021 y desde el día uno de operación la apuesta económica ha dejado utilidad, motivo por el cual permite cubrir los compromisos y por encima de ello el negocio obsequia felicidad a muchos compradores venezolanos que pueden adquirir el producto de panificación que tanto recuerdan y que no estaba a la mano a diario. A González le embarga la dicha con tantos rostros sonrientes que agradecen el pan fresco con receta venezolana, aparte de recibir dinero por un amasijo de gran calidad, el empresario recoge afecto expresado en abrazos y en un diciente apretón de manos.

Más allá de un negocio que da resultados, a este empresario lo llena la felicidad ajena, que finalmente termina siendo propia. Igual se congratula de ver consumidores colombianos demandando pan de Táchira, consumiendo café, postres, cachapa venezolana con queso de mano y refrescos, lo cual incluye Maltín Polar. Los viernes fácilmente se puede tomar polarcita para refrescar las permanentes remembranzas. El producto es muy bueno, pero el negocio maneja valores agregados como atención, gentiliza, frescura y mucha calidad.

En el llamativo negocio se ofrece pan de jamón, pan camaleón de inigualable sabor y toda una variedad de panes andinos venezolanos que como los del Estado Táchira son los de mayor prestigio. En Venezuela al igual que en Colombia las regiones mueven sus productos de manera distinta, con un sello especial de provincia. El panadero tachirense es reconocido, pone más detalle en sus productos que los demás y por ello la bien ganada reputación. En la panadería Táchira el artista es nacido en Villavicencio, un colombiano que vivió en Venezuela desde los 17 años, país que le enseñó el arte del pan y hoy retorna a su país buscando futuro y confiado en que el negocio seguirá creciendo porque aparte de recetas y buenos ingredientes, descubrió que tiene magia en sus manos.

El negocio va muy bien y por eso el incansable Luis contrató una nueva persona, en este caso colombiano, comprometido y rendidor con sus tareas.

 

Apertura de la frontera un paso importante

 

 

Ante los anuncios de abrir nuevamente la frontera, y dinamizar el llamado tercer país, González Beltrán dijo que este es un paso importante para retomar las actividades comerciales en la línea fronteriza y vio posible el regreso de las exportaciones colombianas a Venezuela.

Ante las condiciones mundiales y la crisis logística que llevó los fletes a niveles imposibles, es factible que Venezuela busque proveedores, y su socio natural ha sido Colombia, país que debería recuperar como el gran distribuidor.

En su opinión es cuestión de ponerle voluntad de parte y parte y así reavivar un mercado vital para Venezuela y recuperar una frontera vigorosa, viva, importante y necesaria, una línea divisoria que tiene como común denominador los enormes lazos de unión.

El cierre de frontera hizo mucho daño porque afectó la economía colombiana, habida cuenta que fueron cerradas empresas y liquidadas muchas personas que entraron a engrosar las cifras de desempleo. Expuso que el daño fue para todo el país y para los departamentos cercanos como Santander o Norte de Santander, en donde colapsó la manufactura, poniendo en serias dificultades a las empresas de calzado, textileras y firmas dedicadas a la confección, no menos fueron aciagos los momentos para el sector primario que exportó alimentos y agroindustria.

Independiente de los ideales y de la forma de gobierno, Colombia debe comprender que al otro lado de la frontera hay un país hermano y el Palacio de Miraflores igual tendrá que entender que Colombia lo puede aprovisionar y mejorar sus condiciones para garantizarles a los venezolanos como mínimo el sustento y superar así los problemas crecientes de desnutrición.

Allá en la Panadería Táchira ubicada en la Carrera 14 # 147-70, local 49 en el centro comercial Capri Express en el barrio Cedritos sigue soñando y proyectando vida y negocios, Luis Fernando González Beltrán, un venezolano que llegó a Colombia para sumar, generar riqueza y contribuir con el tejido social.

González Beltrán nació en Guanare, ciudad constituida el tres de noviembre de 1591como Villa del Valle del Espíritu Santo de San Juan de Guanaguanare, es la capital del estado de Portuguesa en los inmensos y productivos llanos de Venezuela. Esta ciudad en donde persiste la marca de la colonia, mantiene un patrimonio arquitectónico de gran valía, expresado en iglesias, casonas y balcones vetustos, cargados de siglos y testigos de campañas y jornadas emancipadoras.

El estado Portuguesa y Guanare en particular acreditan fama añeja por ser una provincia de vocación agropecuaria, no en vano Portuguesa fue conocida como el estado granero de Venezuela, porque hubo una producción importante de granos como arroz, trigo, sorgo y otros cereales básicos en la dieta de los venezolanos.

Esta región creció y se desarrolló en medio de las siembras, la ganadería, la avicultura y la cría de especies menores, al mirar en detalle los precedentes del estado, bien puede decirse que fue una despensa especial y generosa que le dio provisión a un país y seguridad alimentaria.

Portuguesa fue el terruño de José Antonio Páez, el inmarchitable “León de Apure”, militar vital en las guerras que le dieron la libertad a Colombia y a Venezuela, campañas 1819 Boyacá y 1821 Carabobo.

Colombia y Venezuela, prácticamente están hechas de lo mismo y han tenido escenarios increíblemente parecidos. Portuguesa aún narra la guerra Federal o mejor conocida como “la guerra de los cinco años” iniciada el 20 de febrero de 1859 y con punto final el 24 de abril de 1863, al igual que la Guerra de los Mil Días en Colombia (1899-1902), tuvo como origen las marcadas diferencias entre liberales y conservadores. La historia dice que la “Guerra Larga” fue un capítulo para el olvido en Venezuela por todo lo que dejó en devastación, distancia y luto.

 

Yaneth Muñoz, migración de ida y vuelta

Yaneth MuñozLa migración ha mostrado drama, tragedia, desesperanza, impaciencias, metas y anécdotas. La empresaria Yaneth Muñoz es una venezolana que literalmente ha experimentado la doble migración porque en dos líneas generacionales supo lo que era ir de un país a otro y retornar. En primer lugar buscando un mejor futuro y aprovechando las fortalezas que el petróleo le daba a Venezuela. La segunda migración se dio por fuerza mayor ante la situación insostenible de su país en donde todo pasó a manos del Estado.

A criterio suyo hay una realidad y es que existe un drama que involucra seres humanos de todas las edades y condiciones que migraron, no porque quisieran, sino porque les tocó. Evocó la década de los 70 cuando millones de colombianos partieron para Venezuela que con su estabilidad económica y con un boom petrolero, ofrecía todas las garantías para tener calidad de vida. Es más la desbandada de colombianos siguió en los años 80 cuando el bolívar valía 17 pesos colombianos como pasó en 1983.

A propósito de la situación de los venezolanos hoy en Colombia, Muñoz dijo que lo mismo ocurrió en Venezuela con la llegada de colombianos, que fueron a trabajar en las empresas, a sembrar alimentos, otros a invertir y fundar factorías, luego hubo empresas colombianas apostando por el mercado venezolano. En ese tiempo, indicó, a su tierra llegaron ciudadanos buenos y ejemplares, pero igual aumentó la inseguridad y los hurtos porque con los buenos que fueron mayoría partieron delincuentes y gentes indeseables, todo un fenómeno social que se adhiere a este tipo de desplazamientos.

En su análisis sobre la situación binacional, aplaudió lo hecho por muchos venezolanos que llegaron a Colombia con sus empresas o emprendimientos a fomentar crecimiento y riqueza, todo para tener una vida digna en medio de las oportunidades que los mismos venezolanos fueron propiciando sin desconocer que hubo amigos y ángeles del camino en Colombia que también aportaron.

Cuestionó el hecho que algunos venezolanos lleguen victimizándose y exigiéndole al gobierno colombiano condiciones por cuanto se trata de un Estado independiente a Venezuela en donde no hay ni debe haber obligaciones con los migrantes porque sencilla y llanamente no son colombianos, no hacen parte de sus compromisos administrativos.

 

“No es nada afortunado ver gente que arriba a Colombia y en lugar de propiciar trabajo, esfuerzo y una solución en medio de las vicisitudes, se dedican a esperar ayudas del gobierno colombiano, de la comunidad internacional, de las ONG, en una posición de ¿qué me van a dar?, más no, qué puedo aportar para mejorar las condiciones propias y del grueso de quienes huyeron del régimen. Es increíble que después de que Colombia abrió las puertas para esa masa venezolana, no haya ese entorno universal de gratitud, de mostrar empuje y ratificarle al mundo que los venezolanos no son un problema sino un país que aporta y convive con la institucionalidad que avaló la estadía. Aquí hay que insistir, los venezolanos tenemos que llegar a mirar como aportamos como empresarios, como sumamos desde la tribuna de los trabajadores y de qué manera respondemos como sociedad, los venezolanos tenemos que respetar el entorno colombiano, ciudad por ciudad, departamento por departamento y municipio por municipio”, anotó la empresaria.

 

El caso de Yaneth Muñoz, es menos complejo que muchos, por cuanto es hija de colombianos, una condición que le otorgó ventajas. Al llegar a Colombia la empresa Tigo le dio la oportunidad de desempeñarse como ejecutiva, pero la solidaridad no se quedó allí, pues trabajó en Samsung y en DirecTV, empresa que abrió el mercado laboral para los migrantes en agradecimiento, porque en los buenos momentos la compañía de televisión por suscripción encontró una óptima respuesta en el público venezolano en donde el proveedor de servicios se hizo muy fuerte.

Según esta tozuda e innovadora emprendedora, lo importante en una situación como la actual es contar con actitud positiva y aportarle a la sociedad a donde se dirige el migrante.

Un punto que llama poderosamente la atención en la charla con Yaneth es que insiste que la migración ayuda a que las personas desarrollen nuevas habilidades como ser humano, potencia el emprendimiento y da enseñanzas, algo que no pasa en la zona de confort en donde la gente se mantiene en el mismo nivel.

Los migrantes, dijo, no son del todo una tragedia porque en medio de la coyuntura llegaron empresarios a invertir, otros trasladaron sus fábricas y la pyme igual llegó a crecer en el mercado colombiano haciendo lo propio y generando empleo. Los venezolanos en Colombia dispararon el consumo interno de bienes y servicios, dándole mayor dinámica a los indicadores económicos.

Aunque algunos ven avances en la economía venezolana, que hacen pensar en el regreso a muchos, algunos financistas creen que ese país bolivariano tardará 20 años en retomar la senda del crecimiento y la rentabilidad, pues un tema que quedo sumamente resquebrado fue el de la confianza del inversionista, entre tantos.

Coincidió en afirmar que la misma situación logística hará que el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro, revise sus opciones y reactive el mercado regional que es confiable, seguro y de más bajo costo, pues no demanda transporte marítimo.

Auguró un buen futuro con la apertura de la frontera y estimó que el intercambio comercial podría darse en favor de dos países que históricamente se han necesitado. Así las cosas, apuntó, hay condiciones para que Colombia abastezca el mercado venezolano, obviamente trazando unas reglas de juego que garanticen el pago oportuno.

En Venezuela, rememoró, los consumidores estaban muy acostumbrados a las provisiones colombianas, a sus verduras, a las frutas exóticas e inclusive a una papa tan de buena calidad que tras el cierre de las importaciones, no se volvió a ver un tubérculo de esas propiedades. Igual, anotó, se extrañan los lácteos y productos procesados de valor agregado.

Aseveró que sin duda, la oferta colombiana en alimentos, calzado y confecciones resultó inmejorable, motivo de peso para extrañarla y por qué no, volver a esperarla.

Sobre las quejas y las voces que llegan de las trochas, la empresaria rechazó cualquier tipo de violación a los Derechos Humanos que tienen los ciudadanos de un país, como cualquier migrante que sale de su lugar de origen por diversas condiciones.

 

“Hay circunstancias complejas como caminar de la frontera hacia el interior o la Costa Norte, es difícil, pero hay que superar los retos y seguir adelante. Estoy en contra del migrante que se va a un almacén de cadena o salta a la calle a pedir dinero porque deja de luchar y de aprovechar las oportunidades. No es fácil estar en una esquina, pero tampoco es lo más difícil, más cuando hay niños de por medio que se supone, tienen el amparo de ACNUR, el gobierno de Noruega y otras organizaciones. De Venezuela llegó mucha gente a Bogotá cuando había más opción en ciudades intermedias para trabajar“, comentó la empresaria.

 

Muñoz, toda una profesional debió trabajar en la calle vendiendo alimentos, limpió casas y prácticamente empezó de cero. Es por eso que no ve sensato que los inmigrantes cambien su condición por mendicidad, tal y como sucede con los haitianos.

 

 

En este proceso migratorio, señaló Yaneth Muñoz, hay ejemplos para replicar como el de aquellos venezolanos que llegaron a Colombia, trabajaron o apostaron por emprendimientos y ya tienen casa. Insistió que a cualquier ser humano lo dignifica el trabajo.

La empresaria y directiva de Growbank nació en San Cristóbal, Venezuela, capital del Estado Táchira, conocida también como la ciudad de la Cordialidad. Esta metrópoli fue fundada el 31 de marzo de 1561.

La urbe fue seriamente afectada por el cierre del comercio binacional y hoy vive de pequeñas empresas que van desde confecciones, calzado y lácteos hasta metalmecánica. El comercio que fue bastante vertiginoso se vino a pique pues los compradores que estaban al otro lado de la frontera no volvieron.

Hace más de 50 años sus padres ingresaron por la trocha y una vez instalados, Venezuela les permitió crear empresa y construir con mucho esfuerzo un patrimonio económico, tuvieron dos casas, carros, empresa y estabilidad económica. Como sus padres, llegaron muchos colombianos emprendedores, pujantes, decentes y ganadores.

El tiempo pasó, Yaneth experimentó en Colombia dos quiebras, fue a Venezuela, volvió a Colombia y hoy trabaja con su empresa fomentando negocios e inversión extranjera. Growbank, su sociedad, acompaña actualmente productores de café que están haciendo transformación empresarial para convertirse en futuros exportadores y desarrolladores de negocios.

Atrás quedó el recuerdo de su buena vida en Venezuela, de la ropa de marca y las comodidades, igual que el sufrimiento en la migración la llevó de 64 a 49 kilos de peso en promedio. Hoy en la vida de Yaneth solo hay retos, metas y todas las ganas de seguir creciendo en Colombia y ayudar a otras personas. Esa niña que vino desde muy pequeña a la capital colombiana y quedó prendada con la Sabana de Bogotá, decidió que ese es el sitio ideal, en la actualidad su proyecto de vida está en Colombia.

Los venezolanos y colombianos no pueden perder su norte, ni su familiaridad, están hechos de lo mismo y han alcanzado desarrollos y logros importantes. No deben seguir a la distancia porque hay una frontera viva que une, finalmente son hijos de la misma causa.

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