En los distintos recorridos por tierra colombiana, sin duda alguna el que marcó mi recuerdo y apego fue Sabanalarga en el departamento de Casanare, quizás por ver los escalones de bajada que llevan de la cordillera oriental a la extensa, hermosa y enigmática llanura, un lugar en donde el paisaje enamora porque permite ver la sabana desde las montañas, pero luego impresiona y llena la retina con la majestuosidad de los Andes, tierra de cóndores, águilas y todo tipo de fauna en tierra.
Al igual que muchos municipios de la Orinoquía, Sabanalarga fue fundado por colonos que bajaron de municipios de Boyacá buscando mejores condiciones de vida en un a tierra situada a 450 metros sobre el nivel del mar, totalmente promisoria porque cuenta con suelos de muy buena condición y elevaciones en la cordillera que alcanzan los 2.000 metros, es decir variedad climática y múltiples opciones de agricultura que generalmente abastecen a los habitantes de esta villa.
Fundada en 1890, Sabanalarga ha escrito una historia de alegrías, tragedia y nostalgia, allí quedó una huella lamentable de tiempos violentos en donde los comunes denominadores fueron miedo, despojo, amenazas y muerte, con el correr de los años, con ese marchitar de almanaques que dejó caer hojas como un otoño, los habitantes fueron encontrando sosiego y una paz que los hizo aferrarse a su terruño, hoy con un semblante amable, cargado de paisajes y apto para un turismo exótico de muy bellos contrastes, llanuras interminables y altozanos solemnes por donde aún es notoria la estela de la campaña libertadora.
Atrás quedó el siglo XX con sus momentos luctuosos, las décadas de los 40 y los 50 cuando ser liberal era más que un pecado, igual en la mente de los pobladores fue enterrado el instante terrible de los años ochenta y con la primavera que llegó como un regalo de Dios, este municipio brinda todo para hacer felices a quienes lo visitan. En su presente hay un pueblo organizado muy bonito con una plaza espectacular en donde el único ruido está a cargo de los pájaros de todos los colores, allí se enarbola la pequeña, pero agraciada iglesia de tono rosa que como el ave fénix se levantó de sus cenizas porque en los tiempos difíciles fue incendiada.
Este pueblo de 3.646 habitantes en promedio, llegó a tener mayor extensión, pero en 1982 su radio se redujo con la creación de Villanueva, otrora corregimiento de Sabanalarga, como municipio, un proceso que restó tierras y generó todo tipo de sensaciones.
En sus comienzos Sabanalarga hizo parte de algunos municipios de Boyacá, inicialmente Campohermoso la tuvo adherida y en 1941 pasó a ser Inspección de Policía de San Luis de Gaceno, pero vinieron cambios administrativos y políticos en 1965 que condujeron a que Sabanalarga fuera municipio con toda la autonomía del caso en 1966.
Al estar ubicada en un punto de la geografía preferencial los sabanalarguenses cuentan con tierras muy fértiles en donde prospera la ganadería y la agricultura, básicamente el cultivo de cítricos y otras frutas. La zona es rica en recurso hídrico ya que suma vertientes que potencian el rio Upía, estas son permanentes, pero también de tipo torrencial porque algunas de gran importancia bajan de la cordillera de manera vertiginosa en tiempos de invierno.
La actividad agrícola tiene, según expertos, muchísimo futuro porque el municipio tiene unos suelos jóvenes en donde brota además plátano, cacao y café, un cultivo que ya empieza a sacar ventajas de las zonas de montaña.
El clima suele ser variado, oscila entre los 18 y los 24 grados centígrados, pero en verano las temperaturas suben de manera importante en vista que Sabanalarga hace parte del bosque húmedo tropical. Esta municipalidad acopia cultura llanera, pero con un fuerte arraigo boyacense toda vez que Casanare hizo parte de Boyacá hasta el 17 de septiembre de 1892 cuando los territorios de Casanare y San Martín fueron retirados de la jurisdicción de Boyacá y Cundinamarca de manera paralela. Por decreto, la nueva provincia llanera fue denominada como intendencia.
Aun cuando las intendencias y comisarias pasaron a ser departamentos con la Constitución de 1991, el Casanare fue erigido departamento el 28 de noviembre de 1973.
El viaje a Sabanalarga es relativamente corto, la vía es muy buena y el trayecto se disfruta por el paisaje natural y los espectaculares ganados que empiezan a mostrarse a orillas de la carretera desde San Luis de Gaceno en Boyacá.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, la referente de turismo de la Alcaldía municipal de Sabanalarga Erika Andrea Preciado Barajas, dijo que el turismo que se viene promoviendo en el paradisiaco sitio, marca tremendas diferencias ya que se trata de una visita sin prisa, totalmente tranquilo y haciendo uso de triciclos y bicicletas por dos razones, salud y cero contaminación. Este tipo de turismo, explicó, se basa en un plan estratégico y una propuesta de valor muy definida por tratarse de una oferta vacacional totalmente diferente.
Es por eso que llaman la atención varios aspectos de Sabanalarga, un silencio anhelado en las grandes urbes que hace que desciendan exponencialmente los indicadores de estrés, en su plaza tan solo se escucha el sinfónico canto de las aves, igual agrada ver a la gente en sus bicicletas y triciclos, estos últimos más utilizados por personas mayores y de la tercera edad, amabilidad en sus moradores, respeto y un aseo que invita a recorrer cada una de las calles del municipio, demasiado organizado y con viviendas bonitas y de gran diseño.
Al caminar con Erika se van descubriendo nuevos potenciales de este magnífico destino turístico que ya empiezan a incluirse en las agendas de agencias de viajes y de las familias colombianas que buscan descanso diferenciado y con el agrado de un paisaje contundente con opciones varias, montañas, llanura, arreboles y amaneceres inspiradores. En este municipio tranquilo por naturaleza se impone el turismo Slow, ese que se hace de manera lenta, profunda y sin límites de tiempo, totalmente inspirado en el movimiento italiano Cittaslow.
En esa tónica, comentó la muy amable funcionaria, se mueve Sabanalarga porque no solo promueve un descanso de calidad, con disfrute del tiempo y autenticidad de la vida sino que impulsa factores esenciales como el patrimonio cultural y la conservación ambiental por encima de todo, es decir que el turismo más que un negocio opera como herramienta para proteger los lugares en donde la misión es conectar seres humanos con parajes.
El turismo emergente, aseguró Preciado Barajas, se está imponiendo y logrará afianzarse en Colombia por cuanto hay lugares en donde es notoria la saturación y los excesos, daño del aire, contaminación auditiva, descomposición social y otros ítems que alejan al turista.
“Creemos que esos destinos emergentes que no han sido mirados por colombianos y extranjeros, seguirán creciendo, de manera importante porque genera más consciencia del cuidado que demanda la naturaleza y de manera equivalente coadyuva en la recuperación que necesita el mismo ser humano a través del viajo y abrir los portones del asombro en donde el viajero se deja tocar por las comunidades y abrazar por la naturaleza, un valor real del turismo en donde se puede interactuar y blindar el medio ambiente, una experiencia fascinante que fortalece identidades así como raíces”, declaró Erika Andrea Preciado Barajas.
Los turistas de todo el mundo están buscando algo diferente, están saliéndose de lo común y de lugares colmados en donde no hay tranquilidad ni descanso. La tendencia es huir de ciudades, de lugares masivos e inseguros ahora más, con las transformaciones culturales, que ayudan a recuperar la capacidad de asombro ya mencionada.
En opinión de Preciado Barajas, lograr esa diferenciación de turismo sin prisa ayuda a que Sabanalarga logre posicionarse en Colombia y a nivel global como un destino propicio para las personas que están buscando este tipo de lugares, una opción de crecimiento económico por la diferenciación, pero igual consolidar un turismo planificado, personalizado y no masivo para que los turistas disfruten plenamente de las experiencia ofertadas, principalmente viajeros provenientes de Estados Unidos, Europa y Asia, obviamente también de Latinoamérica, visitantes que esperan llegar a lugares tranquilos, muy primigenios, no explorados, una autenticidad que el municipio y sus autoridades y empresarios del turismo quieren conservar para poder ofrecerla como un valor agregado en temas vacacionales o de descanso.
Sabanalarga, un cálido municipio con múltiples opciones
A criterio de la muy querida y dinámica Erika Andrea Preciado Barajas, en Sabanalarga hay prácticamente de todo, ello por su condición de puerta del llano en donde hay montañas en la cordillera oriental y llanura ya adentrándose en las ricas y grandiosas tierras orientales. En principio está el árbol gigante, el más grande del pueblo y símbolo de la comunidad por medio del cual se puede interpretar quienes habitan el municipio.
El árbol, plantado en 1936, da señales fundacionales y es prácticamente el centro de todo, el viejo samán de 86 años de vida encarna las raíces profundas de Sabanalarga, sitio inexplorado al que llegaron boyacenses de Campohermoso, Miraflores, Páez y San Eduardo, personas que buscando colonizar nuevas tierras arribaron en 1890 en donde construyeron las primeras viviendas en la parte más alta de la meseta, allá le dieron inicio a actividades rurales, verbigracia, ganadería y agricultura, quienes fueron a la parte alta de la montaña, sembraron tomate, frijol, plátano y otros alimentos.
En las partes bajas despuntó el cultivo de caña y cacao, pero progresivamente fueron aumentando las labores ganaderas las cuales se fueron especializando y optimizando con el mejoramiento genético.
Triciclo, bicicleta y medio ambiente
Como se dice popularmente hay lugares a los que se llega a pata, pero en Sabanalarga, Casanare, no se llega caminando, se alcanza el destino en vehículos de diferentes formas y capacidades. Allí sus gentes hacen sus diligencias saliendo a caminar o utilizando triciclos o bicicletas tipo Monareta, la vetusta Monark con canastilla adelante para llevar las compras o los documentos que se diligenciarán, todos esos vehículos a pedal en excelentes condiciones.
En el pueblo no hay ruido ni acelere, los carros no son muy frecuentes y quienes llegan conduciendo un coche lo guardan para hacer uso de las bicicletas. El pueblo es muy callado, por momentos da la impresión que no hubiese nadie, es un lugar sereno y apacible en la esquina, el andén o la banca del parque en donde uno esté.
Este lugar tiene una riqueza ambiental estimable porque cuenta con zonas de montaña ya que el pueblo se fundó en las estribaciones de la cordillera oriental, algo que encanta porque hay paisajes prístinos, llenos de enigma y pasado, a la par entretiene y se admira el potencial hídrico en cabeza de los ríos Upía y Túa, igual las catorce microcuencas que alimentan con agua la quebrada Nuya y una malla formada por quebradas como La Piñalera, Botijera, Quinchalera y Paradiseña.
Este agradable municipio cuenta con atractivos de naturaleza como la Cueva de los Guacharos, caídas de agua y puntos estratégicos para el avistamiento de aves. En el viaje es posible visitar a las personas del poblado y pasar un rato de la tarde en medio de la conversación.
Cierto es que Casanare fue una región pionera al igual que el Meta, la historia data que por los Llanos Orientales en sus inicios ingresó el desarrollo, lo que incluyó enseres y materias primas que eran desembarcadas en las riberas de los ríos del oriente colombiano en lugares emblemáticos e históricos como Orocué. La tarea se viene haciendo, los habitantes saben que se puede cumplir con el objetivo, a través de un turismo distinto y único, de vivir en paz y tranquilos en su terruño.
Este modelo, conceptuó la bella líder, no tiene metas estrictamente económicas sino de ver el turismo como un puente para repensarse como sociedad y como colombianos, todo para desarrollar una identidad que se hace en dos sentidos, el vigor llanero y la potencia de los boyacenses que cualquier día partieron de sus lugares de origen y bajaron de la entonces desafiante cordillera para colonizar en una primera fase las tierras orientales, las del hoy y proyectadas como polo de desarrollo del mañana.
“Hemos dado pasos importantes, hicimos del turismo diferenciado un espacio para podernos abrazar, logramos demostrar que hay sitios idóneos o apropiados para el reencuentro, estamos sustentando que hombre y naturaleza pueden convivir con respeto y admiración. Hemos marcado una pauta, estamos escribiendo nuevas páginas en la historia colombiana gracias a un turismo lleno de instrumentos para armonizar y exteriorizar ese mensaje se convergencia que no solo se recibe por parte de la gente sino que se hace especial al poder replicarlo”, concluyó la referente de turismo de Sabanalarga, Casanare, Erika Andrea Preciado Barajas.
Resultó muy grato platicar con Erika, una persona joven, pero llena de conocimiento, consciente de la importancia de Casanare, sus fortalezas y sus comunidades indígenas, las actuales y las precolombinas de las que es necesario narrar y generar más historia porque hay vestigios y huellas humanas que hablan con propiedad de grandilocuentes culturas.
Firmas comprometidas con el turismo
El fundador de la empresa operadora de turismo en Sabanalarga, Casanare, Sabana Travel Gustavo Guevara indicó que el municipio está atiborrado de valores agregados, uno de ellos la cercanía con Bogotá, apenas cuatro horas por una vía totalmente pavimentada y segura. Otro punto a favor, precisó, es la tranquilidad y los casi inexistentes índices de violencia, quien llega a Sabanalarga queda encantado con un pueblo organizado, limpio, lleno de sonrisas y cortesía, es de los pocos lugares en Colombia en donde quien deja sus artículos de valor, fácilmente los recupera porque quien los encuentra busca a quien perdió sus cosas.
La seguridad, recalcó el empresario, está garantizada porque todos se cuidan y se protegen, una garantía adicional para el visitante que puede caminar con toda confianza y cumplir con su esparcimiento, todo basado en un turismo local que explota de la mejor manera las costumbres y tradiciones, nada temático, tan solo parques y personas que cuentan historias y hablan con los excursionistas sobre diversos temas, una tertulia amena y bastante constructiva.
Otra experiencia es Sabana al Viento, desarrollada en torno al triciclo como patrimonio cultural en el que se pueden hacer desplazamientos para conocer las fincas en donde se hace agricultura orgánica a partir del cacao, pero en síntesis, un paseo por el pueblo en el que participan músculos y mente porque en la pedaleada hay tiempo para deslumbrarse con la calma, el cantar de los pájaros y los paisajes que ofrece el lugar, toda una maravilla.
De alguna manera, expresó Guevara, es un viaje al pasado en donde se vuelve a los tiempos en los que se aprendía a montar bicicleta, una conexión intrínseca que permite disfrutar del paisaje y del yo, toda vez que el redescubrimiento de la persona es parte de ese encanto.
Estar en Sabanalarga es ingresar a un libro abierto en donde se aprende de cultura, historia, paisajismo, arte, aves, flora y fauna, una buena cantidad de actividades que amañan y hacen pensar en lo bueno que resultaría un plan retiro en esa población deslumbrante del pie de monte llanero.
El paisaje, subrayó el experto, es totalmente virgen, no ha sido modificado, no hay industrias que lo dañen y quien allí llega no padece por contaminación visual o auditiva, igualmente puros son los sitios de naturaleza a dónde va el viajero clasificado a disfrutar de los destinos de llanura y montaña en el Casanare en donde gusta demasiado la cascada subterránea y otros escenarios verdes, muy llamativos.
Sabana Travel se mueve con mucho profesionalismo por otras zonas del Casanare llevando experiencia y agrado al turista que puede explorar e interactuar con el entorno natural, un recorrido que parte de sabana hasta las profundidades de la sabana, allí está en oferta el Safari Llanero, una oportunidad para conocer en detalle la biodiversidad y los animales en su hábitat así como hatos ganaderos y la cultura llanera matizada por la vaquería y el uso del caballo, igual por las tonadas del arpa, cuatro y capachos, haciendo de la música un momento aparte, especial y alegre, sobre todo cuando explotan las voces de hombres y mujeres que logran conmover con sus cantos y poemas.
Por estar en el cluster de turismo Naturaleza que trabaja con fundaciones que promueven la conservación, Sabana Travel tiene en su portafolio la visita a las tierras del jaguar, del gran tigre americano, un avistamiento hecho con el mayor respeto, buscando concientizar sobre la importancia de los ecosistemas y su perentoria preservación, un espacio que piden con mucho interés los turistas extranjeros que prefieren ver animales en sus lugares de desempeño y no enjaulados.
Ese tipo de avistamiento sigue repuntando, hay de por medio una ganadería sostenible que no tala bosques porque cuenta con llanuras naturales que ayuda a preservar la vida silvestre, mantiene los ecosistemas, todo muy en favor de animales emblemáticos como el jaguar o el puma que han compenetrado más con los humanos facilitando su observación.
Los viajes de avistamiento de jaguares, aclaró Gustavo Guevara, no son plenamente garantizados puesto que verlos es casi que una lotería, muchas veces se disfruta de lugares espectaculares, generalmente su corredor biológico, pero verlos es asunto de mucha suerte, una iniciativa que requiere de tiempo, paciencia y aguante porque muchos han tardado días para observar a la imponente panthera onca.
Con cada viaje adelantado a los ecosistemas, arrancando por la montaña hasta lo más recóndito de la llanura, el turista contribuye con la conservación porque parte de los recursos van dirigidos a la protección de ecosistemas, un aporte a la naturaleza.
Geopolítica, talón de Aquiles para el turismo
En medio de las guerras y conflictos internacionales que hacen pensar en la Tercera Guerra Mundial, las economías globales han sufrido y se han visto castigadas porque efectivamente la demanda de bienes y servicios declinó. En la radiografía, puntualizó el empresario, se notó el deterioro en el turismo común y de grandes ciudades, pero se abrió una enorme oportunidad para los destinos emergentes que como pasa con Sabanalarga, tiene la oportunidad de darles un lugar a las personas para que liberen el estrés y la ansiedad con aire limpio y ambientes naturales.
La presión urbana y todo lo atinente a los aprietos económicos llevaron a que cada vez más personas acudan a este tipo de turismo en donde sin gastar demasiado, los viajeros logran convivir por unos días con fauna y flora, logrando mejorar sus vidas y comprometiéndose más con la preservación.
Un escalamiento del conflicto podría llevar a grandes migraciones y podría darse que, por la abundancia de recursos, América Latina terminará sobrepoblada, pero para evitar líos mayores habría necesidad de crear condiciones para evitar un detrimento en diferentes sectores, uno de ellos el medio ambiental.
“Nosotros estamos no solo promoviendo el turismo diferente como eje económico para dinamizar las finanzas del municipio y del territorio, todo bajo parámetros de conservación en donde quienes lleguen hagan su aporte social, económico y ecológico porque no se trata de cerrar puertas sino de cuidar con compromiso, no un refugio sino el nuevo hogar, un adeudo que invita a proteger costumbres, cultura y el patrimonio expresado en naturaleza y sostenibilidad”, aseveró Gustavo Guevara.
Visitar a Don Fran, imperdible
Una de las actividades que debe trazarse en la agenda a desarrollar en Sabanalarga, Casanare, es visitar al señor Francisco Ramírez Infante, mejor conocido como “Don Fran”, una persona de impresionante estructura académica, de muy buen humor y escritor de muy buena pluma. Recomendado leerlo por su tremenda capacidad de análisis y el abordaje de temas que demandan conocimiento y dedicación, por ejemplo, su obra “Los Días que nos quedan”, una reflexión filosófica, política y estética que debe bajarse con un muy buen café.
Nacido en Sabanalarga en 1947, Ramírez Infante se inclinó por el derecho y la filosofía, hoy asegura se queda con el realismo mágico de Gabriel García Márquez toda vez que le ofrece más espacio para divagar en sus ideas, José Asunción Silva lo extasía, lo embelesa y lo pone sentimental, las elegías de Julio Flórez y sus odas a la muerte y el infortunio no son de su devoción, tan solo admira a un escritor colombiano ya que más allá de su estilo es un valor.
Lo despabila el realismo mágico porque lo pone a tono con el mundo que lo rodea, con el clima caliente y le encanta la figura de las mariposas amarillas, ese lepidóptero de vuelo torpe que después de mucho insistir acierta en el lugar escogido e inesperado.
Manifestó ser admirador de Gabriel García Márquez y su literatura porque va más con la psicología de “Don Fran”, con su ánimo, su visión del mundo, aventura y agudeza para llegar a su meta trazada. A juicio de Ramírez Infante en el tema político, “Gabo” es absolutamente acertado, cosa que le encanta porque es demasiado afín con su pensamiento.