Sábado, 19 Octubre 2019 07:45

Caficosta, el encanto de la Sierra Nevada, de San Lucas y del Perijá en taza

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En la Costa Norte de Colombia hay un café especial que hechiza por sus tonalidades únicas y sus sabores cítricos, achocolatados y de caramelo, lo malo es que por precios la caficultura está amenazada.

La gran fiesta del café se vivió en Bogotá y no es para menos porque en cumplimiento de Cafés de Colombia Expo 2019 se dieron cita los caficultores más innovadores y aquellos que desde la siembra del grano hacen su mejor esfuerzo por llevar a los mercados grano de muchísima calidad.

Llamaron poderosamente la atención los caficultores de las sierras y serranías del norte del país, allá en donde la caficultura es ancestral, espiritual y en donde huraño observa el jaguar y tranquila mira el águila a los hombres y mujeres que con amor siembran las semillas de café, esas que cuando crecen y prosperan hacen que brote el alma de las montañas verdes y escarpadas de las cadenas montañosas del caribe colombiano.

En el afable encuentro con los cafeteros del norte colombiano fue espectacular saber de todo un trabajo adelantado en cafés especiales, extraídos con mucho apego de la Sierra Nevada de Santa Marta, de la Serranía del Perijá y de la misma Serranía de San Lucas, esa elevación en donde el caribe hace convergencia con los andes colombianos, marcando igual un sendero cafetero que atraviesa el país hasta las tierras selváticas e igníferas del sur.

Este tipo de grano con marcada calidad encaja en los cuentos macondianos ya que al saborear sus notas y acidez, se logra la experiencia del realismo mágico, ese que solamente tiene el café del caribe, el del aroma único y el encanto verde que regalan las elevadas montañas de la Colombia cafetera.

El caficultor magdalenense Alex Durán, habló con Diariolaeconomia.com, y evocó sus tiempos de niño entre los verdes y boyantes cafetos cuando disfrutaba en ese entonces de las enseñanzas de sus abuelos y sus padres sobre una siembra generosa y agradecida que por momentos hace pensar que la vida terminó. Empero en el oficio hay resiliencia y mucha confianza en el trabajo, razón por la cual este cafetero de la Sierra Nevada de Santa Marta sigue apostándole a los cultivos de café más ahora que hay retos como mejorar la calidad, lograr la excelencia y demostrar que el negocio sin duda está en los cafés diferenciados.

Alex es un hombre nacido en Fundación y desde ese pueblo del Magdalena sale en las mañanas de su casa a observar al horizonte nublado, ese en donde se ubica su finca cafetera, propiedad que ama y respeta porque sabe que de sus entrañas sale la tranquilidad de su sinigual familia. Este hombre fuerte, de mirada recia y ojos exploradores habla con el corazón sobre su vida y sus ancestros cafeteros, afirmando orondo que hace parte de la tercera generación de productores de muy buen café.

FOTO DIARIO LA ECONOMIA
Foto Diariolaeconomía.com

El productor dijo que hay preocupación en los productores de la región porque lo único que salva la caficultura en Colombia es la tasa de cambio porque lamentablemente el precio del café sigue bajando sin que dé muestras de pronta recuperación.

Este juicioso y abnegado labriego les hizo un llamado a los negociantes y especialistas de la Bolsa de Nueva York para que reflexionen porque dejan de lado que viven del caficultor y del campesino que labra la tierra a sol y agua siendo en la cadena el que menos gana. Agregó que con ese trato injusto en el gran mercado neoyorquino tan solo se condena al caficultor a la quiebra y a una vida miserable porque hay deudas por pagar, poco dinero para el hogar y por consiguiente son visibles unas condiciones indignas que finalmente son la remuneración del aplicado agricultor.

En su concepto es muy complicado que quien siembra café se quedé con los problemas y las grandes obligaciones en tanto las multinacionales y los especuladores se enriquecen obviando que sacrificaron personas honestas, trabajadoras y hasta ilusas.

 

“A los tostadores, a los comerciantes, al gobierno y al Congreso americano así como a la industria del café hay que decirles que se hace urgente volver su mirada hacia la caficultura porque hay sufrimiento en los hogares de quienes producen y ponen el trabajo para sembrar café. Consideró urgente estabilizar precios porque el grano colombiano necesita que le agreguen valor puesto que en la cadena de producción el peor trato lo recibe el cafetero. Es necesario que recapaciten y se den cuenta cómo se produce el café en el país y en la Sierra Nevada, sitio en donde esta actividad tiene unas condiciones muy particulares”, declaró el señor Durán.

 

Para el cafetero lo más importante si se quiere llegar lejos es hacer la tarea y cumplir con todo lo que demanda la caficultura y por esta razón ya renovó en su finca en donde crecen cafetos de las variedades Castillo y Cenicafé, recientemente puesta en el mercado por la Federación Nacional de Cafeteros.

Una de las características de Alex Durán es que atiende con mucha responsabilidad su finca de seis hectáreas en donde renueva todos los años y cultiva en bloques de acuerdo al ciclo con lo cual garantiza una caficultura joven en vista que en su predio hay café rejuvenecido hasta una edad de seis o siete años.

Hoy este productor logra una calidad en taza de notables condiciones gracias a una siembra oportuna y a un beneficio que mejora día a día para lograr unos cafés con altos porcentajes de atributo que consigue con las variedades obtenidas y que dan no solo rendimiento sino sabor y aroma especial.

Como todos en el mercado, Alex Durán, indicó que la única manera de darle valor al café y llegar a los precios deseados, inclusive, sobrepasando de lejos los indicadores de Nueva York es agregando valor y haciendo del colombiano un café diferenciado. Dijo que con máxima calidad es posible poner café, inclusive en el mercado interno a 20.000 0 30.000 pesos, mucho más que un dólar o que seis dólares porque hay personas comprando granos de mucha condición.

 

“En esto de apostarle a la calidad es necesario darle al café un buen beneficio, un buen despulpado, una buena fermentación y un buen secado para llegar a un mejor precio a la hora de venderlo. Nosotros en la finca tenemos buenas prácticas de beneficio y hacemos una oportuna recolección de granos maduros y cumplimos con todos los procesos, lo que explica el por qué tenemos tan buen café”, dijo.

 

La situación es muy difícil para muchos, indígenas y no indígenas, porque los precios en el mercado internacional siguen lánguidos haciendo que el café no sea una actividad rentable, pero afirmó que con los 800.000 pesos promedio de hoy, la caficultura aguanta y es sostenible, pero única y exclusivamente por el factor dólar.

Foto Caficosta
Foto Caficosta

Al mirar las muestras de café que trajo de su finca y que logró comercializar con la Cooperativa Cafetera de la Costa, Caficosta, Durán se queda inmóvil por unos segundos y tras hacer una reflexión lanzó una preocupante y consecuente pregunta, ¿y el día que se caiga el precio del dólar quién nos sostiene?

El asunto es de total angustia y por ello muchos caficultores han optado por otros métodos de subsistencia y sabiamente se dedicaron a cultivos paralelos al café como el cacao, agricultura de perecederos como frijol, maíz y otros totalmente ajenos al café. La ganadería igual es otra actividad que ha llamado la atención de algunos que la llevan con buenos resultados.

Reconoció como lo hizo el Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros que si no fuera por la devaluación la caficultura estaría hoy en punto de quiebra, en la peor crisis, con situaciones inmanejables y sin rumbo. El cafetero Alex Durán, fue claro, “la caficultura está amenazada y si no hay atención en todas las esferas, no sería raro que el mundo se quedara sin café o con unas pocas opciones”.

En medio de los acontecimientos y las malas noticias, Alex Durán, dice con un golpe imponente de voz que genera su orgullo que es cafetero de toda la vida, tal y como lo fueron sus abuelos y su siempre recordada señora madre. Apretó con fuerza el soporte o gaza de su mochila Arhuaca, dejó ver el brillo de sus nudillos trigueños y al llenar su boca de la frase Sierra Nevada, indicó que su corregimiento es Sacramento y su municipio Fundación.

Señaló que los caficultores y los indígenas de la Sierra que aprendieron a amar el café como los coguis y los Arhuacos siguen a la espera que los señores del café, los que determinan los precios en bolsa, se pongan la mano en el corazón y les den a los caficultores, no dádivas ni compensaciones, tan solo precios justos que remuneren a un sector primario que hace todo por el mundo cafetero, pero que ve que el mundo nada hace por ellos.

El caficultor Alex Durán, es casado y padre de cuatro hijos, algunos que ya abandonaron la niñez y hoy ven la vida desde la caficultura con otros ojos pues tienen 17, 14, nueve y tres años, los dos últimos aún disfrutan de las fantasías de la niñez y como su padre en los buenos tiempos corren por entre árboles y matas de café extasiados con un paisaje que tan solo guarda la solemne Sierra Nevada.

A sus cuarenta años, Alex Durán, disfruta de la vida en el campo y agradece con creces todo lo que la vida le dio, hoy su señora es el motor de su vida y de sus actividades, pero igual sus hijos el combustible para no desfallecer y seguir adelante porque el café igual hace parte de su familia y de su felicidad así muchos la quieran opacar. La caficultura va en su sangre, hace parte de su ADN y por eso la marcha jamás irá para atrás.

Antes de apartarse del sitio, Alex Durán estrechó su mano, se despidió con una sonrisa amena y se fue alejando, de nuevo con su mirada pérdida, seguramente pensando en siembras, en café, en precios, pero igual en su hogar, en su finca y en su futuro. Por el momento parece mirar el cielo azul que cubre la tierra sagrada por donde vuela el cóndor y las montañas complejas como también los valles alargados por donde caminan pumas, venados dantas y los espíritus del pasado.

El café de la Sierra Nevada tiene un perfil de enormes bondades, es exquisito y reconocido por el mejor balance entre su acidez media y un cuerpo medio alto, en el cual es fácil encontrar notas dulces, achocolatadas, propias del exuberante sistema montañoso, considerado uno de los más altos del mundo.

En la mística Serranía del Perijá el café también enamora

Foto CaficostaEn la bifurcación más septentrional de la cordillera de los Andes que involucra departamentos como Cesar, Norte de Santander y Guajira está la Serranía del Perijá, un sistema de montañas que igual es enigmático y magnífico, pero muy apropiado para los cultivos de café gracias a unas estribaciones fértiles en sus faldas y a unos suelos ricos en minerales y propiedades agrícolas.

La señora Rosalba Torres vive en Fonseca, Guajira, la famosa tierra en donde se hizo sublime el festival del retorno, una cita que solo cumplen los mejores acordeoneros, cantantes, compositores y músicos de la región Caribe. Esta mujer dedicada al café en la vereda Las Colonias reconoce con una sonrisa tenue que es cafetera de nacimiento. Tiene recuerdos de su abuelo quien fue un reconocido líder del café y le dio gracias al altísimo por tener muy de cerca a su padre, un hombre de 92 años que sigue activo en la caficultura también como un reconocido líder.

Narra con orgullo que su padre fue uno de los fundadores del Comité Municipal de Cafeteros de San Juan del Cesar, Guajira y uno de los precursores de la Cooperativa del Caribe. Actualmente goza de salud y fuerza en su cuerpo lo que le permite demostrar que el liderazgo no tiene edad y que el compromiso y los votos con el café duran tanto que van más allá de la misma vida.

Rosalba luce un atuendo Wayú de tono amarillo como un homenaje a la tierra que la adoptó y le permitió desarrollar una labor engrandecedora y reconciliadora como la caficultura. Su producto, muy bien calificado por estar en la Serranía del Perijá en el sector de Las Colonias, tiene como vecinas las veredas, Las Marimondas, las Bendiciones y la vereda Puerto López, estas dos últimas con serios problemas de infraestructura ya que no hay acceso en tiempos de lluvia y por ello producir café allí es asunto serio porque tiene que sacarse a lomo de mula por un camino de herradura que en tiempos intensos se hace complejo hasta para las mismas bestias.

Sacar café de allí es todo un desafío porque en tiempos normales las mulas tardan en llegar a una cooperativa algo más de tres horas, un verdadero problema de competitividad el cual está sentenciando una actividad que no tiene vías ni condiciones para la competitividad. El tema es tan apremiante que los productores reclaman arreglos en el remedo de vías así sea para hacerle más llevadero el trabajo a las sufridas acémilas.

La señora Rosalba también pasa por el estrés de precios bajos y asegura que le prende velas a toda la corte celestial para que no baje el dólar porque de lo contrario la situación sería incierta para ella como productora, pero muy lamentable para un sector que tanto desarrollo e impulso le ha brindado a Colombia.

Aseguró que los precios de producción son elevados porque entre otras cosas los insumos que se adquieren también vienen impactados por la devaluación es decir que muchas veces y sumando otros rubros, el café no es rentable porque sale lo comido por lo servido.

En este momento la caficultora tiene en su finca de tres hectáreas la variedad Castilla Pueblo Bello y ha notado excelentes rendimientos por lo que no descarta sembrar en una hectárea adicional porque en el momento siembra grano en dos hectáreas. Ella hace parte de una familia de 19 hermanos de los cuales diez son caficultores y muy dedicados a sus fincas por ese ejemplo que les inculcó su padre y por la inclinación hacia las siembras de café.

Esta mujer dedicada a la caficultura sabe que la única salida para volver a la rentabilidad es apostar por cafés especiales de alto valor agregado y diferenciados porque de lo contrario el negocio no es sostenible, lujo que no se puede dar porque tiene obligaciones con el Banco Agrario, cuentas que en ocasiones no puede pagar porque la venta del café no da para honrar los compromisos.

Por todo lo anterior y teniendo en cuenta que es desplazada y madre soltera, Rosalba debió recurrir a otros oficios como la venta de minutos de telefonía móvil celular tanto local como internacional. Igual vende recargas y otro tipo de artículos como mantas, mochilas, bolsos y accesorios o bisutería con trabajo artesanal Wayú para canalizar más recursos que le permitan mejorar su calidad de vida y la de su hija que ya está en la universidad sacando adelante una ingeniería.

 

“Al café hay que amarlo y por eso tenemos que luchar todos los que nos dedicamos a él para sacarlo adelante, no podemos rendirnos ni dar un paso al costado porque ello sería un insulto para nuestros ancestros que también padecieron las inclemencias de clima y mercado, pero nunca renunciaron a sus fincas. Aquí tenemos que avanzar y si es del caso reinventarnos y acudir a nuevas contingencias que nos hagan viables potenciando los mercados internacionales, pero igual sacando ventajas en el mercado interno, aprovechando que el consumo está creciendo y que las nuevas generaciones se la jugarán a fondo por un activo nacional y un patrimonio de todos los colombianos”, apuntó Rosalba Torres.

 

En la finca de la caficultora el grano es acompañado por otros cultivos dentro de los que se destacan los cítricos, el banano, el maracuyá, plátano, cacao y otros productos. Esta labor se hace en media hectárea y ayuda porque aparte de servir de pancoger dejan un ingreso adicional que sirve para cubrir los gastos cafeteros.

El tema no es de poca monta porque el café en esta zona de Colombia produce en tan solo cuatro meses del año, octubre, noviembre, diciembre y enero, es decir que en los ocho meses restantes los cultivos alternativos dan una mano bien importante sin que ello implique que entrega soluciones totales porque igual hay que buscar trabajo o activar el plan B para no dejar caer las finanzas del hogar.

Rosalba está certificada por la Cooperativa Caficosta con café orgánico el cual tiene muy buena salida porque el mercado le premia calidad y el cuidado del medio ambiente. La prima adicional es de 980 pesos por libra, pero igual la siembra orgánica demanda gastos porque la limpieza es a machetazo limpio y los abonos son totalmente naturales.

La vida de la señora Rosalba transcurrió en paz cuando caminaba tranquila por la vereda Las Colonias, pero un día cualquiera fueron víctimas con su padre de una extorsión que los hizo decaer considerablemente. La situación se tornó pesada y por ello la familia partió para Fonseca. Hoy va a su finca luego de conducir una hora y disfruta de las placas huellas que les instalaron, pero extraña los buenos tiempos cuando no había amenazas y cuando se podía trabajar sin el temor a ser despojado con violencia.

 

“Aún recuerdo cuando de niña acompañaba a mi padre a coger café y en ese tiempo era una maravilla porque después de la recolección venía el Re-re (recoja y repase) para evitar la proliferación de la broca. Mi padre nos decía en esos momentos de nuestras vidas que cogiéramos ese Re-re para nosotros, es decir para hacer las compras de diciembre, para ropa y para muchas cosas, la verdad eran tiempos buenos”, expresó la señora Torres.

 

Actualmente Rosalba le está apuntando a las ventas de café molido porque se dio cuenta que resulta muy rentable porque un quintal de café que equivale a 50 kilos se vende en 300.000 pesos, pero si esa misma cantidad se muele el valor asciende a 600.000 pesos.

El amanecer del café en la Sierra Nevada

No podíamos salir de Corferias y menos dejar el stand de Cafés del Caribe sin saludar a un caficultor muy de la Sierra, la gran montaña de picos blancos que se hace más eminente desde las tierras bajas del vecindario magdalenense o desde los dominios vallenatos del Cacique Upar.

El caficultor Seyarimaku hijo de la gran montaña de techo helado y blanco, pero con bases cálidas y montañas abrigadas muy dispuestas para la agricultura y el cultivo de café le dijo a este medio que hoy en medio de la coyuntura de precios hay una calma relativa por el precio interno de compra que resultó favorecido por la devaluación.

Seyarimaku que significa en su lengua “Amanecer” considera que la caficultura es viable, o por lo menos normal con valores de 800.000 pesos por carga, pero advirtió que un precio inferior a ese castigará la caficultura de manera considerable puesto que no cubriría ni siquiera los costos de producción.

Este caficultor respetuoso de la tierra, ambientalista y protector del ecosistema dijo que logró buenos resultados con un café arábica de mayor resistencia con la variedad Castillo porque mejoró la productividad, los rendimientos y la taza. Es bueno precisar que el café de Seyarimaku es totalmente orgánico, lo que lo hace mucho más atrayente para el mercado exógeno y nacional.

Amanecer dijo que todavía hay confianza en la institucionalidad y en el gobierno que bien puede darles una mano a los cafeteros de la Sierra Nevada que quieren prosperar y mejorar su calidad de vida porque hoy los indígenas que están dedicas al cultivo del café están sufriendo una caficultura llena de incertidumbres, de injusticias y de falencias.

“El precio de hoy no siendo óptimo ayuda y disimula un poco la preocupación, pero la inquietud sigue latente porque si el dólar no sigue ayudando, la situación si sería dramática, pero confiemos en que todo puede mejorar”, concluyó el siempre optimista Seyarimaku.

El café de la Serranía del Perijá igual goza de prestigio en taza y perfil. Este sector de Colombia ofrece un café con agradable acidez media-alta y notas vinosas generadas por las particularidades de esta reserva ambiental que hace parte de los límites entre Colombia y Venezuela.

La Cooperativa Cafetera de la Costa fue constituida en Bogotá el doce de octubre de 2007 por 91 asociados, empero en octubre de 2014 cambió de sede y partió a Barranquilla.

En radio de acción, Caficosta es la cooperativa más grande del país por cuanto está conformada por cuatro departamentos, Cesar, Guajira, Magdalena y Bolívar con veinte puntos de servicio ubicados de manera estratégica en corregimientos y cabeceras municipales. Las cifras de la cooperativa son excelentes ya que pasó de 91 cafeteros a más de 2.600 en los últimos siete años con un potencial de 15.957 caficultores en la zona de influencia.

La cooperativa de crecimiento vertiginoso comercializa el café de la Serranía de San Lucas en las alturas norteñas de la cordillera central. Este inmejorable café goza de tremendo perfil porque se caracteriza por tener un balance entre su cuerpo y su acidez, eso sí dejando notar en el paladar un dulce seductor que persevera en su degustación.

Al dejar el recinto salimos pensando en una caficultura alegre, resiliente y en medio de todo muy esperanzada. En las serranías costeñas en donde retumban los acordeones y el grito de “ay hombe” siguen los rostros alegres porque saben que los cambios han caído bien y que con el tiempo el factor calidad dará todo un golpe de autoridad pues en materia de prestigio, los cafeteros colombianos aún siguen a la vanguardia y por eso desde las alturas del caribe los retos fueron asumidos para seguir tan altos como los picos de la sierra, como las gigantes cimas Colón y Bolívar.

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