El municipio cafetero de Santa María, Huila, ubicado en el noroccidente del departamento y geográficamente en la vertiente oriental de la cordillera central está en alerta por el alto riesgo que existe de perder la cosecha cafetera, el ingreso base de los samarios que le piden al gobierno que interceda porque indiscutiblemente hay oídos sordos en una alcaldía que se empecinó en evitar que la pandemia de la Covid-19 llegue a la población.
Esta villa huilense llena de ríos y cuencas hídricas muy apropiadas para la agricultura y para la siembra de café por los pisos térmicos que maneja experimenta un estrés sin precedentes porque no hay suficiente mano de obra para la recolección del grano que brotó generosamente, pero que hoy está muy cerca de perderse por intransigencia y falta de voluntad en vista que al casco urbano podrían llegar recolectores de otros municipios en donde no hay Coronavirus, eso sí, bajo estrictas medidas de bioseguridad.
La tarea de cosecha no es un tema fácil por la topografía y por el tamaño de algunas fincas en donde arrancar el grano de los cafetos puede tardar hasta tres meses. Santa María cuenta con 1.784 fincas cafeteras y un área cultivada de 3.015 hectáreas aproximadamente.
En charla con Diariolaeconomia.com, el caficultor y miembro del Comité Municipal en Santa María, Enrique Sogamoso, anotó que la angustia no es poca porque llegó la hora de coger café en la primera cosecha del año y el déficit en mano de obra es bastante grande pues las fincas no tienen la fuerza laboral que demanda la temporada de recolección. Para el agricultor la situación es apremiante porque la población goza de ser pieza fundamental del considerado primer eje cafetero del Huila en donde no solo hay cantidad sino una calidad del grano colombiano puesta a toda prueba.
“A raíz de la infortunada pandemia no tenemos recolectores para coger esta cosecha de café en las fincas de extensiones considerables pues en las fincas de una hectárea o de menor tamaño, la colecta la hacen los miembros del núcleo familiar sin ningún problema, pero ya en las fincas de tres, cuatro, cinco, seis, siete hectáreas o más porque hay fincas de diez y cuarenta hectáreas, el problema es muy grande y si no hay gente, el café que ya en tiempo de cosecha puede perderse dejando unas secuelas económicas y sociales supremamente delicadas”, apuntó el líder cafetero.
Foto Diariolaeconomia.com
Dijo que los cafeteros de Santa María están solos y abandonados a su suerte porque no hay voces que lleven una respuesta tranquilizadora y matizada por la celeridad que requiere la situación. En opinión del caficultor, la solución que se esperaba de la Alcaldía brilló por su ausencia porque el alcalde Julio Cesar Peralta Ardila, prometió una solución que terminó siendo insulsa e insuficiente y dejó de lado las sugerencias de traer mano de obra bajo las más rígidas y exigentes medidas de bioseguridad.
El contexto no es fácil porque las fincas que necesitan 40 trabajadores apenas suman siete, las que piden veinte lograron contratar a tres o cuatro, es decir un problema de gran calado que amerita la intervención de la Gobernación, del ministerio de Agricultura y de la sensatez del Alcalde a quien no se le está pidiendo nada que sea imposible, entendiendo la coyuntura sanitaria.
Sogamoso manifestó que desde hace un mes se le dijo al mandatario municipal que les colaborara a los caficultores con el traslado de recolectores en medio de los protocolos sanitarios a las fincas, pero la respuesta nunca llegó y el problema no encontró eco en la Alcaldía porque al parecer la meta del funcionario es llegar al final de la terrible situación con cero contagios pese a que el municipio puedan ingresar algunos operarios de empresas que abastecen la región, igual de alto riesgo.
“Al Alcalde se le olvidó que la economía de Santa María también es importante porque la población y todos dependen de ella para darle sostenibilidad a muchas actividades que de manera paralela funcionan gracias a una caficultura activa y juiciosa, base del PIB municipal. El burgomaestre ignora que en la tierra samaria como en los demás 35 municipios del departamento el 85 o 90 por ciento de la economía es el café y si no hay grano, sencillamente no hay quien consuma, no hay quien compre y todo en absoluto se vendrá al suelo, de eso, al parecer, no hay consciencia en el principal despacho administrativo, asunto grave”, declaró el señor Sogamoso.
El problema sigue creciendo desmedidamente porque la cosecha está entrando al pico más alto que se estima llegará en una o dos semanas, como quien dice que los caficultores de Santa María están con el agua al cuello porque se les agota el tiempo y no hay gente suficiente para recolectar. Un asunto álgido es que los caficultores no le creen al Alcalde quien asegura tener control sobre la cosecha y donde no se puede contar ni con la figura histórica de minga o grupo de cosecha colectiva porque ese tipo de mano de obra es reducida y muy cerrada en las comunidades indígenas.
Hoy, agregó el cafetero, la caficultura samaria entró en la tónica de “defiéndase como pueda” y dijo que si la cosecha se pierde y hay escasez de café la responsabilidad recae única y exclusivamente en el Alcalde quien tendrá que responder por una colecta que vale 55.000 millones de pesos, seis veces el presupuesto del municipio. Otra cifra que no lee el mandatario, según indicó Sogamoso, es que de esa cosecha un porcentaje amplió, le quedan a Santa María como dividendos de esa recolección.
Según el productor el nerviosismo es total porque hay temores por los riesgos de la pandemia, pero insistió que con estrategia, cuidados y protocolos, puede salvarse una cosecha que fue muy esperada porque hay unas deudas considerables con los bancos y las cooperativas financieras que no dan espera. Enfatizó que hay inconvenientes e intranquilidad que pueden impactar la salud mental porque para muchos si no los mata la Covid-19 los mata el no poder recaudar los recursos para pagarles a esas corporaciones bancarias públicas y privadas.
“A mí me llaman reiteradamente los productores de café porque yo hago parte del Comité Municipal de Cafeteros de Santa María y al ser elegido democráticamente se me entregó un voto de confianza que no puedo quebrantar. Yo hablo en representación de los caficultores y no puedo esconder la preocupación puesto que si el alcalde no nos colabora, la cosecha se va a caer y lo cierto es que hay total distancia entre la administración y el gremio cafetero que encontró en ella una resistencia inamovible, una terquedad que va a costar una fortuna si no se toman medidas urgentes en vista que está de por medio el fracaso de los caficultores y el desplome de la economía municipal, una mezcla trágica nada conveniente”, señaló el líder cafetero Enrique Sogamoso.
Hoy se puede decir, intranquilamente, que la cosecha cafetera de Santa María está seriamente amenazada por los caprichos del Alcalde que no permite el ingreso controlado de recolectores, los que tanta falta hacen en la región porque la mano de obra disponible no es suficiente para un pueblo cafetero que nunca había pasado por una contingencia como la vivida actualmente.
Un escenario que ha sacado de quicio a los caficultores es la arrogancia y la poca receptividad con los productores por parte de la alcaldía puesto que se han hecho invitaciones para dialogar, pero las evasivas son el común denominador más cuando vienen acompañadas de mentiras y pamplinas innecesarias.
El vocero puntualizó que para los productores sería muy duro perder esta cosecha habida cuenta o consideración de las obligaciones de todo tipo que hay en la caficultura del municipio. Hizo un llamado a las autoridades cafeteras en cabeza del señor Gerente General, Roberto Vélez Vallejo, del Comité de cafeteros del Huila, así como de la Presidencia de la República, del ministerio de Agricultura, la Gobernación y todos aquellos que puedan ayudar como árbitros y así zanjar diferencias y tirarle de manera urgente un salvavidas a la caficultura de Santa María, un sitio en donde, aparte de café, se sabe de institucionalidad, respeto y diálogo.
Una ayuda apreciable para los caficultores es sin lugar a dudas la facilitación de mano de obra seleccionada y médicamente valorada porque las lonas, máquinas y cualquier otro mecanismo para la recolección no es útil en los altozanos de Santa María dueña de una topografía agreste, montañosa, retadora y cambiante en sus climas por los suelos bajos, medios y de alta prominencia que dificultan la cosecha. Lo único que sirve y es efectivo, subrayan los productores, son las manos de hombres y mujeres que han ayudado de manera determinante con la siempre esperada cosecha cafetera.
“Los caficultores de Santa María nos sentimos huérfanos y en este momento en el que arrancó la primera cosecha del año en el noroccidente del Huila, Santa María está en la penumbra porque necesitamos mano de obra, es urgente hacer la recolección, estamos con el tiempo encima y si lo peor pasa alguien tendrá que poner la cara y responderle a una comunidad cafetera que estaría siendo condenada a pasar hambre, a sufrir y a perder las casas y las fincas porque con los bancos no se juega, allá no aceptan explicaciones y menos una carta del Alcalde, el tema es elemental, paga o paga”, afirmó el labriego.
La caficultura de Santa María, como la de todo el país, es de minifundio, pero igual alberga una producción de mediano y gran tamaño que concentra parte importante de la producción regional lo que hace muy urgente llevar trabajadores o recolectores porque dilapidar la cosecha, para muchos que apostaron por el café con amor, dedicación y en medio de los avatares de la vida sin abandonar la fe, es perder, si no la vida, muy posiblemente, buena parte de ella.
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