Desde tiempos remotos el ser humano ha hecho uso del almacenamiento de mercancías, quizás por ello la antropología no descifra aún el momento exacto de este tipo de práctica, de todas maneras los arqueólogos han descubierto vestigios que corroboran que el hombre acudió al depósito de alimentos como también a sitios de custodia de animales que terminaron siendo importantes reservas para los tiempos difíciles.
Los cronistas aseguran que con el inicio de los de asentamientos humanos aparecieron los almacenes locales, establecidos para diversas actividades, entre ellas el envío de productos, comercio y manufactura. Con el desarrollo del transporte el almacenamiento dio saltos interesantes pues salió del entorno y avanzó en temas regionales e internacionales. Con este servicio en evolución constante, los almacenes fueron trascendentales en el comercio mundial que vio las bondades de intercambiar bienes de todo tipo.
En el apogeo del renacimiento, la ciudad de Venecia dijo “presente” y le dio rienda suelta a un modelo de negocio mucho más avanzado. En la romántica ciudad, capital de la región de Véneto, fueron fundados los primeros almacenes modernos de perfil comercial que funcionaban eficientemente, desde luego a cambio de lucro, operación que redundó en ingresos generosos, entre otras cosas, porque ese puerto conectaba con las más importantes rutas mercantiles en el próspero Mediterráneo.
Con el crecimiento del comercio en Europa, los puertos se dieron a la tarea de construir puntos de almacenamiento, una labor que contribuyó enormemente al crecimiento del comercio internacional porque aceleró procesos de embarque. Este ejercicio logra catapultarse con la revolución industrial que demandó el acopio de enormes contingentes de materias primas, de productos intermedios así como terminados, los mismos que requerían espacios amplios al costo que fuera.
Ese proceso económico y social en Inglaterra hizo que los establecimientos o locales siguieran en boga por cuanto las empresas fabricaban de acuerdo a su cálculo de ventas, una actividad que exigió tener almacenamiento en las fábricas para guardar las manufacturas que luego saldrían al mercado. Con esta tendencia empezó la utilización de almacenes propios o alquilados, que fueron mucho más estratégicos de acuerdo a su ubicación.
Algunos expertos dicen que el origen de los almacenes generales de depósito fue el resultado de los centros de acopio de mercancías, bodegas generalmente edificadas a orillas o cerca de los ríos que mostraban potencial en navegabilidad, igual entraron en operación cobertizos vecinos de puertos marítimos. Este negocio, aseguran, fue fundado en Inglaterra en el siglo XVIII, cuando eran llamados docks.
La puesta en marcha del ferrocarril, igual impulsó el acopio y literalmente encarriló el negocio que sigue tan vigente como en sus albores, solo que hoy progresa a unos ritmos vertiginosos.
En desarrollo de la revolución industrial, el modelo de negocio fue avanzando y el ingreso de la máquina desplazó la fuerza humana, un fenómeno exacerbado en el siglo XX, con nuevas tecnologías y métodos digitales que ofrecen, no sólo eficiencia y celeridad en los procesos, sino todo un cúmulo de ventajas competitivas.
Hoy, totalmente afianzados, los almacenes generales de depósito, conforman un selecto grupo de organizaciones auxiliares de crédito, que tienen como función esencial el almacenar, guardar, controlar, conservar, manejar, distribuir y comercializar unos bienes entregados en custodia.
En Colombia la historia también es grata y la cuenta desde la tribuna cafetera Almacafé, almacén fundado el ocho de mayo de 1965, empero es bueno aclarar que los procesos logísticos los adelantó la institucionalidad cafetera casi desde su creación en 1927 cuando surge la Federación Nacional de Cafeteros. Hay que decir que dos años después en 1929, cuando el país era comandado por el Presidente Miguel Abadía Méndez, nacen los almacenes de depósito de la federación cafetera, sitios en donde el gremio cafetero les compraba el grano a los caficultores.
El origen de estos sitios de almacenaje y comercialización en Colombia es la ciudad de Girardot, un área de influencia importante de la caficultura del Tolima y el Huila, también es añeja la operación en Manizales que cubrió todo el Eje Cafetero y Medellín. Estas tres ciudades finalmente fueron las pioneras en los almacenes de depósito desde la iniciativa cafetera y su institucionalidad.
En 1940, cuando se le da la bendición al Fondo Nacional del Café, uno de los pilares del contrato que tiene la Federación con el Gobierno Nacional, aparece la garantía de compra, un mecanismo que le da la mano al productor al que se le empezó a absorber su cosecha , al mejor precio, en el lugar más cercano posible a su sitio de siembra y liquidando las ventas de contado, nada diferido como pasa con otros productos en su venta interna o en operaciones de comercio exterior, todo un respaldo puesto que existen casos como Centroamérica en donde el productor recibe su remuneración solo hasta el momento en el que el comprador retribuye la venta, en Colombia ese pago es inmediato, sin esperas y en favor de unos cafeteros que requieren de liquidez porque finalmente es su capital de trabajo.
En 1965 esos almacenes de depósito llegaron a sumar 70 en el país, en donde se trabajaba con agentes comisionistas que eran personas particulares. En 1965, por una necesidad de recursos del Fondo Nacional del Café y con las bodegas repletas del bebestible, se planteó ante la necesidad de recursos frescos, la opción financiera de emitir bonos de prenda o certificados de depósitos de mercancías sobre el café acopiado. De inmediato el Gobierno manifestó su negativa porque el mismo dueño de los bienes no podía emitir un título valor a nombre de él. Para hacer viables las operaciones, el ejecutivo sugirió el uso de una figura jurídica llamada almacenes generales de depósito, AGD, que fueron creados desde 1923 por la ley Kemmerer o ley de bancos, esa que le dio vía al emisor.
A partir de ese momento la Federación Nacional de Cafeteros decidió crear Almacafé como un vigoroso almacén general de depósito, y con ello, todas las funciones de operador logístico del gremio cafetero, fueron asumidas por la naciente entidad, cuya composición accionaria, al ser una sociedad anónima debió contar con mínimo cinco socios de los cuales el mayoritario no debía contar con el 94.99 por ciento de las acciones. Actualmente el 94.95 por ciento de ese paquete accionario está en manos de la Federación Nacional de Cafeteros, pero al amparo del sector privado, el resto lo tiene la Promotora de Café de Colombia, Procafecol, encargada de la operación de las tiendas Juan Valdez, Hon Cup Coffee, otra empresa de Procafecol que hace los pods de café, en un tiempo fue socio el otrora Banco Cafetero que terminó en poder de Davivienda, entidad crediticia que no quiso estar en el negocio, cediéndole el lugar a la Fundación Manuel Mejía y por último, la participación que llegó a tener la Flota Mercante Grancolombiana fue conferida en volúmenes muy pequeños al Fondo Nacional del Café, y así conformar el 100 por ciento de las acciones y los cinco accionistas exigidos por la ley para permitir el desempeño de una sociedad anónima.
Almacafé es una entidad vigilada por la Superintendencia Financiera y viene ejerciendo la función de operador logístico de la Federación Nacional de Cafeteros, por lo tanto actúa desde el denominado 4PL. Bajo ese esquema, tiene a su cargo hacer toda la gestión de compra y de los giros de los recursos a los proveedores de café, es decir, a las cooperativas de caficultores, de igual modo, le corresponde estar al tanto del almacenamiento, la conservación, la calificación de ese grano y su preservación, gestión que Almacafé hace en 30 bodegas ubicadas en el país, unas propiedad de la Federación y otras del destacado almacén de depósito de los cafeteros.
Para el tema de la reservación, Almacafé cuenta con tres bodegas estratégicas localizadas en Pamplona, Norte de Santander, a 2.800 metros de altura, con una temperatura promedio de 12 grados centígrados, bastante seca, la del Páramo de Letras a 3.800 metros, igual con una humedad relativa muy baja del 60 por ciento por efecto de una temperatura que oscila entre 10 y 11 grados, toda una nevera natural. Finalmente está la sede de Soacha en Cundinamarca, municipio aledaño a Bogotá en el que funciona un complejo logístico cafetero. Allí está toda la planificación y operación lo cual incluye entre tantas funciones, organización, transporte y distribución. Todo va desde la compra del café, pasando por la conservación, el almacenamiento, la trilla, pero igual la tostión del grano, puesto que el sitio tiene planta torrefactora.
En Soacha está de igual manera el centro de distribución de todo lo que tiene que ver con la marca y el producto Juan Valdez, un parque completo para el planeamiento, pero Almacafé cuenta además con bodegas en muchas partes, en la zona cafetera de Colombia y en donde la dinámica en siembra y cosecha exige estrategia.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de Almacafé, Octavio Castilla Gutiérrez, afirmó que la funcionalidad del almacén, hace que, sin lugar a duda, sea el alma del café en Colombia, no en vano el lema de la empresa y un paradigma en logística, a tal punto que muchos han querido replicar el modelo Almacafé en otras latitudes, que necesariamente requiere que una institución sólida como el gremio cafetero lo respalde para que sea totalmente exitoso.
En algunos países, explicó, la figura jurídica del almacén general de depósito existe para otros productos, pero no en café en donde el país ha ganado un terreno muy significativo al ejecutar toda la operación logística bajo el esquema 4PL, es decir, un integrador que reúne sus propios recursos, capacidades y tecnologías como también las de otros prestadores de servicios para diseñar y dirigir cadenas complejas de suministro, tal y como lo definió la multinacional de consultoría estratégica, servicios tecnológicos y externalización, Accenture, en 1996.
El 4PL, llamado también LLP o Lead Logistics Provider, es igualmente un proveedor de estrategia que suministra servicios logísticos de consultoría, planificación, gestión, localización, integración de nuevas tecnologías, cumpliendo el papel de supervisor en el funcionamiento de la cadena de abastecimiento.
“En Almacafé hacemos todo, la gestión del recurso y vamos hasta la contabilización de los registros de la totalidad del café de la Federación de cafeteros, ello en la contabilidad del gremio. Tenemos una responsabilidad bien grande y hay algo más importante aún, y es que en los diferentes puertos de exportación, el AGD es el responsable de dejar salir o no, el café de Colombia de acuerdo con su calidad, todo para preservar esa imagen que tiene el país a nivel mundial por los atributos en taza, un factor que permite el pago de excelentes primas y muy buenos precios”, declaró el señor Castilla Gutiérrez.
Hoy el productor recibe entre primas y precio los dos dólares por libra de café suave, un ingreso importante que les alegra la vida a los productores porque garantizan sostenibilidad de su negocio y mejoran ostensiblemente la calidad de vida. Un hecho cierto, apuntó Castilla Gutiérrez, es que afortunadamente, Colombia está en el “momento del café” como lo dicen algunos expertos, eso sí, en términos de precio.
La coyuntura preocupa
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Por gozar el café de una compra fija y de pago inmediato, la dependencia de liquidez en los municipios productores es muy grande, y precisamente en este momento de paros, protestas y bloqueos surge una gran alerta por cuanto los bancos no cuentan con el circulante requerido y la situación hace que el transporte de valores, no pueda atender esa necesidad, una inquietud que surge en el sector porque es perentorio atender los pagos por las compras de café.
No menos apremiante es el envío a los centros de acopio o a las bodegas de Almacafé, ya que con los bloqueos esa actividad se dificulta y retarda el ingreso del grano a las instalaciones de la entidad. Según Castilla, el café que tenía la empresa en existencias, está en proceso de trilla para exportación, un procedimiento que se hace, pero infortunadamente, recalcó, el café no se puede enviar a puerto, una situación que calificó de muy delicada.
Aparte del almacenamiento, la conservación, el manejo y otros aspectos logísticos, los almacenes generales de depósito actúan como organizaciones auxiliares de crédito. En el caso estricto de Almacafé, que adelanta un trabajo puntual para la Federación Nacional de Cafeteros, ha sacado a flote todo su bagaje y por ello hace seis o siete años, aprovechando el conocimiento y la experiencia de actuar como operador logístico de toda la cadena de abastecimiento de un producto, incursionó en otros temas, labor que los llevó a buscar diferentes clientes y por eso hoy la firma maneja diversos bienes.
“En ocasiones, los clientes, especialmente quienes manejan fertilizantes nos piden que emitamos ese título valor, un certificado de depósito de mercancías, para que con base en eso lo puedan descontar en un banco. Obviamente, es una figura que de pronto ha venido a menos, puesto que emitir un certificado de mercancías, significa que la persona natural o jurídica, debe tener esos bienes bajo custodia y quietos, y la verdad a nadie le conviene tener inventario encallado, aquí lo importante es rotar y vender al máximo, pero tenemos esa posibilidad y el instrumento es usado con frecuencia por algunos clientes”, aseveró el Gerente General de Almacafé.
Algo adicional que tiene el almacén es que opera como agencia aduanera y al ser agentes de aduana es posible ampliar el radio de actividades, con tan buen impacto que hoy la firma suma 130 clientes en agenciamiento aduanero, fundamentalmente en café, distinto a la Federación porque el gremio cafetero hace su propia gestión aduanera. Almacafé presta ese servicio al resto de exportadores de Colombia, lo cual incluye otros bienes. El profesionalismo mostrado por el reconocido almacén general de depósito es tan visible que ello le mereció recibir la certificación de operador económico, autorizado como agente de aduana, aval que le otorgó la DIAN.
Una cualidad de Almacafé es su dinamismo en el mercado, la confiabilidad que inspira y la permanente potenciación de portafolio, puntos que sigue sumando un activo estratégico de la Federación Nacional de Cafeteros, de la institucionalidad cafetera y de los que han hecho su apuesta decidida por este cultivo.
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Los propósitos son varios y las metas trazadas igual, en este momento Almacafé mira con tenacidad el tema digital, pero igual contempla las alianzas, que ha logrado sellar con empresas de transporte, con navieras y otros modos para movilizar carga y así poder actuar en el contexto global y ampliar las posibilidades de los exportadores así como de los empresarios que depositaron su confianza en Almacafé. En adelante, señaló el Gerente General, podrán contar con un mayor posicionamiento de marca y producto, mediante la gestión de transporte, no importa si es marítimo, aéreo o el que sea, lo cual es clave y en lo que la firma seguirá incursionando.
En el tema marítimo, precisó Castilla Gutiérrez, hay una alianza con Maersk, una compañía gigante y con todo el reconocimiento que maneja otras líneas de negocio, entre ellas, transporte terrestre a nivel mundial. Igual, añadió, hay convenios internos de relieve, uno de ellos la distribución de los productos de las tiendas Juan Valdez, un conjunto de elementos que salen del centro de distribución de Soacha, lo cual va desde el café, hasta los pocillos, las cachuchas y todo el merchandising de la marca, para el mercado interno y ofertas cafeteras de exportación.
En el mundo actual, en donde el común denominador es la globalización, el término logística lo abarca todo y marca diferencias porque tiene que ver con competitividad, eficiencia y valor agregado.
“El ejemplo fundamental es el que tenemos con la Federación Nacional de Cafeteros porque cuando nos crearon, los fundadores dejaron ver su experiencia y acierto ya que tenían claro que la Federación como tal no tenía por qué dedicarse a la logística porque para ello existen empresas especializadas, la función esencial del gremio cafetero ha sido y será abordar los temas comerciales, sencillamente, comprar y vender el café, su negocio natural. Desde luego, buscando quién asumiera el planeamiento y la tarea de almacenar, conservar, manejar, trillar y distribuir entre tantas cosas, pero la tendencia mundial es esa, porque las empresas no invierten en crear departamentos o áreas de logística, no, ese es un tema para un tercero”, puntualizó Castilla.
Hay empresas con experiencias amargas en estrategia, tanto así que un cliente al que se le ofreció desde Almacafé el servicio de almacenamiento, distribución y maquilas entre otros, afirmó que cuando llegaron las directivas internacionales para ver el funcionamiento de su empresa, cuestionaron la sección de logística porque alegaron que ese es un asunto para firmas especializadas, que cumplen una función específica, permitiéndoles a las compañías concentrase en su trabajo y sus dinámicas de crecimiento. Los empresarios sugirieron que la plata invertida en logística interna pudo ser mucho más rentable en nuevos almacenes, compra de vitrinas y todo lo que impulse las ventas.
En Colombia, apuntó el Gerente General de Almacafé, la logística adolece de vías e infraestructura. El país, subrayó, no cuenta con un instrumento vital en comercio y desarrollo, el transporte multimodal por cuanto no hay ferrocarril interconectado, hay inconvenientes en la parte fluvial por las dificultades que tiene el río Magdalena que lo hace por momentos no navegable o con profundidades inapropiadas.
Paradójicamente Colombia contó con mayor desarrollo décadas atrás, pues sumó trenes, barcos por cuencas hidrográficas, las vías eran accesibles, Bogotá tenía tranvía y ya sabía de transporte articulado con los trolis eléctricos de la Empresa Municipal de Buses Urbanos. La reversa, lamentó, fue gigantesca y eso conllevó a una pérdida considerable de oportunidades.
Los corredores férreos, indicó, son parciales, operan para algunos sectores como pasa con el carbón, pero lo ideal sería integrarlo, conectarlo y hacerlo útil porque el verdadero sinónimo de competitividad es el tren, algo que puede ser aún más espectacular con un sistema moderno de logística multimodal, con una articulación de medios de transporte al servicio del desarrollo. Ya hubo ensayos con café en tren, partiendo desde La Dorada, Caldas, enviando grano a Santa Marta, pero el ejercicio arrojó que el camión al descargar en la estación del ferrocarril en el Magdalena Medio, quedaba sin flete de retorno, un factor que encarecía los costos del transporte.
Igual hay salida férrea al Pacífico, pero tristemente los años pasaron y las vías del tren, como aconteció en toda la geografía, se fueron perdiendo en el Valle del Cauca, quedando en el recuerdo de los abuelos.
La acotación hecha hace unos años, en plena negociación del TLC con Estados Unidos por parte de unos empresarios americanos no era broma, Colombia, decían, con su rezago en vías, sin trenes y quedada gravemente en infraestructura, no puede aspirar a mayores cosas porque el comercio premia, única y exclusivamente a quienes hacen la tarea, las oportunidades, sentenciaron, se iban a evaporar.
Almacafé, una empresa visionaria, con mirada futurista y entrando de lleno en nuevos mercados, llegó para quedarse, la firma especializada en logística se está abriendo en otros sectores de la economía con inmejorables resultados. La organización que tiene segmentado el mercado natural, se fue hacia otros productos, consumo masivo y bienes industriales. El portafolio es tan versátil que a la fecha cualquier producto tiene cabida en ese dinámico entorno empresarial, respaldado por Almacafé. Un ejemplo es la bodega de Ibagué en donde además de café, hay carros. Igual las bodegas como las del Valle del Cauca están abiertas para los fertilizantes, azúcar y vidrio. Las de Medellín albergan grano, pero igualmente concentrados y alimentos para animales, está todo el acopio del grupo Pepsico, entre tantas marcas y bienes.
La logística en Colombia tiene nombre propio, Almacafé, y allí hay espacio, literalmente para todos los productos y todos los sectores. El almacén general de depósito que cumple 56 años de existencia, acopia y maneja desde commodities, hasta manufacturas, productos de industria y valor agregado. La firma adelanta gestión de compras, agenciamiento aduanero, almacenamiento, gestiona transporte, maneja servicios especializados de café, es eficaz en distribución y despachos. Con su portafolio y experiencia queda claro que la logística efectivamente, tiene alma, grande y bendecida por la gracia del café.