Los caficultores huilenses apoyaron las manifestaciones pacíficas como un derecho constitucional a la libre expresión de las personas, pero de manera paralela rechazaron los actos de vandalismo y los bloqueos viales que se están realizando en el territorio departamental y que ponen en riesgo las finanzas de los caficultores debido a la escases y alto costo de los insumos, fertilizantes, equipos y maquinaria, así como la comercialización del grano, teniendo en cuenta que el 90% de la producción del café del Huila va a los mercados internacionales.
Lo anterior significa un deterioro en el negocio cafetero a nivel global, habida cuenta que la mayoría de consumidores están en Europa, Asia y Norte América. El Comité Departamental de Cafeteros del Huila indicó que, de no lograrse el despacho de grano a los distintos puertos, se presentarían sanciones económicas por el incumplimiento de las obligaciones establecidas, que generarían anulación de contratos y la alarmante disminución de clientes. Como si fuera poco, preocupa, la posible pérdida del mercado internacional de café que puede ser reemplazado con otros países como los centroamericanos y el mismo Brasil que dicho sea de paso está en el contrato “C”, o de cafés arábicas suaves en la bolsa de Nueva York.
El impedimento de la movilidad, explicaron los cafeteros, ha incrementado de manera inusitada los costos de producción por la falta de insumos y por el encarecimiento de la mano de obra, como consecuencia de la dificultad en el traslado de los recolectores a la zona de cosecha, al igual que a la insuficiencia de combustible y alimentos.
Al gremio cafetero del departamento del Huila le preocupa que, en pleno pico de cosecha, generalmente reportado a finales de mayo y todo el mes de junio, donde se canaliza el 63% de la cosecha, se presente un represamiento de café, un fenómeno que puede darse de persistir los bloqueos en las vías, lío de marca mayor por cuanto la infraestructura en los distritos cafeteros, no sería suficiente para almacenar grano, lo que conduciría al cierre obligado de los centros de acopio, obstruyendo e impidiendo la garantía de compra, el bien público más preciado de los cafeteros para acceder a la venta de su café.
Le asiste al sector cafetero la preocupación de no contar con los recursos disponibles para la compra de la cosecha, ya que, de no darse una comercialización normal, no habría circulante suficiente para remunerar la actividad cafetera.
Con angustia los directivos no descartan que, por fuerza mayor o caso extremo, el caficultor tenga que fiar su café con el riesgo de perder su producto y la plata devengada por su esfuerzo. Cabe igualmente la posibilidad que el caficultor comercialice bajo presión, a menor precio, al no haber posibilidad de acopio, debido a que las bodegas se saturarán por la situación de los bloqueos.
La inmovilización y el taponamiento en carreteras, ha conducido a los cierres de puntos de compra en diferentes municipios del departamento, toda vez que estos se ven afectados en su sostenibilidad, ingresos vs egresos, lo cual no permite ejercer la garantía de compra al caficultor.
Ante los cierres viales coactivos, a futuro se vería afectado el cultivo en su capacidad productiva para la próxima cosecha, lo que ahondaría la crisis económica y el tejido social del caficultor.
Por lo expuesto, estaría seriamente amenazada la actividad cafetera, el ingreso de los productores y la sostenibilidad de un renglón productivo que terminaría postrado, desacreditado, sin credibilidad, señalado por el incumplimiento y expuesto a unos juicios lamentables en donde el menos culpable es el caficultor.
Hoy subrayó la institucionalidad cafetera, hay serios problemas en la cadena del café que sin lugar a dudas traerá consecuencias porque la industria necesita materia prima para ya y no cuando a los organizadores del paro se les antoje.
El saldo para un departamento como el Huila que es de vena cafetera sería funesta, pues de persistir los bloqueos viales, no será posible la comercialización del producto y la aplicación de los insumos necesarios para la sostenibilidad de la actividad, generando pérdidas aproximadas a los 635 mil millones de pesos que corresponden al valor de la primera cosecha del Huila. Vendrán también afectaciones que sacarán del mercado laboral a 27.000 personas aproximadamente.
Cabe resaltar que la actividad cafetera en el departamento del Huila la llevan a cabo 83.000 familias que corresponden a 320.000 personas dedicadas a la producción de café, es decir, un 75% de la población rural del departamento, siendo esta una labor esencial de economía campesina que ampara a pequeños productores minifundistas, los mismos que soportan su sustento en la producción de café.
“Somos conscientes de la legitimidad de las manifestaciones sociales, que están protegidas por la Constitución y la Ley, pero el bloqueo de vías y el vandalismo afectan a la comunidad, al bien público y privado, lo que genera consecuencias de tipo legal. Solicitamos también respeto a las autoridades de Ejército y Policía, pero también de la Fuerza Pública a las manifestaciones pacíficas que desarrollan los colombianos. Instamos como gremio, a los organizadores de estas incómodas y lesivas vías de hecho, a generar un corredor humanitario que les permita a los caficultores movilizar la entrada y salida de sus productos, así mismo exhortamos a los gobiernos Nacional, Departamental y municipales, a las autoridades de control y del orden, a hacer cumplir la Constitución y la Ley como un mandato, el cual juraron honrar en el desempeño del deber y en la permanente búsqueda del bien común.
Finalmente, las directivas cafeteras les pidieron con el mayor respeto a los responsables de los bloqueos que, conjuntamente con las administraciones gubernamentales y las fuerzas vivas del país, incluyendo las regionales, a tener un diálogo, a escuchar y a un pronto entendimiento, con resultados positivos que den respuesta al sentir y al querer de los todos los colombianos.
Para los caficultores, el café seguirá siendo la esperanza de Colombia, eso sí dejando claro que la ancestral tarea hace parte de la más rentable realidad y que se consolida como un activo económico que le dio poder adquisitivo, pero igual nombre y apellido al país con nombres tan relevantes como Café de Colombia o Juan Valdez, bautizos que están amenazados por gente que resultó más terca que la mismísima mula “Conchita”, la otra insignia.