En el sur del Tolima hay un municipio agrícola que creció en medio de conflictos, miedos, luto y lamento. Planadas es un pueblo de gente muy trabajadora y llena de emprendimiento que encontró en la caficultura una opción de vida, de ingreso y una bandera blanca de paz. Es posible que la armonía tenga aroma y especial sabor a los granos diferenciados que brotan de las montañas protectoras de la relativamente joven localidad.
Este pueblo cafetero y hoy enamorado de la avenencia y la tranquilidad está protegido por las verdes eminencias o colinas de la cordillera Central, en los imponentes y majestuosos andes de Colombia. El café de este lugar tiene porque ser de los mejores, ya que Planadas se ubica a 1.224 metros sobre el nivel del mar.
El ayuntamiento suma a su jurisdicción dos corregimientos de colosal importancia, Bilbao y Gaitania, al igual que territorios heredados de resguardo indígena Paéz de la raíz Nasa We ´sx, un apéndice cultural de gran arraigo de la llamada “gente del agua”, con extensiones ancestrales en Huila y Cauca, pero igual en Caquetá, Valle del Cauca y el sur del Tolima.
Esta población hizo una encomiable tarea en el frente cafetero y hoy se erige como el tercer productor de grano más importante en el país. Aparte del bebestible, Planadas soporta de manera eficiente su economía con ganadería y la siembra de frijol.
El área territorial o comarca que alberga a Planadas fue descubierto en 1538 por las milicias que hacían parte de la comisión liderada por Sebastián de Belalcázar, esas que encontraron en los caminos, aborígenes fundadores de las tribus Ataes, Cuiras, Guagua y Patae, todos paeces, una familia primitiva en donde gobernaba el Cacique Yucairo.
Si bien Planadas tiene precedentes de la conquista y la colonia, su fundación fue tardía en vista que se logró en 1920 cuando el Gobernador de la época instituyó una Colonia carcelaria y agrícola en la conocida región del sur de Atá, hoy Gaitania. Al sitio llegaron en calidad de reos los contrabandistas de licores y tabaco, de igual manera presos políticos, esencialmente militantes del Partido Liberal. Con los años arribó el misionero español Fermín Larrazábal, quien en 1932 recomendó crear un caserío en las orillas del río Atá, exactamente en la actual cabecera municipal de Planadas.
Por medio de la ordenanza 36 de 1966, la Inspección Especial de Planadas recibió la categoría de municipio. Por imprecisiones, la nueva municipalidad escindida de Ataco fue invalidada en 1971, pero llegaron los correctivos con la ordenanza 52 que le dio vida al municipio de Planadas.
Infortunadamente en 1960 con el asesinato de Jacobo Prias Alape, comenzó una ola de violencia que se fue agudizando y los precursores de fuerzas por fuera de la Constitución, adoptaron como puesto de mando y control, la vereda Marquetalia en donde nacen en 1964 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc. El municipio sufrió y fue escenario de ignominia, no solo por el movimiento guerrillero, pues muchos de los muertos los puso el bipartidismo encarnado en liberales y conservadores, las fuerzas políticas de la época.
Con el Gobierno de Juan Manuel Santos llegó un proceso de paz que le puso freno de mano a la violencia e intimidación y muchos de los campesinos encontraron en la caficultura grato puerto, puesto que la actividad cafetera llevó ingreso y un nuevo reto, ser los mejores en la producción de café especial, totalmente diferenciado e ícono de una anhelada y finalmente lograda paz, con todo y los palos en la rueda.
El café por fortuna es país, trabajo, oportunidad, progreso, dignidad e identidad. Colombia es conocida en el mundo por una caficultura excelsa y llena de atributos. En los mejorados cafetos de la tierra hay una variedad de granos que les permiten a los productores dedicar largas jornadas en la obtención de un provecho sinigual y hecho para mejorar las ganancias puesto que hoy los caficultores hablan de valor agregado y granos de gama alta.
A Bogotá, y como fruto de un emprendimiento, llegó Coffee SNOWY, un café de muy alta calidad, con unos sabores y fragancias que encantan a los gustos más exigentes, puesto que se trata de múltiples varietales rojos y amarillos, de arábigos que van desde Castillo, Tabi y Geisha hasta Borbón, así como granos de la calidad Típica, Caturra, Maragogipe, Colombia y otras.
En Diálogo con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de Coffee SNOWY Iván Méndez Rodríguez, aseguró que en su finca son producidas siete variedades de grano especial, todos con un sabor particular gracias a la calidad de la tierra y a unas condiciones agronómicas excepcionales, en donde el café germina colmado de propiedades y con toda la generosidad de las productivas matas.
Anotó que los cafés que planta en su predio de Planadas tienen unas cualidades específicas como resultado de sembrar en la altura, a unos promedios de 1.900 y hasta 2.100 metros sobre el nivel del mar, una condición magistral que ayuda a que el café logre un mejor desarrollo. Igual aporte a la calidad del bebestible hacen el Nevado del Huila y el Páramo del Rucio, situado en la Reserva Natural el Berlín, en prefectura de Planadas.
Un plus determinante en la calidad del café que extrae Méndez Rodríguez, está en la recolección de granos selectos, maduros y con categoría plena, una práctica estrechamente del ADN de la región que no en vano acredita muy buena fama en la producción de cafés altamente diferenciados.
En Planadas la cosecha suele darse entre mayo, junio y parte de julio, a final de año los caficultores de esta parte del sur del Tolima recolectan la traviesa. Hay que decir que la marca tiene como característica y enorme sello, la siembra limpia de café, grano al que no se le trata en su crecimiento con ningún químico, es decir hay una caficultura orgánica que no demanda síntesis química ni siquiera para atacar la roya o la broca porque la altura evita inconvenientes de esa naturaleza.
Los cafeteros planadunos tienen por buena costumbre hacer “limpia” manual con machete o igual con guadaña, todo en busca de una producción cafetera orgánica que hizo curso en la región, ganándose el derecho de subir al olimpo de los mejores cafés debido a su entrega, buenas prácticas agrícolas y siembra sin el uso de insumos tóxicos.
Méndez Rodríguez con 42 años a cuestas, empezó muy joven con los trabajos cafeteros, su familia es del café y se debe a este cultivo, no exagera el contertulio al decir que posiblemente con la colonización antioqueña llevada a cabo en el siglo XIX, sus bisabuelos y tatarabuelos empezaron con una actividad retadora en su momento, pero apasionante, dura y llena de contrastes como parte de la vida en la ruralidad y particularmente en las montañas del escarpado Tolima.
La saga cafetera no paró, el bisabuelo instruyó al abuelo y este curtido nonagenario trasladó todo su conocimiento a don Eliecer Méndez, padre de Iván, todos criados bajo palos de café, justo cuando la caficultura era el único ingreso rentable y fijo en su comercialización.
Los precios altos no han sido la panacea
En Colombia muchos están pensando que, con la carga de café por encima de dos millones de pesos, la situación de los caficultores pasó del plano trágico al de la bonanza y la reivindicación económica. Una concepción equivocada de este sector que acumuló pérdidas durante año por unas cotizaciones lánguidas y totalmente deplorables.
“Es cierto subió el precio del café, pero con él llegaron las alzas de todo, mano de obra, insumos, para el caso de quien los demanda, productos de primera necesidad que van desde herramientas hasta alimentos, y en general todo lo que pide una finca para operar, es decir, castigando cartera con los bancos y asumiendo los nuevos costos de producción el café como commoditie no es rentable, por momentos puede decirse que es como comprar pan para vender pan”, declaró el señor Méndez Rodríguez.
Por todo ese contexto Iván se entusiasmó y junto a su esposa, Diana Carolina Camargo Muñoz, la mano derecha de este emprendimiento, optaron por crear la marca y dedicarse a la producción en microlotes de cafés especiales en distintas variedades ya que pudieron comprobar que solo con valor agregado el oficio cafetero es rentable, todo un trabajo que empieza con las siembras, pasa por la selección y beneficio hasta terminar con tostado, empaque y comercialización.
La aventura arrancó en junio de 2019 cuando surgió café SNOWY, un producto que era despachado a vecinos del municipio, familiares y amigos. El tema resultó muy, pero muy interesante y hace siete meses el feliz matrimonio puso una tienda en Bogotá, en el selecto sector de Chapinero a donde acuden consumidores del mejor café tanto de Colombia como del extranjero.
Con todo el entorno de pandemia, el trabajo se dificultó, total, Iván y Diana Carolina, su señora, salieron del trabajo e invirtieron la plata ahorrada en su nuevo desafío, Coffee SNOWY, un negocio en donde la calidad extrema marcó la diferencia, permitiéndole al local una dinámica bastante interesante con clientes muy conocedores, otros no tanto, casualmente los que reparaban en precios, desconociendo que lo bueno vale y que el trabajo arduo que hace de un producto incomparable, merece una mejor remuneración.
Desde que trazaron el proyecto tuvieron claro que el tema pasaba por invertir bien el dinero acopiado, no dejarlo perder y arriesgar, como es común en el mundo de los negocios. Por fortuna echaron mano de la mejor materia prima, un café sembrado por ellos, clasificado y estrictamente procesado por la marca para ofrecerle al público un grano mucho más que especial, totalmente diferenciado, aromático y con unos sabores que no tienen competencia.
Allá en ese rinconcito de Chapinero, en la carrera octava número 56-94, hay un cálido espacio para todos aquellos que devoran ciudad en busca de una buena taza de café, nada imposible con la llegada afortunada de Coffee SNOWY en donde hay siete variedades para darle gusto al gusto.
La idea de Méndez fue crear cultura de café porque en su opinión muy pocos conocen el tema, podría decirse que la caficultura y los distintos tipos de grano hacen parte de la famosa inmensa minoría. A la fecha muchos aprendieron de café, lograron enterarse de las variedades y que cuando se habla de café no es única y exclusivamente el que promueve la gran industria, sino preferentemente esa bebida de origen, delicadamente tratada y llevada a la mesa con la mejor aptitud y característica, nada importado, cero trazas químicas, un producto totalmente colombiano.
El compromiso es tan enfático que café SNOWY decidió jugársela con un café de tostión media para no eliminar todos los atributos del grano, pues al hacer una torrefacción muy alta, se comercializa un café quemado, precario para el cliente que muy seguramente estará en serios problemas de salud, un propósito de la empresa que sabe que solo con buenas prácticas empresariales y un producto óptimo, el triunfo está asegurado.
“Nosotros vendemos muy buen café, posiblemente el mejor, garantizamos taza y por encima de todo cuidamos la salud de aquellos que consumen y creen en nuestro producto”, señaló el caficultor y empresario.
Cuando se habla de calidad en café es totalmente verídico, SNOWY acredita una taza de 86 y 87 puntos. El de mayor calidad actualmente es el Geisha que goza de prestigio por tener una fragancia a frutos rojos, una acidez dulce y un encanto bastante particular. Gusta del mismo modo el San Bernardo, el de variedad caturra y todos, por algo son crecidamente diferenciados.
La pasilla que anteriormente se desechaba en las fincas por considerarse café averiado y no aptó para la industria, tomó otro rumbo, ahora se acopia, se procesa y de allí proviene un café de gran calidad, tipo uno. Café SNOWY decidió devolverle el prestigio a este subproducto y venderlo en forma de tinto, una bebida muy sabrosa, preparada en olleta y a un precio accesible.
Una buena pasilla, explicó Méndez Rodríguez, es tan noble que sin duda es ideal comprarla ya que al paladar resulta mucho mejor que los cafés tradicionales que utilizan igualmente pasillas o cafés importados sin mucha calidad. Por precio y característica, las personas están prefiriendo un café económico colombiano que el subproducto extranjero que con la tasa de cambio de hoy y la crisis logística, ni es barato ni sabe a bueno.
Amor y emprendimiento, la clave para llegar muy lejos
Sin tapujo alguno puede decirse que Coffee SNOWY es fruto del amor y de la fe que requiere un novedoso proyecto de café. Diana Carolina e Iván arrancaron hace nueve años con una idea que poco a poco fue cristalizándose y mostrando sus bondades. Han trabajado hombro a hombro, Diana, el motor del negocio, aprendió de variedades, siembras y procesos. Siendo bogotana, viajó al Tolima y aparte de enamorarse de unas tierras paradisiacas, quedó prendada de la caficultura y desde luego de Iván, el caficultor que quiso más y se graduó de barista.
Diana Carolina aprendió a valorar el oficio cafetero, hoy enseña sobre siembras, calidades y maneras de ingerir la bebida. En los últimos años siendo parte de las siembras y la agroindustria, supo algo determinante, reverenciar a Dios, su guía y la caficultura, parte preclara de la creación.
Esta mujer valiente, trabajadora y muy idónea se hizo fuerte en las ventas, algo en lo que seguramente le cogió ventaja a Iván. Dijo que al tener las variedades de café diferentes fragancias y sabores, la preparación tiene, de acuerdo al linaje del grano, una elaboración distinta, un secreto para cada una. Dijo que algunas cepas hechas café, pueden ir muy bien en una prensa francesa o con el método Dripper, Sifón o Chemex que extraen las propiedades de los granos excelsos del bebestible.
Hay que decir que Coffee SNOWY es una empresa nueva, pero todo empezó en 1982 cuando don Eliecer, padre de Iván, liberó su hacienda que adquirió en sociedad con uno de sus cuñados. Desde ese tiempo la finca Buenavista ha sembrado frente a un paisaje de realismo mágico, el mejor café del Tolima y uno de los más reconocidos del país.
Con el tiempo don Eliecer, sabio y visionario les recomendó a sus hijos salir del municipio para proyectar otro tipo de carrera u oficio, los años pasaron y a Iván le picó el bicho del retorno en donde le esperaba la familia, los amigos y toda una historia, allí llegó al terruño con su esposa, con quien decidió sembrar café y erigir una marca, como quien dice, narrar su propia crónica.
SNOWY es una marca inspirada en el Nevado del Huila, pero igual en el páramo del Rucio, ya que esos puntos geográficos aportan de manera importante en la calidad del café sembrado en el predio de Iván y su señora, terreno que llevará el nombre de la marca frente a la deuda de gratitud que existe con el emprendimiento.
En Bogotá, en Planadas y en donde quiera que esté, Iván no deja de lado el recuerdo sublime de doña Evangelina Rodríguez, una matrona y experta en café, acoplada al hogar y totalmente vinculada con valores y familia, que infortunadamente partió hace 29 años, después de trabajar duro y operar como turbina en su proyecto de vida, en donde se le reconoce el ímpetu y el liderazgo para progresar. Sus ocho hijos tuvieron un techo propio en el campo, amor, buen ejemplo, catecismo y unión familiar.
En este momento todos los hermanos Méndez Rodríguez siguen apostando por el café. Las cinco mujeres y los tres hombres no bajan la guardia, le hacen seguimiento a las siembras como también a las cosechas desde donde se encuentren, pues saben que está de por medio no solo un negocio sino el pequeño imperio que fundó don Eliecer, acompañado incondicionalmente por la señora Evangelina.
La historia de Planadas está ahí, no se puede esconder, por fortuna hubo enseñanzas de los viejos eruditos que recomendaron trabajar, no hacer el mal, respetar y no tomar partido, igual, los fundadores hallaron en la tierra una distracción loable, rentable y afortunada amén de los registros.
A sembrar se dijo
Los campesinos no pierden la esperanza y añoran que por fin un gobierno se aparte de los modelos económicos inconvenientes y le den a la agricultura el puesto y el presupuesto que se merece, por cuanto a la fecha hay unas siembras raquíticas, baja rentabilidad y un riego enorme de sufrir por hambruna como algunos lo han advertido.
Planadas no es un municipio dependiente de fertilizantes, con tanta disciplina que podría ser un piloto de cara a la futura agricultura, la que le dirá adiós a los fertilizantes y agroquímicos porque sencillamente no hay manera de adquirirlos, los precios crearon dos opciones, hacer reingeniería y seguir, o quizás lo más fácil, salir del mercado.
Un campesino que pagaba por transportarse 6.000 o 7.000 pesos hace apenas unos días, ya está liquidando su movilidad a razón de 14.000 pesos por trayecto, todo un problema porque muchas veces debe trasladar su familia o sacar producción en las líneas que tienen el negocio.
Las cosas, en opinión de Iván Méndez Rodríguez, no son tan de festival en la caficultura como muchos sugieren, ya que todo subió de precio y la rentabilidad del café es la misma de hace tres años. El kilo de café en cereza que se le pagó al recolector hace los mismos tres años a 400 pesos, hoy se paga a niveles de 800 pesos, eso sin hablar de desayunos, almuerzos y cenas.
Hoy SNOWY es un negocio selecto y estratégico porque al vender café de manera directa evita la intermediación, salva ingresos y hace de lado costos adicionales. En este momento la marca busca proveedores que brinden valor agregado, pero igual compradores en el mundo que aprecien el café orgánico, cercanos a las pruebas de calidad, empresarios calificados, convenientes para corroborar calidad y limpieza en las siembras, pues la empresa hoy no tiene el sello ambiental.
“Planadas tomó el camino de los cafés especiales y producidos sin química, totalmente alejados de los daños ambientales y comprometidos con la vida. Somos bendecidos en la región, tenemos un grano con una comprobada calidad y dueño de un prestigio que se construyó entre toda la comunidad cafetera del sur del Tolima, la verdad eso nos llena de orgullo”, expresó Méndez Rodríguez.
Hay sueños, seguir adelante con la cafetería y propender porque el café de don Eliecer, el de sus hermanos y el propio, lleguen a Bogotá a un buen precio, ese mismo anhelo lo tiene Iván para el producto de sus paisanos que perfectamente pueden ubicar su bebestible en la capital al amparo de un proyecto comercial para garantizar que bogotanos, demás nacionales y extranjeros tengan acceso al mejor café, de la calidad que quieran y en la presentación o preparación que les antoje.
Parte de la táctica en Coffee SNOWY es darle al consumidor las diferentes fragancias, siete, que pronto serán nueve, las que tanto les ha gustado a los clientes internacionales que ya lo piden para llevar a sus países.
Hay retos, sí, muchos, uno de ellos el cambio climático que para el caso de la caficultura ya tiene varias zonas bajas sin producción. La infraestructura se consolida como un clamor general en el sector cafetero y agrícola porque no hay vías para los caficultores, hay un sufrimiento enorme ya que no todos, a estas alturas del siglo XXI, cuentan con ese beneficio. Hace poco fue abierta una vía para la finca en la vereda Montalvo en donde siembra café Iván, pero son muchos los trabajos pendientes por parte del Gobierno, pues los logros han sido el esfuerzo y el desembolso de la comunidad. La situación es alarmante y tiene muy vigentes las recuas de mulas y bestias para extraer café, en esta era digital, de cuarta revolución industrial y vías 4-G, increíblemente a la antigua usanza, a riesgo puro por trochas inclementes, resbaladizas e imposibles. La pregunta es ¿cabe en Colombia el término competitividad?