Retomamos las mágicas tierras casanareñas para abordar un tema muy de la región y del país. Se trata del café un grano suave que cultivan de la mejor manera los productores, los mismos que han logrado manejar variedades y obtener un bebestible diferenciado, muy de origen y por donde se le mire, especial.
Cuando uno habla de café en Casanare, de manera obligada debe mirar a las montañas y dirigirse a la población de Támara en donde dicen, el café brotó bendecido porque llegó con comunidades religiosas que dejaron como legado una taza exótica y demasiado conocimiento. En esa población colonial en donde por momentos el tiempo parece congelarse o devolverse es fácil tomar un respiro para descansar de la inclemencia de la llanura, de esa sabana dura y desafiante en donde hay a la par con palma, ganado, arroz, maíz y cacao, planes para darle un giro a la caficultura.
Si bien hay una marcada huella española, igual desde las montañas bajan los espíritus de los ancestros tunebos, los que domaron un territorio hostil, pero quienes supieron aprovechar con respeto y cuidado las bondades de la pachamama, la que proveyó alimentos y agua, pero igual sanación y plantas poderosas para conjurar los males del alma y el cuerpo.
No se puede dejar de lado que el adelantado Nicolás de Federmán recorrió los caminos y las rutas del bravo Orinoco en medio de su delirio por los tesoros del Dorado, pero como buen católico quiso diseminar la religión y encargó de la misión a la comunidad Jesuita que predicó y aplicó la pastoral social por medio de la instrucción y la enseñanza, en este caso lo aborígenes fueron formados para sembrar y fue justo en ese momento cuando aparecieron las semillas de café que brotaron y florecieron al parecer en 1730 con un toque casi milagroso ya que las tierras fueron esenciales para albergar un nuevo cultivo, el que con los años le pondría nombre y apellido a Colombia, todo un símbolo de identidad, acompañado de fragancia, aroma, cuerpo y sabor.
Támara ha producido un bebestible de gran calidad, pero hay municipios del Casanare que han aportado en taza y excelencia. El café que fue transportado en mulas, caballos y jumentos fue encontrando rutas o alternativas como la logística fluvial que llevó a los caficultores a cargar barcos a vapor en los ríos Meta y Orinoco, pero igual otros como el Pauto que facilitaron la salida de grano a Europa.
Como bien es sabido la Federación Nacional de Cafeteros fue fundada en 1927, en 1971 abre sus puertas la Cooperativa de Caficultores de Támara, un municipio que ya hacía historia y sumaba promoción, comercialización, fomento, investigación y desde luego procesos agroindustriales.
El café prospera en el Piedemonte Llanero, los productores tienen las ventas garantizadas, un favor para todos los productores de Casanare, pero igual para los de Arauca que siembran con mucho adeudo en Tame.
El café ha marcado una historia en Casanare y en toda esa franja interminable de la cordillera oriental en donde muy seguramente vendrá una nueva etapa de la caficultura que en muy poco tiempo le dirá al mundo que, en café, el asunto iba apenas a mitad de camino, pues resta un 50 por ciento que dejará lelo a más de uno, pero tranquilos a muchos porque habrá manera de ingresar al reducido mercado de las mezclas, en donde hay lugar para unas cuantas multinacionales que quitan y ponen precios.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el profesional de apoyo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo del Casanare Rafael Nayib Fonseca Saad, aseguró que el futuro de la caficultura colombiana va a cambiar, y evolucionará, sostuvo, porque las tendencias del mercado mundial demuestran que cada vez más el crecimiento se da en las mezclas o en los blends que cuando se realiza en la proporción adecuada arroja resultados estupendos.
Durante su historia, apuntó el conocedor, Colombia ha sido un productor y exportador de cafés especiales arábicos, pero recalcó que el mercado sigue avanzando y exigiendo más a nivel global. Recordó que actualmente Brasil mantiene un liderazgo en producción y afirmó que, hasta no hace mucho, Colombia era el segundo país exportador de café pues se perdió terreno con Vietnam que crece exponencialmente como la hace Indonesia que viene creciendo, África que de a poco recupera su protagonismo a tiempo que reclama los orígenes de la bebida y Filipinas que apostó por robusta y en menor cantidad por arábica.
En ese orden de ideas, aseveró Fonseca Saad, una posibilidad de desarrollo para el Casanare con los proyectos de investigación que siguen avanzando, es que se puedan tener cafés robustas en tierra caliente más exactamente en municipios como Villanueva, Yopal, San Luis de Palenque y otros en donde ya hay gente haciendo producción en sabana.
La idea dijo el profesional es que el departamento pueda ser la alternativa sin dejar de reconocer que hay una caficultura histórica y tradicional de cafés finos.
Evidentemente, puntualizó, se sabe que hay de por medio un proceso de investigación, pero enfatizó que lo único real es que en café cambiarán muchísimo los contextos porque con el tiempo se podrán mezclar con granos colombianos, cafés finos con robustas de la llanura que es aquello que el mercado pide.
“Nosotros por tener un enfoque de negocio muy particular hemos desatendido las tendencias del consumo mundial del café, palpablemente, no será una transición fácil, ciertamente, el proceso cambiará muchas situaciones, pero de manera inexorable, es el mercado el que define las condiciones y Casanare se quiere insertar en ese escenario. Necesitamos seguir creciendo y eso solamente se puede lograr con los cambios”, declaró el señor Rafael Nayib Fonseca Saad.
Casanare suma diez municipios caficultores, Támara, Nunchía, Sácama, Monterrey, La Salina, Tauramena, Chámeza, Recetor, Yopal y Aguazul, pero hay conciencia que debe haber un cambio y la propuesta de café robusta se puede empezar a desarrollar y para ello hay un socio o aliado estratégico en Villanueva, Luker Agrícola, que le apuesta al proyecto pues si bien tienen una interesante explotación de cacao, les interesa mucho el café sembrado en sabana, asunto que han venido analizando y viendo.
Aparte de todo, comentó el versado, la Universidad de La Salle con su proyecto Utopía en Yopal, está sembrando café en sabana. En la actualidad, agregó el contertulio, hay un productor en el municipio de San Luis de Palenque, en la vereda Barquereña que es pura sabana, dedicado inclusive a tostar grano en plena llanura.
Según Rafael Nayib Fonseca Saad, se trata de cafés con aromas y sabores muy particulares, generalmente muy ácidos, pero ideales para mezclas que son las que están mandando en el mundo y por ello ve viable desarrollar una industria de tostión desde Casanare y para Colombia, una opción para las llanuras razón por la cual la investigación avanza en el Meta, Pacífico colombiano y en las sabanas de la Costa Norte.
La iniciativa es consecuente porque se atiende una tendencia y un pedido del mercado global, pero igual, así como Brasil ingresó al contrato “C” o de granos suaves, Colombia perfectamente puede incursionar con una oferta aún más ambiciosa, ofertar mezclas y cafés para todo tipo de paladar.
En opinión del profesional y visionario, es muy triste que los mejores cafés de Colombia se estén exportando, tal y como pasa con el bebestible de Casanare que viaja a los mercados exógenos sin dar la oportunidad que el consumidor local empiece a demandar grano de calidad. En este momento el fenómeno de sacar todo el café del país ha hecho que se importe café de Brasil y hasta de Vietnam, igual la industria compra en Perú, Ecuador y Centroamérica, sencilla y llanamente porque son cafés de combate, baratos y para cualquier paladar.
“No hay buenos ni malos cafés, tan solo clientes que les gustan ciertas características del grano relacionadas directamente con el precio porque los cafés especiales son costosos y una opción que puede desarrollarse en Casanare y en tierras calientes es el cultivo de café robusta, algo legítimo en esas regiones más si el mercado así lo decide, nosotros quisiéramos que en el departamento, con el apoyo de la institución investigación que es Agrosavia, pudiéramos trabajar eso, no es una cosa de un día para otro, pero lo cierto es que ya se camina hacia ese puerto, queremos hacer parte de ese proyecto y no es solo para Casanare, aquí hablamos del Meta, Vichada, para el caso de la llanura que son tierras en donde se puede adelantar la siembra en mención. Con la sola observación básica se ven en paralelo las mecánicas del café en Brasil que se siembra en suelos similares y en condiciones climáticas parecidas a las de Colombia”, señaló Fonseca Saad.
Manifestó que hace dos años en Brasil hubo helada que le permitió subir los precios del café. Expuso que para el capítulo nacional sería una fortuna poder sembrar robustas en todo lo que es el piedemonte de la cordillera oriental colombiana, Caquetá, Tolima, Meta, Casanare, Arauca y la Orinoquía como tal. Una exploración que debe hacerse porque en la vida lo que jamás se puede negar una nación es apostar por un negocio.
Rafael Nayib Fonseca vislumbró una Colombia cafetera más amplia, con grano suave y café robusta, sin ir tan lejos haciendo las mezclas y exportando cafés finos o suaves combinados con robustas a nivel mundial.
Algo que no se puede descartar es que, por la calidad de los suelos, experiencia e historia en cafés finos, de pronto las técnicas y los manejos podrán redundar en unos resultados que podrían ser sorprendentes y si no hay un mercado diciendo presente, pidiendo mezclas y por ello los productores nacionales deben entender las tendencias y los comportamientos de los consumidores en el mundo.
Casanare ha cumplido una destacada labor en caficultura, pero como dice el invitado de hoy, cuando en Casanare se habla de café es imposible no referirse a Támara, el eje cafetero de la Orinoquía, un municipio con 1.200 hectáreas de café y una empresa de carácter social que es la cooperativa la cual festejó su cumpleaños número 51, una líder del café desde la figura mutualista. Igualmente hay municipios como Nunchía, Sácama, La Salina, Monterrey y Tauramena que están creciendo en producción cafetera.
Hay, acentuó, un café cercano a los mil metros sobre el nivel del mar, pero hay otros que prosperan en mayores altitudes, tal es el caso de Sácama, La Salina y Chámeza. En este momento, afirmó el profesional, la región está en mora de desarrollar un sólido proceso de nominación de cafés de origen, apuntarle con decisión al micro-lote, toda una propuesta formulada desde la Gobernación de Casanare para constituir el clúster, actualmente se adelanta un trabajo de base porque la idea es integrar y avanzar con proyectos cafeteros en simultánea.
“De manera personal puedo decir que hemos estado caminando toda la caficultura casanareña, desde el sur arrancando con los proyectos iniciales que hay en Sabanalarga, yendo hasta Sácama, La Salina, pasando por Yopal, Tauramena y Monterey, un opción de desarrollo interesante porque lleva al rentable y muy pedido micro-lote, igual a hacer mejoramiento en cultivos para elevar los perfiles de taza y sobretodo, desplegar una cultura cafetera, tener baristas, investigación y desarrollo”, subrayó Rafael Nayib Fonseca Saad.
Exteriorizó que resulta importante decir que Támara es historia que al igual que Nunchía son vocablos indígenas, además el desarrollo del país se debe a la posición estratégica de Orocué que permitió el ingreso por la sabana de enseres, materias primas y otros materiales que encontraron una solución logística en la tierra que inspiró durante su visita a José Eustasio Rivera, autor de La Vorágine.
Agregó que todo el mobiliario y mercancías ingresadas por Orocué llegaban a Támara y evocó que en Pore, la municipalidad de las cárceles amuralladas elevadas por la corona española, fue en donde el General Santander terminó de estructurar los ejércitos que finalmente lograron la libertad en Boyacá.
Estos municipios igual tienen pasado en café, según Fonseca Saad, en un tiempo los cafés de Támara fueron premiados por empresas italianas, de igual manera en La Salina, los productores se ganaron un premio por calidad. Si se hiciera un clúster, explicó el profesional, y se hiciera un trabajo articulado, habría una mejora permanente porque las características de desarrollo del café no las da el cultivo per se, sino muchos otros factores y por eso el gobierno departamental persigue que los caficultores entiendan y cambien el paradigma de la siembra y del negocio para que empiecen a trabajar bajo conceptos de calidad.
En su plática, Fonseca Saad apuntó que cuando proyecta y entiende lo que es el clúster, ve necesariamente el modelo de cafés especiales de Risaralda en donde granos que tienen un perfil de taza de 85 o 86, con solo procesos de manejos de las fincas pueden alcanzar perfiles de 92, 94 y 96, desde luego, cafés especiales con denominación de origen, un trabajo que debe hacer Casanare al igual que el desarrollo de conceptos como marca e integración hacia adelante y hacia atrás, aprender a hacer beneficios, pero sobretodo, estimó, encontrar los clientes para los cafés especiales de la provincia casanareña.
Algo afable es que Rafael Nayib Fonseca no escondió su optimismo y anheló el cambio en la gente en lo que tiene que ver puntualmente con prácticas cafeteras porque por fortuna, expuso, hay mercado para todo el mundo.
Este enorme profesional comentó que la cooperativa de caficultores de Támara tiene un producto de muy buena calidad, un café tamareño que identifica la región, todo un commoditie de la región, algo así como el Chocoramo para Colombia, todo un valor agregado emocional, una señal que invita a mejorar y a evolucionar, factores positivos para toda la caficultura porque eso significa involucrar a la Federación Nacional de Cafeteros, FNC, y a que cooperativas, cafeteros, comités y todos en la cadena empiecen a cambiar la perspectiva del negocio ya que debe entenderse que solo a través de la unión no habrá problemas, más si se conoce el target y los segmentos del negocio.
Un asunto llamativo fue el de poder hacer caficultura sin la necesidad de la ayuda o el patrocinio de papá Gobierno e inclusive por fuera de la FNC, con toda la responsabilidad y bajo estrictos conceptos de agro-negocio.
“Uno empieza a percibir que municipios del sur de Casanare como Tauramena, Monterrey y Sabanalarga están en esa onda porque entendieron que para la montaña hay esa opción. Es gratificante saber que la administración municipal de Tauramena en este momento tiene un proyecto de 50 hectáreas de café, pero uno ve que en Sabanalarga y Monterrey en donde hay siembras que hay otro enfoque, es decir en la medida que haya diversidad en los modelos de negocio cafetero y sus estructuras, vamos a trabajar con la convicción que enriquecerá y desarrollará un eslabón. Perfectamente se puede aseverar que el café es el único producto que hoy Casanare históricamente ha exportado, a la fecha cafés de La Salina, Sácama, Nunchía y Támara, recibe una remuneración adicional o prima de calidad, nada casual, tan solo unas peculiaridades que gracias al buen trabajo el mercado las premia”, concluyó Rafael Nayib Fonseca Saad.
El café de Casanare, y me consta, tiene enormes propiedades y una taza cargada de atributo, un bebestible que termina siendo una inmejorable experiencia en ese segundo piso de la extremada llanura Casanareña. Vienen cambios a voluntad de los cafeteros porque quieren que haya oportunidad de negocio como lo han hecho otras regiones cafeteras colombianas, pero hay confianza porque vendrán nuevos compradores y apasionados por el café de la tierra e donde es lema el trabajo y la libertad.
Café Recio, del Casanare para el mundo
Hablamos con Fernando Pérez, el propietario de Recio Café, uno de los negocios más especializados en el bebestible, su nombre deriva de la pasión de su fundador por los caballos y la cultura llanera la que lo adoptó cuando arribo procedente de Pajarito Boyacá.
Un día retornó al departamento patriota, aprendió temas a profundidad del café, igual lo hizo en Ecuador, al regresar a Colombia se forma con una marca en tierras boyacenses viaja a Yopal en donde le dio vida a Recio Café para apoyar la caficultura casanareña porque sembró café durante cinco años y aprendió sobre lo difícil que es la actividad cafetera desde el sector primario.
Luego de su matrimonio viene la separación, pero Fernando por fortuna tuvo otra pasión, el café, la que arrancó cuando tuvo la indefinible experiencia de tomar una buena bebida con el método Chemex o Kemex, un producto exótico y filtrado que terminó como un amor a primera vista, estaba cansado de probar cafés de greca, olleta, colado y todos de precaria calidad, hasta que literalmente le dieron en el gusto.
Trabajó y hoy hace parte de Café Candelas de Pajarito, Boyacá, en donde aprendió a cultivar, tostar y a manejar eventos, todo ese recorrido lo ató a la caficultura y hoy sigue con una hermosa tienda gourmet de café, de obligado paso en Yopal.
La exclusiva tienda de Fernando ofrece cafés diferenciados y en especial productos de gran atributo cultivados por mujeres que han tomado un protagonismo grande en la caficultura departamental. El propietario de recio sostuvo que, al analizar las marcas, detrás de cada sello hay una mujer puesto que de las nueve empresas que trabajan café de gama alta, seis o siete pertenecen a mujeres, una de ellas, Sandra Machado creadora de Café Okana quien decidió irse por la línea de los cafés diferenciados.
El proceso de beneficio que hace esta prestigiosa cafetera es de fermentación controlada, un ejercicio en aeróbico y un secado tipo Honey, un trabajo extraordinario que pone a la mujer caficultora en el merecido olimpo cafetero del Casanare.
Expuso que el café en manos de las mujeres tiene buen derrotero porque usualmente las féminas tienen la capacidad inherente de visión, proyección, disciplina e inventiva, una constante innovadora que a muchos hombres se les pasa porque para Fernando el varón cafetero es más de hacer o ejecutar en tanto la mujer en más metódica y amiga de la planificación, habitualmente no improvisa.
“La caficultura casanareña en manos de las mujeres va a tener un cambio muy grande pues está despertando y llegará a las grandes ligas nacionales, verbigracia el Eje Cafetero, Antioquia, Huila o Santander por citar algunos. En pocos años el departamento crecerá en prestigio, calidad y volumen, ahora que estamos contemplando la siembra de café robusta en las llanuras, la caficultura regional crecerá mucho y con las mujeres el éxito está garantizado, yo confío”, expresó Fernando Pérez.
Con recio se busca llevar experiencia para el consumidor, pero realzando las características que tiene el café casanareño, unos cítricos exóticos, frutales y notas achocolatadas bien balanceada y de gran sabor. El empresario detalló que la caficultura se estaba haciendo por debajo de los 1.400 metros sobre el nivel del mar que hace explotar unas notas características en los granos cultivados a mayor altura y que en Casanare conlleva a vivir otro tipo de experiencias sensoriales a la hora de disfrutar el café.
El negocio de este casanareño por adopción opera como una embajada de la caficultura regional con mucho tino porque las tazas de Casanare son privilegiadas, son llevadas a otras partes lo que incluye el extranjero porque si bien no se habla de la mejor laboriosidad cafetera, si hay unas características propias que le dan identidad.
El idóneo comerciante dijo que los cafeteros y cafeteras de Casanare caminan hacia variedades muy solicitadas como el Geisha, Tabi, Borbón Rosado, Típica, Caturra y otros en micro-lote, aprovechando que Colombia es un país de variedades y especialidad, algunos cafeteros ya lo están haciendo porque sabe que la apuesta es por varietales diferenciados porque son muy bien liquidados en cosecha, un mejor ingreso al productor y un premio para quien ofrece lo mejor en taza.
El negocio en la caficultura está cambiando, sentenció Pérez, porque es un negocio duro y poco rentable cuando se comercializa en commoditie, para el experto, es más conveniente añadir valor y vender mejor, lo que responde a por qué ha nacido tanta marca de café en Colombia. Al cierre de la plática fue imposible no disfrutar un café casanareño preparado en métodos filtrados.
Finalmente es justo decir que el café Robusta o científicamente conocido como Coffea Canephora, es una planta tipo arbusto que crece diez metros en la naturaleza, las explotaciones no permiten tal altura porque hace más difícil la cosecha. En Brasil la recolección de este grano se pudo mecanizar con lo cual se aumentaron las ganancias porque todo lo hace una máquina.
Los expertos manifiestan que de robusta hay demasiadas variedades en entornos silvestres. Sus variedades híbridas no son tan sencillas de identificar, empero hay dos prototipos, Erecta, con formas rectas y Nganda, conocido por sus formas esparcidas. Los historiadores aseguran que el café tipo robusta fue descubierto en el otrora Congo Belga en el año 1.800 desde luego después de Cristo.
Ese árbol es oriundo de los bosques tropicales ubicados en los alrededores del Lago Victoria en Uganda. Un caos fitosanitario cambió las condiciones de oferta ya que la roya, una enfermedad letal en lo cafetos, arrasó con las siembras de Ceilán y Java lo que hizo que en los albores del siglo XX se empezara a cultivar café robusta en el sudeste asiático.
El café robusta suele ser un arbusto más grande que el arábica, su mantenimiento es relativamente fácil y tiene mucha resistencia, por eso fue llamado robusta. En cosecha se puede observar que se forman racimos de mayor tamaño que los del arábica. Cuando llueve la floración se da entre el séptimo y el octavo día.
El cafeto robusta es estéril por lo que el ovulo no puede fertilizarse con su propio polen lo que conduce a una polinización cruzada. Si bien las cerezas son más pequeñas, se conoce que cada rama crece más frutos.
Los que manejan este café reconocen que resisten con más fuerza las plagas y los cambios de temperatura o clima. Dentro de sus características está la tenacidad y aguate a la roya y a otras enfermedades, así como plagas del calibre de los nematodos. Es mucho más productivo y constante que el café suave colombiano, puede cultivarse en climas cálidos y húmedos puesto que no necesita alturas estimables. Su siembra es rentable porque reporta bajos costos de producción frente a los cafés arábicas.
Al mirar el mapa de producción de granos robustas es fácil ver que se siembra en África Central y Occidental, sudeste asiático y en Suramérica siendo su principal sede Brasil.
Los expertos señalan que el contendió de cafeína en granos de robusta puede ser fácilmente el doble de los arábicas, es decir que mientras un robusta registra entre dos y 2.5 por ciento, los cafés suaves llegan a 1.1 y 1.5 por ciento.
En conclusión, el robusta es un café de menor calidad, es producido de manera industrial y suele tener un precio inferior en el mercado. Por sus condiciones la industria lo demanda en la elaboración de cafés procesados con baja calidad y menor precio. Lo cierto es que en menores cantidades los robustas de calidad actúan muy bien en blends con arábicas, básicamente en cafés reservados a expresos.
Al igual que en el resto de Colombia los caficultores del piedemonte están preocupados por el desplome de los precios que ya cayeron hasta 1´665.000 pesos. En Támara con sus calles enchapadas en piedra y sus decorativos balcones, los productores pasan por la iglesia con algo de intrínseco lamento porque saben que nuevamente están en las manos benditas de la Inmaculada Concepción, a quien le suplican que no vuelvan los malos tiempos en donde se sembró con angustia y se cosechó con lágrimas.